¡INAPLICABILIDAD DE LEY Nº29944 LEY DE REFORMA MAGISTERIAL; PAGO INMEDIATO DEL 30% POR PREPARACION DE CLASES Y EVALUACION!

Para tener Presente

"Los Maestros, al ponernos al servicio del Estado, no hemos vendido nuestra conciencia ni hipotecado nuestras opiniones, ni hemos perdido nuestra ciudadanía. El hecho de recibir una suma mensual de dinero significa sólo el pago de nuestros servicios profesionales, pero no el pago de un silencio y de una conformidad que repugna. Quienes pretenden que el maestro debe "callar, obedecer y trabajar", están en un error, y cometen un insulto a la dignidad humana... ". José Antonio Encinas

¿REFORMA EDUCATIVA?

¿Reforma educativa para mejorar la calidad académica? Es posible esto sin atender el rezago educativo en materia de infraestructura en zonas marginales, con estudiantes mal alimentados y desnutridos, sin planes de estudio acorde a las necesidades de la población.

Evaluar a los maestros, ¿Quiénes, las instituciones corruptas del Estado? ¿La Ministra Bachiller que no sabe quien proclamó la independencia del Perú? ¿Los intelectuales “expertos” de la televisión? ¿Los periodistas mercenarios asalariados de la gran empresa?


ley de reforma magisterial y la destitucion por inasistencia y tardanza

12 octubre 2009

Honduras: Ante la burocracia internacional la intervención de los pueblos es una obligación

Honduras:
Ante la burocracia internacional la intervención de los pueblos es una obligación



Los excesos que se permiten los fascistas contra la embajada de Brasil, y contra la población en general, nos hacen preguntarnos si la burocracia internacional tiene alguna razón de ser. La OEA parece ser un foro para reconocer que la derecha posee influencia suficiente para poner en la misma mesa a los victimarios con los representantes de las victimas.

Ha dado la impresión de que este organismo tiene suficiente paciencia, y carece de la dignidad necesaria, para reaccionar con firmeza ante los insultos de los golpistas. Los crímenes de lesa humanidad, la constante represión de los derechos humanos, el cierre de medios alternativos, el asedio militar a la embajada brasileña no afectan el sueño de cuantas misiones lleguen a ver al sujeto que hoy dice gobernarnos.

La ONU es un enorme monstruo donde el imperio y sus asociados hacen lo que quieren. El consejo de seguridad gobierna la organización, y su asamblea general es incapaz de ir mas allá de las condenas, que únicamente les sirven de papel sanitario a los golpistas. Las sanciones económicas y comerciales hacia el gobierno de facto no llegan, y seguramente llegarán muy tarde, cuando muchos hondureños hayan pasado a formar parte de las estadísticas que a estos burócratas les gustan tanto.

Hay que aclarar que esto no sorprende mucho, baste ver las lamentables intervenciones de estos organismos en conflictos internos o regionales en otras partes del mundo. A partir del momento en que permitieron al imperio destruir civilizaciones enteras como respuesta a actos terroristas, la comunidad internacional se hizo cómplice de actos de lesa humanidad.

Las invasiones en Afganistán e Irak, desconociendo plenamente el derecho internacional; los bombardeos criminales contra Paquistán; la impunidad de los sionistas en todo el mundo, pero especialmente contra el pueblo palestino; las actuaciones frente a los conflictos en África, que ellos mismos provocaron; la actuación en Haití, e incontables ejemplos que no citamos por falta de espacio, demuestran que los países imperiales usan la ONU como trampolín de sus intereses.

La desvergüenza y la doble moral son cosa común y rutinaria en estos adefesios que se guían por la opinión de los grandes medios para darle seguimiento a los eventos que acontecen en cada unos de sus países miembro. Quizá la salvedad haya sido la tendencia a la unanimidad en cuanto al rechazo del bloqueo contra el heroico pueblo cubano. Aún así, países que votan contra el bloqueo se muestran tímidos ante las muestras de irrespeto del imperio gringo frente a la opinión pública internacional ante un acto de guerra inhumano y permanente contra un pueblo que sigue defendiendo su libertad con la frente en alto.

Todavía sufre Cuba de muchas limitaciones causadas por el bloqueo. Cierto que el pueblo cubano ha sabido sortear estas dificultades con irreductible dignidad; pero el bloqueo a la compra de alimentos, equipos médicos, e incluso a intercambios culturales, demuestran que lo que la ONU dice es todavía retorica barata que no responde a las necesidades de la población mundial.

Es también incomprensible como la ONU hasta la fecha no se ha pronunciado sobre el caso de los cinco héroes cubanos presos en cárceles gringas por su compromiso con la seguridad de su pueblo. Aquí al menos una resolución es valida, sin perjuicio de la responsabilidad criminal de los jueces y magistrados que han dictado tan vergonzosas condenas y que el mundo debería juzgar como atentados contra la humanidad misma.

En el caso de Honduras donde se han violado los elementos básicos que, al menos en teoría, le dan vida a la integración política mundial, las acciones se limitan en esperar que Obama finalmente se acuerda de que el maneja la política exterior yankee y que debe poner alto a los Shannon, Anselem, y todos los remanentes de la administración Bush.

Es increíble que a esta altura no se haya adoptado una posición firme sobre el asunto hondureño. Hasta ahora tenemos una resolución del 30 de junio, desde entonces mas de cien personas han muerto, miles han sido reprimidas, violadas, torturadas. Vivimos bajo estado de sitio permanente y muchas fechorías mas se han perpetrado. Sin embargo, todavía discuten que hacer. En contraste la derecha brasileña, por ejemplo, ha tenido la habilidad de resaltar la presencia del presidente Zelaya es su embajada en Tegucigalpa, ignorando deliberadamente el hecho de que el gobierno de facto hace actos de guerra contra la soberanía de ese gran país.

Hoy día ya hemos visto un desfile de altos personeros de la OEA, la comunidad europea, por la embajada de Brasil; testigos de la brutalidad que se vive en ese lugar no faltan; testigos de la revisión de los alimentos por perros amaestrados para buscar drogas y armas; de la instalación de equipos sofisticados de guerra sicológica; de la prohibición de llevar medicamentos a los enfermos; del hostigamiento militar permanente a los ocupantes de la sede diplomática.

La OEA se fue y dijo haber dejado abierto el dialogo; la ONU supongo que está esperando los resultados del dialogo. No se les habrá ocurrido que el régimen de facto ha mentido como norma, no como excepción, y juega a ganar tiempo para llevar a cabo unas elecciones donde participaran solamente candidatos que son cómplices directos y activos del golpe de estado.

Estas elecciones no solo no representan el interés del pueblo hondureño, sino que son la expresión mas clara del funesto precedente de los golpes de estado como medio para frenar procesos transformadores en cualquier parte del mundo. Precedente que solo le conviene a la derecha mas rancia del mundo; a los consorcios farmacéuticos, petroleros, armamentistas. ¿Acaso es lógico que el planeta funcione como una enorme sociedad anónima?

A esta altura debemos considerar seriamente la sustitución de estas instancias por otras en las que los pueblos semanas determinantes. En honduras esta solidaridad de los pueblos ha sido extraordinaria, pero en el campo ha tenido todavía un efecto limitado.

Las limitaciones en logística, y capacidad de comunicaciones han sido un problema para la resistencia hondureña. Varias veces he mencionado la necesidad que tenemos de apoyo tecnológico, en forma de asesoría para superar el cerco mediático.

Hace unos días recibí unas instrucciones de un compañero en Australia; instrucciones para la utilización de micro transmisores para la radio comunitaria. Sin embargo la misma es incompleta y no podemos implementarla. Radio Globo transmite en Internet, pero, es muy probable que pronto tenga que pasar a la clandestinidad o al silencio, esta será una decisión de su propietario.

Radio Gualcho transmite en AM, pero su potencia es limitada. Valdría la pena apoyar a estas estaciones a seguir en el aire. El periódico Resistencia, órgano oficial del Frente pasa por múltiples problemas para mantener un tiraje regular, falta papel, falta tinta, etc. Bastará contactar a las personas encargadas de todos estos y otros asuntos en el frente nacional de resistencia para descubrir la dimensión de las carencias que padecemos.

¿Si la derecha no tiene inconvenientes en enviar la tecnología de la muerte mas moderna y sofisticada, por que no habríamos de contar nosotros con la solidaridad de los pueblos de nuestra América? Fijémonos que aquí contamos con una represión primer mundistas, mientras la resistencia cuenta con los recursos de una sociedad pobre.

Debo aclarar que este pedido no es un desconocimiento al monumental esfuerzo que ya llevan adelante muchos patriotas hondureños y comités de solidaridad en el mundo. Es solo que falta intensificar estas acciones.

No podemos cansarnos de recordar que esta lucha será larga; y representa los intereses de los pueblos del continente. Si los golpistas se imponen aquí, el imperio nos impondrá un siglo de violencia e intranquilidad en lugar de la paz y el progreso que anhelamos. Esto no debemos ignorarlo. La derecha lo entiende y apoya sin tapujos al régimen fascista; quizá eso es algo que deberíamos imitarles; no vacilemos en apoyar la causa del pueblo hondureño.

Al final, esta es una confrontación entre el pasado y el futuro. Y para ganarla debemos entenderla e integrarnos en el lado que nos corresponde históricamente.

Hoy exigimos justicia; si la ONU y la OEA no son suficientes entonces necesitamos el juicio histórico de los pueblos contra los criminales golpistas.

¡Ni perdón ni olvido!

¡Hasta la victoria siempre!

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=93128

El estadounidense inculto

El estadounidense inculto



Si hubiese que explicar el éxito económico de Estados Unidos con una palabra, esa palabra sería educación. En el siglo XIX, EE UU iba por delante en educación básica universal. Luego, a medida que otros países seguían el ejemplo, la revolución de la educación secundaria de principios del siglo XX nos llevó a otro nivel completamente nuevo. Y en los años posteriores a la II Guerra Mundial, EE UU afianzó su posición destacada en la educación superior.

Pero eso era entonces. El desarrollo de la educación estadounidense significó, primordialmente, el desarrollo de la educación pública; y durante los últimos 30 años, nuestra escena política ha estado dominada por la opinión de que todo gasto gubernamental es un despilfarro de los dólares de los contribuyentes. La educación, como uno de los principales componentes del gasto público, se ha resentido inevitablemente.

Hasta ahora, las consecuencias del descuido educativo han sido graduales: una lenta erosión de la posición relativa de EE UU. Pero las cosas están a punto de ponerse mucho peor, ahora que la crisis económica (sus consecuencias agravadas por culpa de ese comportamiento que es pan para hoy y hambre para mañana y que pasa por responsabilidad fiscal en Washington) va a asestar un duro golpe a la educación en todos los sentidos.

Respecto a esa erosión: últimamente ha habido un aluvión de informes sobre las amenazas a las que se enfrenta la posición predominante de las universidades de élite estadounidenses. De lo que no se ha informado en la misma medida, al menos por lo que yo he visto, es de nuestro relativo declive según baremos más corrientes. Estados Unidos, que solía estar a la vanguardia de la educación de los jóvenes, poco a poco ha ido quedando rezagado respecto a otros países avanzados.

Sospecho que la mayoría de la gente todavía tiene en la cabeza esa imagen de EE UU como la gran tierra de la educación universitaria, única en la medida en que la enseñanza superior se ofrece a la población en general. Antes esa imagen se correspondía con la realidad. Pero hoy día, los jóvenes estadounidenses tienen unas probabilidades considerablemente menores de licenciarse en la Universidad que los jóvenes de muchos otros países. De hecho, tenemos una tasa de licenciados universitarios que está ligeramente por debajo de la media de todas las economías desarrolladas.

Incluso sin las consecuencias de la crisis actual, habría motivos más que suficientes para esperar que bajásemos todavía más en esa clasificación, aunque sólo sea por lo difícil que les resulta a quienes disponen de recursos económicos limitados el seguir estudiando. En EE UU, con su débil colchón de seguridad social y su escasez de becas, es mucho más probable que los estudiantes trabajen a tiempo parcial mientras asisten a clase que sus homólogos, por ejemplo, franceses. No es de extrañar, teniendo en cuenta las presiones económicas, que los jóvenes estadounidenses también tengan menos probabilidades de permanecer en la facultad, y más probabilidades de convertirse en trabajadores a tiempo completo en vez de estudiar.

Pero la crisis ha añadido una pega adicional a nuestro chirriante sistema educativo. Según la Oficina de Estadística Laboral, la economía de EE UU perdió 273.000 puestos de trabajo el mes pasado. De esos puestos perdidos, 29.000 pertenecían al sector de la educación estatal y local, lo que hace que las pérdidas totales de los últimos cinco meses en esa categoría asciendan a 143.000 puestos de trabajo. Puede que eso no parezca mucho, pero la educación es uno de esos sectores que deberían, y normalmente así es, seguir creciendo incluso durante una recesión. Puede que los mercados tengan problemas, pero ése no es motivo para que dejemos de formar a nuestros hijos. Sin embargo, eso es justamente lo que estamos haciendo.

Lo que está pasando no tiene ningún misterio: la educación es, principalmente, responsabilidad del Estado y de los Gobiernos locales, que se encuentran en una situación fiscal muy mala. Una ayuda federal adecuada podría haber supuesto una gran diferencia. Pero aunque se ha proporcionado algo de ayuda, sólo ha cubierto una pequeña parte del déficit. Eso se debe en parte a que, allá por febrero, los senadores centristas insistieron en eliminar gran parte de esa ayuda de la Ley de Reinversión y Recuperación de EE UU, también conocida como paquete de estímulo económico.

Como consecuencia de ello, la educación va a convertirse en picadillo. Y los profesores despedidos sólo son una parte de la historia. Todavía más importante es la forma en que estamos cerrando oportunidades. Por ejemplo, The Chronicle of Higher Education informaba hace poco de la grave situación de los estudiantes de los colegios universitarios de California. Durante generaciones, los estudiantes con talento procedentes de familias con pocos recursos han usado estos colegios como trampolín para las universidades públicas estatales. Pero ante la crisis presupuestaria del Estado, esas universidades se han visto obligadas a cerrar las puertas a los posibles estudiantes que iban a pasar por ellas este año. Una consecuencia, casi con seguridad, será el perjuicio de por vida para las perspectivas de muchos estudiantes (y un enorme e injustificado desperdicio de capacidades humanas).

Así que, ¿qué debemos hacer? Antes que nada, el Congreso tiene que redimirse de los pecados de febrero y aprobar otra gran ronda de ayuda para los Gobiernos estatales. No tenemos que llamarlo estímulo, pero sería una forma muy eficaz de crear o salvar miles de empleos. Y sería, al mismo tiempo, una inversión en nuestro futuro. Más allá de eso, tenemos que despertarnos y darnos cuenta de que una de las claves del éxito histórico de nuestro país es ahora un activo que se deprecia con el tiempo. La educación hizo grande a EE UU; descuidar la educación puede cambiar el proceso.

Paul Krugman es profesor de Economía en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008. Traducción de News Clips.


Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2807

Competencia imperialista en el cono sur: nuevos alineamientos

Competencia imperialista en el cono sur: nuevos alineamientos

En lluita / En lucha


Los últimos meses han estado protagonizados por la escalada de tensiones en suelo latinoamericano: el golpe de estado en Honduras, las nuevas bases militares norteamericanas de Colombia, el acuerdo militar entre Brasil y Francia. Así, se están desarrollando diversos alineamientos en la región.

Nos encontramos en una coyuntura marcada por los efectos económicos y sociales de la crisis internacional, en la cual el imperialismo estadounidense intenta recuperar terreno sobre su histórico “patio trasero”, considerada una región clave para los intereses yanquis –tanto por la cercanía geográfica como por las riquezas que le saquea–, al mismo tiempo que las clases dominantes de América Latina practican un giro a la derecha, buscando gobiernos más “leales” que les permitan hacer pagar a los trabajadores los efectos de la crisis y reaproximarse al imperialismo.

Un nuevo imperialismo en tiempos de crisis

Hace unos diez meses, con la elección de Obama como presidente, el gobierno norteamericano efectuó un cambio con respecto a George W. Busch en la táctica política del imperialismo, para hacer frente a la situación mundial y la resistencia antiimperialista. Ello no significa, sin embargo, que Obama sea una “paloma de la paz” (basta ver su política de intensificar la guerra en Afganistán) y que no defienda tanto como su antecesor los intereses imperialistas. Y es que las causas de este cambio de táctica no subyacen en la “buena voluntad” de nadie, sino en la necesidad de adaptarse a un nuevo contexto económico, social e ideológico, así como a las derrotas que la movilización y la resistencia armada han inflingido a la política del imperialismo.

Así pues, bajo el discurso conciliador y la política de “buen vecino” del sonriente Obama, apoyándose en sus aliados más firmes como México, Colombia o Perú, y utilizando a Brasil como interlocutor privilegiado —además de los “buenos oficios” del gobierno chileno— Washington se propone frenar el “contagio populista” y debilitar al chavismo, al mismo tiempo que pretende reafirmar su hegemonía en la estratégica región de América Latina, a la que sigue considerando como su patio trasero.

En este sentido, el fortalecimiento del SOUTHCOM (Comando Sur, cuyo ámbito estratégico es toda Latinoamérica) en Miami; la reactivación de la IV Flota para operar en el Caribe y el Golfo de México; la ampliación de la red de bases en toda la región, incluyendo las ya existentes en Colombia, Guantánamo, Aruba, Curaçao, El Salvador... todo ello expresa una política de despliegue militar norteamericano que amenaza a toda América Latina, y que puede servir desde espionaje y apoyo a conspiraciones golpistas, hasta nuevas “guerras de baja intensidad” como la impuesta en Centroamérica en los ‘80 o intervenciones contrarrevolucionarias de mayor envergadura ante nuevos levantamientos obreros y populares o grandes crisis políticas.

El golpe “cívico-militar” en Tegucigalpa —apoyado desde la base yanqui de Soto Cano— y la expansión de la presencia militar norteamericana en Colombia son las mejores expresiones de esta ofensiva.

Honduras

El pasado 28 de junio tuvo lugar en Honduras el último golpe de estado en América Latina. El intento de su presidente Manuel Zelaya de reformar la Constitución fue la excusa usada por la clase dirigente hondureña —estrechamente ligada a los intereses de la clase dirigente norteamericana— para expulsar a Zelaya del país y constituir un gobierno golpista liderado por Roberto Micheletti.

No es muy difícil trazar varios paralelismos entre este golpe de estado y aquél de 1964 contra el presidente de Brasil Joao Goulart, el cual significó el inicio de una serie de golpes militares en América Latina, todos ellos apoyados por los EEUU, destinados a impedir las reformas en el continente. En efecto, si los golpistas brasileños justificaron el golpe aludiendo a la necesidad de “salvar el orden constitucional” (la causa principal del golpe hondureño fue el intento de Zelaya de reformar la constitución a través de un referéndum), la realidad es que Goulart, que había sido un rico agricultor (tal como había sido Zelaya), había comenzado a simpatizar con las demandas hechas por los trabajadores agrícolas e industriales, aumentando su salario mínimo (Zelaya había aumentado el salario mínimo en un 50% en un país donde el 77% de la población vive bajo el umbral de la pobreza). Éstas y otras medidas establecidas a favor de las clases populares le enfrentaron a la oligarquía hondureña, que le acusó de estar influenciado por Fidel Castro (Zelaya había empezado a alinearse políticamente al lado de Hugo Chávez).

Más allá de las similitudes, el hecho más preocupante es que el golpe militar hondureño represente un punto de inflexión como otrora fue 1964. No hay que desestimar la posibilidad de que inspire a otras oligarquías, con el fin de parar las reformas que están ocurriendo en la mayoría de países de América Latina. Sin embargo, también puede significar el despertar de procesos de resistencia obrera y popular.

De ahí la importancia que tiene la respuesta de los sectores populares hondureños. A pesar de la brutal represión y del asesinato de varias personas han sido millones las personas que han participado en masivas jornadas de lucha a nivel nacional, entre las que destacan ocupaciones de recintos estudiantiles y empresas, tomas de carreteras, manifestaciones y huelgas de todo tipo. Los golpistas no se esperaban que el nivel de la resistencia fuera tan alto, incluyendo una huelga general a finales de julio En el momento de escribir este artículo, Zelaya ha vuelto a Tegucigalpa y está refugiado en la embajada de Brasil. Miles de personas han salido a la calle de todas partes del país, desafiando el toque de queda impuesto en Honduras, para llegar a Tegucigalpa ante la llamada a resistir. El ejército ha sitiado la embajada y está llevando a cabo una brutal represión contra los manifestantes, contándose ya con centenares de heridos y detenidos por violar el toque de queda.

A pesar de esto, la respuesta de Zelaya sigue siendo contradictoria. Al fin y al cabo Zelaya forma parte de la clase dirigente hondureña —de hecho forma parte del Partido Liberal, del cual también es miembro Micheletti —. Por un lado hace constantes llamamientos a la insurrección popular para repeler el ejército, pero por el otro sigue llamando al diálogo a los golpistas. No obstante, lo más importante aquí es sin duda la masiva resistencia. La lucha popular aumenta cada día, y ya se está lanzando la consigna de que la resistencia continuará “con o sin Zelaya”, algo que asegura la independencia de ésta frente a los movimientos vacilantes del presidente.

Colombia

Al mismo tiempo que Estados Unidos defiende a los golpistas en Honduras —bajo la retórica de “una salida pacífica” al conflicto— Obama firmaba en agosto un acuerdo para la instalación de militares norteamericanos en otras siete bases en territorio colombiano, reafirmando la alianza militar y política con Uribe, con la excusa de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.

Así, el llamado Plan Colombia o Plan Patriota se inscribe claramente en un plan estratégico del Pentágono para ampliar la capacidad de intervención imperialista en suelo latinoamericano, posicionando Colombia como “punta de lanza” en la compaña contra el chavismo.

No obstante, el centro de la política estadounidenses actual es la “institucionalidad” para negociar y resolver los conflictos. Aquí es donde la UNASUR (Unión de Naciones de América del Sur) se muestra como una herramienta perfecta para evitar la profundización de los conflictos en Sudamérica. Siempre, claro, resguardando los intereses más estratégicos del imperialismo y aplicando su táctica actual.

Esta organización comenzó a funcionar en el año 2008, con la supuesta intención de servir como un “ámbito de las naciones sudamericanas” que, a diferencia de la OEA (Organización de Estados Americanos), funcionaría sin la presencia de representantes del imperialismo estadounidense y con mayor independencia de éste. Algunos sectores de izquierda depositaran grandes esperanzas en las “perspectivas independientes” de la UNASUR. Sin embargo, ya en su primera reunión efectiva en septiembre del 2008, durante los enfrentamientos entre el gobierno de Evo Morales y la oligarquía de la Media Luna, la resolución final condenaba cualquier intento de golpe contra Evo, pero, al mismo tiempo, llamaba al “diálogo conciliador” entre un gobierno legítimo y sectores fascistas.

La historia ha vuelto a repetirse. La reunión de UNASUR que tuvo lugar a finales del pasado agosto en Bariloche (Argentina) votó una declaración que legaliza el uso de las bases colombianas por parte de los EE. UU. y evita cualquier condena al gobierno de Uribe por permitir esta violación de la soberanía militar del subcontinente. Asimismo, Honduras ni siquiera fue mencionada en la declaración. Al parecer, la “guerra contra el terrorismo” no tiene nada que ver con luchar contra los golpistas de Micheletti.

Brasil

Todo esto demuestra que, al margen de la oposición de Evo Morales y las declaraciones de Chávez denunciando a EE. UU. y a su intención de llevarse las riquezas latinoamericanas (aunque sin apelar a las masas latinoamericanas y manteniendo expectativas en influir sobre las decisiones de Obama), la dirección de UNASUR está en manos de Lula y Brasil; es decir, expresa tanto el peso económico de este país en Sudamérica como la disposición de Lula y de la burguesía brasileña por jugar el papel de dirección política regional y también militar, como se ha evidenciado en Haití.

Efectivamente, el caso de Haití es paradigmático. La MINUSTAH comenzó sus actividades en Haití el 1º de junio de 2004, coordinada por las Fuerzas Armadas de Brasil -por mandato del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas- e integrada por efectivos de Chile, Uruguay, Argentina, Ecuador y de España, Canadá, Francia y Estados Unidos. En la actualidad, la conducta de los militares extranjeros roza la brutalidad y el pillaje.

En esta línea, el acuerdo militar con Francia que el presidente Lula anunciaba a inicios de septiembre es una respuesta de la burguesía brasileña al nuevo acuerdo militar de EE.UU. con Colombia, que mina las bases de la estrategia brasileña de consolidarse como el gran mediador al servicio del imperialismo, entre los dos bloques que polarizan la política en América Latina —el bloque de Chávez y los países del ALBA, a un lado; al otro los países más alineados con EE.UU., como Colombia y Perú— y de esta forma extender su influencia en la región.

Apenas días antes del anuncio del acuerdo con Francia, el presidente Lula salió en la cadena nacional de televisión para defender su proyecto para el pre-sal (los campos de petróleo recientemente descubiertos que pueden colocar a Brasil entre los diez mayores productores del mundo) como una “segunda independencia”, al mismo tiempo que presentó su acuerdo con Francia como una necesidad de defender esas riquezas que serían el “pasaporte de Brasil para el futuro”.

No podemos esperar que el fortalecimiento militar de Brasil sea utilizado, no para hacer frente a los golpes militares reaccionarios como el de Honduras, frente al cual Brasil no tomó ninguna medida concreta para apoyar la resistencia, sino para intervenir como tropas de “paz” en países vecinos a favor del imperialismo, como vemos hoy en Haiti, y para defender los intereses de las multinacionales brasileñas instaladas en los países de América Latina.

En conclusión, en América Latina, los titulares se centran en el reto planteado a EEUU por Hugo Chávez. Pero Brasil, bajo Lula, también se presenta como un rival, no de modelo social —Lula no se plantea romper con el neoliberalismo, ni mucho menos con el capitalismo— sino simplemente como otra importante potencia capitalista en la región.

¿Imperio o imperialismos?

Llegados a este punto debemos plantearnos la cuestión del imperialismo, o de los imperialismos, desde una perspectiva mucho mayor.

El fin de la Guerra Fría marcó el fin del reparto del mundo entre dos bloques imperialistas rivales. Una interpretación generalizada de estos cambios es que ellos permitieron a EEUU asumir una posición de predominio global, incluso mayor a la que disfrutó después de la Segunda Guerra Mundial. Particularmente, con el comienzo del ataque occidental contra Irak en 1991, se hizo popular considerar a EEUU como “la única superpotencia”.

Pero las proclamaciones sobre “un mundo con una única superpotencia” interpretan de modo totalmente equivocado la verdadera tendencia de los eventos; sí que EEUU es la mayor potencia, sobre todo en lo militar, pero existen otras que le hacen sombra en diferentes ámbitos. El colapso del estalinismo fue un episodio de importancia histórica mundial, precisamente porque rompió la rígida división bipolar del mundo, característica de la era de posguerra. Con eso permitió un regreso a una era de competencia interimperialista, una nueva situación de inestabilidad y de amenazas militares, tanto entre las grandes potencias como entre éstas y los países más débiles.

En sentido vemos cómo los conflictos entre potencias son los protagonistas en África central, en el sur de Asia, en la frontera europea de Rusia. El mundo entero, desde el este de Asia hasta América Latina, vive en una nueva carrera armamentística.

Caer en el error de pensar que EEUU es la única potencia imperialista equivale a repetir el esquema bipolar de la Guerra Fría, donde a un lado está Washington y al otro los “antiimperialistas”, es decir, todo aquél que se enfrenta a los intereses norteamericanos: ya sea Cuba, Venezuela, China, Rusia, Irán o Brasil. Las últimas consecuencias de esta interpretración implican ver un complot de la CIA detrás de las protestas de Irán o de las insurrecciones de Xinjiang en China.

Pero además, ello significa obviar las contradicciones de clase existentes en el interior de las potencias o de los paises aspirantes a serlo; significa obviar que los intereses de las burguesías nacionales —como es el caso de Lula en Brasil; o incluso para los golpistas hondureños, cuyos intereses son suficientemente fuertes como para desear mantener el control sin necesidad de estímulos norteamericanos— se oponen a las reivindicaciones de los trabajadores y las trabajadoras.

En conclusión, la lucha antiimperialista en América Latina es inseparable de la más activa solidaridad con la resistencia hondureña, hasta lograr la completa derrota de los golpistas. Pero también debe unirse a la campaña por el retiro inmediato de las fuerzas militares de Brasil, Uruguay, Chile, Argentina, Bolivia y otros que integran la MINUSTAH, fuerza de la ONU que ocupa y reprime en Haití por cuenta y cargo del imperialismo.

Y es que en un mundo dominado por una pequeña porción de grandes potencias, es una fantasía peligrosa creer que las mismas pueden llegar a proteger los intereses de la mayoría explotada. La humanidad no conocerá la paz hasta que esa mayoría tome el control del mundo, lo que sólo podrá realizarse, tanto en América Latina como en todo el mundo, derrotando a los Estados imperialistas, que intentarán impedirlo con uñas y dientes.

Fuente: http://www.enlucha.org/?q=node/1626

DATA WEB DE EDUMEDIA TECNOLOGIA EDUCATIVA