¡INAPLICABILIDAD DE LEY Nº29944 LEY DE REFORMA MAGISTERIAL; PAGO INMEDIATO DEL 30% POR PREPARACION DE CLASES Y EVALUACION!

Para tener Presente

"Los Maestros, al ponernos al servicio del Estado, no hemos vendido nuestra conciencia ni hipotecado nuestras opiniones, ni hemos perdido nuestra ciudadanía. El hecho de recibir una suma mensual de dinero significa sólo el pago de nuestros servicios profesionales, pero no el pago de un silencio y de una conformidad que repugna. Quienes pretenden que el maestro debe "callar, obedecer y trabajar", están en un error, y cometen un insulto a la dignidad humana... ". José Antonio Encinas

¿REFORMA EDUCATIVA?

¿Reforma educativa para mejorar la calidad académica? Es posible esto sin atender el rezago educativo en materia de infraestructura en zonas marginales, con estudiantes mal alimentados y desnutridos, sin planes de estudio acorde a las necesidades de la población.

Evaluar a los maestros, ¿Quiénes, las instituciones corruptas del Estado? ¿La Ministra Bachiller que no sabe quien proclamó la independencia del Perú? ¿Los intelectuales “expertos” de la televisión? ¿Los periodistas mercenarios asalariados de la gran empresa?


ley de reforma magisterial y la destitucion por inasistencia y tardanza

07 diciembre 2015

El imperio de los ricos

Sputnik

La enorme desigualdad entre el 1% más rico y el resto de la ciudadanía, y el poder corruptor de esta clase multimillonaria estadounidense, que controla casi la mitad de la riqueza de la primera potencia mundial, está hoy en el centro del debate político y electoral.

Paralizado y privado del habla desde 1985, el astrofísico británico Stephen Hawking ha encontrado nuevas claves sobre el origen del Universo e incluso ha podido calcular que la Tierra desaparecerá recién dentro de 5.000 millones de años. Otra de las cuestiones que no resulta un misterio insondable para el autor de Una breve historia del tiempo, es el futuro del capItalismo y la desigualdad.
El conflicto entre ricos y pobres se agudiza en EEUU

Hawking sostiene que, si las máquinas terminan por reemplazar el trabajo humano y produciendo todos nuestros productos, y continuamos la actual vía neoliberal, el mundo está en camino de convertirse en una plutocracia con una clase de grandes propietarios, con una riqueza inconmensurable, y una clase inferior de desposeídos –es decir, las masas– que vivirán en la pobreza extrema. En una sesión de “pregúntame lo que quieras” de Reddit Hawking escribió:“Si las máquinas producen todo lo que necesitamos, el resultado dependerá de cómo se distribuyen las cosas. Todo el mundo podrá disfrutar de una vida de lujo ociosa si la riqueza producida por las máquinas es compartida, o la mayoría de la gente puede acabar siendo miserablemente pobre si los propietarios de las máquinas cabildean con éxito contra la redistribución de la riqueza. Hasta ahora, la tendencia parece ser hacia la segunda opción, con la tecnología provocando cada vez mayor desigualdad”.
El descubridor de los origenes del cosmos y de los agujeros negros sólo ha puesto en palabras algo que el segundo hombre más rico de Estados Unidos, –el magnate Warren Buffett–, confesó en 2011 con una sinceridad brutal: “De hecho, ha habido una lucha de clases durante los últimos 20 años, y mi clase ha ganado”.
Esta declaración es la frase más honesta y precisa para resumir la coyuntura actual en Estados Unidos. No es una realidad oculta como en algunos otros países; está a la vista, de hecho, es exhibicionista: el auge de construcción de edificios residenciales de lujo está transformando el famoso perfil de Nueva York, las cadenas de tiendas, actividades, viajes, restaurantes y servicios para “el sector de lujo” no dejan de ofrecer sueños americanos para los que tienen mucho, y todos los indicadores comprueban que sólo el 1% de la población estadounidense está mejor que nunca.
Joseph Stiglitz, el economista Premio Nobel, escribió en 2011 que Estados Unidos se estaba volviendo en un país “del 1%, por el 1% y para el 1%”. Señaló que ese 1% concentraba casi 25% del ingreso nacional, y controlaba 40% de la riqueza total del país. Desde entonces, esta tendencia se ha acentuado.
A escala mundial, la tendencia es la misma. Según un informe elaborado por el banco Crédit Suisse divulgado la semana pasada, el 1% más rico ahora controla 50% de la riqueza total del planeta; los investigadores dicen que es algo que posiblemente no se ha visto en casi un siglo. Oxfam, al inicio de este año, proyecta que el 1% más rico del mundo tendrá más riqueza que el 99% de los demás para 2016.
El columnista del New York Times David Brooks señala que mientras los ricos buscan terapia para abordar sus problemas, uno de cada seis estadounidenses batalla con el hambre, unos 46 millones viven en la pobreza y las cifras crecen; millones trabajan por un salario mínimo que no logra cubrir la canasta básica para una familia, y la deuda de todos se multiplica. Mientras algunos ricos aparentemente tienen que ocultarse, millones de pobres son obligados a vivir como invisibles.
Nada ejemplifica mejor la tendencia a la concentración de la riqueza que la situación de los tres grandes fabricantes de automóviles –General Motors, Ford, Chrysler–, en comparación con las tres grandes empresas de tecnología de hoy en día. En 1990, los fabricantes de automóviles estadounidenses obtuvieron $ 36 mil millones en ingresos totales, y emplearon a más de un millón de trabajadores, en comparación con Apple, Facebook y Google hoy en día, que en conjunto consiguen más de un billón de dólares en ingresos pero, sin embargo, sólo emplean 137.000 trabajadores.
  Y ¿qué ocurre con la industria manufacturera estadounidense en comparación con el sector financiero? Desde la década de 1950, el sector financiero ha pasado de alrededor del 10% de las ganancias de las empresas nacionales a cerca del 30% actual (con un máximo de 40% a principios de siglo), mientras que la industria manufacturera ha caído de cerca del 60% de los beneficios empresariales a alrededor del 20%. Pero lo realmente revelador son los puestos de trabajo en EE.UU. de cada sector. El empleo en la industria financiera se ha mantenido bastante estable en los últimos sesenta años, menos de un 5%, mientras que la manufactura se ha reducido de un 30% a menos del 10%. Esto tiene mucho que ver con la financiarización de la economía estadounidense, pero también con el aumento de la automatización. Y esta tendencia se va a acentuar. Según un estudio de la Universidad de Oxford de 2013, hasta el 47% de los puestos de trabajo podrían ser informatizados en los próximos 10 o 20 años. La clase media ha sido la más afectada en los últimos decenios, y lo continuará siendo duramente en las próximas décadas a este ritmo.En esta carrera electoral, el tema de la desi­gualdad y el poder corruptor de la clase multimillonaria están en el centro del debate político. Vale recordar que en una encuesta del Centro Pew del año pasado, los estadounidenses opinaron que la mayor amenaza en el mundo hoy en día es la creciente brecha entre ricos y pobres.
Brooks recuerda una vieja canción estadounidense de la gran depresión que fue resucitada y actualizada por Bruce Springsteen y Ry Cooder, que cuenta de los desastres económicos y los manejos engañosos de los poderosos, y concluye con el estribillo (y título de la canción): “¿Cómo puede un hombre pobre aguantar tales tiempos y vivir?”.

Fuente: http://mundo.sputniknews.com/blogueros/20151130/1054248011/eeuu-desigualdad-economia-sociedad.html#ixzz3tb9H6xfu 

Nos joden y no respondemos

Los millonarios aplastan; los pobres y miserables dormidos, enajenados o cobardes




1. Es desesperante estar consciente y saber que nos están madreando, aplastando, asesinando y no tener ideas para plantear alternativas de unidad y movilización al pueblo y acabar con la clase dominante o por lo menos defendernos. Le presentamos la situación del país, le demostramos con números que gobierno, empresarios, medios de información nos tienen a 90 millones de mexicanos en la pobreza, la miseria y el hambre y no se producen los levantamientos de lucha necesarios. ¿Hasta cuándo?
2. APIA y Jesús reiteran estos datos sobre nuestro país: México está (desde hace décadas) dentro del 25 por ciento de los países con mayores niveles de desigualdad económica en el mundo; el 10 por ciento de los más ricos de nuestro país (de 122 millones de habitantes) concentra casi el 65 por ciento de toda la riqueza de la nación en 2014. Por ello el 90 por ciento de los mexicanos, con 35 por ciento, vive en la desesperación económica. A la mayoría le vale un carajo; les basta con el futbol, la TV y la iglesia.
3. Entre 2007 y 2012 la cantidad de millonarios en México creció 32 por ciento, cuando en el resto del mundo disminuyó 0.3 por ciento. ¿Aplaudir a México porque tiene más millonarios que otros países? Mientras que nuestro país alberga a uno de los hombres más ricos del mundo (Slim), más de 23 millones de mexicanos no pueden adquirir una canasta básica que contenga los productos mínimos para alimentarse. Para sustituirla come tortillas, masa, tamales, pozole, colocándose en la larga lista de la desnutrición.
4. En México al 1 por ciento más rico de la población, le corresponde un 21 por ciento de los ingresos totales de la nación. En todos los países capitalistas la desigualdad económica, política y social, es condición para su existencia; pero México –reconocido en estadísticas internacionales- es de los dos o tres países de mayor desigualdad. Sin embargo, a pesar de ello, la población ha sido victimada por Televisa, TVAzteca, TV Milenio y el Grupo Fórmula, empresas que controlan la ideología, el pensamiento y actuar de la población.
5. En México hay 16 multimillonarios (Slim, Salinas, Azcárraga, Bailleres, Zambrano, Arango, Romo, etcétera) cuyas riquezas pasaron de 25 mil 600 millones de dólares en 2006, a 142 mil 900 millones de dólares al día de hoy. “…en 2002, la riqueza de 4 mexicanos representaba el 2 por ciento del PIB. Entre 2003 y 2014 ese porcentaje subió al 9 por ciento. Se trata de un tercio del ingreso acumulado por casi 20 millones de ciudadanos en nuestro país”. Cada uno recibió el apoyo de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón.
6. En 2014 los cuatro principales multimillonarios de México podrían haber contratado durante ese año a 3 millones de trabajadores mexicanos pagándoles el salario mínimo, sin perder un solo centavo de su riqueza en términos reales, pues destinarían a ese efecto el crecimiento real de sus fortunas, suponiendo que lo hicieran a una tasa del 5 por ciento anual. Si cuatro pudieron contratar a tres millones, 16 pudieron contratar a 12 millones y resolver con la mano en la cintura el gran problema de desempleo. (¿Por qué no los expropian?)
7. La política fiscal favorece a quien más tiene. No es progresiva y la distribución nula. Las familias pobres, al gastar un porcentaje más alto de su ingreso, terminan por pagar más que las ricas. El Impuesto Sobre la Renta (ISR) -una de las más bajas de los países de la OCDE, el que no haya impuestos a las ganancias de capital y tampoco a herencias, entre otras cosas; son ejemplos de cómo el sistema tributario beneficia a los sectores más privilegiados. ¿Por qué los ricos no entregan el 70 por ciento de sus ingresos?
8. “La política salarial ha sido un rotundo fracaso. Hoy en día, el salario mínimo mexicano está por debajo de los umbrales aceptados de pobreza”. El doctor Esquivel Hernández, en su libro: “Desigualdad extrema en México. Concentración del poder económico y político”, propone cinco soluciones para hacer de México un país más justo:
a) Crear un auténtico Estado Social cambiando su enfoque: de un Estado dador a Estado que garantice el acceso a los servicios a partir de derechos.
b) Crear una política fiscal progresiva y una distribución más justa.
c) Focalizar el gasto en educación, salud y acceso a servicios básicos para que la brecha de desigualdad no crezca más.
d) Cambiar la política salarial y laboral, y fortalecer el nivel de compra del salario mínimo.
e) Tener transparencia y rendición de cuentas; se deben hacer públicas las declaraciones fiscales de todos los funcionarios del gobierno.
9. El crecimiento económico de México no se ha traducido en una reducción de la pobreza, pero sí en el incremento de la riqueza de unos cuantos. El incremento de la desigualdad en la generación y distribución de la riqueza en México es (a decir de Fuentes-Nieva) consecuencia de un proceso de privatización de principios de los años 90, del siglo XX, que generó una élite económica que a su vez ha reproducido poderes monopólicos, oligopólicos y de mercado muy fuertes, los cuales tienen una influencia muy grande en la política pública nacional.
10. El capitalismo ha creado salidas enajenantes para mantener atrapada y sumisa a la población: la TV con sus novelas y el consumo, el fútbol, los artículos de belleza, las fiestas y drogas, han sido salidas muy efectivas para que la población no enfrente sus problemas ni se dé cuenta su realidad. Obviamente el ejército, la marina, la policía, cuidan con efectividad a la clase dominante, pero el pueblo no debe olvidar que somos un porcentaje de nueve trabajadores oprimidos y engañados contra un millonario explotador que se burla de nosotros.

Blog del autor: http://pedroecheverriav.wordpress.com

Señores, este país se va al carajo

La Vanguardia


No hay pueblos inocentes, hay pueblos irresponsables. Un día descubrimos que nuestra sociedad civil, que estaba en boca de todos como ejemplo de cultura, mecenazgo y espíritu emprendedor, estaba representada por un estafador de tres al cuarto, zafio y sórdido, por buen nombre Fèlix Millet, cabeza de una institución, modelo y pasmo no sólo para los paletos españoles sino de toda Europa. El Palau de la Música Catalana.
No cabía preocuparse. Nuestro Gran Timonel sabía moverse en el mar de los Sargazos en los que estábamos metidos por las ovejitas blancas del patriotismo que tenían la carne muy negra; pero claro eso del color del dinero sólo lo sabemos cuando les apuramos la lana. Ya lo descubriría él, portavoz de la ética y la dignidad. ¡Y zas! Resulta que el Gran Timonel llevó el barco 22 años con un plantel de marineros sumisos y una tripulación despreocupada ante aquel brujo irritable salido de las entrañas de un país que había roto la maldición del poeta Espriu. Ahora éramos educados, tranquilos y limpios.
El día que se expuso, cual ecce homo, para explicarnos la cándida historia de una herencia paterna, empezó la danza de los siete velos. Cada día que pasaba se desnudaba más; primero era un hijo que le salió mal, luego dos, más tarde tres y así sucesivamente hasta convertirse en una familia mafiosa donde él ejercía de capo y su señora de “tabernera del puerto”. El Gran Timonel había estado durante 22 años en el puesto de mando; un delincuente, capo di capi. La sumisión se cobraba; otorgaba garantía de por vida. La insumisión, apenas visualizada, era desterrada o silenciada. Jordi Pujol, el Gran Timonel, se encargaba de quitarte el pasaporte de catalanidad sin el cual pasabas a ser un sin papeles social.
A él se debe la primera clasificación entre catalanes de primera y aspirantes, pero como era listo, astuto y conocía los límites en los que se movía, tenía muy arraigado el sentido del ridículo. Sabía diferenciar lo que decía en público de su genuino sentir privado. Y llegó Artur Mas. Uno de esos personajes que descubrió la Catalunya política cuando sus negocios no iban bien y la cosa pública podía traducirse en una salida. Después del Gran Timonel llegaba el Profeta, y como todo profeta, muy sensible a la actitud de los rebaños humanos. Mientras hubo dinero que repartir fue generoso con los llamados “movimientos ciudadanos independientes” y con los medios de comunicación no menos independientes. Pero su partido, minado por la corrupción y el desprestigio –aún tiene su sede central embargada–, fue perdiendo base social al tiempo que se radicalizaba.
El hombre que menos idea tenía de Cataluña y de su historia era el que asumía con mayor vigor las nuevas tesis independentistas. Fue de fracaso en fracaso hasta la miseria final, en la que estamos instalados. Primero fue Ítaca, lugar y referencia cultural absolutamente alejada de su simpleza; la cantaba un bardo local y eso bastaba. Con la conciencia, nada poética, de que si le apean de la Generalitat acabará procesado por alguno de los cien agujeros que acumula su partido y su persona. Ahora bien, la vida sigue. Un día la presidenta del Parlament declara la República Catalana, otro una mayoría de tribunos deciden desconectar con las instituciones españolas. Pero no pasa nada, porque la chica alega que se trata sólo de un deseo. Y el reto parlamentario, una “simple instrucción indicativa”.
Antes, se habían montado unas elecciones con carácter plebiscitario que no lograron los objetivos perseguidos, como reconocieron los organizadores por la noche. Pero el día siguiente les trajo mayores ínfulas. O ahora o nunca. La independencia por vía fulminante. Y aquí es donde se rompe la baraja; el matrimonio Convergència-Unió Democrática se separa, y Convergència se bautiza como Democràcia i Llibertat (¿sin Catalunya?), mientras en un triple salto mortal del oportunismo inician conversaciones “secretas” –nadie sabe ni dónde, ni cuándo, ni siquiera el qué– con la CUP. Conversaciones que se pueden resumir de este modo: os lo prometemos todo, pero dejadnos a Mas.
Nunca en la historia de la Catalunya contemporánea se llegó tan lejos en el chalaneo y el ridículo. Un partido corrupto y sin norte, de derechas de toda la vida, tratando de engatusar a un grupo de extrema izquierda para que avale un día, basta con un día, al hombre que representa todo aquello contra lo que aseguran combatir.
Esa sensación de que este país se va al carajo la aprecia cualquiera con tan sólo seguir a los brillantes analistas mediáticos. Ellos que animaron a ir cuanto más lejos, mejor, ahora resulta que están despistados, un poco angustiados, porque la prepotencia y la complicidad han ido demasiado lejos, tanto, que peligra su engrasada maquinaria de adulación al poder, sea el que sea. La casualidad hizo que hombre tan cauto como Josep Ramoneda diera una conferencia en Pamplona, un día antes que yo. Afirmó que su voto se lo dio a la CUP. Nada que objetar. Está en su derecho, pero los deberes de quienes escribimos hay que explicarlos. Para eso nos pagan.
Quizá el mayor problema de este país que se va al carajo sea el de la frivolidad. Somos tan latinos, tan mediterráneos, que estamos a punto de crear una gastronomía política basada en platos improvisados. Como somos geniales y las cancillerías, como dicen los pedantes, están pendientes de nosotros, cabe decirles que la política catalana cada vez cuenta menos en el marco español o foráneo. Y lo que es más grave, que esa especie de retablo navideño en el que se exhibe nuestra clase política está obsesionada con las elecciones españolas del próximo 20 de diciembre.
Los diarios, los grandes diarios, no se definen por sus noticias, ni por sus colaboradores, lo que más huella dejan son los editoriales y, aún más si cabe, las cartas al director. Suelo echar una ojeada a las cartas al director porque soy un veterano y sé cómo se seleccionan, con qué criterios y demás detalles que a más de uno le sorprendería. En ocasiones son frente de batalla o espejos de una situación. ¿Se acuerdan en las épocas del “oasis catalán” la discusión sobre los calcetines de rombos? ¿O de aquella otra, sobre el modo de colocar el papel higiénico?
Ahora llueven en los diarios las cartas sobre la CUP y a tenor de algunos informadores parece que se ha desatado una guerra contra “el mundo cupero” (sic). No se desanimen porque pronto llegará el momento que “las tribus cuperas” se apacigüen. El efecto Artur Mas está más en decadencia en la sociedad que en los medios de comunicación; se nota que las ayudas trabajan en onda larga.
El otro día leí una carta al director firmada por un tal Jordi Acero, o lo que es lo mismo, Jordi Stalin, que sería la versión en ruso. Basta con citar su comienzo y su final. Son antológicos de la vuelta al mundo franquista o carlista, y de la ruptura de una sociedad donde vuelven los hombres con cerebro de acero inoxidable:
“Es la primera vez que escribo en castellano, lo que refleja mi estado de ánimo”. (¡Los ánimos lingüísticos! ¡Ya será menos!, exagerao.) La asamblea de la CUP en Manresa le ha parecido una traición a Catalunya y a Artur Mas. Todos los párrafos son del mismo jaez, pero termina con esta perla de la prosa de antaño: “Dicen –son habladurías– que algunos, después de la asamblea, corrieron a tomar el AVE de vuelta a Madrid”.
Este es el sustrato, llamémosle político, que nos han dejado por el Gran Timonel y luego el Gran Farsante; la creencia de que somos únicos y que no nos arredra nada, salvo nuestro propio miedo. Hay quien piensa que la independencia es como un partido del Barça; hay quien cree que le consentirá librarse de la cárcel; hay a quien le suena como una canción. Todo vale, por qué no. Lo difícil es cómo se van a recomponer los pedazos de un país que se jactaba, con razón, de modelo de convivencias políticas, lingüísticas y culturales.

Nos han robado la memoria

Nos han robado la memoria



El saqueo comenzó en tiempos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher mediante la implantación por las bravas de su ideología neoliberal, contando con la ayuda inestimable del pensamiento lúdico preconizado por las diversas filosofías posmodernas que fueron creando un ambiente dulce y receptivo a sus tesis incluso dentro de de las izquierdas internacionales más laxas o acomodaticias.
Esa alienación naciente y asunción pasiva de la conciencia vicaria, estética y festiva de las elites dominantes caló hondo en las masas a pesar de que se iba instalando de manera subrepticia un vaciamiento de la memoria colectiva a través de una inseguridad global inducida por el fenómeno terrorista y una precariedad vital consecuencia directa de las reformas laborales tendentes a hacer del trabajo un bien más escaso que nunca y sin derecho alguno contractual a reivindicar por parte de la clase obrera.
Lo público se desmanteló con saña milimétrica bajo la excusa de una libertad individual falseada favorable al nuevo orden mundial de desigualdad creciente y competitividad feroz por un empleo de calidad ínfima y temporal. No obstante, lo más importante fue la pérdida paulatina de la memoria histórica de las clases trabajadoras. Sus fundamentos propios se abandonaron por un futuro permanente de inseguridad personal y de precariedad total.
Sin la memoria no podemos ser fieles a nada, ni siquiera a nosotros mismos. Siguiendo este marco de referencia, los principios éticos y morales se desvanecen y el olvido ocupa el campo dejado en barbecho por la historia, las contradicciones sociales y el interés político. Ni siquiera nos queda el presente porque para vivir en él es necesario tener convicciones de lo que somos y de nuestros orígenes históricos.
En ausencia de la memoria vagamos en un mar de dudas y zozobras, braceando en la realidad que supera todas nuestras expectativas de análisis crítico y comprensión de la misma. No somos nadie en la tierra confusa de la nada absoluta. Tampoco podemos acudir a mirar el horizonte con cierta esperanza de mejora o abrazarnos a una utopía de consuelo con el fin de conjurar los enigmas indescifrables de la vida actual: el presente se ha evaporado al borrarse la memoria de cuajo.
Desde esta óptica existencial de no saber que éramos y somos, tenemos que entregarnos con furor al futuro permanente, un no-lugar de deseos constantes y rutas que no llevan más allá de la supervivencia inmediata. Esa nada absoluta hay que llenarla con celeridad súbita de algo, un algo abstracto que distraiga la ansiedad generalizada por alcanzar un salario de miseria y una capacidad de consumo mínima que nos mantenga en un estatus ficticio de ciudadanía libre y activa.
Mientras tenemos empleo y compramos fetiches, somos alguien, pero no alguien fijo y dueño de su propio destino. El destino último es siempre seguir buscando trabajo, haciendo cursos de preparación y deseando una mercancía nueva. El interregno entre uno y otro contrato laboral es puro e incesante porvenir que jamás llega a alcanzar una sustancia suficiente para transformarse en vivencia plena, memoria consciente y conocimiento social útil.
Transitamos en un absurdo que abarca una totalidad inmensa: somos fieles a un encuentro que jamás sucederá. Eso es el futuro permanente, habitar una entelequia vaporosa, inefable, un caminar flotando donde no existe ni punto de salida definido ni una meta de llegada concreta. Estamos ante un mundo sin valores, solo sustentado en meros impulsos ajenos a un sentido histórico y cultural de la existencia humana.
Esa ruptura dramática de la memoria ha roto los nexos entre el individuo y la sociedad. De ahí la sensación de abandono y de neurosis compartida en soledades que jamás entran en contacto directo y empático. Hemos dejado de ser fieles a nuestros pensamientos más profundos y a nuestra posición social. Nadie puede reconocerse en mitad de una vorágine multitudinaria en la que cada uno va a lo suyo y los mensajes son tantos, superficialmente bellos, creativos y punzantes, que nos vemos incapaces de ver la verdad intrínseca que subyace tras la compleja realidad que nos contiene. Nos hemos traicionado, en suma. Y lo peor de todo, ¡en nombre de la libertad capitalista!
La inseguridad mundial se ha sintetizado en la amenaza difusa del terrorismo. Se pretende que el terror lo explique todo. Mientras se lanza esta idea a diestro y siniestro, las desigualdades aumentan y la pobreza se dispara hasta cotas nunca vistas. El fantasmal y malvado enemigo externo nos permite interiorizar nuestro propio malestar como una situación pasajera y no estructural. Vendrán épocas más felices cuando eliminemos al fatal adversario. De eso se aprovechan las elites mundiales para redirigir los temores de las masas hacia sus intereses financieros y económicos. El terrorismo viene bien a las multinacionales y a los índices bursátiles: del caos y el miedo se nutren ingentes beneficios empresariales y sistémicos. El mundo continúa girando igual que antaño a remolque de la infernal rueda voraz del capitalismo.
Por lo que se refiere a la precariedad laboral, es otro factor relevante de la globalidad en que nos hallamos inmersos. Que nadie tenga un trabajo para toda la vida ni pueda echar raíces en una sociedad estable, justa, fraternal y solidaria es un principio primordial del nuevo orden a escala internacional. Basando el modus vivendi en la competitividad extrema y la escasez calculada del empleo, a la gente no le queda más remedio que tomar las migajas al precio y salario que sea menester. Sobrevivir es lo máximo a lo que puede aspirarse.
Con ser mucho, la privatización sostenida de lo público no es lo más grave del asunto. Reside en el vaciamiento controlado de la memoria colectiva el punto crucial del momento que ahora vivimos. Somos multitud los damnificados por el neoliberalismo, pero grey amorfa sin pastor ni ideas claras y propias. Vivimos prisioneros de un redil sin contornos ni límites conocidos. ¿Cómo salir de una cárcel ideológica que no cuenta con puertas de acceso evidentes ni estructura material obvia?
Solo la memoria nos hace plenamente humanos y conscientes de nuestra realidad, otorgando sentido histórico a nuestra existencia colectiva y particular. Escapar del futuro permanente es posible, pero antes deberemos recuperar la voluntad de ser fieles a nosotros mismos. Tarea urgente si no queremos ser convertidos en prescindibles comparsas del mundo que hoy está construyendo el neoliberalismo desde el miedo y el caos gestionados por los intereses nunca explícitos de los poderes fácticos que dominan los mercados opacos del dinero, las ideas culturales y la ideología hegemónica.
Esa es la batalla decisiva que hay que librar ya mismo: memoria colectiva contra la fugacidad del futuro permanente.

fuente:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=206449
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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