¡INAPLICABILIDAD DE LEY Nº29944 LEY DE REFORMA MAGISTERIAL; PAGO INMEDIATO DEL 30% POR PREPARACION DE CLASES Y EVALUACION!

Para tener Presente

"Los Maestros, al ponernos al servicio del Estado, no hemos vendido nuestra conciencia ni hipotecado nuestras opiniones, ni hemos perdido nuestra ciudadanía. El hecho de recibir una suma mensual de dinero significa sólo el pago de nuestros servicios profesionales, pero no el pago de un silencio y de una conformidad que repugna. Quienes pretenden que el maestro debe "callar, obedecer y trabajar", están en un error, y cometen un insulto a la dignidad humana... ". José Antonio Encinas

¿REFORMA EDUCATIVA?

¿Reforma educativa para mejorar la calidad académica? Es posible esto sin atender el rezago educativo en materia de infraestructura en zonas marginales, con estudiantes mal alimentados y desnutridos, sin planes de estudio acorde a las necesidades de la población.

Evaluar a los maestros, ¿Quiénes, las instituciones corruptas del Estado? ¿La Ministra Bachiller que no sabe quien proclamó la independencia del Perú? ¿Los intelectuales “expertos” de la televisión? ¿Los periodistas mercenarios asalariados de la gran empresa?


ley de reforma magisterial y la destitucion por inasistencia y tardanza

02 noviembre 2009

Honduras: La lucha de clases es el motor de la resistencia

Honduras
La lucha de clases es el motor de la resistencia



El famoso pacto San José-Tegucigalpa ha traído mucha incertidumbre. Al mismo tiempo ha servido para que algunos elementos en la izquierda traten de hacer el juego a las oligarquías continentales, presionando con sus argumentos una división en el heterogéneo movimiento popular hondureño. Nótese que utilizo “movimiento social” como una expresión genérica que se refiere a todas las fuerzas aglutinadas en resistencia.

La derecha misma ha intensificado esta campaña de dudas y drama. Algunos congresistas dicen que no restituyen al presidente Zelaya. Hablan de la legalidad o no en este acto, como si la destitución que aprobaron el 28 de junio hubiera sido un acto apegado a las obsoletas leyes que existen en Honduras.

Hemos podido identificar una línea de pensamiento que busca presentar al presidente Zelaya como un traidor, y a la dirigencia como torpe y servil frente a los intereses de éste. Se ha llegado a afirmar que la dirigencia no ha estado a nivel de las circunstancias, y le adjudican un radicalismo a las masas en resistencia que no ha existido.

Podemos identificar en esto una óptica contrarrevolucionaria que ahora pretende decir “nosotros lo hubiéramos hecho mejor”. Sin embargo, no podemos afirmar que todos los escritos en esta dirección han sido hecho de mala fe; seguramente muchas personas habrían preferido ver una dirigencia más agresiva y al presidente tomar maletas e ir a las montañas a liderar una revolución armada. Aquí se nota que el dogmatismo es mal consejero frente a momentos históricos como el presente.

El movimiento de resistencia hondureño se fortalece durante cuatro meses de lucha; pero no es cierto que al momento del golpe la movilización popular fuera inexistente, como han afirmado muchos. Aquí se trata de ignorar el hecho de que esto es la expresión clara de la exacerbación de las contradicciones entre la clase dominante y la masa sometida a sus designios.

La lucha de clases no aparece súbitamente en nuestro país como si fuera el “chupa cabras” u otro fenómeno ajeno a las sociedades. Por el contrario, durante 500 años se han presentado formas claras de una disputa antagónica entre los que controlan los medios de producción y los que tienen que vender su fuerza de trabajo para vivir.

Si se viaja a las áreas campesinas más pobres del occidente o a las comunidades pesqueras del golfo de Fonseca, se encontraran aún relaciones de producción claramente feudales donde hay un señor que alquila o presta su tierra a cambio de parte del resultado de la faena del siervo.

Siguiendo con la travesía encontrará una relación productiva capitalista basada en la explotación industrial, esto en el norte del país. A esta zona, la oligarquía le dice “el motor del progreso”, porque es donde se define mejor su estructura de explotación de la mano de obra asalariada; donde se produce plusvalía, donde el trabajo obrero transforma la materia: Aquí están las maquilas.

Hay un apartado interesante en el sector agroexportador donde los patrones comprometen toda su producción en mercados estadounidenses por años, como en el caso del café, los camarones, los melones, las sandias, la tilapia, el rambután, la palma africana, todos cultivos que cumplen con el axioma de que a más producción más pobre es la gente que trabaja en esas actividades.

Qué podemos decir de el desempleo o el subempleo que se generan a través de la mal llamada ”economía informal”, en la que se pone en practica la más vil explotación a través de financiamientos leoninos de bancos y usureros, lo que esclaviza al trabajador al capital por años.

Es común que los trabajadores independientes (entiéndase que no generan responsabilidad a los capitalistas) digan que su actividad es de subsistencia. Los capitalistas se las han ingeniado para evitar pagar por el trabajo, de tal modo que este no es una actividad dignificante sino más bien esclavizante.

Ésta no pretende ser una radiografía de las relaciones de producción en Honduras; más bien tratamos de utilizar unos cuantos ejemplos para mostrar la presencia permanente de la lucha de clases en nuestro país, que alcanza niveles antagónicos agudizados en medio de la desigualdad y la ambición desmedida de los dueños de medios de producción.

Durante mucho tiempo se ha estigmatizado al pueblo hondureño como haragán, lento, cobarde, torpe y otros calificativos insultantes, surgidos de la derecha oligárquica que resultan muy cómodos para explicar los fenómenos sociales en el país. Muchas veces se ha hecho uso de estos argumentos para razonar la falta de una guerra insurreccional en los años ochenta.

Mucha dificultad han tenido algunos teóricos en ver la realidad objetivamente. Mucha dificultad han tenido para dejar de lado los escritos clásicos como manuales para pasar a aplicar la Teoría Científica de la Historia. No ha sido extraño ver acusaciones como “pequeñoburgués”, pareciéndose más a la Congregación de la Doctrina de la Fe vaticana que a movimientos revolucionarios verdaderos.

Parece olvidarse con facilidad que la dialéctica es en esencia desarrollo, movimiento, avance. Esto es también, especialmente, aplicable al pensamiento. Cuando omitimos esto comenzamos a hacerle el juego a la derecha, eso es peligroso e irresponsable. Claro si se hace de manera consciente se llama traición.

En cualquier caso, los hondureños llevan adelante un movimiento revolucionario en el que se cuenta con una dirigencia responsable, y, dialécticamente, surgen nuevos conceptos, nuevos pensadores, nuevos lideres, nuevas estrategias de lucha. Es la combinación de estos factores lo que asegura la victoria. Habrá que ser muy cuidadosos con los que tratan de precipitar eventos sin antes hacer las valoraciones correctas de las cosas.

Recordemos siempre que los acontecimientos en Honduras son producto de la lucha de clases, no de la acción del presidente Zelaya o de la dirigencia del frente. Acusar de traidor al presidente, de torpe e incapaz a la dirigencia de la resistencia, es ignorar la lucha histórica del pueblo hondureño. Por eso invitamos a los que caen en la tentación de seguir esa ruta a reflexionar un poco; y a los miembros de la resistencia a no prestar atención a estas aberraciones históricas.

La victoria es nuestra; el camino no es fácil; la burguesía no entregó nunca de forma voluntaria sus privilegios. Debemos entender con claridad que ha sido el accionar del pueblo organizado en resistencia lo que nos llevó hasta este momento, y que la derecha no descansa tratando de romper el vigor de nuestro movimiento, por lo que debemos entender nuestra historia y asumir la responsabilidad que hoy tenemos.

Una nueva igualdad después de la crisis

Fragmento de la conferencia del historiador Eric Hobsbawm en el Word Political Forum
Una nueva igualdad después de la crisis

Carta Maior


El “Siglo breve”, o XX, fue un período marcado por un conflicto religioso entre ideologías laicas. Por razones más históricas que lógicas, fue dominado por la contraposición de dos modelos económicos –e incluso dos modelos excluyentes entre sí–: el “Socialismo”, identificados con economías centralmente planificadas de tipo soviético, y el “Capitalismo”, que cubría todo el resto.

Esa contraposición, aparentemente fundamental, entre un sistema que ambiciona sacar del medio del camino a las empresas privadas interesadas en las ganancias (el mercado, por ejemplo) y uno que pretendía liberar al mercado de toda restricción oficial o de otro tipo, nunca fue realista. Todas las economías modernas deben combinar público y privado de varios modos y en varios grados, y de hecho hacen eso. Ambas tentativas de vivir a la altura de esa lógica totalmente binaria, de esas definiciones de “capitalismo” y “socialismo”, fallaron. Las economías de tipo soviético y las organizaciones y gestiones estatales no sobrevivieron a los años ´80. El “fundamentalismo de mercado” anglo-norteamericano quebró en 2008, en el momento de su apogeo. El siglo XXI tendrá que reconsiderar, por lo tanto, sus propios problemas en términos mucho más realistas.

¿Cómo influyó todo eso sobre los países que en el pasado eran devotos del modelo “socialista”? Bajo el socialismo, se encontraron con la imposibilidad de reformar sus sistemas administrativos de planeamiento estatal, incluso cuando sus técnicos y sus economistas fueran plenamente conscientes de sus principales carencias. Los sistemas –no competitivos a nivel internacional– fueron capaces de sobrevivir hasta que quedaron completamente aislados del resto de la economía mundial.

Ese aislamiento, por lo tanto, no pudo ser mantenido en el tiempo, y cuando el socialismo fue abandonado –sea inmediatamente de la caída de los regímenes políticos como en Europa Oriental, sea por el propio régimen, como en China o en Vietnam– sin ningún preaviso, ellos se encontraron inmersos en aquello que para muchos parecía ser la única alternativa disponible: el capitalismo globalizado, en su forma entonces predominante de capitalismo de libre mercado.

Las consecuencias directas en Europa fueron catastróficas. Los países de la ex Unión Soviética todavía no han superado sus repercusiones. China, para su suerte, escogió un modelo capitalista diferente al del neoliberalismo anglo-norteamericano, prefiriendo el modelo mucho más dirigista de las “economías tigres” o de asalto de Asia oriental, pero abrió el camino para su “gigantesco salto hacia adelante” con muy poca preocupación y consideración por las implicaciones sociales y humanas.

Ese período está casi a nuestras espaldas, así como el del predominio global del liberalismo económico extremo de matriz anglonorteamericana, incluso cuando no sepamos cuales cambios implicará la crisis mundial en curso –la más grave desde los años 30- cuando los impresionantes acontecimientos de los últimos dos años consiguieran superarse. Una cosa, en efecto, es desde ya muy clara: está en curso una alternancia de enormes proporciones de las viejas economías del Atlántico Norte al Sur del planeta y principalmente al Asia oriental.

En estas circunstancias, los ex Estados soviéticos (incluyendo aquellos todavía gobernados por partidos comunistas) están teniendo que enfrentar problemas y perspectivas muy diferentes. Excluyendo de entrada las divergencias de alineamiento político, diré solamente que la mayor parte de ellos continúan relativamente frágiles. En Europa, algunos están asimilando el modelo social capitalista de Europa occidental, aunque tengan una renta media per cápita considerablemente inferior. En la Unión Europea, también es probable prever el surgimiento de una doble economía. Rusia, recuperada en cierta medida de la catástrofe de los años 90, está casi reducida a un país exportador, poderoso pero vulnerable, de productos primarios y de energías y fue hasta ahora incapaz de reconstruir una base económica mejor equilibrada.

Las reacciones contras los excesos de la era neoliberal llevaron a un retorno, parcial, a formas de capitalismo estatal acompañadas por una especie de regresión a algunos aspectos de la herencia soviética. Claramente, la simple “imitación de Occidente” dejó de ser una opción posible. Ese fenómeno todavía es más evidente en China, que desenvolvió con considerable éxito un capitalismo poscomunista propio, a tal punto que, en el futuro, puede también ocurrir que los historiadores puedan ver en ese país el verdadero salvador de la economía capitalista mundial en la crisis en la que nos encontramos actualmente. En síntesis, no es más posible creer en una única forma global de capitalismo o de poscapitalismo.

En todo caso, delinear la economía del mañana es tal vez la parte menos relevante de nuestras preocupaciones futuras. La diferencia crucial entre los sistemas económicos no reside en su estructura, sino más bien en sus prioridades sociales y morales, y éstas deberían ilustrar dos de sus aspectos de fundamental importancia a ese propósito.

Lo primero es que el fin del comunismo comportó la desaparición repentina de valores, hábitos y prácticas sociales que habían marcado la vida de generaciones enteras, no sólo en los regímenes comunistas en sentido estricto, sino también los del pasado pre comunista que, bajo esos regímenes, en buena parte se habían protegido. Debemos reconocer cuán profundos y graves fueron el shock y la desgracia en términos humanos que fueron padecidos como consecuencia de ese brusco e inesperado terremoto social. Inevitablemente, serán necesarias varias décadas antes de que las sociedades poscomunistas encuentren en la nueva era una estabilidad en su modus vivendi, y algunas consecuencias de esa desagregación social, de la corrupción, de la criminalidad institucionalizada podrían exigir todavía mucho más tiempo para ser derrotadas.

El segundo aspecto es que tanto la política occidental del neoliberalismo, como las políticas poscomunistas que ella inspiró, subordinaron propositivamente el bienestar y la justicia social a la tiranía del Producto Interior Bruto (PIB): el mayor crecimiento económico posible, deliberadamente inequitativo. Haciendo esto, ellos minaron –y en los ex países comunistas hasta destruyeron– los sistemas de asistencia social, de bienestar, los valores y las finalidades de los servicios públicos. Todo ello no constituye una premisa de la cual partir, sea para el “capitalismo europeo con rostro humano” de las décadas posteriores a 1945, sea para satisfactorios sistemas mixtos poscomunistas.

El objetivo de una economía no es el beneficio, sino el bienestar de toda la población. El crecimiento económico no es un fin, sino un medio para dar vida a las sociedades buenas, humanas y justas. No importa como llamamos a los regímenes que buscan esa finalidad. Importa únicamente cómo y con qué prioridades podremos combinar las potencialidades del sector público y del sector privado en nuestras economías mixtas. Esa es la prioridad política más importarte del siglo XXI.

Eric Hobsbawm es el decano de la historiografía marxista británica. Uno de sus últimos libros es un volumen de memorias autobiográficas: Años interesantes, Barcelona, Critica, 2003.

Traducción para www.sinpermiso.info : Carlos Abel Suárez

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