¡INAPLICABILIDAD DE LEY Nº29944 LEY DE REFORMA MAGISTERIAL; PAGO INMEDIATO DEL 30% POR PREPARACION DE CLASES Y EVALUACION!

Para tener Presente

"Los Maestros, al ponernos al servicio del Estado, no hemos vendido nuestra conciencia ni hipotecado nuestras opiniones, ni hemos perdido nuestra ciudadanía. El hecho de recibir una suma mensual de dinero significa sólo el pago de nuestros servicios profesionales, pero no el pago de un silencio y de una conformidad que repugna. Quienes pretenden que el maestro debe "callar, obedecer y trabajar", están en un error, y cometen un insulto a la dignidad humana... ". José Antonio Encinas

¿REFORMA EDUCATIVA?

¿Reforma educativa para mejorar la calidad académica? Es posible esto sin atender el rezago educativo en materia de infraestructura en zonas marginales, con estudiantes mal alimentados y desnutridos, sin planes de estudio acorde a las necesidades de la población.

Evaluar a los maestros, ¿Quiénes, las instituciones corruptas del Estado? ¿La Ministra Bachiller que no sabe quien proclamó la independencia del Perú? ¿Los intelectuales “expertos” de la televisión? ¿Los periodistas mercenarios asalariados de la gran empresa?


ley de reforma magisterial y la destitucion por inasistencia y tardanza

17 marzo 2009

Pero ¿qué Marx?

Pero ¿qué Marx?


Traducido para Rebelión por Liliana Piastra


Con esta crisis tan profunda que estamos padeciendo se vuelve a hablar de Marx, pero muchos se van por las ramas, olvidándose de que su análisis denunciaba al capitalismo por negar de manera estructural la igualdad de los derechos humanos, afirmada por la Revolución francesa.

El pánico que ha seguido al crac de las finanzas ha sido breve: ¡cielos, vuelve Marx! ¿Y por qué? Porque los gobiernos han corrido a ayudar a los bancos, refinanciándolos. La intervención fatal del Estado, es decir, la reaparición de Marx... ¡Qué tontería! Después de todo, el susto no ha durado mucho. Los estados, o mejor dicho, los gobiernos, no parecen pedir nada a cambio. Se limitan a decir que no se puede dejar que quiebre un banco porque eso arrastraría también a los ahorradores y a las empresas. Dejar que quebrara Lehman Brothers ha sido un error; salvar a un banco es una acción de salud pública, como hacer frente a una inundación. Así pues, otras empresas piden ayuda, en primer lugar, los grandes fabricantes de automóviles, porque un porcentaje muy importante de su clientela ha dejado de cambiar de coche, con el consiguiente riesgo de despido para cientos de miles de trabajadores, que, estando en paro, le cuestan al Estado y causan tensiones sociales. Ya sólo en Europa se multiplica el número de parados a corto plazo, por no hablar del este que, habiéndose lanzado alegremente al libre mercado, está aún peor. Hasta los oligarcas que habían acumulado riquezas malvendiendo la propiedad pública están perdiendo parte de ellas.

Así es que los mismos que durante veinte años han gritado «menos estado y más mercado» ahora piden la intervención estatal. ¿Qué pinta en ello Marx? Nada. Ante todo, jamás fue partidario del estado, es más, pronosticaba su extinción a plazo fijo; en todo caso fue Lenin quien pensó que la propiedad estatal, pero de un estado proletario, era la última fase antes de la socialización de la propiedad. Ni a los gobiernos ni a las oposiciones actuales se les ha pasado por la cabeza nada parecido. Los primeros hasta tienen reticencias a la hora de definir la naturaleza de ese reparto de caudales. ¿Se trata de un préstamo, o bien de la compra de una parte de los bancos y empresas, cuya propiedad adquirirían en un porcentaje considerable? Sarkozy ha afirmado en fechas recientes, en cuanto a una operación de ese tipo, que se trata de un préstamo a un tipo de interés más bien alto, el 8 por ciento; en fin, que se trataría de una inversión un poco arriesgada. Si no he entendido mal, tan sólo Gordon Brown ha declarado en el Reino Unido que se trata de una participación en el capital accionario de los bancos rescatados, y alguien ha añadido «pro tempore», pero el Estado no meterá baza, no votará en función de las acciones que detente, sino que interviene como caja de emergencia, sin más.

Silencio sepulcral sobre los interrogantes que se plantea el ciudadano de a pie: ¿de dónde saca el Estado esos caudales que reparte en concepto de “ayudas”? ¿De la hacienda pública, es decir, de nosotros? ¿Mediante impuestos? ¿Cuáles y cuándo? Sólo Obama declara que subirá los impuestos a las rentas altas, pero con vistas a pagar la cobertura sanitaria para toda la ciudadanía. Los EE.UU. pueden acuñar moneda, aumentando así un déficit público que es cinco veces mayor que el nuestro; pero los estados europeos no pueden hacerlo, sólo podría hacerlo el Banco Central, que no parece tener ninguna intención. Y hasta ayer mismo declaraban estar tan mal de fondos que se veían obligados a hacer recortes drásticos en el gasto público – colegios, hospitales, corporaciones locales. En Francia hasta los tribunales.

Finalmente, ¿cómo quedarán reflejadas en los presupuestos del Estado las cantidades concedidas para las ayudas, si es que constan?

Las izquierdas, si es que se las puede llamar así, que representarían a los trabajadores, y los propios trabajadores que se echan a la calle gritan: los que han roto el juguete de las finanzas son los dueños de los bancos, ¡que paguen ellos! Onda* ha utilizado el mismo eslogan: no seremos nosotros los que paguemos vuestra crisis. Pero dudo mucho que unos y otros crean en ello. Las izquierdas no están yendo al asalto del crédito, ni siquiera reclaman que, habiéndolo salvado, se convierta en una participación de propiedad pública – lo cual no sería de ninguna forma socialismo sino en cierto modo una medida keynesiana – y que su uso se debata públicamente en los parlamentos y entre las partes sociales. Hasta hace poco pedían a gritos la privatización de todo lo público. ¿No hemos gritado también nosotros, desde Il Manifesto, contra la propiedad estatal y los boyardos del Estado? ¿No hemos escrito que es el ojo del amo el que engorda el caballo, mientras que las burocracias estatales son inertes y corrompidas? Por otro lado, no teníamos fuerza para proponer que la propiedad pública pasara a la autogestión, entre otras cosas por la duda (no expresada) sobre cómo funcionaría una autogestión como tal en un mundo globalizado. Faltó poco para que beneficiáramos a las privatizaciones de la sanidad y de la educación, en cuyo sentido se han movido alegremente los gobiernos de centroizquierda.

Así es que por nuestros pagos, por así decirlo, lo que hay es silencio o solicitud a los gobiernos para que salven a las empresas para que a su vez salven a los trabajadores, en primer lugar a los del sector del automóvil. De «nacionalización» se habla a tontas y a locas, quizás como propiedad estatal transeúnte, desde luego no sometida al control público, a su vez incontrolado (salvo quizás por el Tribunal de Cuentas). Pero nadie hace una reflexión autocrítica sobre el eslogan «menos estado y más mercado». ¿O se me ha pasado?

Tampoco se piden condenas para los responsables de la ruina. Ninguno de los que han dejado que su entidad se estampara está acusado de nada. Por lo general, se les ha confirmado en sus puestos. Tengo a la vista, es un decir, al consejero delegado de Fortis, al que han quitado de la dirección, sí, pero con un paracaídas de oro y con un cargo bien retribuido de asesor especial del mismo banco. Para que se trate de una estafa es realmente necesario que gente como Madoff o Stanford hayan engañado a todas luces al prójimo, ofreciendo, por depósitos realizados en bancos de su confianza, casi siempre en paraísos fiscales, intereses fabulosos pagados con los fondos de los nuevos incautos que iban cayendo. Pero hacer que nazcan nuevos títulos unos de otros, «derivarlos» con la esperanza de que el mercado especulativo los compre y revenda antes de que aterricen sobre un trozo de lo que se da en llamar «economía real»¿es o no es una estafa? Cuando los títulos emitidos por una empresa triplicaban su valor con respecto a la base productiva que respaldaba su emisión, en la bolsa explotaba la clásica burbuja. Esta vez no. Los famosos derivados se derivan de otros títulos, basándose en el principio de que, una vez colocado en el mercado, el dinero produce por sí mismo más dinero. ¿Es eso una estafa o hay que llamarlo cariñosamente «ingeniería fiscal», y funciona hasta que se descubre estrepitosamente que el título es incobrable?

Al ciudadano de a pie este tipo de operaciones le recuerda el timo aquel del listillo romano que, viendo cómo un campesino admiraba estupefacto el Coliseo, se lo ofrece en venta, el pobre simplón apoquina y el listo se larga con los cuartos. Los bancos han podido vender y revender un virtual, un derivado, un futuro - según Tremonti, los derivados equivalen a doce veces y media el producto industrial bruto ¡de todo el mundo! – sin que esto represente un delito. ¿Fue acaso delito que los holandeses, extasiados con los tulipanes, se disputaran, como si fuera oro, el bulbo de una flor hasta entonces desconocida? Esa fue la primera especulación, lo cuenta Galbraith, y duró hasta que, de repente, se dieron cuenta de que podían conseguir aquel rizoma por dos céntimos.

El verano pasado un trader de la Société Générale dejó encendido su ordenador un viernes, un colega le echó el ojo, se dio cuenta de que estaba realizando una concatenación de compras y de ventas de forma temeraria, y avisó a la dirección; ante todo, esta, por si acaso, le encasquetó a otros bancos los títulos jugados y luego lo denunció. Pero ¿de qué se le puede acusar? Ha obrado por amor al arte, no se ha echado nada al bolsillo, ningún superior podía ni debía controlarle, si no le hubiesen parado, el banco habría obtenido grandes ganancias. La Ingeniería financiera trabaja en el ámbito de lo virtual. Calcula en función del deseo.

El pobre de Marx no podía ni imaginárselo. Por el contrario, había previsto racionalmente el fin del rentista. Las célebres líneas de los Grundrisse en las que afirma que en un futuro el trabajo se convertiría en una base bien mísera para el incremento de la riqueza, también tomaban en cuenta el enorme cambio de las tecnologías, no el crecimiento parasitario de una especulación (también en cierto modo virtual), que al volverse desmesurada, desemboca en las burbujas y explota destruyendo riqueza, como está sucediendo ahora, tras haberse depositado de paso en este o aquel especulador. Es evidente que lo que hoy en día se llama capital cognitivo no se identifica en la capacidad de George Soros para prever los movimientos de las bolsas.

En realidad quien dice cualquier cosa sobre Marx suele olvidar que todo su análisis se basa en el hecho, intolerable para un nietecillo de la revolución francesa, de que el modo capitalista de producción elude la igualdad de derechos que sería propia de todo ser humano, ya que, por el contrario, se basa en la desigualdad entre quien posee los medios de producción y quien sólo posee su fuerza de trabajo, material o inmaterial. En la producción al primero le corresponden el capital, las máquinas (tecnología) y el producto; el segundo es un mero accesorio vivo (incluso puede que inteligentísimo) de la máquina (tecnología); él también es mercancía, puede que preciada a título individual, que se puede comprar y vender en el mercado de trabajo. En la especulación este molesto elemento desaparece, como tiende a desaparecer, hasta la rendición de cuentas, el molesto producto que produce la cotización en bolsa.

De la misma manera, mientras el trabajador introduce en el proceso una relativa autonomía de negociación del salario y de los derechos, modifica sus equilibrios. De ahí la furia destructiva de toda huella de su organización, incluso la más elemental, como es el sindicato. Sacconi y Marcegaglia son figuras clásicas del siglo XIX. Todo el movimiento obrero se ha basado en esta introducción en el proceso por parte de los trabajadores, con no pocas simplificaciones, pero con la fuerza de un consistente material humano. En el socialista se tuvo durante algún tiempo, y en el comunista se puede decir que siempre – por lo menos como principio – la convicción de que incluso el mejor de los sindicatos mejoraba pero no modificaba la relación de producción, cuya inexorable falta de libertad reside en que se usa al hombre como instrumento. De ahí la necesidad de un paso revolucionario. Las cosas no ha ido así y no hay ningún misterio en entender sus razones.

Ahora el capital ha ganado no sólo en las relaciones de fuerza, que desde siempre han sido desiguales, sino también en la cabeza, en la idea que tiene de sí el que trabaja, ya sin esperanza de lograr su propia emancipación, sino únicamente de salvar su puesto de trabajo, es decir, el salario, identificado con la salvación de la empresa que se lo da.

Esto heredamos del siglo XX. Y merece la pena no olvidarlo, en lugar de divagar sobre innovaciones extraordinarias que harían imposible, es más, inútil, cualquier lucha contra el capital justo en el momento en que se debate en unas tremendas contradicciones internas.

* El movimiento estidiantil italiano organizado en torno a las protestas contra la ley Gelmini: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=75219

http://www.ilmanifesto.it/


fuente: rebelion.org

El Salvador: voto salvador

El Salvador: voto salvador

El triunfo electoral del Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) es el justo premio a una lucha que ha durado casi 80 años.

El impulso viene de atrás, de los años en que Agustín Farabundo Martí inició su fulgurante carrera de revolucionario. Nacido el 5 de mayo de 1893, en un hogar de agricultores acomodados, pronto demostró el impulso de justicia y de odio a la explotación de los terratenientes y al gran amo extranjero.

A los 20 años, cuando estudiaba Jurisprudencia y Ciencias Sociales, empezaron sus vínculos con los trabajadores. Un acto de apoyo a estudiantes de Guatemala en El Salvador que luchaban contra el dictador títere de la United Fruit Estrada Cabrera, acto por él organizado, le valió su primera prisión y su destierro a Guatemala. En esa época se solidarizó con las comunidades quiche y aprendió su lengua. Después, fusil en mano, participó en el derrocamiento del sanguinario Estrada Cabrera.

Los hacendados cafeteros alemanes de Guatemala lo denuncian en esa época como agitador. Parte entonces para México.

En 1925 está de nuevo en Guatemala, donde funda el Partido Comunista de ese país. Otra vez lo deportan.

En 1928 volvió a El Salvador. Allí, una asamblea de trabajadores lo eligió responsable de una brigada de cinco obreros para ir a combatir bajo las órdenes de Sandino. Sus virtudes de escritor y su coraje de guerrillero lo elevaron a Coronel del Estado Mayor internacional de Sandino.

Los sandinistas de los años 20 lo recuerdan subido a un árbol para disparar contra los aviones del invasor yanqui.

En junio de 1930, retornó a El Salvador y fundó el PC. El país sufría la ruina causada por la gran crisis.

En ese marco, Farabundo Martí se puso a la cabeza del movimiento obrero y popular. Frente a la represión despiadada, el pueblo acudió a la insurrección.

El dictador de turno, Maximiliano Hernández Martínez, descargó su furia demencial (era, en efecto, loco) contra los descontentos. Más de 20 mil campesinos fueron masacrados. A Farabundo Martí lo fusilaron el 1 de febrero de 1932.

El FMLN se inspira en ese combate por la libertad, la justicia y el socialismo. Después de una guerra civil que duró 12 años y dejó 75 mil muertos, ha luchado por ingresar en la política legal. Durante años estuvo estragado por luchas internas de grupos, incluido uno que quería convertirlo en socialdemócrata.

En diciembre de 2000, el FMLN acudió a la fuente de su fuerza: la voluntad de las bases. En votación directa y secreta, sus militantes confirmaron el carácter revolucionario y socialista del partido.

Con firmeza, pero sin sectarismos, con su limpia historia de pensamiento y pelea, ha sabido elegir a un candidato carismático, que es hoy el presidente que consolida el avance de la izquierda latinoamericana.

César Lévano
cesar.levano@diariolaprimeraperu.com

El Salvador: más que un triunfo electoral

El Salvador: más que un triunfo electoral
(1) Con Funes se abre la posibilidad de saldar la enorme deuda social en El Salvador. (2) El presidente electo es de una generación posterior a la vieja guardia guerrillera.

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“La corriente de cambio que vive América Latina se extendió el domingo a El Salvador, el país más pequeño de la región, y llevó al gobierno a Mauricio Funes, candidato de un movimiento de origen guerrillero, el FMLN, que luego de una larga guerra interna, optó por dejar las armas y asumir el desafío de la lucha legal, en la que fue avanzando hasta lograr la histórica victoria del domingo, con un candidato que no integró la vieja guardia guerrillera, de estilo, lenguaje y procedencia diferentes.

La importancia del triunfo del izquierdista Mauricio Funes en El Salvador no se reduce a una gesta electoral coyuntural, sino que adquiere la significación de una victoria histórica que tiene tras de sí una saga de organización y resistencia popular, decenas de miles de muertes, décadas de un sufrimiento social inconmensurable y el aprendizaje nacional de una civilidad democrática que, a la postre, ha rendido sus frutos, y por el cual cabe felicitar a la sociedad salvadoreña”, destacó el diario mexicano La Jornada.

“Se trata”, añadió, “de una larga lucha popular iniciada en los años 70 del siglo pasado, que se confrontó con las armas en la mano contra una oligarquía dictatorial y sanguinaria, apoyada en sus peores excesos por Estados Unidos; que transitó por la firma de la paz, la desmovilización y la construcción de instituciones democráticas y que, después de tres lustros de enfrentar en las urnas a la derecha neoliberal, logra arrebatarle la Presidencia”.

Incluso en una circunstancia mundial de crisis económica profunda, la llegada al poder de la izquierda en el país más pequeño de América representa una esperanza para la mayor parte de la población de dicha nación, sumida en la pobreza, y se abre, con ello, la posibilidad de empezar a saldar la enorme deuda social, la cual no fue tema de los acuerdos de paz firmados en México en 1992 entre la insurgencia popular y el gobierno, dice el comentario, repesentativo del impacto regional de los resultados de los comicios salvadoreños.

Vuelco Político
Según La Jornada, el vuelco político en El Salvador constituye en el contexto internacional un refrendo a la tendencia continental caracterizada por el surgimiento en las urnas de gobiernos progresistas, soberanos y no alineados con el llamado "consenso de Washington"; es decir, con las recetas económicas fraguadas por el pinochetismo y la Escuela de Chicago y luego impuestas a buena parte de la humanidad por los gobiernos de las naciones ricas.

Es previsible que el gobierno presidido por Mauricio Funes se sume a los procesos de integración regional en los que confluyen, con todo y sus diferencias, Brasil, Bolivia, Cuba, Venezuela, Ecuador, Argentina, Paraguay, Nicaragua e incluso Chile, pese a que en ese último país el neoliberalismo sigue siendo postura oficial.

Según el análisis, ese campo de gobiernos independientes y de clara vocación latinoamericanista ha debido ser reconocido incluso por el gobierno de Barack Obama, como quedó de manifiesto en su encuentro con el presidente brasileño, Luis Inazio Lula Da Silva, en quien el nuevo mandatario estadounidense reconoció la interlocución con otros gobiernos sudamericanos.

Con otros ojos
Además de ése, añade el periódico mexicano, otros sucesos recientes parecen indicar que Washington se dispone a rediseñar su política de alianzas hacia América Latina. Si hasta el último día del gobierno de Bush los pilares principales de esas alianzas fueron los regímenes de derecha de Álvaro Uribe (Colombia) y Felipe Calderón (México), en días pasados ambos gobiernos han verbalizado un distanciamiento ante Estados Unidos. Así lo hicieron el propio Calderón y algunos de sus colaboradores, la semana pasada, al rechazar con estruendo críticas al desempeño del gobierno mexicano, sobre todo en materia de seguridad, y ayer el vicepresidente colombiano, Francisco Santos, hizo lo propio, al quejarse de que la administración de Uribe ha recibido un trato "indigno" de la potencia del norte en el contexto del Plan Colombia, e incluso puso en duda –cosa insólita– la vigencia de ese acuerdo bilateral de contrainsurgencia y combate al narcotráfico.

“En suma, el escenario continental se transforma con rapidez, y el triunfo electoral del FMLN no sólo corresponde a un proceso de cambio en El Salvador, sino que se inscribe también en una realineación regional sin precedente”, dice La Jornada, a tiempo de señalar que “si el colapso económico global representa una difícil situación de arranque para la izquierda que gobernará ese país, tal circunstancia puede ser atenuada por la existencia de administraciones progresistas que son, en principio, aliadas naturales de los vencedores en la elección de ayer”.

Periodista y luchador
Mauricio Funes, nacido en San Salvador, El Salvador, el 18 de octubre de 1959, es un periodista salvadoreño con una larga carrera en los medios de comunicación de su país. El 28 de septiembre del 2007 anunció que el FMLN lo había designado candidato presidencial, en la última presentación de su programa La Entrevista.

Funes realizó sus estudios superiores de Licenciatura en Letras en la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" (UCA). En 1986 comenzó su práctica periodística como reportero del Noticiario Tele 10, programa de la televisora estatal Canal 10. Desde 1987, y por un período de cuatro años, trabajó en "Al Día", espacio informativo de Canal 12, teniendo bajo su responsabilidad la fuente parlamentaria (cobertura de la Asamblea Legislativa).

En 1991 fue uno de los fundadores del Centro de Audiovisuales de la UCA y de la Radio YSUCA. En 1992, volvió a laborar en Canal 12 como conductor de la Entrevista "Al Día". Durante los siguientes trece años condujo ese espacio de entrevistas. En 1997 fue nombrado Director de Noticias de TV12. Como periodista, Funes ha sido crítico de la administración del Partido ARENA que gobierna El Salvador desde 1989. Entre 1997 y 2003, condujo el segmento editorial "Sin Censura" dentro del Noticiero Hechos de Canal 12, donde frecuentemente fustigó a la actuación gubernamental y sostuvo varias polémicas con funcionarios del gobierno. En 2001 hizo públicas las denuncias sobre la forma en que se manejó la ayuda internacional, luego de los terremotos de enero y febrero.

El 19 de febrero de 2005, fue despedido de Canal 12. Varias organizaciones sociales manifestaron su descontento ante ese hecho. El 20 de mayo de ese año, retornó a la televisión con el programa "La Entrevista" en los Canales 15 y 21 de la cadena Megavisión, de gran audiencia.

En agosto del 2007 la empresa televisiva grupo Megavisión, cerró el espacio "La Entrevista con Mauricio Funes", en uno de sus canales. Un mes más tarde, en la última presentación de su programa en el canal 15, agradeció a los televidentes y se despidió manifestando que era la última presentación de su programa, pues cerraba su carrera como comunicador, para dedicarse a la política.

En su carrera periodística ha entrevistado a personajes como João Baena Soares, Javier Pérez de Cuéllar, César Gaviria, Felipe González, Hugo Chávez, Fidel Castro (en 2000), o Luiz Inácio Lula da Silva. En 1988 entrevistó en Costa Rica al comandante del FMLN, Joaquín Villalobos, siendo la primera entrevista que un comandante de la guerrilla concedía a un medio de prensa nacional. Fue por muchos años corresponsal de CNN en El Salvador.

El miércoles 10 de octubre de 2007, Alejandro Funes, hijo primogénito de Mauricio Funes, falleció en Francia. Según partes policiales parisinos, el joven de 27 años fue atacado por un hombre de origen marroquí en las afueras del Museo de Louvre. Alejandro Funes estaba en París estudiando fotografía.

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