¡INAPLICABILIDAD DE LEY Nº29944 LEY DE REFORMA MAGISTERIAL; PAGO INMEDIATO DEL 30% POR PREPARACION DE CLASES Y EVALUACION!

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"Los Maestros, al ponernos al servicio del Estado, no hemos vendido nuestra conciencia ni hipotecado nuestras opiniones, ni hemos perdido nuestra ciudadanía. El hecho de recibir una suma mensual de dinero significa sólo el pago de nuestros servicios profesionales, pero no el pago de un silencio y de una conformidad que repugna. Quienes pretenden que el maestro debe "callar, obedecer y trabajar", están en un error, y cometen un insulto a la dignidad humana... ". José Antonio Encinas

¿REFORMA EDUCATIVA?

¿Reforma educativa para mejorar la calidad académica? Es posible esto sin atender el rezago educativo en materia de infraestructura en zonas marginales, con estudiantes mal alimentados y desnutridos, sin planes de estudio acorde a las necesidades de la población.

Evaluar a los maestros, ¿Quiénes, las instituciones corruptas del Estado? ¿La Ministra Bachiller que no sabe quien proclamó la independencia del Perú? ¿Los intelectuales “expertos” de la televisión? ¿Los periodistas mercenarios asalariados de la gran empresa?


ley de reforma magisterial y la destitucion por inasistencia y tardanza

28 marzo 2009

Los movimientos en la transición hegemónica

Los movimientos en la transición hegemónica



En un reciente artículo Immanuel Wallerstein vuelve sobre uno de sus temas favoritos: la crisis actual y su relación con la transición hegemónica y sistémica que estaríamos atravesando (La Jornada, 15 de febrero de 2009). Como suele suceder, sus argumentos son sólidos y convincentes y dan pie para reflexionar sobre el papel de los movimientos en un periodo de agudas convulsiones.

El argumento central es que la crisis es algo así como un tornado que nos obliga a refugiarnos en algún lugar seguro. Sostiene que cuando pase la tormenta llegará el momento decisivo, ya que la devastación nos forzará a tomar decisiones con consecuencias de larga duración: La pregunta fundamental es cómo vamos a reconstruir. Esa será la batalla política real, dice el sociólogo. Se trata del tipo de sociedad a crear sobre las ruinas de la actual.

Aunque el artículo no lo menciona, desde una posición antisistémica la reconstrucción corresponde a los movimientos sociales. Entre otras razones, porque el tornado en curso volverá, o ha vuelto ya, impotentes a los estados nación para atajar la crisis o para reducir sus impactos sobre los sectores populares. Por otro lado, si fueran los estados los encargados de la reconstrucción, parece evidente que volverían a edificar un mundo muy similar al actual, como lo muestra la experiencia de los estados que nacieron de la descolonización en el tercer mundo, así como los que llevaron adelante la fracasada experiencia del socialismo de Estado.

Son los movimientos de los de abajo los que pueden crear un mundo nuevo, o sea diferente al actual, por una sencilla razón: son los portadores del mundo nuevo, aun en pequeña escala, por medio de iniciativas más o menos integrales, con diversos grados de profundidad, permanencia y extensión. Un mundo nuevo es un tapiz tejido de relaciones sociales no capitalistas. Por lo tanto, no es comparable con lo que ya conocemos. Es otra cosa: en construcción-deconstrucción permanente, en resistencia frente al capital y al Estado, por lo tanto frágil, inestable, inacabado, imperfecto.

Los mundos nuevos que laten en el interior de los pueblos organizados en movimientos no son sitios de llegada, sino apenas escalas espacio-temporales en un proceso de luchas y resistencias interminables, que a su vez impulsan y sostienen esas luchas y esas resistencias. No es fácil definirlos, ni es el caso hacerlo, pero cuando estamos allí, cuando los vivimos y compartirmos, no hay duda de qué se trata.

Para que estos movimientos sean capaces de jugar un papel decisivo en el momento decisivo, cuando pase el tornado al que alude Wallerstein, deben darse ciertas condiciones. La primera es que existan, que hayan sobrevivido los momentos más destructivos de un sistema en extinción. No importa mucho que los mundos nuevos sean grandes o pequeños, sino que permanezcan. Buena parte de la energía del sistema está destinada a exterminarlos por la vía militar o a desfigurarlos y cooptarlos por la vía blanda de los planes sociales. El objetivo del sistema es eliminarlos, ya sea por muerte o porque desaparezcan sus diferencias, que es una forma más cruel, si cabe, de muerte.

La segunda condición indispensable para la construcción de un mundo nuevo es que mantengan sus diferencias con el Estado y el capital del modo más puro posible. Para eso deben ser radicales a la hora de conservar sus rasgos propios y no ceder nada que los haga similares a la sociedad actual. Los mundos nuevos que viven en los movimientos son los miles de emprendimientos en la salud, la educación, la producción, la justicia, el poder, que existen en los territorios y espacios controlados por esos movimientos. No importa si están en remotas áreas rurales o en las ciudades. Pueden ser fábricas recuperadas por sus obreros, asentamientos de campesinos sin tierra, comunidades indias autónomas, o los más diversos colectivos (juveniles, de mujeres, sin techo, desocupados) trabajando en las múltiples áreas en las que los de abajo resisten y, para mantener viva la resistencia, se reinventan diferentes.

En este punto, mirando el día después del tornado, cuando haya que recoger las miles de piezas del destrozo, ordenarlas, descartar las partes inútiles por simétricas con el mundo que provocó el desastre, recuperar aquellas que todavía pueden cimentar el mundo otro, los movimientos que se mantuvieron radicalmente diferentes serán un punto de referencia ineludible a la hora de la reconstrucción. En dos sentidos: por un lado, lo que están haciendo, en particular las formas de poder asentadas en la asamblea como razón última, servirán de inspiración para otras y otros de abajo que, aun no habiendo vivido la experiencia de movimientos, sentirán que existen otros modos de vivir y de sentir, colectivos, comunitarios, no mercantiles, donde la lógica de los valores de uso haya desplazado completamente la de los valores de cambio.

Por otro, porque en medio del caos sistémico que caracteriza las transiciones hegemónicas, como las define Giovanni Arrighi, los espacios comunitarios pueden ser un principio de orden que estimule la propagación de nuevos modos de vida, menos jerárquicos y opresivos que los actuales. Dicho de otro modo: si cuando lleguen los momentos decisivos (cada quien encontrará la metáfora más apropiada para nombrarlos) no existiera una porción de la humanidad de abajo haciendo y viviendo de otra manera, según los modos del mundo que anhelamos, lo más seguro es que en ese momento, por inercia cultural y por la sobrevivencia aun parcial de la clases dominantes, se reconstruya un mundo muy similar al actual.

Sin embargo, nada de lo anterior es seguro. En medio de la tormenta, cuando los paradigmas conocidos y los instrumentos de navegación dejaron de orientarnos, por honestidad intelectual se debe admitir que existe amplio margen de error. También ahí hay que elegir con quién equivocarse: hacerlo junto a los movimientos de los de abajo es, seguramente, el mejor camino.


Desde Aristóteles hasta Marx tenemos el dilema: El gobierno de los más o de los pocos

Desde Aristóteles hasta Marx tenemos el dilema: El gobierno de los más o de los pocos



Cuando en América Latina surgen los cambios políticos y sociales que desde siglos han esperado impacientes los pueblos, se manifiesta con una claridad meridiana la esencia de los problemas que hasta ahora urgen soluciones mejores y definitivas.

Tan pronto surgió la Revolución Bolivariana en Venezuela en el marco de las elecciones libres proclamadas con unción, hasta entonces, por las clases dominantes, inmediatamente la oligarquía junto a todos sus aliados inició su arremetida contra el poder que representaba a la mayoría, es decir, el pueblo. De ahí las denuncias reiteradas por Hugo Chávez sobre los planes de desestabilización puestos en marcha por la oligarquía venezolana, que llegó a materializar el fallido golpe de Estado. Durante este período, con el poder acumulado durante siglos, la oligarquía ha ensayado todos los métodos, legales e ilegales, para destruir el actual proceso revolucionario venezolano.

Otro tanto ha ocurrido en Bolivia tras el triunfo del gobierno de Evo Morales. La oligarquía, que no pudo impedir el acceso al poder de un líder revolucionario y popular, ha tratado, desde la oposición, de sabotear las medidas gubernamentales capaces de beneficiar a las grandes mayorías explotadas. Se han opuesto a todo el proceso que conllevó a la redacción de una nueva Constitución para el país y se opusieron contumazmente a la aprobación definitiva de la misma. Evo ha denunciado todas las acciones subversivas de la oligarquía, incluyendo las proclamas de autonomías en varios departamentos y, más recientemente, los intentos de sabotear la implantación de lo establecido en la Constitución aprobada por la mayoría del pueblo boliviano.

El presidente Rafael Correa ha denunciado las pretensiones de la oligarquía de impedir los cambios que impulsa en Ecuador después que se proclamó la nueva Carta Magna, mientras su gobierno y el pueblo luchan por el desarrollo de un proceso que ha denominado revolución ciudadana. .

En todas partes en que se ha logrado el acceso al poder de gobiernos que pongan en riesgo los intereses inveterados y espurios de las oligarquías, éstas han puesto en marcha su maquinaria paralizadora y desestabilizadora. Para ello cuentan con una vasta experiencia en maniobras electoreras, con las confusiones ideológicas que han sembrado como semillas de la discordia, con los miedos creados a través de reflejos condicionados de carácter político, con el poder económico y financiero que acumulan producto de la explotación más atroz, con el control mediático que ejercen como dueños absolutos de los medios de información, con las alianzas internas y externas, que involucran al gobierno de los Estados Unidos y a otros gobiernos coligados en la política de injerencia en los asuntos internos de los países latinoamericanos.

Puede parecer que las denuncias y acusaciones contra las oligarquías por parte de los gobiernos que presiden Chávez, Evo, Correa, entre otros, obedecen al carácter socialista de sus propuestas políticas para estos países. Sin embargo, la esencia de este asunto no tiene nada que ver necesariamente con el surgimiento en ellos del socialismo como doctrina político-social proclamada en 1848 por Carlos Marx con su Manifiesto Comunista.

Este es un asunto de mucha mayor data. ¿Qué le parece, lector, si nos retrotraemos en el tiempo a una era anterior a la nuestra, es decir, antes de Cristo? Pensemos en el filósofo Aristóteles, nacido en el año 384 a.n.e., quien murió a los 62 años. Escribió muchas obras durante su vida. Pero entre ellas sólo mencionaremos su Política, donde encontraremos algunos juicios que pueden ilustrarnos sobre la esencia de las oligarquías de hoy como herederas de las que existían aún antes de Cristo.

Veamos algunos juicios y argumentos de Aristóteles sobre los regímenes políticos, y quizás no haya que seguir inventando mentiras para echarle la culpa al socialismo de algo que ya estaba claro antes de nuestra era. Decía Aristóteles:

"La causa de que existan diversos regímenes es que toda ciudad tiene varias partes... De esta muchedumbre forzosamente unos son ricos, otros pobres y otros de condición intermedia, y los ricos están armados y los pobres sin arma. Del pueblo, vemos que unos son campesinos, otros comerciantes y otros obreros (...)"

"El régimen político es una ordenación de los magistraturas, que todas distribuyen según el poder de los que participan de ellas o según alguna igualdad común a todos ellos."

"Parecen existen principalmente dos regímenes, (...) y los otros se consideran modificaciones de estos, así también se establecen dos formas de gobierno: la democracia y la oligarquía."

"Debe decirse más bien que hay democracia cuando es (el pueblo) el que tiene la soberanía, y la oligarquía, cuando la tienen los ricos; pero da la coincidencia de que los primeros constituyen la mayoría y los segundos son pocos, pues libres son muchos, pero ricos pocos".

"El régimen es una democracia cuando los libres y pobres, siendo los más, ejercen la soberanía y una oligarquía cuando la ejercen los ricos, siendo pocos."

"Además, como generalmente los ricos son pocos y los pobres son más, estas partes de la ciudad aparecen como contrarios, de modo que la preponderancia de una u otra constituyen los regímenes políticos, y éstos parecen ser dos: la democracia y la oligarquía."

"La primera forma de democracia es la que se funda principalmente con la igualdad. Y la ley de tal democracia extiende por igualarse que no sean más en nada los pobres que los ricos, ni dominados unos sobre los otros; sino que ambas clases sean semejantes. Pues si la libertad, como sugieren algunos, se da principalmente en la democracia, y la igualdad también, esto podrá realizarse mejor si todos participan del gobierno por igual y en la mejor medida posible. Y como el pueblo constituye el mejor número y prevalece la decisión del pueblo, este régimen es forzosamente una democracia."

"Las sublevaciones o los cambios se producen de dos maneras: unas veces afectan al régimen y tienen por fin sustituir el establecido por otro; por ejemplo, la democracia por la oligarquía (...)"

"Las sublevaciones tienen, pues, siempre por causa la desigualdad (...) y los que se sublevan lo hacen buscando la igualdad (...)"

"En las oligarquías se subleva la mayoría por creer que son tratados injustamente porque no tienen los mismos derechos, siendo iguales (...)"

"Pues bien, es evidente que el régimen mejor será forzosamente aquel cuya organización preserva a cualquier ciudadano a actúan bien y a llevan una vida feliz (...)"

"El régimen mejor no es sino aquel por el cual puede estar mejor gobernada la ciudad, y la ciudad mejor gobernada lo es por el régimen que hace posible la mayor medida de felicidad."

"La ciudad es buena cuando lo son los ciudadanos que participan de su gobierno (...)"

Como se puede constatar, estimados lectores de este siglo XXI, más de tres siglos antes de nuestra era, y mucho más de este siglo nuestro de hoy, ya se podía teorizar sobre asuntos políticos diversos basándose en la práctica social acumulada por la humanidad hasta entonces. Aristóteles sacó las conclusiones esenciales atendiendo a los factores sociales predominantes en su tiempo.

Hoy se podrá convenir o no con sus ideas y sus observaciones con este o aquel enfoque propio de su época, pero es indudable que allí aparecen analizados los gérmenes de la organización social actual y merecen que estos juicios sean reconocidos como valederos.

Desde entonces a acá la humanidad ha avanzado mucho en su concepción político-social. Por tanto, la praxis y la teoría han enriquecido la experiencia histórica que hemos recibido como legado hasta hoy día. La teoría revolucionaria es hoy más rica y convincente que lo que fuera nunca antes. Hoy, como ha puntualizado Fidel, pensar en el gobierno de una sociedad, en un sistema o régimen político, es concebirlo como el arte y la ciencia de hacer política.

Es innegable que hoy como hace más de 2000 años, se imponen determinadas verdades en América Latina y en el mundo. La soberanía debe estar en posesión del pueblo y no de los oligarcas.

El pueblo es la representación de la mayoría (de los más) y su régimen natural es la democracia auténtica, cuya misión debe ser la libertad, igualdad y fraternidad en la mayor medida posible para todos los ciudadanos.

La sociedad regida por principios tan justos es buena porque así son los ciudadanos que participan de su gobierno. Sólo existe un modo de alcanzar tal sistema, o mantenerlo, es impedir que los oligarcas metan sus manos egoístas y criminales en la conducción de los asuntos mas sagrados de la política de los países.

Hay que tratar de convertir en realidad el gobierno de los más y que, con el poder en sus manos, busque y trabaje por la felicidad de todos. A la larga, los pocos, tan poderosos en riquezas, tendrán que conformarse o lamentarse por haber explotado durante tanto tiempo a todos aquellos seres humanos que constituían los más.

55 millones de latinoamericanos hambrientos

55 millones de latinoamericanos hambrientos
55 millones de latinoamericanos hambrientos
Mayor hambre en el mundo.

El representante regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación FAO, José Graziano, reveló ayer que la crisis financiera elevó sobre 1,000 millones de personas el número de hambrientos en el mundo, de los cuales 55 millones son latinoamericanos.

“Latinoamérica es la región del planeta que más incrementó la prevalencia de este flagelo. Con la crisis y el alza de los alimentos prácticamente perdimos todos los avances logrados desde 1990”, alertó. En ese sentido, el funcionario pidió iniciar una política de sustitución de importaciones agrícolas, como parte de los paquetes de reactivación fiscal que los gobiernos están poniendo en marcha en la región por más de 60,000 millones de dólares.

“Uno de los problemas que enfrenta hoy la región es que no cuenta con una institucionalidad adecuada para desarrollar fomento, asistencia crediticia e investigación agrícola. Los gobiernos están muy dependientes de la importación de algunos granos básicos, lo que reduce su capacidad para mitigar los efectos sociales de las alzas de precios”, explicó.

De otro lado, recalcó que los más afectados son especialmente los 11 millones de latinoamericanos que viven hoy con menos de 50 centavos de dólar por día.

diario la primera

Loreto monta en cólera

Loreto monta en cólera

En la sede del gobierno regional de Loreto, Yván Vásquez, de Fuerza Loretana, me cuenta lo atado que está de manos y cómo es que lo que Lima dice sobre la descentralización –ya no hablemos de regionalización- es una vil mentira.

Loreto, que es del tamaño del Ecuador, recibe ahora, como gobierno regional, seis millones de soles mensuales de canon petrolero. Hasta hace poco recibía dieciséis, pero la baja del crudo ha mochado considerablemente la actividad extractiva en esos terrenos difíciles de los que emana un crudo pesado y costoso.

Le pregunto a Vásquez cuánto recibe de Lima, cuántas partidas le han transferido, cuántas atribuciones le han reconocido.

Me contesta que de Lima sólo recibe cabes y dificultades.

-Ahora ya ni siquiera recibimos el canon petrolero directamente. Ese dinero se va a Lima, al ministerio de Economía, y nos lo mandan a cuentagotas. Además, nos obligan a depositarlo en el Banco de la Nación. Antes podíamos licitar su depósito en la banca privada, con lo que ganábamos algunos centavos para el presupuesto de la región.

-Y cuando ustedes lo piden, ¿cuánto demora en llegar? –pregunto.

-Lo que ellos quieran y, además, siempre con recortes –responde Vásquez-.

-¿Y no reciben nada más?

-Nada más.

-¿Y los 10,000 millones de dólares que García dice haber entregado a los gobiernos regionales?

-Eso es una mentira. Eso lo hace para enfrentarnos con nuestra gente, para que nuestra gente crea que nos estamos robando la plata.

Vásquez es un hombre tranquilo, pero esta vez le brillan los ojos y se le levanta la voz. Me dice que la regionalización es un engaño.

-Tienen miedo de que haya fuerzas regionales que se escapen del control de Lima –añade.

Y luego me cuenta que le han quitado a la región el control sobre la reserva de Pacaya-Samiria aduciendo que debía de estar bajo la jurisdicción del ministerio del Ambiente.

-Yo no puedo entrar a Pacaya-Samiria. Sin embargo, debo entregarle un millón cien mil soles anuales de mi presupuesto. Y para colmo, en esa reserva están ocurriendo cosas que nadie está dispuesto a enfrentar: extracción ilegal de madera, tráfico de especies y de recursos biológicos, todas las depredaciones que uno pueda imaginar.

-Como presidente regional, ¿puede usted entregar títulos de tierras?

-No. Esa es atribución exclusiva de Cofopri y eso se tramita en Lima. Cada vez que tengo que hacer algo relacionado con titulación –los títulos son imprescindibles para que los campesinos sean sujetos de crédito-, tengo que ir a Lima, hacer mi cola, entregar mi DNI y esperar a que me atienda algún burócrata mediocre que nada sabe de esta región.

Más tarde, en una reunión pública organizada amablemente a raíz de mi visita, escucho a Vásquez decir, ante la aceptación evidente de un salón de actos repleto, que la paciencia loretana se está terminando. Y le escucho recordar las varias muestras históricas del temperamento selvático: desde el intento de fundar la República de Loreto hasta la rebelión popular que el entreguismo de Leguía produjo a raíz del asunto de Leticia.

Los loretanos están hartos. Desprecian al gobierno de Lima y están cansados del robo y del olvido. Una región que podría ser un eje de desarrollo excepcional y un imán turístico sin competencia sigue condenada, por el sonambulismo ladrón de la capital, a vivir de migajas.

Loreto no es sólo esa ciudad tostada por el calor y llena de motos que se llama Iquitos. Es el depósito más grande de la biodiversidad y el bosque forestal más importante –y más amenazado- con que cuenta el Perú.

Y es también, felizmente, el oceánico Amazonas, el andrógino mar-río en cuyas riberas viven miles de peruanos abandonados a su suerte y en cuyos meandros y corrientes cruzadas se pueden ver, todavía, pequeños delfines rosados.

Recorriendo algunos trechos del Amazonas, flanqueados por una verdura que parece cretácica y acribillados por una gritería primordial de aves, monos y chicharras, vimos a los nativos yagua actuar para los turistas, lanzar cerbatanas hacia un tronco y humillarse por una propina.

Y pensar que los yagua –como los huambisas, como tantos aguarunas- fueron los dueños de todo esto. Porque antes de los López de Aguirre y los Arana estas no eran tierras de despojo sino de paz y frutas y de helechos con los que atar vigas y de cortezas con las que curarse.

Y pensar que Loreto se mira de tan lejos desde esa jungla de cemento llamada Lima.


César Hildebrandt
Columnista

diario la primera

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