¡INAPLICABILIDAD DE LEY Nº29944 LEY DE REFORMA MAGISTERIAL; PAGO INMEDIATO DEL 30% POR PREPARACION DE CLASES Y EVALUACION!

Para tener Presente

"Los Maestros, al ponernos al servicio del Estado, no hemos vendido nuestra conciencia ni hipotecado nuestras opiniones, ni hemos perdido nuestra ciudadanía. El hecho de recibir una suma mensual de dinero significa sólo el pago de nuestros servicios profesionales, pero no el pago de un silencio y de una conformidad que repugna. Quienes pretenden que el maestro debe "callar, obedecer y trabajar", están en un error, y cometen un insulto a la dignidad humana... ". José Antonio Encinas

¿REFORMA EDUCATIVA?

¿Reforma educativa para mejorar la calidad académica? Es posible esto sin atender el rezago educativo en materia de infraestructura en zonas marginales, con estudiantes mal alimentados y desnutridos, sin planes de estudio acorde a las necesidades de la población.

Evaluar a los maestros, ¿Quiénes, las instituciones corruptas del Estado? ¿La Ministra Bachiller que no sabe quien proclamó la independencia del Perú? ¿Los intelectuales “expertos” de la televisión? ¿Los periodistas mercenarios asalariados de la gran empresa?


ley de reforma magisterial y la destitucion por inasistencia y tardanza

24 marzo 2009

El ocaso del reinado del patrón-dólar

El ocaso del reinado del patrón-dólar

Le Monde diplomatique Edición venezolana

Traducción para Rebelión de Juan Agulló


No hay porqué inquietarse. Todo irá bien, a principios de abril, durante la cumbre del G20 en Londres. Los jefes de Estado y de Gobierno y los gobernadores de los bancos centrales posarán para la foto de familia con amplias sonrisas que simbolizarán su entente cordial frente a la crisis. Los asistentes saben que una exteriorización de sus desacuerdos comprometería el retorno de la famosa confianza sin la cual, el crecimiento mundial, no terminará de arrancar. Confrontados, en sus respectivos países, a tensiones sociales crecientes, nadie se arriesgará a demostrar división o falsedades. Las apariencias se mantendrán, pues, a salvo.

Es más: innumerables razones apuntan a que el G20 tampoco abordará los temas más delicados. Empezando por uno central, decisivo: la organización de un Sistema Monetario Internacional (SMI). Ni siquiera figura en el orden del día. Lamentable olvido para una cumbre que [NDT: el Presidente francés, Nicolas] Sarkozy suele presentar como “un nuevo Bretton Woods”: la refundación del SMI constituyó, sin embargo, el meollo de los acuerdos de julio de 1944.

Lamentable olvido si se tiene en cuenta el batiburrillo monetario, actualmente reinante: las divisas de los países del Este [NDT: de Europa] han sido devaluadas, el yen se ha revaluado, la libra esterlina ha perdido valor, el dólar levita y los chinos mantienen su yuan infravalorado. Incluso Suiza, rompiendo con su tradición no intervencionista, acaba de desatar una guerra monetaria al promover una devaluación de su franco.

Lamentable olvido si, en definitiva, se tiene en cuenta hasta qué punto el capitalismo padece –parafraseando el título del libro que los economistas Edouard Husson y Norman Palma acaban de publicar- una enfermedad, más monetaria que financiera.

Es la enfermedad del Patrón-dólar bajo el cual la economía mundial lleva funcionando desde hace decenios y que ha permitido a Estados Unidos lanzarse a una [NDT: alocada] carrera de créditos, deudas y déficits. [NDT: Sin él] Estados Unidos jamás habría podido vivir como lo ha hecho, por encima de sus posibilidades, jamás habría podido drenar tres cuartas partes del ahorro mundial si no hubiera tenido la moneda de referencia (para la constitución de la reserva en divisas de los bancos centrales, [NDT: el intercambio] en los mercados de capitales, del petróleo, de los metales y del comercio mundial). Si no hubiera tenido “ese privilegio desorbitado” ([el ex Presidente liberal francés] Valery Giscard d’Estany [dixit]) que permite “endeudamiento sin lamentos” ([el connotado economista liberal francés] Jacques Rueff [dixit]).

Husson y Palma han calculado que el déficit acumulado de la balanza por cuenta corriente estadounidense, entre 1972 y 2007, frisa los 80 mil 380 millones de dólares. “Es como si Estados Unidos hubieran tenido en sus manos la piedra filosofal”, explican. Cualquier otro país del mundo, con un desequilibrio contable de tal magnitud habría entrado en bancarrota. No Estados Unidos, cuyo billete verde es deseado por todos los habitantes del planeta, desde África a Asia, pasando por Rusia.

El editorialista del New York Times Thomas Friedman resumió un día, a su manera, la cuestión: “es blanqueo de dinero. Le pedimos prestado a China para financiar a Arabia Saudí y aprovechando la coyuntura, llenamos el tanque de nuestros coches”.

El problema radica en que la crisis de las subprimas, la quiebra de los bancos de inversión de Wall Street, la creación del euro y el crecimiento exorbitado de China son simples y llanos síntomas de que el reinado del Patrón-dólar está tocando a su fin. Para Estados Unidos los tiempos del “endeudamiento sin lamentos” se están acabando: para muestra, el botón de los millones de estadounidenses [NDT: que ya están] en el paro.

Durante una famosa rueda de prensa, el 4 de febrero de 1965, el General de Gaulle clamó contra un sistema que permite “a Estados Unidos endeudarse gratuitamente en el extranjero (…). [NDT: Lo peor es que] un sistema como éste retroalimenta la percepción del dólar como una moneda, imparcial e internacional cuando, lo que es, es un medio de crédito que pertenece a un país muy concreto”.

Esta declaración, cuando fue realizada, fue percibida como expresada por un viejo sobrepasado por la modernidad económica y monetaria. Ayudó bastante el hecho de que de Gaulle, asesorado por Rueff, proponía [NDT: en contrapartida] regresar al Patrón-oro: al sistema monetario, en definitiva, anterior a la Primera Guerra Mundial en el marco del cual, toda emisión monetaria tenía que tener relación con un valor equivalente en oro. “Sí –añadía el General [de Gaulle]- el oro, [NDT: metal] inmutable, puede almacenarse en barras, lingotes o monedas; no tiene nacionalidad y desde siempre ha sido, en todo el mundo, el valor fiduciario por excelencia”.

El Patrón-oro ha recibido, desde entonces, ilustres apoyos como el del premio Nobel de Economía Robert Mundell e incluso el de… ¡Alan Greenspan! Su principal virtud: evitar una expansión demasiado grande del crédito y de la deuda e impedir a los Estados convertirse [NDT: por ende] en “falsas cecas”. Los estatistas [NDT: de hecho] siempre han odiado el Patrón-oro: Keynes decía [NDT: por ejemplo] que se trataba de una “reliquia bárbara”.

El G20 pretende reconstruir el sistema financiero internacional sin tocar el sistema monetario internacional. Es decir, pretende reconstruir una casa sólida sobre cimientos frágiles y deteriorados. Nicolas Sarkozy hubiera podido convertirse, en Londres, en el portavoz de todos aquellos que consideran que ha llegado el momento de finiquitar el Patrón-dólar. La ocasión es que ni pintada y probablemente él era el único que podía y debía aprovecharla pero, pequeño detalle, [Sarkozy] no es de Gaulle…


rebelion.org

“Cambalache” tenía razón

“Cambalache” tenía razón

Se llama Orden Internacional y consiste en que condenan a tres años de cárcel a Muntadhar al-Zeidi, el periodista que lanzó un zapatazo a George Bush, pero nadie condena a George Bush, que lanzó cientos de miles de bombas sobre Irak y Afganistán y mató a miles de civiles de esos dos países.

O sea que una cosa es un zapato que no da en el blanco y otra miles de bombas que sí aciertan el blanco –aunque ese blanco sea un solar familiar, la celebración de una boda que se confunde con un aquelarre terrorista o un edificio de departamentos donde se presume que vive un sospechoso-.

El Orden Internacional consiste en que a Radovan Karadzic, el asesino de musulmanes en Bosnia Herzegovina, lo persiguen por criminal de guerra y lo capturan (qué bueno), pero a Ariel Sharon, asesino serial de niños palestinos, lo nombran primer ministro y lo lloran cuando le da una embolia.

¿Y será Orden Internacional que la ONU sea esa vieja espectral que nadie respeta, a punto tal que cuando su secretario general estaba en Jerusalén la aviación israelí incendió los almacenes de la organización mundial en Gaza?

Es cierto que el Orden Internacional ha sido siempre, desde que exterminamos a los Neanderthal, una expresión de nuestra animalidad depredadora.

Lo que pasa es que ahora el arte de matar en masa ha llegado a estadios magistrales y, claro, eso hace una diferencia de hemorrágicas consecuencias. Una cosa era el combate cuerpo a cuerpo de romanos y germánicos en las cercanías del Rin y otra es una bomba de racimo puesta en un cohete inteligente que llega a tu cuadra casi por Federal Express. Y, además, cuando nos comíamos a los Neanderthal no pregonábamos que éramos civilizados.

Una recientísima muestra del Orden Internacional ha sido lo que ha pasado con España y Kosovo.

En un inusual gesto de independencia y dignidad, el gobierno español ordenó que sus 600 efectivos salieran de Kosovo, la antigua provincia serbia que Estados Unidos y sus aliados han convertido a la fuerza, y ante el cadáver de Yugoslavia, en un país oficial.

Como ustedes saben, la provincia de Kosovo se autoproclamó república independiente en febrero del 2008 y, de inmediato, fue reconocida por los Estados Unidos y los países que más le sirven, esos avecindados en lo que alguna vez fue la Europa de los Medici.

La independencia de Kosovo vino después de que las tropas de la ONU y la OTAN, heterónimos pomposos de Washington, libraran una guerra breve y feroz en contra de los serbios de Milosevic. El pretexto fue que Kosovo, cuna histórica del pueblo serbio, estaba lleno de albaneses. Que es como decir que el estado de La Florida debía ser parte de la república de Cuba o que Tarapacá mereció ser chilena por la presencia extendida de súbditos de Chile en sus parajes.

En fin, que Kosovo es un país falso, tan inventado como Panamá cuando al bruto del garrote se le ocurrió que el Canal debía de hacerlo en una colonia surgida de su imaginación y no en una provincia colombiana sujeta a las leyes de Bogotá (los deudos de los 20,000 trabajadores muertos en la obra no merecieron la indemnización que Colombia habría planteado).

Lo surrealista es que España no reconoce a Kosovo como república independiente. Y no lo hace porque los nacionalismos vasco, catalán y hasta el gallego tienen vocación centrífuga y puede ser que algún día el síndrome de Kosovo prenda como epidemia en esas autonomías. Y ya veremos quién bombardea a quién.

Entonces viene la pregunta: si España no reconoce a Kosovo, ¿qué hacían sus tropas en Pristina, la capital de aquel país fraguado en Washington, cuidando precisamente de que a Kosovo no lo vaya a retar el revanchismo serbio? ¿Estás cuidando las fronteras de un país que has negado? ¿Se puede ser más idiota?

¿Qué hacían las tropas españolas en Kosovo? Pues cumplían órdenes de la OTAN, el portaaviones de los Estados Unidos más gran del mundo.

Así que cuando la ministra de Defensa española, Carmen Chacón, anunció hace poco que las tropas españolas se retirarían de Kosovo nada pudo sonar más coherente ni más sensato ni más decente.

Bastó que eso ocurriera, sin embargo, para que Washington dijera de inmediato que la actitud de España “era decepcionante”. Y bastó que la Casa Blanca abriera la boca para que la derecha española pusiera el grito en el cielo y dijera que no se podía poner las relaciones con los Estados Unidos en peligro, que Carmen Chacón había sido una irresponsable y que qué buenos fueron los tiempos de la rana René, o sea Aznar en las Azores y babeando inglés en Georgetown.

¿Y qué hizo Rodríguez Zapatero? ¿Respaldó a su ministra, que, evidentemente, sólo había expresado una decisión tomada en La Moncloa?

No sólo no la respaldó sino que mandó a Bernardino León, secretario general de la Presidencia, a decir que ya no había retiro y que la voluntad de España “es prolongar la estancia de las tropas mientras sea necesario”.

¿Se puede ser más insignificante? Bueno, sólo si hablamos de gobiernos como el de las Islas Marshall, un archipiélago radioactivo donde los Estados Unidos reventaron 67 bombas atómicas en la posguerra y cuyo producto de bandera es el cheque que Estados Unidos le pasa cada año para que sus 52,000 habitantes se sigan divirtiendo llenándose el cuerpo de tatuajes y hectolitros de alcohol.

Eso también se llama Orden Internacional. Ese orden que Alan García, hijo político de un ciudadano del mundo llamado Haya de la Torre, mira con miedo reverencial. El miedo de quien, ya sexagenario, tomó la decisión más importante de su vida: obedecer.

El tango “Cambalache” no era un tango. Era pura sabiduría. Y no lo escribió Santos Discépolo. Lo escribió Nostradamus.

César Hildebrandt
Columnista
diario la primera

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