¡INAPLICABILIDAD DE LEY Nº29944 LEY DE REFORMA MAGISTERIAL; PAGO INMEDIATO DEL 30% POR PREPARACION DE CLASES Y EVALUACION!

Para tener Presente

"Los Maestros, al ponernos al servicio del Estado, no hemos vendido nuestra conciencia ni hipotecado nuestras opiniones, ni hemos perdido nuestra ciudadanía. El hecho de recibir una suma mensual de dinero significa sólo el pago de nuestros servicios profesionales, pero no el pago de un silencio y de una conformidad que repugna. Quienes pretenden que el maestro debe "callar, obedecer y trabajar", están en un error, y cometen un insulto a la dignidad humana... ". José Antonio Encinas

¿REFORMA EDUCATIVA?

¿Reforma educativa para mejorar la calidad académica? Es posible esto sin atender el rezago educativo en materia de infraestructura en zonas marginales, con estudiantes mal alimentados y desnutridos, sin planes de estudio acorde a las necesidades de la población.

Evaluar a los maestros, ¿Quiénes, las instituciones corruptas del Estado? ¿La Ministra Bachiller que no sabe quien proclamó la independencia del Perú? ¿Los intelectuales “expertos” de la televisión? ¿Los periodistas mercenarios asalariados de la gran empresa?


ley de reforma magisterial y la destitucion por inasistencia y tardanza

11 diciembre 2010

Más vale un no acuerdo que un mal acuerdo: Las miles de soluciones están en manos de los pueblos

Foro Global por la Vida, y la Justicia Social y Ambiental (4 al 10 de diciembre de 2010. Cancún, México)
Más vale un no acuerdo que un mal acuerdo: Las miles de soluciones están en manos de los pueblos

movimientos.org


Los miembros de La Vía Campesina de más de 30 países de todo el mundo juntamos nuestras miles de luchas en Cancún para exigir a la Cumbre sobre Cambio Climático (COP 16), justicia ambiental y respeto a la Madre Tierra, para denunciar los ambiciosos intentos de los gobiernos, principalmente del Norte, de comercializar todos los elementos esenciales de la vida en beneficio de las corporaciones trasnacionales y para dar a conocer las miles de soluciones para enfriar el planeta y para frenar la devastación ambiental que hoy amenaza muy seriamente a la humanidad.

Tomando como principal espacio de mobilización el Foro Alternativo Global por la Vida, la Justicia Social y Ambiental, nosotras y nosotros celebramos talleres, asambleas, reuniones con nuestros aliados y una acción global que llamamos los miles de Cancún y que repercutió por todo el planeta y hasta en las mismas salas del Moon Palace de la COP 16. Esta acción del 7 de diciembre, tuvo como expresión de nuestra lucha una marcha de miles de miembros de La Vía Campesina acompañados por los indígenas Mayas de la península mexicana y nuestros miles de aliados de organizaciones nacionales e internacionales.

La mobilización hacia Cancún inició desde el 28 de noviembre con tres caravanas que partieron desde San Luis Potosí, Guadalajara y Acapulco, que recorrieron los territorios más simbólicos de la devastación ambiental pero además de las resistencias y las luchas de las comunidades afectadas. El esfuerzo de las caravanas fue un trabajo conjunto con la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales, el Movimiento de Liberación Nacional, el Sindicato Mexicano de Electricistas y cientos de pueblos y personas que nos abrieron las puertas de su generosidad y solidaridad. El 30 de noviembre arribamos con nuestras caravanas a la Ciudad de México, celebramos un Foro Internacional y una marcha acompañados de miles de personas y cientos de organizaciones que también luchan por la justicia social y ambiental.

En nuestra jornada hacia Cancún, otras caravanas, una de Chiapas, otra de Oaxaca y una de Guatemala, después de muchísimas horas de viaje, se unieron en Merida para celebrar una ceremonia en Chichen Itza y finalmente llegar a Cancún el 3 de diciembre para instalar nuestro campamento por la Vida y la Justicia Social y Ambiental. Al día siguiente, 4 de diciembre, abrimos nuestro foro y así dimos inicio a nuestra lucha en Cancún.

¿Por qué llegamos a Cancún?

Los actuales modelos de consumo producción y comercio han causado una destrucción medio ambiental de la cual los pueblos indígenas, campesinos y campesinas somos las principales victimas. Así que nuestra mobilización hacia Cancún y en Cancún es para decirle a los pueblos del mundo que necesitamos un cambio de paradigma de desarrollo y economía.

Hay que trascender el pensamiento antropocéntrico. Hay que reconstituir la cosmovisión de nuestros pueblos, que se basa en el pensamiento holístico de la relación con el cosmos, la madre tierra, el aire, el agua y todos los seres vivientes. El ser humano no es dueño de la naturaleza, si no que es parte de todo lo que tiene vida. Ante esta necesidad de reconstituir el sistema, el clima, la madre tierra, denunciamos

1. Que los gobiernos continúan indiferentes ante el calentamiento del planeta y en vez de debatir sobre los cambios de políticas necesarias para enfriarlo, debaten sobre el negocio financiero especulativo, la nueva economía verde y la privatización de los bienes comunes.

2. Las falsas y peligrosas soluciones que el sistema capitalista neoliberal implementa como la iniciativa REDD+ (Reducción de emisiones por deforestación y degradación); el MDL (Mecanismo de Desarrollo Limpio), la geoingeniería, representan comercialización de los bienes naturales, compra de permisos para contaminar o créditos de carbono, con la promesa de no talar bosques y plantaciones en el Sur.

3. La imposición de la agricultura industrial a través de la implementación de productos transgénicos y acaparamiento de tierras que atentan contra la Soberanía Alimentaria.

4. La energía nuclear, que es muy peligrosa y de ninguna manera es una verdadera solución.

5. Al Banco Mundial, al Fondo Monetario Internacional, a la Organización Mundial de Comercio por facilitar la intervención de las grandes transnacionales en nuestros países.

6. Los impactos que ocasionan los tratados de libre comercio con los países del Norte y la Unión Europea, que no son más que acuerdos comerciales que abren más las puertas de nuestros países a las empresas transnacionales para que se adueñen de nuestros bienes naturales.

7. La exclusión de los campesinos y pueblos indígenas en las discusiones de los temas trascendentales en la vida de la humanidad y de la madre tierra.

8. La expulsión de Compañeros y compañeras del espacio oficial de la COP 16 por su oposición a los planteamientos de los gobiernos que apelan por un sistema depredador que apuesta por exterminar a la madre tierra y a la humanidad.

No estamos de acuerdo con la simple idea de “mitigar” o “adaptarnos” al cambio climático. Se necesita justicia social, ecológica y climática, por lo que exigimos:

1. Retomar los principios de los acuerdos de Cochabamba del 22 de abril del 2010 como un proceso que realmente nos lleve a la reducción real de la emisión de gases de carbono con efectos invernaderos y para lograr la justicia social y ambiental.

2. La Soberanía alimentaria en base a la agricultura campesina sustentable y agroecológica dado a que la crisis alimentaria y la crisis climática son lo mismo, ambas son consecuencias del sistema capitalista.

3. Es necesario cambiar los estilos de vida y las relaciones destructivas del medio ambiente. Hay que reconstituir la cosmovisión de nuestros pueblos originarios, que se basa en el pensamiento holístico de la relación con el cosmos, la madre tierra, el aire, el agua y todos los seres vivientes.

La Vía Campesina como articulación que representa a millones y millones de familias campesinas en el mundo y preocupados por la recuperación del equilibrio climático llama a:

1. Asumir la responsabilidad colectiva con la madre tierra, cambiando los patrones de desarrollo de las estructuras económicas y desapareciendo a las empresas transnacionales.

2. Reconocemos a gobiernos como el de Bolivia, Tuvalu y algunos mas, que han tenido la valentía de resistirse ante la imposición de los gobiernos del Norte y de las corporaciones transnacionales y hacemos un llamado para que otros gobiernos se sumen a la resistencia de los pueblos frente a la crisis climática.

3. Tomar acuerdos obligatorios de que todos los que contaminen el ambiente deben rendir cuentas por los desastres y delitos cometidos contra la madre Naturaleza. De igual forma obligar a reducir los gases de carbono en el lugar donde se genera. El que contamina debe dejar de contaminar.

4. Alertamos a los movimientos sociales del mundo sobre lo que acontece en el planeta para defender la vida de la madre tierra porque estamos definiendo lo que será el modelo de las futuras generaciones.

5. A la acción y a la movilización social de las organizaciones urbanas y campesinas, a la innovación, a la recuperación de las formas ancestrales de vida, a unirnos en una gran lucha para salvar a la madre tierra que es la casa de todos y todas contra el gran capital y de los malos gobernantes, es nuestra responsabilidad histórica.

6. A que las políticas de protección a la biodiversidad, soberanía alimentaria, manejo y administración del agua se basen en las experiencias y participación plena de las propias comunidades.

7. A una consulta mundial a los pueblos para decidir las políticas y las acciones globales para detener la crisis climática.

¡Hoy!, Ahora mismo llamamos a la humanidad para actuar inmediatamente por la reconstitución de la vida de toda la madre naturaleza, recurriendo a la aplicación del “cosmovivir”.

Por eso, desde las cuatro esquinas del planeta nos levantamos para decir: ¡No más daño a nuestra Madre Tierra! ¡No más destrucción al planeta!. ¡No más desalojos de nuestros territorios! ¡No más muerte a los hijos e hijas de la Madre Tierra! ¡No más criminalización de nuestras luchas!

No al entendimiento de Copenhague. Si a los principios de Cochabamba.

¡Redd NO! ¡Cochabamba SI!

¡LA TIERRA NO SE VENDE, SE RECUPERA Y SE DEFIENDE!

GLOBALICEMOS LA LUCHA, GLOBALICEMOS LA ESPERANZA

Delegación de la Vía Campesina a Cancún, 9 de diciembre de 2010

(Photos, videos, noticias en www.viacampesina.org)

La reforma educativa planteada por Piñera, recibida con rechazo

La reforma educativa planteada por Piñera, recibida con rechazo

IPS


La reforma al sistema educativo de Chile que promueve el gobierno de Sebastián Piñera desató un fuerte debate, tanto por las medidas que incluye como por las que omite. "No es ni una gran reforma ni una revolución educativa, como dijo (el presidente Piñera) en cadena nacional", consideró Loreto Egaña, directora del Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación (PIIE), de la privada Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

"Es un conjunto de medidas, que tienen mucho que ver con lo que se venía haciendo antes y que constituirán avances parciales, dependiendo de cómo salgan la ley y los reglamentos", dijo a IPS esta experta.

El gobierno derechista de Piñera, que considera a la educación un factor clave para llevar a Chile a convertirse en un país desarrollado en la próxima década, sucedió el 11 de marzo a la centroizquierdista Concertación de Partidos por la Democracia, que gobernó el país sin interrupciones desde 1990 tras el fin de 17 años de dictadura.

La última reforma en el campo formativo fue la Ley General de Educación, promulgada en agosto de 2009 por la entonces presidenta Michelle Bachelet (2006-2010), en reemplazo de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza aprobada por el hoy fallecido dictador Augusto Pinochet (1915-2006).

La normativa dictatorial descentralizó la educación, traspasando la administración de las escuelas públicas desde el Ministerio de Educación a las municipalidades, y promovió su privatización, al permitir la creación de establecimientos particulares pero subvencionados por el Estado.

Si bien la reforma de 2009 introdujo diversos cambios al sistema impuesto en dictadura, no tocó sus pilares fundamentales de descentralización y privatización, a los cuales diversos actores educativos atribuyen la enorme desigualdad en los resultados académicos de los alumnos dependiendo de su nivel socioeconómico.

El proyecto de ley sobre Calidad y Equidad de la Educación de Piñera ingresó al parlamento el 30 de noviembre para ser discutido con suma urgencia, que significa que cada una de las dos cámaras legislativas debe conocer y despachar la iniciativa en 10 días.

Pero debido a las críticas de la oposición centroizquierdista por el poco espacio para un debate amplio que generaba esta medida, el gobierno decidió retirar la urgencia.

El proyecto crea un nuevo sistema para la selección de directores de establecimientos y de jefes de departamentos municipales de educación, entregándoles mayores atribuciones y autonomía, además de mejores remuneraciones.

La iniciativa legal también aumenta la remuneración de los mejores profesores en ejercicio y crea un plan de retiro.

Para financiar las indemnizaciones y los bonos de jubilación, se faculta al Ministerio de Educación a entregar por única vez 20.000 millones de pesos (41 millones de dólares) a los municipios.

Además, Piñera se propone crear 60 "liceos de excelencia" en todo el país, promover el ingreso de los mejores estudiantes a las carreras de pedagogía y aumentar las horas de lenguaje y matemáticas en desmedro de las de historia.

Esta última medida fue rechazada por historiadores, expertos y parte de la sociedad civil, que se manifestó ampliamente a través de las redes sociales de Internet, por considerar que uno de los problemas del país es precisamente la falta de cultura cívica.

"El proyecto de ley postula una serie de reformas laborales que poco y nada tienen que ver con lo que el título se arroga, que es calidad y equidad de la educación", criticó ante IPS Bárbara Figueroa, dirigente nacional del Colegio de Profesores, que cuestionó duramente la urgencia inicial puesta a la iniciativa.

"Son medidas bastante parciales, sesgadas, que insisten en esta lógica de que son los profesores y los directivos los responsables de la mala calidad de la educación, sin hacerse cargo de que las políticas públicas han sido ineficiente en resolver la gran inequidad que tiene nuestro sistema educativo", enfatizó.

A juicio de Figueroa, "el proyecto no se pronuncia respecto de la 'desmunicipalización' de la educación, tampoco del cambio del sistema de financiamiento público a través de subvenciones por alumnos ni sobre la carrera profesional docente". "No aborda los temas que nosotros consideramos claves para generar igualdad de oportunidades", apuntó.

El magisterio no descarta ningún tipo de movilización si no son escuchados por el gobierno y el proyecto termina siendo aprobado "por las cúpulas políticas sin participación de todos los sectores involucrados" en el parlamento, dijo.

Si bien Egaña considera "valioso" que el gobierno le esté dando prioridad a la educación en su agenda, lo cual permitió que se reactivara el debate nacional, considera preocupante que se "reafirme el enfoque de medición de resultados a través de una sola prueba (Simce) y eso se relacione con incentivos".

"Esto quita la mirada sobre cómo se llega a los resultados, sobre qué condiciones se necesitan para logros de aprendizaje, finamente sobre la desigualdad", indicó.

Este martes se dieron a conocer los últimos resultados de la prueba PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos) que es aplicada cada tres años a los estudiantes de 15 años al finalizar la etapa obligatoria.

En lectura, Chile se ubicó en el puesto 44 entre 65 países estudiados, por debajo de la media de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que cuenta entre sus miembros a todos los países industrializados.

Sin embargo, es de destacar que los estudiantes chilenos superaron a los de todas las otras naciones latinoamericanas incluidas en la medición. Uruguay quedó en el puesto 47, México en el 48, Colombia en el 52, Brasil en 53, Argentina 58, Panamá en el 62 y Perú en el lugar 63.

Según este examen que auspicia la ODCE y pese a ser el primero de la región, uno de cada tres estudiantes chilenos en promedio no alcanza el Nivel 2 de desempeño, es decir, no tiene las competencias mínimas para desenvolverse en el mundo e integrarse productivamente a la sociedad. En los sectores más vulnerables, uno de cada dos niños está bajo este nivel.

Ordenadores en el aula, una oportunidad de mejora educativa no exenta de riesgo

Ordenadores en el aula, una oportunidad de mejora educativa no exenta de riesgo



Las administraciones empiezan a desarrollar la iniciativa llamada Escuela 2.0 o eduCAT 1x1 en Catalunya, consistente en llenar de ordenadores las escuelas y digitalizar libros. La descripción puede parecer simple pero decirlo de otra forma sería hacer suposiciones ingenuas. Vamos conociendo con hechos consumados lo que se va implantando en algunos centros educativos. Ignoramos cuál es el proyecto global que se quiere llevar a cabo y cuáles son los objetivos reales que se pretenden alcanzar. No ha habido en la comunidad educativa un proceso previo de debate, con aportaciones, propuestas y con la obtención del necesario consenso sobre la forma en la que la tecnificación digital debe incidir y mejorar la formación de los niños y niñas en la escuela.
El tema es de una importancia capital para el futuro del sector educativo. Se trata de un cambio de paradigma en el fondo y en la forma, de qué y cómo se enseña a nuestros hijos e hijas para poder formar parte de una sociedad libre, justa e igualitaria. Es otro motivo más de incertidumbre que planea sobre el sistema de educación pública. El aula de alumnos, todos con su mini portátil, delante de la pantallita y con un profesor o profesora presente con un rol multitarea, genera muchas preguntas que deberían tener respuesta. Hemos recogido una serie de cuestiones necesarias para el debate, de profesorado, de tecnólogos, de madres y padres que os relacionamos a continuación:
  • ¿Se ha hecho un estudio riguroso de cómo esta tecnificación incide en el proceso de aprendizaje y consecuentemente en la mejora académica?
  • ¿A qué edad se debe introducir el uso de las herramientas informáticas y con qué ritmo? ¿La digitalización del entorno educativo podría limitar, interferir o interrumpir el desarrollo de otras competencias asimismo necesarias para el alumnado?
  • ¿Se realizará este cambio con la preparación e inmersión adaptativa del colectivo docente o se hará ad-hoc y que cada uno espabile en su correspondiente ámbito?
  • ¿Qué deben hacer el profesorado ante la ausencia de asistencia técnica en el aula con las incidencias de averías y disfunciones del parque tecnológico en funcionamiento? ¿Será ésta otra preocupación añadida en la actividad pluridisciplinar que amenaza con colapsar la acción presencial de los docentes?
  • ¿Quién creará y generará los contenidos digitales? ¿Se dejará pasar la oportunidad que ofrecen las nuevas tecnologías y las comunicaciones para socializar y democratizar la elaboración de los contenidos? ¿Se mantendrá la publicación de materiales restringida a editoriales?
  • ¿Se asegura el uso de los ordenadores a actividades estrictamente pedagógicas y lúdicas formativas?


  • ¿Cómo pasamos de la edición en papel a la digitalización de contenidos? ¿Se aprovechará la oportunidad para reformatear la información estructurándola con arreglo a un nuevo modelo comunicacional más eficaz?
  • ¿La pantalla reducida del mini computador, puede llegar a incidir en la visión del niño o niña? ¿Qué dicen los oftalmólogos? ¿Es ergonómica esta posición prolongada en gran parte del horario lectivo, es decir, hay adaptabilidad fisiológica del alumno? ¿Qué dicen los traumatólogos? ¿Cómo se conectan los ordenadores al sistema, con redes de cable o con radiodifusión abierta de microondas WiFi ?
  • ¿Cuál será el modelo de provisión, instalación, configuración y mantenimiento de las infraestructuras y recursos de informática y de comunicaciones? ¿Habrá un modelo global de referencia con economías de escala para todas las escuelas tutelado por las administraciones? ¿Se dará oportunidad a la pequeña empresa local de servicios informáticos para que complemente las necesidades técnicas o se adjudicará a las multinacionales del sector informático y de telecomunicaciones?
  • ¿Proveerán los respectivos gobiernos del material necesario o rascarán aún más los bolsillos de las ya maltrechas economías domésticas de las clases populares? ¿Por qué en algunas comunidades autónomas del estado los padres y las madres pagan una parte del equipo informático y en otras no? ¿Será la crisis económica coartada para endosar a las familias finalmente todos los costes asociados al desarrollo?
  • ¿Cuál es el balance energético de todo el equipamiento funcionando? ¿Cómo se incrementa la factura del suministro eléctrico? ¿Contribuimos a reducir emisiones de CO2 o las aumentamos?
  • ¿Cómo lo están haciendo en otros países europeos o sudamericanos? Se trasladan aquí las mejores prácticas socializadoras o las más tendenciosas privatizadoras?
Son cuestiones, entre otras, que inquietan a la comunidad educativa. Con una previsión de escenario más desfavorable, ya sea en su globalidad o en aspectos sustanciales, se debería actuar para evitar sus consecuencias negativas futuras en la formación de nuestros hijos e hijas.
saluti67@gmail.com


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

La decadencia y caída del Imperio Estadounidense

Cuatro perspectivas para el fin del Siglo Estadounidense antes del año 2025
La decadencia y caída del Imperio Estadounidense

Tom Dispatch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens y revisado por Caty R.

Introducción del editor de Tom Dispatch
En el intento de minimizar la importancia de la actual filtración de Wikileaks de más de 250.000 documentos del Departamento de Estado, el secretario de defensa Robert Gates brindó recientemente el siguiente bocado de sabiduría típica de Washington: “El hecho es que los gobiernos tratan con EE.UU. porque les interesa, no porque les gustemos, no porque confíen en nosotros, y no porque crean que podemos guardar secretos… Algunos gobiernos tratan con nosotros porque nos temen, algunos porque nos respetan, la mayoría porque nos necesita. Todavía somos esencialmente, como se ha dicho antes, la nación indispensable.”
Ahora bien, ese tipo de sabiduría ciertamente suena sobria; es, en definitiva, lo que pasa por realismo geopolítico práctico en la capital de nuestra nación; y es verdad, Gates no es el primer alto responsable estadounidense que califica a EE.UU. de “la nación indispensable”; no dudo de que él y muchos otros protagonistas en la capital están convencidos de que somos globalmente indispensables. El problema es que las noticias debilitan, casi cada semana que pasa, su versión realista haciendo que parezca aún más fantasmagórica. La capacidad de Wikileaks, una pequeñísima organización de activistas, para burlarse de la superpotencia global, haciendo brillar repetidamente un foco de luz sobre la penumbra del secreto bajo el que a nuestra elite política y militar le gusta conducir sus asuntos, tampoco ha ayudado. Si nuestra condición de indispensables no se ha cuestionado, todavía, en Washington, lo que pasa en otras partes del planeta es otra cosa.
La pátina, otrora brillante, del “alguacil global” ha perdido su resplandor, y en Dodge City cada vez hay menos gente que presta el tipo de atención que Washington cree que merece. A mi juicio, el comentario más inteligente sobre el último escándalo de Wikileaks viene de Simon Jenkins del Guardian británico quien, al considerar las diversas revelaciones (por no hablar de los numerosos rumores globales), resumió la situación como sigue: “El derroche de dinero es asombroso. Los pagos de ayuda [estadounidenses] nunca se controlan, nunca se auditan, nunca se evalúan. La impresión es que la superpotencia mundial deambula inerme por un mundo en el cual nadie se comporta como debe. Irán, Rusia, Pakistán, Afganistán, Yemen, las Naciones Unidas, todos están perpetuamente fuera de guión. Washington reacciona como un oso herido en sus instintos imperiales, pero su proyección del poder es improductiva.”
A veces, para comprender precisamente dónde estamos actualmente, ayuda mirar hacia el pasado –en este caso, hacia lo que sucedió con anteriores poderes imperiales “indispensables”-; a veces no es menos útil mirar hacia el futuro. En su último artículo en TomDispatch, Alfred W. McCoy, autor hace poco de Policing America’s Empire: The United States, the Philippines, and the Rise of the Surveillance State, hace las dos cosas. Después de congregar a un grupo de trabajo global de 140 historiadores para considerar la suerte de EE.UU. como potencia imperial, nos ofrece un vistazo de cuatro posibles futuros (próximos). Producen una mirada monumental, incluso indispensable, de la rapidez con la cual es probable que nuestra indispensabilidad se disipe en los próximos años. Tom
La decadencia y caída del Imperio Estadounidense
Cuatro perspectivas para el fin del Siglo Estadounidense antes del año 2025
Alfred W. McCoy
¿Un aterrizaje suave de EE.UU. dentro de 40 años? No apuestes por ello. La defunción de EE.UU. como superpotencia global podría sobrevenir mucho antes de lo que cualquiera imagina. Si Washington sueña con que 2040 o 2050 sea el fin del Siglo Estadounidense, una evaluación más realista de las tendencias interiores y globales sugiere que en 2025, dentro de sólo 15 años, todo puede haber terminado, con la excepción del griterío.
A pesar del aura de omnipotencia proyectada por la mayoría de los imperios, una mirada a su historia debería recordarnos que son organismos frágiles. Tan delicada es su ecología del poder que, cuando las cosas comienzan a ir verdaderamente mal, los imperios regularmente se deshacen a una velocidad infame: sólo un año en el caso de Portugal, dos años la Unión Soviética, ocho años Francia, 11 años en el caso de los otomanos, 17 años para Gran Bretaña, y es muy probable que sean 22 años para EE.UU., a contar desde el crucial año 2003.
Es probable que futuros historiadores identifiquen la incauta invasión de Iraq de Bush en ese año como el comienzo de la caída de EE.UU. Sin embargo, en lugar del derramamiento de sangre que marcó el fin de tantos imperios del pasado, con el incendio de ciudades y la matanza de civiles, este colapso imperial del Siglo XXI, podría tener lugar de un modo relativamente tranquilo mediante los tentáculos invisibles del colapso económico o la ciberguerra.
Pero no cabe duda: cuando finalmente acabe la dominación global de Washington, habrá dolorosos recuerdos cotidianos de lo que una pérdida de poder significa para los estadounidenses de todas las condiciones sociales. Como ha descubierto una media docena de naciones europeas, la decadencia imperial tiende a tener un impacto notablemente desmoralizador sobre una sociedad, y causa regularmente por lo menos una generación de privación económica. Al enfriarse la economía, las temperaturas políticas aumentan, y provocan a menudo un serio malestar interior.
Los datos económicos, educacionales y militares disponibles indican que, en lo que tiene que ver con el poder global de EE.UU., las tendencias negativas se sumarán rápidamente antes del año 2020 y es probable que alcancen una masa crítica como muy tarde en 2030. El Siglo Estadounidense, proclamado de modo tan triunfante al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, estará hecho jirones y desvaneciéndose antes de 2025, su octavo decenio, y podría ser historia antes del año 2030.
Significativamente, en 2008, el Consejo Nacional de Inteligencia de EE.UU. admitió por primera vez que el poder global de EE.UU. estaba ciertamente en una trayectoria descendiente. En uno de sus periódicos informes futuristas, Tendencias Globales 2025, el Consejo citó “la transferencia de riqueza y de poder económico globales que tiene lugar, a grandes rasgos, de Occidente a Oriente” y “sin precedentes en la historia moderna”, como factor primordial en la decadencia de la “fuerza relativa de EE.UU. – incluso en el campo militar.” Como muchos en Washington, sin embargo, los analistas del Consejo previeron un aterrizaje prolongado, muy suave, de la preeminencia global estadounidense, y albergaban la esperanza de que de alguna manera “retendría capacidades militares singulares”… durante mucho tiempo… “para proyectar poder militar globalmente” durante décadas.
¡Qué va! Según las proyecciones actuales, EE.UU. se encontrará en segundo lugar después de China (que ya es la segunda economía del mundo por su tamaño) en la producción económica hacia 2026, y detrás de India en 2050. De la misma manera, la innovación china se desplaza hacia el liderazgo mundial en ciencias aplicadas y en tecnología militar en algún momento entre los años 2020 y 2030, cuando se jubile el actual suministro de brillantes científicos e ingenieros de EE.UU., sin un reemplazo adecuado por una generación más joven sin la formación adecuada.
Al llegar 2020, según los planes actuales, el Pentágono hará un intento militar desesperado a favor de un imperio moribundo. Lanzará una triple bóveda letal de robots aeroespaciales avanzados que representa la última esperanza de Washington de retener el poder global a pesar de su decreciente influencia económica. Antes de ese año, sin embargo, la red global de satélites de comunicaciones de China, respaldada por los superordenadores más poderosos del mundo, también estará en pleno funcionamiento, suministrando a Pekín una plataforma independiente para la militarización del espacio y un poderoso sistema de comunicaciones para ataques de misiles o cibernéticos en cualquier cuadrante del globo.
Envuelta en arrogancia imperial, como Whitehall o el Quai d'Orsay antes de ella, la Casa Blanca todavía parece imaginar que la decadencia de EE.UU. será gradual, suave y parcial. En su discurso sobre el Estado de la Unión de enero pasado, el presidente Obama expresó las palabras tranquilizantes de que “yo no acepto un segundo lugar para EE.UU.” Pocos días después, el vicepresidente Biden ridiculizó la idea misma de que “estamos destinados a hacer realidad la profecía de [el historiador Paul] Kennedy de que vamos a ser una gran nación que ha fracasado porque perdimos el control de nuestra economía y nos extendimos demasiado”. De la misma manera, en la edición de noviembre de la revista del establishment Foreign Affairs, el gurú neoliberal de la política exterior Joseph Nye descartó hablar del ascenso económico y militar de China, desechando “metáforas engañosas de decadencia orgánica” y negando que haya algún deterioro del poder global de EE.UU.
Los estadounidenses de a pie, que ven que sus puestos de trabajo parten al extranjero, tienen una visión más realista que sus dirigentes mimados. Un sondeo de opinión en agosto de 2010 estableció que un 65% de los estadounidenses cree que el país se encuentra ahora “en un estado de decadencia”. Australia y Turquía, aliados militares tradicionales de EE.UU., ya utilizan sus armas hechas en EE.UU. para maniobras aéreas y navales conjuntas con China. Los socios económicos más cercanos de EE.UU. ya se apartan de la oposición de Washington a los tipos de cambio manipulados por China. Mientras el presidente volvía de su tour asiático el mes pasado, un titular pesimista del New York Times resumió el momento como sigue: “La visión económica de Obama se rechaza en la escena mundial; China, Gran Bretaña y Alemania cuestionan a EE.UU.; Las conversaciones comerciales con Seúl también fracasan.”
Vista históricamente, la cuestión no es si EE.UU. perderá su poder global indiscutible, sino cuánto de precipitada y desgarradora tendrá la decadencia. En lugar de las ilusiones de Washington, utilicemos la propia metodología futurista del Consejo Nacional de Inteligencia para sugerir cuatro perspectivas realistas de cómo, estrepitosamente o con un quejido, el poder global de EE.UU. podría llegar a su fin en los años veinte de este siglo (junto con cuatro evaluaciones adjuntas sobre dónde nos encontramos actualmente). Las perspectivas futuras incluyen: decadencia económica, crisis del petróleo, desventura militar y la Tercera Guerra Mundial. Aunque difícilmente son las únicas posibilidades cuando se trata de la decadencia o incluso del colapso de EE.UU., abren una ventana sobre un futuro que se aproxima rápidamente.
Decadencia económica: Situación actual
Actualmente existen tres amenazas principales a la posición dominante de EE.UU. en la economía global: la pérdida de influencia económica debido a la disminución de su parte en el comercio mundial, la decadencia de la innovación tecnológica estadounidense y el fin del estatus privilegiado del dólar como moneda mundial de reserva.
En 2008, EE.UU. ya había caído al tercer puesto en las exportaciones globales de mercaderías, con sólo un 11% en comparación con un 12% de China y un 16% de la Unión Europea. No hay motivos para creer que esa tendencia se revierta.
De la misma manera desaparece el liderazgo estadounidense en la innovación tecnológica. En 2008, EE.UU. ocupaba todavía el segundo lugar después de Japón en las solicitudes mundiales de patentes con 232.000, pero China se aproximaba rápidamente con 195.000, gracias a un fulgurante aumento del 400% desde el año 2000. Un presagio de más decadencia: en 2009 EE.UU. llegó al punto más bajo entre 40 naciones estudiadas por la Fundación de Tecnología & Innovación de la Información en cuanto al “cambio” en la “competitividad global basada en la innovación” durante la década anterior. Agregando sustancia a esas estadísticas, el Ministerio de Defensa de China presentó en octubre el superordenador más rápido del mundo, el Tianhe-1A, tan poderoso, dijo un experto estadounidense, que “liquida a la máquina Nº 1” existente en EE.UU.
Hay que agregar a esta clara evidencia que el sistema educacional de EE.UU., esa fuente de futuros científicos e innovadores, se está quedando atrás con respecto a sus competidores. Después de ser líderes mundiales durante décadas en personas de entre 25 y 34 años con títulos universitarios, el país bajó al puesto número 12 en 2010. El Foro Económico Mundial ubicó a EE.UU. en el mediocre puesto 52 entre 139 naciones en la calidad de su instrucción universitaria en matemáticas y ciencias en 2010. Casi la mitad de los estudiantes graduados en ciencias en EE.UU. son ahora extranjeros, que en su mayoría volverán a casa, sin quedarse aquí como hubiera sido el caso en otros tiempos. En 2025, en otras palabras, es probable que EE.UU. enfrente una escasez crítica de científicos de talento.
Tendencias negativas semejantes alientan una crítica cada vez más fuerte del papel del dólar como moneda de reserva mundial. “Otros países ya no están dispuestos a aceptar la idea de que EE.UU. sepa lo que es mejor en política económica”, señaló Kenneth S. Rogoff, ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional. A mediados de 2009, cuando los bancos centrales del mundo poseían astronómicos 4 billones [millones de millones] de dólares en valores del Tesoro de EE.UU., el presidente ruso Dimitri Medvedev insistió en que era hora de acabar con “el sistema unipolar artificialmente mantenido” basado en “una moneda de reserva que en otros tiempos solía ser fuerte”.
Al mismo tiempo, el gobernador del banco central de China sugirió que el futuro podría ser una moneda global de reserva “desconectada de naciones individuales” (es decir del dólar estadounidense). Son indicadores de un mundo que viene y de un posible intento, como ha argumentado el economista Michael Hudson, “de acelerar la bancarrota del orden mundial financiero-militar estadounidense”.
Decadencia económica: Perspectiva 2020
En 2020, como se esperaba desde hace tiempo después de años de crecientes déficit nutridos por incesantes guerras en tierras distantes, el dólar estadounidense termina por perder su estatus especial como moneda de reserva del mundo. Repentinamente, el coste de las importaciones se dispara. Incapaz de pagar los crecientes déficit mediante la venta en el extranjero de valores devaluados del Tesoro, Washington acaba viéndose obligado a reducir su inflado presupuesto militar. Bajo presión dentro y fuera del país, Washington retira lentamente las fuerzas estadounidenses de cientos de bases en ultramar a un perímetro continental. Pero ahora, sin embargo, ya es demasiado tarde.
Enfrentadas a una superpotencia decadente incapaz de pagar sus cuentas, China, India, Irán, Rusia, y otras potencias, grandes y regionales, cuestionan provocativamente el dominio de EE.UU. sobre los océanos, el espacio y el ciberespacio. Mientras tanto, en medio de precios en alza, un desempleo que aumenta continuamente y una disminución continua de los salarios reales, las divisiones interiores aumentan hasta convertirse en choques violentos y debates divisivos, a menudo por temas notablemente irrelevantes. Aprovechando una ola política de desilusión y desesperación, un patriota de extrema derecha captura la presidencia con una retórica resonante, exigiendo respeto para la autoridad de EE.UU. y amenazando con represalias militares o económicas. El mundo prácticamente no presta atención mientras el Siglo Estadounidense termina en silencio.
Crisis del petróleo: Situación actual
Una víctima del poder económico debilitado de EE.UU. ha sido su control sobre los suministros globales de petróleo. Acelerando por delante de la economía sedienta de gasolina de EE.UU., China se convirtió en el primer consumidor de energía durante este verano, una posición que EE.UU. ha mantenido durante más de un siglo. El especialista en energía Michael Klare ha argumentado que este cambio significa que China “fijará el ritmo de nuestro futuro global”.
En 2025, Irán y Rusia controlarán casi la mitad de todo el suministro de gas natural del mundo, lo que potencialmente les dará una inmensa influencia sobre una Europa hambrienta de energía. Si se agregan a la mezcla las reservas de petróleo, en sólo 15 años, como ha advertido el Consejo Nacional de Inteligencia, dos países, Rusia e Irán, podrían “aparecer como elementos esenciales en el campo de la energía”.
A pesar de una inventiva notable, las grandes reservas de petróleo de las principales potencias del petróleo que permiten una extracción fácil y barata se están agotando. La verdadera lección del desastre del petróleo de Deepwater Horizon en el Golfo de México no fueron los negligentes estándares de seguridad de BP, sino el simple hecho que todos vieron en la marea negra: a uno de los gigantes corporativos de la energía no le quedó otra alternativa que buscar petróleo difícil de extraer a kilómetros bajo la superficie del océano a fin de mantener el nivel de sus beneficios.
Para complicar el problema, chinos e indios se han convertido repentinamente en consumidores mucho más fuertes de energía. Incluso si los suministros de combustibles fósiles se mantuvieran constantes (que no será el caso), es casi seguro que aumente la demanda, y por lo tanto los costes, y lo harán considerablemente. Otras naciones desarrolladas encaran agresivamente esta amenaza lanzándose a programas experimentales para desarrollar fuentes de energías alternativas. EE.UU. ha tomado otro camino y ha hecho muy poco para desarrollar fuentes alternativas mientras, en los tres últimos decenios, ha duplicado su dependencia de importaciones de petróleo extranjero. Entre 1973 y 2007, las importaciones de petróleo han aumentado de un 36% de la energía consumida en EE.UU. a un 66%.
La crisis del petróleo: Perspectiva 2025
EE.UU. sigue dependiendo tanto de petróleo extranjero que unos pocos acontecimientos adversos en el mercado global de energía en 2025 provocan una crisis del petróleo. En comparación hace que la crisis del petróleo de 1973 (cuando los precios se cuadruplicaron en unos meses) parezca un grano de arena. Molestos por el valor descendiente del dólar, los ministros del petróleo de la OPEP, reunidos en Riad, exigen que los futuros pagos de energía sea hagan hechos en un “canasto” de yen, yuan, y euros. Eso sólo aumenta aún más el coste de las importaciones de petróleo de EE.UU. Al mismo tiempo, mientras firman una nueva serie de contratos de suministro a largo plazo con China, los saudíes estabilizan sus propias reservas de divisas extranjeras cambiando al yuan. Mientras tanto, China invierte innumerables miles de millones en la construcción de un gasoducto masivo trans-asiático y en el financiamiento de la explotación por Irán del mayor yacimiento de gas natural del mundo en South Pars, en el Golfo Pérsico.
Preocupados de que la Armada de EE.UU. ya no pueda proteger los buques tanque que viajan desde el Golfo Pérsico para alimentar Asia del Este, se forma una coalición de Teherán, Riad y Abu Dabi en una inesperada nueva alianza del Golfo y afirman que la nueva flota china de rápidos portaaviones patrullará en el futuro el Golfo Pérsico desde una base en el Golfo de Omán. Bajo fuerte presión económica, Londres acepta cancelar el arriendo por EE.UU. de su base en el Océano Índico en la isla de Diego Garcia, mientras Canberra, bajo presión de los chinos, informa a Washington de que ya no aceptará que la Séptima Flota utilice Fremantle como su puerto de base, expulsando efectivamente a la Armada de EE.UU. del Océano Índico.
Con unos pocos plumazos y algunos concisos anuncios, se abandona en 2025 la “Doctrina Carter”, mediante la cual el poder militar de EE.UU. debía proteger eternamente el Golfo Pérsico. Todos los elementos que garantizaron durante mucho tiempo los suministros ilimitados de petróleo a bajo coste de esa región para EE.UU. –la logística, las tasas de cambio, y el poder naval– se evaporan. En esas condiciones, EE.UU. sólo puede cubrir un insignificante 12% de sus necesidades de energía con su naciente industria de energía alternativa, y sigue dependiendo de petróleo importado para la mitad de su consumo de energía.
La crisis del petróleo que sobreviene golpea al país como un huracán y sube los precios a alturas alarmantes, convirtiendo los viajes en gastos asombrosos, causando la caída libre de los salarios reales (que habían estado disminuyendo desde hace tiempo) y haciendo que las exportaciones restantes de EE.UU. pierdan competitividad. Con la baja de las temperaturas, los precios del gas por las nubes y el derramamiento de dólares para pagar petróleo caro, la economía estadounidense se paraliza. Con el fin de alianzas deterioradas hace tiempo y el aumento de las presiones fiscales, las fuerzas militares estadounidenses acaban emprendiendo una retirada por etapas de sus bases en ultramar.
Dentro de unos pocos años, EE.UU. está prácticamente en bancarrota y el reloj se acerca a la hora cero del Siglo Estadounidense.
Desventura militar: Situación actual
En contra de la intuición, a medida que se debilita su poder, los imperios caen a menudo en imprudentes aventuras militares. Este fenómeno es conocido entre historiadores del imperio como “micro-militarismo” y parece involucrar esfuerzos psicológicamente compensatorios para salvar el escozor de la retirada ocupando nuevos territorios, por breve y catastrófico que sea. Estas operaciones, irracionales incluso desde un punto de vista imperial, producen frecuentemente gastos que desangran la economía o humillantes derrotas que sólo aceleran la pérdida de poder.
A través del tiempo, imperios asediados han padecido de una arrogancia que los lleva a caer cada vez más profundo en desventuras militares hasta que la derrota se convierte en una debacle. En en año 413 a. de C., Atenas debilitada envió 200 barcos para que fueran sacrificados en Sicilia. En 1921, la España imperial moribunda despachó a 20.000 soldados para que fueran masacrados por guerrilleros bereberes en Marruecos. En 1956, el debilitado Imperio Británico destruyó su prestigio al atacar Suez. Y en 2001 y 2003, EE.UU. ocupó Afganistán e invadió Iraq. Con la arrogancia extrema que ha marcado a los imperios durante milenios, Washington aumentó sus tropas en Afganistán a 100.000, expandió la guerra a Pakistán, y extendió su compromiso hasta 2014 y más allá, exponiéndose a desastres grandes y pequeños en ese cementerio de imperios infestado de guerrillas y con armas nucleares.
Desventura militar: Perspectiva 2014
El “micro-militarismo” es tan irracional, tan impredecible, que las perspectivas aparentemente estrambóticas pronto son superadas por los acontecimiento. Ya que las fuerzas armadas de EE.UU. se requieren al máximo desde Somalia a las Filipinas, y las tensiones aumentan en Israel, Irán, y Corea, se multiplican las posibles combinaciones para una desastrosa crisis militar en el extranjero.
Estamos a mediados de verano de 2014, y una guarnición reducida de EE.UU. en la asediada Kandahar en el sur de Afganistán es repentina e inesperadamente invadida por guerrilleros talibanes, mientras los aviones estadounidenses no pueden despegar debido a una cegadora tormenta de arena. Sufre considerables bajas y como represalia, un ezorado comandante estadounidense envía bombarderos B-1 y cazas F-16 a demoler vecindarios enteros de la ciudad que supuestamente se encuentran bajo control de los talibanes, mientras aviones AC-130U con armamento pesado barren los escombros con el devastador fuego de sus cañones.
Pronto hay mulás que predican la yihad desde mezquitas de toda la región y unidades del ejército afgano entrenadas durante mucho tiempo por fuerzas estadounidenses para cambiar el progreso de la guerra comienzan a desertar en masa. Combatientes talibanes lanzan entonces una serie de ataques notablemente sofisticados contra guarniciones de EE.UU. en todo el país, causando un gran aumento de las bajas estadounidenses. En escenas que recuerdan Saigón en 1975, los helicópteros rescatan a soldados y civiles estadounidenses desde las azoteas en Kabul y Kandahar.
Mientras tanto, molestos por el interminable impasse de Palestina que ya dura decenios, dirigentes de la OPEP imponen un nuevo embargo del petróleo contra EE.UU. en protesta por su apoyo a Israel así como por la muerte de innumerables civiles musulmanes en sus continuas guerras en todo Gran Oriente Próximo. Con el aumento de los precios de la gasolina y el agotamiento de las refinerías, Washington entra en acción y envía fuerzas de Operaciones Especiales a apoderarse de puertos petroleros en el Golfo Pérsico. Esto, por su parte, provoca una serie de ataques suicidas y el sabotaje de oleoductos y pozos de petróleo. Mientras tanto nubes negras suben al cielo y los diplomáticos se alzan en la ONU para denunciar amargamente las acciones de EE.UU., comentaristas en todo el mundo vuelven a la historia para hablar del “Suez de EE.UU.”, una referencia contundente a la debacle de 1956 que marcó el fin del Imperio Británico.
La Tercera Guerra Mundial: Situación actual
En el verano de 2010, las tensiones militares entre EE.UU. y China aumentan en el Pacífico occidental, considerado otrora como un “lago” estadounidense. Hasta un año antes nadie habría predicho un acontecimiento semejante. Tal como Washington aprovechó su alianza con Londres para apropiarse de gran parte del poder global de Gran Bretaña después de la Segunda Guerra Mundial, China utiliza ahora los beneficios de su comercio de exportación con EE.UU. para financiar lo que probablemente se convertirá en un desafío a la dominación estadounidense sobre vías navegables de Asia y del Pacífico.
Con sus crecientes recursos, Pekín reivindica un vasto arco marítimo de Corea a Indonesia, dominado desde hace tiempo por la Armada de EE.UU. En agosto, después que Washington expresó un “interés nacional” del Mar del Sur de China y realizó ejercicios navales allí para reforzar esa afirmación, el Global Times oficial de Pekín respondió airadamente, diciendo: “El combate de lucha libre entre EE.UU. y China por el tema del Mar del Sur de China ha aumentado las apuestas sobre quién será el verdadero gobernante del planeta”.
Entre crecientes tensiones, el Pentágono informa de que Pekín tiene ahora “la capacidad de atacar… portaaviones [estadounidenses] en el Océano Pacífico occidental” y apuntar a “fuerzas nucleares en todo… EE.UU. continental”. Al desarrollar “capacidades ofensivas nucleares, espaciales y de guerra cibernética”, China parece determinada a competir por la dominación de lo que el Pentágono llama “el espectro de la información en todas las dimensiones del espacio de batalla moderno”. Con el continuo desarrollo del poderoso cohete propulsor Larga Marcha V, así como el lanzamiento de dos satélites en enero de 2010 y otro en julio, para llegar a un total de cinco, Pekín señala que el país hace rápidos progresos hacia una red “independiente” de 35 satélites para capacidades de posicionamiento global, comunicaciones, y de reconocimiento hasta el año 2020.
Para frenar a China y extender su posición militar en el globo, Washington se propone construir una nueva red digital de robótica aérea y espacial, capacidades avanzadas de guerra cibernética y de vigilancia electrónica. Los planificadores militares esperan que este sistema integrado envuelva a la tierra en un enrejado cibernético capaz de cegar a ejércitos enteros en el campo de batalla o de eliminar a un solo terrorista en un campo o favela. En 2020, si todo se desarrolla según el plan, el Pentágono lanzará un escudo de tres niveles de drones espaciales –que llega de la estratósfera a la exosfera, armado de misiles ágiles, vinculados por un sistema satelital modular elástico, y operado mediante una vigilancia telescópica total.
En abril pasado, el Pentágono hizo historia. Amplió las operaciones de drones a la exosfera al lanzar silenciosamente el transbordador espacial sin tripulación X-37B a una órbita baja a 410 kilómetros sobre el planeta. El X-37B es el primero de una nueva generación de vehículos sin tripulación que marcará la militarización total del espacio, creando un campo para futuras guerras, diferente de todo lo visto anteriormente.
Tercera Guerra Mundial: Perspectiva 2025
La tecnología de la guerra espacial y cibernética es tan nueva e imprevisible que incluso las perspectivas más extravagantes pueden verse pronto sobrepasadas por una realidad que es todavía difícil de concebir. Sin embargo, si simplemente empleamos el tipo de perspectivas utilizado por la propia Fuerza Aérea en su Juego de Capacidades Futuras de 2009, podemos obtener “un mejor entendimiento de cómo el aire, el espacio y el ciberespacio se superponen en la guerra”, y así comenzar a imaginar cómo podría librarse en realidad la próxima guerra mundial.
Son las 11:59 pm del jueves de Acción de Gracias en 2025. Mientras los compradores aporrean los portales de Mejor Compra a la busca de grandes descuentos de la más reciente electrónica china, técnicos de la Fuerza Aérea de EE.UU. en el Telescopio de Vigilancia del Espacio (SST) en Maui se atoran con su café cuando sus monitores panorámicos repentinamente se ponen negros. A miles de kilómetros de distancia en el centro de operaciones del Cibercomando de EE.UU. en Texas, los ciberguerreros pronto detectan binarios maliciosos que, aunque disparados anónimamente, muestran las características huellas digitales del Ejército Popular de Liberación de China.
El primer ataque abierto no ha sido predicho por nadie. Malware china se apodera del control de los robots a bordo de un drone no tripulado de alimentación solar “Vulture” mientras vuela a 21.000 metros sobre el Estrecho Tsushima entre Corea y Japón. Repentinamente dispara todas las cápsulas de cohetes bajo su enorme envergadura de 122 metros, enviando docenas de misiles letales a caer inofensivamente en el Mar Amarillo, desarmando efectivamente esa formidable arma.
Determinada a combatir el fuego con fuego, la Casa Blanca autoriza un ataque en represalia. Confiados en que su sistema satelital F-6 “Fraccionado, de Libre Vuelo” es impenetrable, los comandantes de la Fuerza Aérea en California transmiten códigos robóticos a la flotilla de drones espaciales X-37B que vuelan en órbita a 400 kilómetros sobre la tierra, ordenando que lancen sus misiles “Triple Terminator” contra los 35 satélites chinos. Ninguna reacción. Cerca del pánico, la Fuerza Aérea lanza su Vehículo Crucero Hipersónico Falcon en un arco a 160 kilómetros sobre el Océano Pacífico y luego, sólo 20 minutos después, envía sus códigos informáticos para disparar misiles contra siete satélites chinos en órbitas cercanas. Repentinamente, los códigos de lanzamiento dejan de operar.
A medida que el virus chino se propaga incontrolablemente por la arquitectura satelital F-6, mientras esos superordenadores estadounidenses de segunda no logran descodificar el código infernalmente complejo del malware, son afectadas las señales de GPS cruciales para la navegación de barcos y aviones de EE.UU. en todo el mundo. Flotas de portaaviones comienzan a navegar en círculos en medio del Pacífico. Escuadrones de cazas bajan a tierra. Drones Reaper vuelan desorientados hacia el horizonte, y se estrellan cuando se acaba su carburante. Repentinamente, EE.UU. pierde lo que su Fuerza Aérea ha calificado desde hace tiempo de “máxima posición elevada”: el espacio. En pocas horas, el poder militar que había dominado el globo durante casi un siglo ha sido derrotado en la Tercera Guerra Mundial sin una sola víctima humana.
¿Un Nuevo Orden Mundial?
Incluso si los futuros eventos resultan ser más aburridos de lo que sugieren estas cuatro perspectivas, todas las tendencias significativas apuntan a una decadencia mucho más impresionante del poder global estadounidense hasta 2025 que va más allá de todo lo que Washington parece estar considerando.
A medida que sus aliados en todo el mundo comiencen a reajustar sus políticas para ajustarlas a la percepción de las potencias asiáticas ascendentes, el coste de mantener 800 o más bases militares en el extranjero llegará a ser insostenible, imponiendo finalmente una retirada por etapas a un Washington todavía reacio. Como tanto EE.UU. como China participan en una carrera para militarizar el espacio y el ciberespacio, las tensiones entre las potencias tenderán a aumentar, haciendo que un conflicto militar en 2025 sea por lo menos factible, aunque difícilmente seguro.
Para complicar aún más las cosas, las tendencias económicas, militares y tecnologías antes descritas no tendrán lugar en un aislamiento ordenado. Como sucedió con los imperios europeos después de la Segunda Guerra Mundial, es dudoso que semejantes fuerzas negativas resulten ser sinergicas. Se combinarán de formas totalmente inesperadas, crearán crisis para las cuales los estadounidenses no están de ninguna manera preparados y amenazarán con lanzar a la economía a una repentina espiral descendente, condenando a este país a una generación o más de miseria económica.
A medida que se pierde el poder de EE.UU., el pasado ofrece un espectro de posibilidades para un futuro orden mundial. En un extremo de ese espectro no se puede excluir el ascenso de una nueva superpotencia global, por poco probable que parezca. Sin embargo, tanto China como Rusia manifiestan culturas autorreferenciales, recónditos escritos no romanos, estrategias de defensa regional y sistemas legales subdesarrollados, lo que les niega instrumentos esenciales para la dominación global. Por el momento, por lo tanto, no aparece en el horizonte ni una sola superpotencia que probablemente llegue a suceder a EE.UU.
En una versión oscura, distópica, de nuestro futuro global, una coalición de corporaciones transnacionales, fuerzas multilaterales como la OTAN, y una elite financiera internacional podrían concebiblemente forjar un solo nexo supra-nacional, posiblemente inestable, que haría que no tuviera sentido seguir hablando de imperios nacionales. Mientras corporaciones desnacionalizadas y elites multinacionales probablemente gobernarían un mundo semejante, desde enclaves urbanos seguros, las multitudes serían relegadas a páramos urbanos y rurales.
En Planeta de ciudades miseria, Mike Davis presenta una visión parcial desde abajo de un mundo semejante. Argumenta que los mil millones de personas (que aumentarán a dos mil millones hasta 2030) que ya están apiñadas en chabolas fétidas al estilo de las favelas en todo el mundo que constituirán las ciudades “brutales, fracasadas” del Tercer Mundo… el campo de batalla característico del Siglo XXI”. A medida que la oscuridad cubre algunas futuras súper-favelas, “el imperio puede desplegar tecnologías orwellianas de represión” como “helicópteros artillados parecidos a avispones que acechan a enigmáticos enemigos en las estrechas calles de los distritos de chabolas… Cada mañana los suburbios pobres responden con atacantes suicidas y elocuentes explosiones.”
En medio del espectro de posibles futuros, podría aparecer una oligopolia global entre 2020 y 2040, con potencias ascendentes, China, Rusia, India y Brasil que colaboran con potencias en decadencia como Gran Bretaña, Alemania, Japón, y EE.UU., para imponer una dominación global ad hoc, similar a la inarticulada alianza de imperios europeos que gobernó a la mitad de la humanidad hacia 1900.
Otra posibilidad: la aparición de hegemonías regionales en un retorno a reminiscencias del sistema internacional que operó antes que se conformaran los imperios modernos. En este orden mundial neo wesfaliano, con sus interminables vistas de microviolencia y explotación descontrolada, cada hegemonía dominaría su región inmediata –Brasilia en Suramérica, Washington en Norteamérica, Pretoria en Sudáfrica, etc.- El espacio, el ciberespacio y las profundidades marinas, removidas del control del antiguo “policía” planetario, EE.UU., podrían incluso convertirse en un nuevo patrimonio común global, controlado por medio de un Consejo de Seguridad expandido de la ONU o algún organismo ad hoc.
Todas estas perspectivas extrapolan tendencias existentes hacia el futuro sobre la base de la suposición de que los estadounidenses, cegados por la arrogancia de décadas de un poder sin paralelos históricos, no puedan adoptar o no adopten medidas para administrar la erosión descontrolada de su posición global.
Si la decadencia de EE.UU. se encuentra en realidad en una trayectoria de 22 años de 2003 a 2025, ya habremos desperdiciado la mayor parte del primer decenio de esa decadencia con guerras que nos distrajeron de problemas a largo plazo y, como agua desparramada sobre las arenas del desierto, desperdiciaron billones de dólares desesperadamente necesitados.
Si sólo quedan 15 años, las probabilidades de desperdiciarlos siguen siendo elevadas. El Congreso y el presidente están ahora paralizados; el sistema estadounidense está inundado de dinero corporativo con el fin de atascar todo; y hay pocas sugerencias para que algún problema de importancia, incluidas nuestras guerras, nuestro inflado Estado de seguridad nacional, nuestro famélico sistema de educación y nuestros anticuados suministros de energía, se encaren con suficiente seriedad como para asegurar el tipo de aterrizaje suave que podría maximizar el papel y la prosperidad de nuestro país en un mundo que cambia.
Los imperios de Europa han pasado y el imperio de EE.UU. desaparece. Parece cada vez más dudoso que EE.UU. tenga algo parecido al éxito de Gran Bretaña en la conformación de un orden mundial futuro que proteja sus intereses, preserve su prosperidad y lleve la huella de sus mejores valores.
……
Alfred W. McCoy es profesor de historia en la Universidad de Wisconsin-Madison. Es autor de A Question of Torture: CIA Interrogation, From the Cold War to the War on Terror (Metropolitan Books), que también existe en traducciones al italiano y al alemán. Su último libro Policing America's Empire: The United States, the Philippines, and the Rise of the Surveillance State , explora la influencia de operaciones de contrainsurgencia en el exterior en la propagación de medidas de seguridad interior en EE.UU. También convocó el proyecto “Imperios en transición” un grupo de trabajo global de 140 historiadores de universidades de cuatro continentes. Los resultados de sus primeras reuniones en Madison, Sydney, y Manila fueron publicados como Colonial Crucible: Empire in the Making of the Modern American State y los resultados de su última conferencia aparecerán el próximo año como Endless Empire: Europe’s Eclipse, America’s Ascent, and the Decline of U.S. Global Power.
Copyright 2010 Alfred W. McCoy

Fuente: http://www.tomdispatch.com/post/175327/tomgram%3A_alfred_mccoy%2C_taking_down_america/#more

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