¡INAPLICABILIDAD DE LEY Nº29944 LEY DE REFORMA MAGISTERIAL; PAGO INMEDIATO DEL 30% POR PREPARACION DE CLASES Y EVALUACION!

Para tener Presente

"Los Maestros, al ponernos al servicio del Estado, no hemos vendido nuestra conciencia ni hipotecado nuestras opiniones, ni hemos perdido nuestra ciudadanía. El hecho de recibir una suma mensual de dinero significa sólo el pago de nuestros servicios profesionales, pero no el pago de un silencio y de una conformidad que repugna. Quienes pretenden que el maestro debe "callar, obedecer y trabajar", están en un error, y cometen un insulto a la dignidad humana... ". José Antonio Encinas

¿REFORMA EDUCATIVA?

¿Reforma educativa para mejorar la calidad académica? Es posible esto sin atender el rezago educativo en materia de infraestructura en zonas marginales, con estudiantes mal alimentados y desnutridos, sin planes de estudio acorde a las necesidades de la población.

Evaluar a los maestros, ¿Quiénes, las instituciones corruptas del Estado? ¿La Ministra Bachiller que no sabe quien proclamó la independencia del Perú? ¿Los intelectuales “expertos” de la televisión? ¿Los periodistas mercenarios asalariados de la gran empresa?


ley de reforma magisterial y la destitucion por inasistencia y tardanza

17 febrero 2013

La educación en Cuba es un ejemplo del que debemos aprender


"La educación infantil y la atención al infante en Cuba es un ejemplo del que debemos aprender todos los países y del que nosotros, los que trabajamos en Latinoamérica, nos sentimos profundamente orgullosos".
Así se pronunció el secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), Álvaro Marchesi Ullastres, en su conferencia magistral "Calidad de la Educación Infantil", ofrecida este martes en el Palacio de Convenciones de La Habana, en la segunda jornada de sesiones del Congreso Pedagogía 2013.
En otro momento de su intervención el conferencista señaló que "educar a las nuevas generaciones es una opción ética y moral, que garantiza el quehacer de los profesores y que da mayor valor ante la sociedad".
En el marco de la cita internacional, Marchesi destacó además los excelentes resultados alcanzados con la implementación del Programa cubano Educa a tu Hijo en otras naciones de la región, y señaló que constituye un modelo acertado para garantizar la atención integral a la primera infancia con la participación de la familia y la comunidad.
Convencido de que "no hay mejor inversión que invertir en la primera infancia", reconoció que en muchas regiones la infancia está poco cuidada porque no constituye una prioridad en la distribución del gasto público, situación que se traduce en carencias y desigualdades en el aprendizaje de los jóvenes.
Con la participación de cerca de tres mil delegados, nacionales y extranjeros, que continúan en el debate e intercambio de experiencias sobre este y otros desafíos de la educación en la actualidad, la cita multinacional acoge entre los invitados a representantes de organizaciones internacionales, autoridades académicas, pedagogos, funcionarios del sector y estudiantes.

¿Qué pasa con la educación secundaria? ¿Qué educación tenemos y qué educación queremos?

Reseña de Conflicto y reformas en la educación (1986-2010), de Jose Ramón Rodriguez Prada
¿Qué pasa con la educación secundaria ?¿Qué educación tenemos y qué educación queremos?


Conflicto y reformas en la educación (1986-2010). Los años decisivos: de la rebelión estudiantil a las consecuencias de la LOGSE, de Jose Ramón Rodriguez Prada, Traficantes de sueños, Madrid, 2012.

El libro publicado por Traficantes de sueños merecería tener una buena difusión, ya que es un buen documento de trabajo para una reflexión en profundidad sobre la situación de la educación secundaria en nuestro país. Una de las ventajas del libro es que su autor es uno de los actores del conflicto. Esta misma situación favorable la presento también yo como autor de este comentario crítico. Tanto él como yo hemos vivido, como profesores de instituto de izquierdas, la experiencia directa de los discursos y las prácticas de las que habla el libro. Me gustaría más entender este comentario como un diálogo con José Ramón Rodriguez Prada que como una simple reseña. Sobre todo porque la Ley Wert ha hecho perder la perspectiva a un buen sector de la izquierda. Parece que estamos frente a una ley reaccionaria delante de una educación que era básicamente progresista. Seguramente Rodriguez Prada, con el que comparto algunas opiniones y polemizo en otras, estará de acuerdo en este juicio. Me parece que la LOMCE forma parte del proceso que se inició a finales del franquismo y que se ha mantenido hasta la actualidad. Ha habido desplazamientos, pero no rupturas. Es un sistema educativo que ha respondido siempre a las exigencias del desarrollo del capitalismo en nuestro país. Es una política educativa clasista que ha financiado a los centros privados (con el eufemismo de “concertados”) en detrimento de la educación pública. Es una política educativa que no se ha enfrentado nunca realmente al poder de la Iglesia en nuestro país, ni en el tema de la enseñanza religiosa en los planes educativos ni en la financiación de sus centros educativos. Que la Ley Wert empeora las cosas es cierto, pero solo esto. El libro, afortunadamente, nos permite una perspectiva mucho más amplia y radical que la simple crítica a la Ley Wert.
El libro, claro, riguroso y escrito desde una posición de izquierda, presenta una serie de hipótesis que me gustaría sintetizar bien. Yo creo que son estas: 1) Hubieron unos años muy combativos de movilización de estudiantes y profesores de secundaria.En estas luchas se buscaba la mejora de la enseñanza secundaria pública y de los profesionales que trabajaban en este sector. Las formas de las que se dotaron fueron las asambleas y las coordinarias, o sea la autorganización y la autogestión. 2) Los sindicatos eran inicialmente marginales y no dirigieron la lucha. Progresivamente la manipularon al servicio de sus propios intereses. Hay un lobby sindical aliado con las autoridades académicas que básicamente quiere mantener su poder y sus privilegios. 3) La LOGSE fue una ley clasista y reaccionaria condenada al fracaso. Esta era la continuación y no la ruptura con la la Ley General de Educación de los últimos años del franquismo. Tanto la una como la otra responden a un intento de adaptar las leyes educativas a las necesidades del sistema capitalista, aunque ni tan sólo fue efectivo para estos objetivos. El resultado ha sido un fracaso pedagógico y social que ningún gobierno tiene voluntad política de corregir. 4) Los gobiernos del PSOE y el PP han potenciado los centros concertados para favorecer los negocios de la Iglesia. Los conflictos puntuales que tenía el PSOE con la Iglesia (enseñanza de la religión, ciudadanía) han tenido un carácter secundario. El PP representa directamente los intereses eclesiásticos en la educación. 5) El futuro es incierto, pero hay que ser pesimista: tanto las políticas educativas del PSOE como del PP tienen un carácter clasista, reaccionario y además ineficaz. Los intereses creados del capital financiero y de la Iglesia son los que finalmente determinan las políticas de los gobiernos, tanto el central como los autonómicos. 6) Lo deseable sería una educación pública a todos los niveles de calidad y en la que no hubiera ningún tipo de selectividad.
Quizás haya otras hipótesis importantes, pero me gustaría centrarme en estas para mi reflexión crítica. Hay que decir, de todas maneras, que José Ramón Rodriguez Prada ha sabido situar el contexto social, económico y cultural de cada momento. De todas maneras creo que hay que hacer dos correcciones respecto a sus previsiones. La primera cuando dice que la población inmigrante sgirá aumentando. Creo que las últimas cifras y la propia lógica de la crisis y de su gestión por el gobierno del PP van en sentido contrario. La segunda cuando dice que la tendencia del alumnado es a abandonar los estudios. Por las mismas razones (crisis y su gestión) muchos jóvenes continuan estuidando al no tener otras expectativas o incluso vuelven a los estudios cuando se quedan sin trabajo. También se equivoca cuando dice que no hay estudios sobre resultados académicos y desigualdad social. Por lo menos, en el caso de Cataluña sí los hay (el más conocido es el de la "Fundación Jaume Bofill") y los resultados son claros. Esta pùntuación me sirve para señalar que el autor está quizás demasiado limitado por conocer la situación de la comunidad autónoma de Madrid, que en algunos casos es extrapolable y en otros no tanto.
La hipótesis 1 y la primera parte de la 2 hacen referencia a las luchas estudiantiles y del profesorado, sobre todo las del curso1986-7 estudiantes) y 1987-8 (profesores). La hipótesis 3 y 4 hacen un diagnóstico sobre el estado de las cosas, a partir de la cual prevee la hipótesis 5. La segunda parte de la hipótesis 2 hace referencia al papel de los sindicatos. La hipótesis 6 formula los deseos del autor.
Empezaremos por el tema de la lucha estudiantil y del profesordo. He de decir que me incorporé al sistema educativo público el curso 1987 por lo que no pude conocer de primera mano las luchas de 1986. De todas maneras me parece que hay por parte del autor una idealización clara de las luchas estudiantiles. Toda mi experiencia posterior (25 años) me ha enseñado lo que son las luchas de los estudiantes de secundarias. Hay una minoría politizada que lleva la iniciativa, otra minoría que se resiste porque no quieren perder clases y una inmensa mayoría que se deja llevar, la mayoría de las veces por el criterio hedonista de no hacer clases. Esto es lo que hay y seguramente no puede ser de otra manera. Los adolescentes de 14 a 18 años normalmente no están politizados, en la mayoría de los casos ni tan sólo saben porque hacen huelga. Esto quiere decir que las huelgas de estudiantes (seguramente podríamos generalizar pero me centraré solo en el tema de secundaria) no implican un grado de conciencia y un compromiso de lucha por parte de la mayoría de los participantes. No arriesgan nada y lo que pierden sólo es valorado por los estudiantes más responsables, que son una minoría. Para los demás perder clases es un premio más que un castigo. Esto sería un matiz, una duda, que planteo al análisis algo triunfalista de Rodriguez Prada.
Respecto a la lucha del profesorado, en la que sí participé, me parece que su análisis es bastante fiel, aunque también algo optimista. Fue una lucha dura, pero no todos los profesores lo hicieron de la misma manera. Los que seguimos la lucha de una manera coherente perdimos una buena parte de nuestro sueldo aquel año. Tiene razón también cuando habla de la tendencia a la autoorganización del movimiento y del papel oportunista d elos sindicatos al intentar dirigirlo. Lo cierto es que CCOO capitalizó en buena parte el movimiento. Pero aquella lucha era para mejorar las condiciones de trabajo, lo cual era perfectamente legítimo, y no para mejorar la enseñanza pública. La relación entre una cuestión y la otra no es directa, ni mucho menos. Algunos profesores, valga la ironía, utilizaron el aumento de sueldo para llevar a sus hijos a la concertada. En todo caso sirvió para conseguir unas condiciones de trabajo dignas (que por cierto ahora vamos perdidendo a apasos agigantados).
Podemos entrar ahora en el diagnóstico de lo que ha sido la política educativa desde la Transición, en los sucesivos gobiernos PSOE-PP y en sus aplicaciones autonómicas. En realidad, aunque hay diferencias, podemos hablar de un proyecto global. Este proyecto pasa por : 1) Una Ley de Educación, la LOGSE, que como dice el autor es una continuación de la LGE aprobada al final del franquismo. La LOGSE ha sido reformada por sucesivos gobiernos pero nunca cuestionada a fondo. Esta Ley supone ampliar la educación obligatoria hasta los 16 años (continuando con lo que había hecho la LGE hasta los 14 años). Hay una concepción pedagógica basada en dar prioridad a los procedimientos más que a los contenidos y en considerar que hay que pasar de la instrucción a la educación. Apuesta también por la enseñanza comprensiva, que plantea que la enseñanza obligatoria ha de ser universal. Por atención a la diversidad se entiendo poner los medios para facilitar este proceso a los que tienen dificultades. Personalmente soy muy crítico con esta ley pero creo que hay que matizar la valoración negativa del autor del libro. Hay detrás una propuesta pedagógica que se considera progresista : no es discriminatoria porque no separa alumnos. La idea es buena pero la práctica nos ha demostrado que no es viable. No es viable porque los alumnos tienen intereses y capacidades diferentes. Hay que hacer itinerarios flexibles para orientar según estos intereses y capacidades porque de otra manera segregas al alumno en la propia aula. Dado que los que diseñan los planes educativos y los que las gestionan no tienen una experiencia de lo que es un trabajo en el aula son capaces de alimentarse de sus propios mitos. Pero es que además la LOGSE se hizo sin una financiación adecuada, con lo cual los problemas se agravaron porque no se pudo atende ra la diversidad. Separar no es discriminar en el sentido negativo. Quizás partimos de nuestros propios prejuicios al considerar que es mejor una formación teórica que una práctica. Era necesario una transformación que dignificase la formación profesional. Pero esto si significaba una fuerte inversión y el mantener el axioma de la LOGSE si permitía justificar al PSOE esta falta de inversión. La LOGSE ha fracasado por la falta de recursos pero sobre todo por unos planteamientos poco realistas. Este fracaso lo han pagado básicamente los hijos de obreros, que forman parte de la inmensa mayoría de los que no tienen el graduado social. De todas maneras hay que analizar diferentes cambios introducidos por la LOE del Gobierno Zapatero, como la posibilidad de una formación ocupacional a alumnos que repiten primero de ESO sin resultados positivos. También la idea de competencias básicas como prioridad educactiva merece algo más que una descalificación rápida.
Las críticas de los profesores a la LOGSE han sido a veces razonables y a veces no tanto. Mucha veces lo que se reivindicaba era un sistema más selectivo y una pedagogía más tradicional. Iniciativas como las de la Red Ires son, en sentido, interesantes porque son propuestas innovadoras. 2) Esto enlaza con el tema de los centros concertados. Lo podemos decir claramente : los centros concertados han sido y son una estafa social. Un estafa social para la inmensa mayoría de la clase trabajadora y para el sector de la clase media que cree en la enseñanza pública. Una enseñanza pública de calidad quiere decir centros públicos con recursos adecuados, tanto humanos como materiales. El dinero público debe ir a estos centros. Los centros concertados deben ser una excepción justificada. Pero deben cumplir con las condiciones de un centro público, empezando por la gratuidad. Pero los centros concertados se han convertido en centros privados subvencionados. Es decir, que el estado paga a los que no quieren ir a centros públicos. ¿Quien sale ganando? Las clases medias y algunos sectores de las clases trabajadoras que se lo pueden permitir que optan por la enseñanaza privada. ¿porque optan por la enseñanza privada? Porque es selectiva y porque tiene una estructura más jerárquica. Es una apuesta contra la enseñanza pública, que se condena a ser un un centro asistencial para famílias sin recursos. Lo grave del asunto es que la mayoría de dirigentes políticos del PSOE (no hablemos de la derecha porque en este caso son coherentes) e incluso de dirigentes sindicales llevan a sus hijos a la concertada. La concertada ha creado una triple red educactiva : privada para las clases altas (incluso a veces concertada, ya que por lo menos en Cataluña se han concertado centros claramente elitistas, del Opud Dei o laicos); concertada para las clases medias y los trabajadores que se lo puedan permitir y pública para los inmigrantes pobres, las clases trabajadoras no cualificadas y los grupos marginales. Son las clase medias y trabajadoras con posiciones po-líticas de izquierda consecuentes los que han mantenido la pluralidad de alumnos de la pública. La otra dimensión del problema es, por supuesto, el apoyo explícito a la Iglesia a través de sus centros educativos. 3) La enseñanza de la religión continua siendo una claudicación del PSOE. Desde un punto d evista laico y republicano está claro que la enseñanza religiosa debe impartirse en otros ámbitos, es decir en las catequesis.
Respecto al papel de los sindicatos me parece que hay que evitar tanto el elogio como la descalificación total. Los sindicatos han jugado un papel de resistencia respecto a la arbitrareidad de los gobiernos. Este es su papel positivo, en algunos casos más claro que en otros. Pero hay que criticarles en su conjunto por falta de imaginación, por oportunismo y por dogmatismo. Este dogmatismo, sobre todo en el caso de CCOO y STE(s) lo encontramos en su defensa de la LOGSE.
También es muy discutible la propia representatividad sindical, al margen de los centros y con delegados sindicales que se burocratizan acumulando horas. En el caso de Cataluña algunos dirigentes sindicales han utilizado estos cargos para colocarse en el Departamento de educación cuando lo dirigía ERC (en el caso de la USTEC) y el PSC (en el caso de la UGT). CCOO no lo ha hecho porque no ha podido (no ha estado ligado a un partido que tuviera poder insticuional) pero sus dirigentes (Lezcano, Gallego) han utilizado su paso por enseñanza para colocarse en la burocracia dirigente del sindicato. Otro error de los sindicatos ha sido su defensa del Cuerpo único de enseñanza no universitaria y su rechazo de la promoción docente. Hay detrás un falso igualitarismo, que Rodriguez Parada no critica, aunque sí lo hace, sorprendentemente, con el proyecto de desaparición del cuerpo de catedráticos ( restablecido por el PP). ¿Porqué incluir en el mismo cuerpo a maestros, profesores de secundaria y profesores de FP, con titulaciones y formas de acceso diferentes, y no a los universitarios? Respecto al tema de la promoción docente no se entiende porque es una propuesta que se aplica sólo en el sector de la enseñanza. ¿Es justo y beneficia a la enseñanza pública los que trabajan mejor y los que lo hacen peor?. Es esta una problemática compleja en la que hay que entrar, empezando por cuestionar el mismo estatuto de funcionario tal como se entiende hoy.
Otra cuestión es el tema de la formación, que como bien comenta el autor del libro, es la excusa de mal pagador de las autoridades. Ciertamente que los cursos de formación han sido pensosos para los profesores en activo y que el CAP ha sido, dependiendo de la Comunidad autónoma, o directamente
un desastre o cuanto menos insuficiente (en el caso que conozco de Cataluña). Pero el Máster actual es directamente una forma oportunista de sacar dinero sin dar ninguna preparación seria.
El último tema al que quería referirme es el de la selectividad. La postura de Rodriguez Prado es absolutamente contraria. Evidentemente la selectividad está mal planteada pero la Universidad tiene una función ligada a la investigación o a un trabajo futuro. Entender la Universidad como un lugar de formación me parece insostenible, auqnue esto sea otro debate.
De todas maneras hay una reflexión en profundidad sobre lo que es y lo que queremos que sea hoy, desde una perspectiva emancipadora, el sistema educativo. Hay una realidad ambivalente, que es que el sistema educativo de los países europeos es al mismo tiempo un sistema disciplinario y una conquista de cara a la igualdad de oportunidades. Hay también un hecho, que es que hemos pasado de una sociedad disciplinaria (basado en el encierro, una de cuyas fases es la escuela, como bien nos mostró Foucault) a una sociedad de control. Las instituciones, con su nuevos métodos educativos (formación permanente, evaluació continuada) ya intentan hacer esta transformación. El tipo de educación que quiere la izquierda emancipadora es algo que necesita un largo y radical debate. La educación ha de ser pública, laica y con recursos. Pero esta demanada no es suficiente porque es el mismo concepto de educación el que debe inventarse.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Meritocracia no es democracia


En los últimos meses se ha puesto en cuestionamiento la "meritocracia" impulsada por el gobierno como bandera de eficiencia y adecuada selección de los funcionarios públicos. El discurso se ha venido abajo tras hacerse pública la existencia de funcionarios del más alto nivel con titulaciones falsas, denuncias de concursos amañados y otras. Pero esa es la punta de un ovillo de una filosofía antidemocrática que esconde intereses clasistas que deben ser identificados.
Desde el gobierno de la autollamada "revolución ciudadana", la meritocracia ha sido promovida tanto a través de una nueva oficina pública (el Instituto Nacional de la Meritocracia), cuanto por concursos dudosos y evaluaciones homogenizadas, las que por su naturaleza, desconocen los fenómenos sociales vinculados con esos resultados haciendo que, por lo general, la supuesta búsqueda de los que tienen "meritos" se convierta en un mecanismo de segregación contraria a la democracia. Desde lo general y desde particularidades como la educativa, el discurso de la meritocracia aparece comúnmente positivo porque ofrece un gobierno de los que tienen méritos para ello, pero la práctica en una sociedad injusta y de clases solo profundiza las diferencias sociales.
La melancolía de los "aristócratas"
El origen etimológico de la palabra meritocracia (del latín "mereo": merecer, obtener), permite un acercamiento al término, que habla del "gobierno de quienes lo merecen", algo muy distinto al sentido mínimo, aunque imposible en el capitalismo, de democracia que se entiende como "gobierno del pueblo". Pero la diferencia no es solo lingüística, como veremos más adelante, sino que presenta una serie más alta de oposiciones que demuestran que la meritocracia no es democracia.
Ya en la antigua Grecia se presentó algo similar: la "aristocracia", que se suponía el "gobierno de los mejores". Tanto en el esclavismo, como en las colonias invadidas por ejércitos más fuertes o en las monarquías, siempre desde el poder se autocalificaron como "los mejores" para gobernar y ello se pretendió que era indiscutible porque provenía de un designio divino, la superioridad racial, la superioridad de género, títulos nobiliarios o cualquier otra artimaña ideológica. Más adelante, se dirá que es una cuestión de diplomas obtenidos en universidades a las que llegan pocos, o cualquier otro argumento para separar a los gobernantes del "vulgo" o pueblo que, según ellos, no está preparado para gobernar. La verdad es que los "preparados para gobernar" han causado desastres nacionales (recuérdese el gobierno de Mahuad, como ejemplo) e internacionales desde los organismos que gestionan la economía mundial como el FMI, repletas de PhD y doctores, y ya sabemos el resultado de su política. Con ello no se quiere decir que cualquiera debe ocupar cualquier cargo y que la preparación académica no sea importante, sino que no es suficiente e incluso secundaria ante la posición política y la concepción que impulsa a esos funcionarios o expertos.
Ese argumento de "los mejores" sirvió a la oligarquía ecuatoriana para impedir al inicio de la República la participación política de la inmensa mayoría, pues se otorgaba la ciudadanía solo a los varones, católicos, que sabían leer y escribir y que tenían importantes posesiones (lo que se refería en los hechos casi exclusivamente a los criollos o descendientes de españoles), porque se asumía que eran los únicos con capacidad para gobernar. Distintas luchas verdaderamente democráticas dieron paso al reconocimiento de la ciudadanía de las mujeres a inicios del siglo XX, de los analfabetos en 1978 y de niños y niñas en 1998. En esas luchas por la democracia, esta se buscaba rompiendo mecanismos que justificaban el gobierno de pocos, pero ahora los que tienen melancolía de "aristócratas" están dando pasos atrás hacia el "gobierno de los meritorios" y no del pueblo.
La creación de un círculo de aristócratas al que nadie puede entrar sin aceptación de quienes están ya en ese círculo, recuerda a aquellos que para ser parte de la nobleza tenían que comprar costosos títulos de Conde o afines a más de renunciar a su pasado social y étnico, para asumir todos los modos de ser de expresarse de los aristócratas. Algunos lectores ya estarán pensando que ahora se trata de títulos de costosas universidades, pero ello solo es lo más visible. Recuérdese que entre tener el título y tener la aceptación hay una distancia que no se resolvía para los "nuevos nobles" y los "nuevos ricos" sino tras muchos años, servicios prestados y pruebas de actuar como los "nobles de alcurnia".
Meritocracia para el gobierno y no para el poder
Una sociedad de clases, como lo es la capitalista, implica que el poder económico, social, político, militar e ideológico está en las manos de la clase dominante. Los poderes fácticos, como el económico y el ideológico (que incluye los medios de comunicación), no requieren de procesos democráticos de elección sino haber acumulado grandes riquezas, generalmente sin importar la manera en las que se las obtuvo. En el caso ecuatoriano, muy pocos se atreverían a decir que los más grandes millonarios tienen el mérito de ser los más inteligentes, los más trabajadores o los más estudiados. Tal vez, se diría que son los más ambiciosos o los más audaces, ubicando los "meritos" compartidos lejos de los títulos universitarios y ligándolos con la pertenencia de clase que crea un entorno en el que todo se les facilita.
El poder real, entonces, está lejos de la meritocracia que si se plantea para sectores de los funcionarios que administrarán el Estado. En el siglo II antes de Cristo, durante la Dinastía Han de China se habrían tomado los primeros exámenes para ser miembro de la burocracia[1]. También Genghis Khan, el emperador mongol seleccionaría a sus generales con base a pruebas y el sistema sería usado por Inglaterra en su colonización de la India. Ejemplos, entre tantos, que trataba de seleccionar a los mejores para conquistar y aplastar a los pueblos, los mejores perros guardianes de los intereses del amo, los administradores eficaces y eficientes, pero que fortalezcan el poder y no lo pongan en duda.
La meritocracia en una sociedad de clases, por tanto, está en función de sostener y fortalecer ese poder, no de cuestionarlo. Su promesa es la posibilidad de ascender socialmente por méritos y no por condiciones como la herencia, etnia o el género, lo que significa que no se busca eliminar las diferentes jerarquías sociales, sino plantear una nueva forma de acceder a ellas. "El mérito no es un valor comprometido con la igualdad, sino con la eficiencia o con la diferenciación, de modo que confiar la construcción de una sociedad más igual al principio del mérito puede debilitar, en vez de fortalecer, esa construcción. Si queremos fomentar una sociedad más justa e igualitaria, deberíamos subordinar el principio del mérito a la igualdad, y no al revés. Es la única forma de que el mérito no agudice la brecha cada día más abierta de la desigualdad."[2]
El uso moderno del término
Se suele identificar como primera referencia moderna al término meritocracia al libro "Rise of the Meritocracy (1870-2033): An Essay on Education and Equality" de Michael Young (1958), novela que pretendía alertar sobre ese nuevo poder. Cuarenta años más tarde, escribe un corto texto "Abajo con la meritocracia" del cual vale extraer una larga reseña, recomendando su lectura completa [3]:
"… Tiene todo el sentido nombrar a personas concretas para realizar trabajos en función de sus méritos. No podemos decir lo mismo cuando quienes son juzgados por sus méritos del tipo que sea ascienden a una Nueva Clase social sin dejar sitio para otros.
Las habilidades de tipo convencional, que solían estar distribuidas entre clases de forma más o menos aleatoria, se han venido concentrado en una sola clase gracias a la maquinaria educativa.
… Con una increíble batería de certificados y titulaciones a su disposición, el sistema educativo ha dictado aprobación para una minoría, y un suspenso para una mayoría que no consigue brillar desde el momento en que son relegados al fondo del sistema de graduación a la edad de siete años o antes. Esta Nueva Clase tiene todo los medios a su alcance, y en gran parte bajo su control, por la que se reproduce a sí misma.
Mis predicciones más controvertidas y la subsiguiente advertencia se fundaban en un análisis histórico. Pensé que las clases más pobres y los más desaventajados serían doblemente marginalizados, lo que de hecho ha ocurrido. Al ser marcados desde la escuela son más vulnerables para más tarde formar parte del "ejército de reserva" que es el desempleo.
… Mediante la selección que opera el sistema educativo las clases bajas han perdido a muchos de los que debieran haber sido sus líderes naturales, de portavoces de la clase trabajadora que se continuaran identificando con la clase de la que procedían."
Sin duda son muchos los que sin leer el libro de Young usan la palabra meritocracia. Pero como se ve, el autor rechaza a esta nueva "clase" (que en realidad no es más que un tipo de administradores de los intereses de las clases dominantes propias del capitalismo) porque son lo opuesto a la democracia y separa más a las personas destinadas a ser "ganadoras" y a las destinadas a ser "perdedoras" en la supervivencia social.
Quién selecciona los requisitos que se elevan a la consideración de méritos
Pasar a una selección de funcionarios por el nivel de sus méritos, es sin duda mucho mejor a que ello sea un asunto de herencia, etnia, género o simplemente el poder económico. Pero cabe preguntarse: ¿Quién decide cuáles son los méritos y para que objetivos?, porque eso será determinante. Por ejemplo, para crear un nuevo cuerpo de policías, los méritos serán muy distintos si se los quiere para reprimir al pueblo que si se los quiere como fuerza civil que lo defienda.
Lo que sucede, entonces, es que bajo el nombre de meritocracia se termina seleccionando a los que cumplen determinados requisitos considerados como mérito, aunque la distancia entre requisito y mérito puede ser muy grande.
Un ejemplo dramático lo hemos vivido en el Ecuador de estos años cuando se impuso que el ingreso a colegios de tradicional prestigio se realizaría en función de las calificaciones de los aspirantes, dando prioridad a los de 20 puntos, luego a los de 19 y así sucesivamente. Este requisito se propuso como mérito pero lo que se hizo es segregar y menospreciar a estudiantes que tuviesen 16 o 15 puntos, sin considerar que muchos alcanzaban esas calificaciones a pesar de que a su corta edad también trabajaban, cuidaban a sus hermanos menores o cumplían responsabilidades de adultos. Este sobre esfuerzo no es un mérito para los tecnócratas del Ministerio de Educación que se enfocan solo en la calificación, apenas uno de los resultados finales del proceso educativo.
Cuando los estudiantes nombran a sus representantes y presidentes de curso, no lo hacen considerando en primer lugar las calificaciones como ahora exige la Ley de Educación Superior; igual sucede al nombrar a los dirigentes barriales, sindicales o de las comunas. La historia personal de lucha y consecuencia pesan más y, dado que todo cambia, las dirigencias tampoco pueden ser eternas. Así, podríamos decir que lo que prima son sentidos de lealtad y necesidad, de cuales circunstancias llevan a que alguien sea el más indicado para la dirección en ese momento, sin que eso signifique que sea el mejor frente a los demás.
Entonces, el mérito o más precisamente el requisito a considerar, es seleccionado por quien tiene el poder para hacerlo. Y lógicamente lo hace desde su propia experiencia vital y perspectiva ideológica.
Son los intereses de las clases dominantes los que dominan el ejercicio de selección humana que se plantea como meritocracia, por encima del discurso que supone una inexistente igualdad. Con el requisito de las titulaciones académicas, siempre positivas pero si se las mira al margen de la realidad concreta, se puede fácilmente olvidar otros méritos y consideraciones, entre los cuales está la experiencia y el conocimiento de la realidad. Cuando se despidió masivamente a funcionarios del Ministerio del Ambiente bajo la fórmula de "renuncias obligatorias", una funcionaria me lo dijo en estas palabras: "Han expulsado a los que saben y nos llenaron de jóvenes con un montón de títulos". Así como se escoge unos requisitos, hay otros que voluntariamente se dejan de lado y, por ejemplo, la experiencia como proceso continuo de aprendizaje, deja de ser un mérito.
Esta selección de qué requisitos se piden y cuáles se excluyen, generalmente es ya una trampa intencional. No faltan contrataciones en las que esto sirve para nombrar a quien fue seleccionado antes de cualquier concurso, redactando el perfil del puesto de acuerdo a su hoja de vida.
Finalmente, hay que considerar que lo que es mérito para una actividad, deja de serlo para otra. Por ejemplo, una actitud humanitaria es deseable para los trabajadores de la salud, pero en un Estado autoritario esa actitud será indeseable en los cuerpos represivos, característica que en el autoritarismo es fundamental para los organismos de seguridad del Estado.
Meritocracia y el darwinismo social
El darwinismo social pretendió trasladar principios de la evolución natural al campo de la sociedad, error de todo tipo de mecanicismo que ha sido denunciado por las ciencias sociales. Sin embargo, se continúa difundiéndolo como un justificativo de la injusticia social y poniendo en los hombres de los oprimidos la responsabilidad de su situación. Como lo explica Ángel Puyol": "No hay más igualdad social en la meritocracia que la que había en cualquier otra concepción jerárquica de la sociedad. Lo que ha cambiado es el modo de justificar las diferencias sociales: ahora es el mérito individual, una combinación de talento y esfuerzo, lo que dota de legitimidad al acceso a la desigualdad".[4]
Los darwinistas sociales, dirán que "el más apto sobrevive" y asumirán que "cada uno tiene lo que se merece" en una competencia entre "ganadores" y "perdedores". Pero los ganadores son los que ocupaban ya estratos altos de la sociedad y que no necesariamente demuestran "merecer" su holgura económica y su posición de poder. Los integrados y los que están a gusto con el estado de cosas, creen que reciben lo justo, lo que corresponde a sus méritos, como una justa gratificación. En consecuencia, los desposeídos reciben también lo que se merecen.[5]
Desde la India, donde la división de castas está prohibida pero se mantienen en los hechos, la experiencia de la meritocracia en el marco de las diferencias sociales, ha sido también denunciada por sus resultados:
"El lenguaje de la meritocracia se ha extendido en todo el mundo junto con el
capitalismo competitivo que lo dio a luz. Por otra parte, en las conclusiones de este trabajo volvemos a la pregunta de cómo es el mérito producido en el primer lugar. La distribución de las credenciales, especialmente en la forma de educación, no es solo una función del talento individual. Refleja también el diferencial de la inversión en las escuelas públicas, salud, nutrición, etc. La discriminación institucional de este tipo crea millones de indios de castas bajas para una vida de pobreza y desventajas. Siempre y cuando el campo de juego esté inclinado, no puede haber verdadero sentido de meritocracia concebida como una justa".[6]
La relación entre meritocracia y competitividad está presente continuamente. Cuando se piensa en educación, aquí se presenta una contradicción irresoluble entre educar para la solidaridad, que en el ejemplo de los andinistas prefiere esperar al compañero para llegar juntos a la cumbre, o educar para la competitividad que supone, bajo el ejemplo del mercado, que el pez grande se come al más chico. Una meritocracia que olvida los aspectos sociales, miente pretendiendo que hay una competencia en igualdad de condiciones, solo impulsa la competitividad individual, dejando la solidaridad de lado como una actitud que impide ocupar un puesto entre los "ganadores".
¿Es democrática una sociedad de "perdedores" y "ganadores"? Absolutamente no y menos lo es cuando esta clasificación se presenta como condición vital y permanente. Tampoco cuando justifica las disparidades sociales y, bajo la presunción de que "cada quién tiene lo que se merece", ocultando las raíces de la desigualdad y justificando la injusticia social. Por ello, los mecanismos instaurados por el gobierno son opuestos a la democracia y forman parte de un cuerpo doctrinario que nada tiene que ver con revolución alguna, sino con la pretensión de perpetuar el capitalismo, modernizándolo.
Notas:
 [1] Casey, Wilson (2009). Firsts: Origins of Everyday Things That Changed the World. Penguin USA.
[2] Puyol González, Ángel (2007). "Filosofía del Mérito", en: Contrastes, Revista Internacional de Filosofía, Volumen XII (2007) • ISSN: 1136-4076. Universidad de Málaga.
 [4] Puyol González, Ángel (2007). "Filosofía del Mérito", en: Contrastes, Revista Internacional de Filosofía, Volumen XII (2007) • ISSN: 1136-4076. Universidad de Málaga.
[5] BARBOSA, L Igualdade e meritocracia: A etica do desempenho nas sociedades modernas, Río de
Janeiro. Ed. Fundacao Getulio Vargas, 1999.
[6] Surinder S. Jodhka and Katherine S. Newman (2009). In the Name of Globalization: Meritocracy, Productivity and the Hidden Language of Caste. Indian Institute of Dalit Studies. Working Paper Series Vol. III No. 3, New Delhi.
Edgar Isch L., antropólogo y pedagogo ecuatoriano, fue Ministro de Ambiente de Ecuador

Proceso de la acción de amparo

Ya sea que tu acción de amparo sea aceptada o se denegada.

Útil y didáctico... 

DATA WEB DE EDUMEDIA TECNOLOGIA EDUCATIVA