De cómo el Perú se abre de piernas ante los capitales extranjeros y locales, está por demás hacer referencia.
Nuestra nación tal y cómo la conocemos está empeñada en arrastrarse
en la mugre y darse un baño de letrinas con tal de brindarles
estabilidad a los inversionistas, no importa si éstos le pagan miserias a
su trabajadores, no importa si contaminan, no importa si tranzan con
estupefacientes o que su giro sea vender estupidez. La idea es que haga
empresa por las buenas o las malas y que salgan en la foto para el
feis, que la Marca Perú los promocione y atraer cada vez más
inversionistas de esa calaña.
A Jaime Izquierdo quien como comprenderán no se llama así,
pero me tomaré la libertad de así nombrarlo para contarles su historia.
Resulta que éste amigo trabajaba de obrero para una
importante marca lechera, pese a contar con un título técnico a nombre
de la nación se hizo de un horario de valentía. Nueve horas de lunes a
sábado. Jaime se las arreglaba para sonreírle a la vida con mil soles
mensuales que percibía como sueldo, él era el sostén de una familia
plural y cuantiosa. Trabajó más de cuatro años en los que, según me
cuenta, se cumplieron objetivos significativos en la empresa, metas
alcanzadas, reconocimientos empresariales, en fin. Jugosos crecimientos
que al buen Jaime no le chorrearon pero ni por casualidad. Aumento de
trabajo, aumento de responsabilidades, aumento de estrés, de cantidad de
obreros, de encargos, en fin. Los sueldos obreros permanecían más
estancados que retrete con falla.
Un buen día Jaime decidió dejar de ser tan hincha del laburo y
descubrió que el personal administrativo sin mancharse las manos y
trabajando de lunes a viernes en horarios light, ganaban el cuádruple
que cualquier obrero, los jefes de aquellos administrativos ganaban dos
veces el cuádruple de cualquier obrero, y por último el gerente, bien
creo que bastará decir que con la mitad de ese sueldo gerencial era más
que suficiente para duplicar los sueldos a todos los obreros, y éstos
eran casi veinte según me comenta el buen Jaime así que saquen su
cuenta.
Bien, harto del maltrato, las desconsideraciones y las
diferencias salariales astronómicas, decidió junto a un grupo de obreros
darle algo de decencia a esa empresa y reclamar. A los pocos días lo
pusieron de patitas en la calle.
Alguien le fue con el chisme al jefe de que había un grupo de
personajes incómodos, a ese alguien le aumentaron doscientos miserables
soles por su ‘lealtad’ y su franela. Jaime, ya expectorado planteó una
denuncia por despido arbitrario. Pronto se dio cuenta que para pagar un
buen abogado en este país se debe ser narco o explotador y bueno decidió
dedicar su tiempo a buscar otro empleo y de vez en cuando darse una
vuelta por aquel ex trabajo y echarle una meada en la puerta.
Perú debe de ser el mejor país para hacer negocio a costa del
esfuerzo ajeno, digo no, aquí los estudiantes no salen a las calles pues
prefieren tomarse fotos en Starbucks, los sindicatos son un cuco
anacrónico, la juventud vive sedada por la tv, las luchas sociales son
cosas de viejos y la política la mejor forma de blindar tu empresa.
Mientras el Estado invierte millones en su ‘marca’ y se la pega de
vedette arribista rencauchándose poto y tetas para que los vecinos de la
región nos vean bonito. Las estadísticas registran que para el 2011 se
han llevado a cabo 84 huelgas según el portal de MINTRA,
estamos hablando de una huelga por cada cuatro días aproximadamente, lo
que demuestra que existe un gran malestar en el sector laboral que no
está siendo atendido. Conclusión trabajadores maltratados laboralmente
por esas empresas a las que la SUNAT las trata como Barbie a Ken.
Alguien preguntará por aquí ¿Y los sindicatos? Si son tan legales
como un matrimonio o un divorcio y tan fundamentales para el equilibrio
institucional, por qué ninguno de los señores empresarios, o los
personajes de la denominada Marca Perú lo promueve. Se imaginan un acto
civilizado de alguno de estos tíos diciendo: “En mi empresa existe la sindicalización y cada mes me tomo un tiempo para conversar y dialogar con mis trabajadores” No sería civilizado escuchar y atender los requerimientos de quienes hacen posible el sueño empresarial.
Sí, quizá lo estoy arrojando fuera del wáter, y estoy creyendo que los chanchos volarán algún día.
Total Ollanta Humala fue el que traicionó a las masas que clamaban
cambios radicales en la política como lo demostraron los resultados de
la primera vuelta de las últimas elecciones. Un tipo que sus capacidades
solo le alcanzan para continuar con las políticas de siempre no se le
puede pedir demasiado. Lástima, tuvo la oportunidad.
fuente:
http://larepublica.pe/blogs/maldito-soez/2013/04/24/empresas-egoistas-y-miseria-laboral/
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