La empresa rusa de
seguridad informática Kaspersky Lab denunció la existencia de una
organización global de ciberespionaje bajo el nombre de NetTraveler. A
su vez, Obama defendió la vigilancia de las redes de comunicación.
Una red de espionaje en Internet descubierta por Kaspersky Lab, nuevos
virus que roban datos de cuentas bancarias, la revelación de que la
Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA) fisgonea qué hace
cada usuario de las principales compañías de servicios online, dentro y
fuera del territorio norteamericano, configuran al mundo virtual como un
lugar más inseguro que el real.
La empresa rusa de seguridad
informática denunció la existencia de una organización global de
ciberespionaje bajo el nombre de “NetTraveler”, que afectó con su
actividad a más de 350 sistemas en 40 países. Entre los más afectados se
encuentran Mongolia, Rusia, India, Kazajstán, Kirguizistán, China,
Tayikistán, Corea del Sur, España y Alemania. También fueron atacados
EE.UU., Canadá, Australia, Reino Unido, Chile, Irán y Turquía. La
ofensiva pirata data del año 2004 y, aunque disminuyó entre el 2010 y el
2013, a diferencia de anteriores esta vez centraron su atención en
firmas estatales y privadas vinculadas a la investigación espacial,
nanotecnología, energía nuclear, petrolera, medicina y
telecomunicaciones, además de embajadas y centros militares. Los
especialistas de Kaspersky detectaron que seis de las víctimas fueron
blancos anteriormente de otro asalto cibernético en enero pasado y se
conoció como “Octubre Rojo”. Detectado en octubre del 2012, el rastreo
de los agresores logró desentrañar el funcionamiento del hackeo. “Los
agresores usaron un software malicioso muy sofisticado”, detallaron
desde Kaspersky al canal Rusia Today. “Aplicaron más de mil subprogramas
malignos, personalizados para cada víctima”, precisan. “Cada uno de
estos módulos maliciosos estaba diseñado para realizar varias tareas:
extraer contraseñas y documentos tanto de ordenadores y dispositivos
individuales extraíbles, de servidores locales, robar los historiales de
búsqueda, correos electrónicos y hacer capturas de pantalla. Uno de los
módulos incluso podía encontrar y recuperar archivos eliminados de un
USB adjunto. Otra serie de subprogramas detectaba cuándo la víctima
conectaba un smartphone a la computadora y robaba la lista de contactos,
los SMS, el historial de búsqueda y de llamadas, los datos de la agenda
electrónica y todos los documentos almacenados en el dispositivo”. En
esa oportunidad fueron 22 los países afectados, pero la alarma continúa
ya que el “Octubre rojo” está operativo y no hallaron aún la manera de
combatirlo.
En el marco de un foro organizado por Kaspersky Lab
en Washington, su titular Yevgueni Kaspersky presentó un informe nada
halagüeño con respecto al futuro inmediato en la red de redes. “Los
ataques de este tipo se producen por la gran cantidad de información
publicada en Internet y el creciente uso de las redes sociales con fines
comerciales”, advierte el documento que también augura una mayor
incidencia de los conflictos globales entre naciones en el contexto de
la “ciberguerra”.
En ese mismo evento realizado el martes pasado
en la capital de EE.UU., el ex director de la CIA y la NSA, Michael
Hayden, aseguró que en materia de espiar “nosotros también lo hemos
hecho, pero por seguridad, no para hacernos ricos; lo que los chinos
hacen es robar” en referencia a los últimos episodios de incursiones en
los servidores de este país que el Pentágono atribuye a Beijing. Algo de
lo que conversaron los presidentes Barack Obama y Xi Jinping, en la
primera visita oficial de este último como jefe de Estado entre el
viernes y ayer.
De lo que seguro no hablaron, sin mediar
reproches mutuos en caso de hacerlo, es del control que los gobiernos
buscan ejercer sobre Internet. Los chinos se amparan en su férrea
concepción de soberanía y Obama no tiene ejemplos que mostrar, tras
haberse hecho público cómo la Casa Blanca accede a las comunicaciones
telefónicas de los ciudadanos y el servicio de inteligencia recopila qué
hace, cómo y cuándo cada internauta que utiliza las prestaciones de las
principales corporaciones con asiento en el ya nada bucólico Valle del
Silicio, en California, y el reconocimiento por parte del Comité de
Inteligencia del Senado de que (desde hace siete años bajo el régimen de
la Ley Patriota de George W. Bush y hoy con la extensión por un lustro
más de la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera que permite
espiar sin orden judicial) la NSA recopila los registros telefónicos de
millones de estadounidenses con la anuencia de los legisladores. El
diario británico The Guardian acaba de individualizar a la telefónica
Verizon como proveedora de esos datos a la CIA. El Wall Street Journal
extiende las sospechas a las tres principales operadoras de teléfonos e
Internet en la vigilancia de la NSA, mediante lo cual puede obtener
testimonio sobre las transacciones con tarjetas de crédito de los
ciudadanos. Por su parte, el Washington Post difundió el contenido de un
Power Point para entrenar a los agentes de inteligencia en el uso del
programa Prism, que a su vez es colocado en los servidores de Microsoft,
Yahoo, Google, Facebook, PalTalk, AOL, Skype, YouTube y Apple. Si bien
sus principales directivos se apresuraron a desmentir que colaboren
voluntariamente en el escrutinio furtivo de los consumidores, el
historial de algunas de ellas dice lo contrario.
En esta
globalización donde las relaciones humanas están interconectadas en su
máxima potencia, los riesgos se acumulan al ritmo de los avances
tecnológicos. Los conflictos geopolíticos cambian su escenario y la
mayoría de las potencias ya vuelcan ingentes inversiones en ciberarmas y
ciberguerreros. Los cibercombatientes americanos tuvieron un bautismo
de fuego en la Tormenta del Desierto, en 1990 contra Irak; luego los
rusos entrarían en escena de modo más arrollador y menos sangriento en
el 2007 contra Georgia. La Fuerza Aérea, la Armada y el Ejército de
Estados Unidos tienen su Cibercomando que adiestra tropas que combaten
desde una computadora. “Corea del Norte selecciona estudiantes de elite
en el nivel de la escuela primaria para adiestrarlos y convertirlos en
hackers”, narran Richard A. Clarke y Robert K. Knake en su libro Guerra
en la red. Los nuevos campos de batalla. Los rusos “en la ciudad de
Voronezh”, agregan, “la Fapsi (Agencia Federal de Comunicaciones e
Información del Gobierno, heredera de la KGB y el 16° Directorio
soviético) dirige lo que podría ser la mayor (y ciertamente una de las
mejores) escuela de hackers del mundo” y dicen que en el “2003, China
había anunciado la creación de unidades para la ciberguerra. En la base
naval de la isla de Hainan tienen su sede el Tercer Departamento Técnico
del Ejército Popular de Liberación”. Un belicismo virtual que puede
estar enmascarado en el accionar de supuestos hackers individuales y
anónimos, que inundan los servidores de software malicioso (malware),
virus y gusanos, que tanto pueden bloquear un portal de gobierno como
saquear cuentas bancarias, y deja a las más afiebradas mentes
conspirativas como creadores de cuentos infantiles.
Fuente:
http://sur.infonews.com/notas/recontraespionaje-en-internet