¡INAPLICABILIDAD DE LEY Nº29944 LEY DE REFORMA MAGISTERIAL; PAGO INMEDIATO DEL 30% POR PREPARACION DE CLASES Y EVALUACION!

Para tener Presente

"Los Maestros, al ponernos al servicio del Estado, no hemos vendido nuestra conciencia ni hipotecado nuestras opiniones, ni hemos perdido nuestra ciudadanía. El hecho de recibir una suma mensual de dinero significa sólo el pago de nuestros servicios profesionales, pero no el pago de un silencio y de una conformidad que repugna. Quienes pretenden que el maestro debe "callar, obedecer y trabajar", están en un error, y cometen un insulto a la dignidad humana... ". José Antonio Encinas

¿REFORMA EDUCATIVA?

¿Reforma educativa para mejorar la calidad académica? Es posible esto sin atender el rezago educativo en materia de infraestructura en zonas marginales, con estudiantes mal alimentados y desnutridos, sin planes de estudio acorde a las necesidades de la población.

Evaluar a los maestros, ¿Quiénes, las instituciones corruptas del Estado? ¿La Ministra Bachiller que no sabe quien proclamó la independencia del Perú? ¿Los intelectuales “expertos” de la televisión? ¿Los periodistas mercenarios asalariados de la gran empresa?


ley de reforma magisterial y la destitucion por inasistencia y tardanza

09 noviembre 2014

En marzo es el segundo concurso de reubicación de escalas


El 7 de noviembre se publicó la Resolución Ministerial 510-2014-MINEDU. 
El Ministerio de Educación modificó las fechas del cronograma del segundo concurso de reubicación de escalas siendo la fecha de la evaluación el 29 de marzo del 2015.  Los docentes que están habilitados para el concurso podrán corregir los  datos  que consignaron cuando se inscribieron. Esta  rectificación de información se realizará del 9 al 22 de diciembre.




Por una salida democrática a la crisis política





El Estado mexicano no es más que un semiEstado en descomposición acelerada. En efecto, ha sufrido mucho más que otros Estados de países dependientes las consecuencias de la política del gran capital en el desarrollo de la mundialización. Es decir, la pérdida de soberanía en el establecimiento de su política financiera, monetaria, militar, jurídica, alimentaria, rural, demográfica y del control del territorio nacional. Los acuerdos internacionales subordinan el presupuesto y la moneda nacional a Estados Unidos y a los servicios de la deuda externa. La compra del armamento se realiza en Estados Unidos, las fuerzas armadas están supervisadas por Estados Unidos mediante observadores in situ, los procesos electorales son controlados por Washington al igual que la justicia, el campo fue colocado al servicio de las necesidades estacionales de los importadores del Norte y la soberanía alimentaria fue liquidada mediante el Tratado de Libre Comercio Norteamericano con el resultado del despoblamiento de las regiones rurales a la opción a la población joven entre la desocupación disfrazada de empleo informal, la emigración clandestina abandonada a sí misma o la delincuencia y, finalmente, el ejército de Estados Unidos declara oficialmente que controla todo el territorio hasta Centroamérica y manda técnicos militares y policiales a México para intervenir en lo que titula “defensa del orden”.A eso se agrega la ilegitimidad y la ilegalidad del personal gobernante. El fraude descarado le robó la victoria electoral en 1988 a Cuauhtémoc Cárdenas; los asesinatos masivos crearon las condiciones para imponer un nuevo gobierno del PRI-PAN que no cumplió con su firma en los Acuerdos de San Andrés y pasó el testimonio al PAN, que en el 2006 volvió a robarle la elección presidencial a Andrés Manuel López Obrador, militarizó y ensangrentó al país y en el 2012 devolvió el gobierno a su aliado priísta para que eliminase por completo en el plano jurídico, político, económico y social las conquistas de la Revolución mexicana que aún subsistían.
El resultado es un aparato estatal sin los atributos de un Estado independiente, coludido con la parte más sangrienta e inescrupulosa del capital- el narco tráfico y la delincuencia organizada-, carente de consenso y dependiente por completo de la represión y los asesinatos para mantener el gobierno de una oligarquía reducida de socios del gran capital financiero internacional.
El presidente nacido del fraude carece de consenso y depende de las fuerzas represivas en las que un sector todavía sano y antientreguista ve con creciente preocupación los lazos con el narcotráfico del otro sector y del gobierno y teme las consecuencias posibles de un estallido social preanunciado por la protesta por las matanzas de Atlatlaya y Ayotzinapa que abarca cada vez más regiones, sectores sociales y países del mundo.
Esa protesta democrática inicialmente exigía castigo a los culpables y gritaba sólo “¡Vivos los llevaron, vivos los queremos!”. Ese reclamo justo y lógico deja en manos del Estado criminal la reparación de los crímenes que el mismo comete y no modifica un sistema que descansa sobre la violencia y la delincuencia y el acuerdo con los narco-lavadores de dinero, los narco-políticos, los narco-policías o militares. Ahora, en cambio, las últimas manifestaciones estudiantiles elevan el tiro repudiando el crimen de Estado y exigiendo la renuncia de Peña Nieto, conscientes de que es necesario un cambio político. Pero esa exigencia, sin proponer una alternativa, implica un salto al vacío y no puede convencer a la mayoría de la población que, aunque horrorizada por la represión, teme un cambio, sigue siendo pasiva y conservadora y no hace en las grandes empresas ni siquiera paros simbólicos solidarios.
Porque el problema es quién reemplazaría al presidente títere del gran capital en el caso de que se lo derribase, qué se podría hacer contra las fuerzas represivas y contra la violencia del narcotráfico y cuál podría ser la salía democrática y constitucional a esta situación de ilegalidad generalizada.
En esta tensa situación social desgraciadamente hay grupos que no han aprendido nada de la historia nacional y sudamericana y alientan veleidades guerrilleras llevados por el mesianismo, la impaciencia, la inconsciencia y, algunos, alentados por la provocación. Una aventura de grupos armados desligados del pueblo sólo serviría al gobierno para hacer abortar el crecimiento de la protesta y de la conciencia popular.
En cambio es necesaria la resistencia civil organizada y generalizada que lleve a un paro cívico nacional y prepare una huelga general nacional obrero-campesina-estudiantil. En Bolivia, el pueblo en la calle expulsó al presidente Sánchez de Lozada e impuso un gobierno de transición que llamó a elecciones generales y a una Asamblea Constituyente. Es constitucional el derecho de resistencia a la tiranía y el derecho a una Constituyente que cambie el país y sus instituciones. Es posible imponer esta salida y la constitución de un gobierno técnico transitorio compuesto por pocas personalidades intachables que cierre el Congreso, reorganice el Estado y organice elecciones generales y una Asamblea Constituyente con delegados elegidos en asambleas populares. La generalización de las policías comunitarias y grupos populares de autodefensa apoyados en grandes movilizaciones tendría un fuerte efecto en los mejores sectores de las fuerzas armadas, como sucedió en los países árabes, y el control popular reduciría la acción de los narcos. La Asamblea Constituyente restituiría la propiedad nacional de los recursos naturales privatizados, castigaría la corrupción y la delincuencia, anularía las leyes y medidas antisindicales y antiobreras, daría plena vigencia a los derechos democráticos y podría resolver planes concentrados de apoyo a los campesinos y de creación de empleos para reducir la emigración y las bases del narcotráfico. Esperar en cambio que el desgaste de Peña Nieto y de los organismos estatales de mediación y contención (PRI, PAN, PRD y otros partidos paleros) pueda facilitar próximas elecciones generales limpias y un eventual triunfo de MORENA es utópico, desmoviliza la protesta y da tiempo y margen de maniobra a los criminales de Estado. Un cambio sólo es posible si se movilizan amplias masas por un programa común inmediato y una alternativa democrática posible.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Cajamarca enseña





La trágica muerte de Fidel Flores, ocurrida el 30 de octubre pasado, debiera ser una lección para todos. Cajamarca, como todos los pueblos que luchan por una casa, entrega lecciones de las que se pueden extraer valiosas enseñanzas. Vale reflexionar en torno a algunas de ellas. El sacrificio de este valeroso ciudadano cajamarquino nos refleja el convulso escenario nacional en el que es posible luchar y aún ofrendar la vida, por una causa justa.Y es que ahora Cajamarca es un pueblo que sabe que tiene derechos. Y está dispuesto a enfrentar la adversidad por ellos. Ha aprendido, en el quehacer cotidiano, que nada está sembrado en la tierra y que nada, cae del cielo. Todo tiene que ser forjado con sus propias manos y regado por su sangre. Sólo así, obtendrá victorias.
Si Fidel pudo enfrentar el acoso de hordas policiales amparadas por la Ley; es porque estaba seguro de la justeza de su causa. Ella le dio valor, y capacidad e resistencia.
El hecho ocurrido en la azotea de una vivienda, nos mostró, adicionalmente lo que es capaz la “justicia de clase” de la sociedad capitalista y burguesa. Un Poder Judicial al servicio de los poderosos. Una policía, presta siempre a actuar en su nombre. Una gama de matones que se mueve por dinero. Y una indiferencia notable que vio una lucha desigual, pero no intervino en ella por prudencia, cautela, o más bien falta de solidaridad activa.
La muerte de Fidel es injusta. Pero también inútil. Nada justificaba un procedimiento judicial que -hoy se sabe- comenzó hace más de veinte años y no se resolvió por desidia y parsimonia de los rostros de la justicia.
Nada, tampoco, la aplastante presencia policial que podría haber enfrentado a una vigorosa banda delictiva, pero que, en el caso, fue llamada apenas para doblegar la resistencia deuna sola persona. Los “custodios del orden” -15 contra a 1- actuaron como sus similares, los “héroes de Chavín de Huántar”: infinitamente superiores en hombres, armas y preparación de guerra en la Residencia Nipona en abril de 1997. Esta vez, se enfrentaron sólo a Fidel quien, sin duda, llevaba bien puesto su nombre.
Y nada justificaba tampoco el uso de amas letales, como la que le arrancó la vida a una persona que solo defendía el techo para sus hijos en un rincón profundo de nuestro martirizado país.
El suceso muestra, además, hasta que punto la desesperación puede llevar a un hombre a una resistencia sin perspectiva. Fidel estaba a punto de perder su casa, la de su familia y la de sus hijos. Y no tenìa nada más que algunas piedras para cautelar su futuro. Las usó. Y recibió, en respuesta cacerolas completas de disparos asesinos.
No debiera sorprender la reacción de “la prensa grande” ante los hechos No los ha ocultado. Al contrario. Los ha mostrado a grandes titulares y repetido en la “tele” hasta el hartazgo ¿Para qué? No para mostrar el heroísmo de Fidel y su pertinacia; ni el rostro impasible de la injusticia personificada en la juez que condujo el “desalojo”; sino tan sólo para confirmar la ineptitud de un gobierno, mostrándolo brutal e insensible.
El Presidente Humala, tomó distancia de los hechos. En una primera reacción, aseguró que éste era un acontecimiento muy malo. Y el Ministro del Interior criticó la violencia policial y dispuso medidas de castigo a sus autores. En los “medios” no faltaron, sin embargo, los que, en ese marco, dijeron que, en el fondo, lo que estaba en juego era “el imperio de la ley”. Fidel se alzaba contra ella y tenía que ser doblegado. Esa fue su visión de clase. Althaus dixit.
No han cesado, sin embargo, los ataques a gobierno por este hecho. Y eso, es lo que ha marcado la diferencia. ¿El entonces Presidente García criticó, acaso, los sucesos de Bagua? ¿No los alentó y justificó plenamente asegurando, además que sus protagonistas “se creían ciudadanos de primera clase”?
¿Alguna vez Jaime Althaus, Cecilia Valenzuela o Aldo M. le dijeron algo a Mercedes Cabanillas criticando los sucesos de Bagua? “Perú 21”, “Correo” o el diario “Expreso” ¿acusaron de pronto al gobierno aprista por esa matanza?
Hagamos un poco de memoria. No necesitamos hablar mucho de Fujimori para ello porque todos sabemos cómo ocurrían las cosas allí: se hubiese capturado a un ciudadano cualquiera, molido a palos para que “confiese” que Fidel lo adiestró para hacer actos terroristas; detenido a Fidel en una obscura madrugada y en pocas horas se le hubiese puesto a disposición de un Tribunal sin rostro, y en juicio secreto, dictado una sentencia anónima por “terrorismo agravado”: Cadena Perpetua, hubiese sido el desenlace ¿No era así la cosa? Nuestro querido Eduardo González Viaña hubiese podido escribir otro libro: “Fidel en el infierno”.
Pero en los años de Toledo, cuando el pueblo de Arequipa se alzó contra la privatización de empresas, el gobierno mandó “reprimir a la población y retomar la ciudad a cualquier costo”. No hubo muertos porque los nuevos jefes militares -los primeros después del fujimorato- no quisieron actuar sin una orden “expresa y escrita”, firmada por el titular del sector. No querían graduarse de asesinos.
Algunos años después, -en los años de García- el general Jordán, de la policía nacional recibió la orden de “emplear la fuerza” contra pacíficos manifestantes de Moquegua. Y cuando debió hacerlo, se vio ante una multitud pacìfica y desbordante que virtualmente lo desarmó. No quiso actuar y lo dijo: “mi misión, no es matar”. Desde el gobierno y la “prensa grande” le dijeron de todo: cobarde, pusilánime y hasta traidor. Pero se negó a enfilar sus fusiles contra el pueblo. Y lo echaron de la institución por eso ¿lo recuerdan?
Ellos quisieron siempre que se impusiera la fuerza y se doblegara la voluntad de la población, en todas partes. Y nunca les importó la vida de la gente ¿A qué tanta gritería ahora? Fidel no merece que nadie trafique con su sangre.
Lo que ocurre es que todo esto, forma parte de una misma campaña. Ella se orienta a desacreditar al máximo al Presidente y consolidar en el escenario a las esperpénticas figuras de Keiko y Alan, sus cartas para el 2016.
Como “el caso” López Meneses no da para más, y cómo lo de Chanduví no alzó vuelo, como aquello de la “vacancia presidencial” no entusiasmó a las galerías, entonces levantan otras cosas: Los sucesos del 30 de octubre en la azotea de la casa de Fidel, les cae de perillas, el tema de Martín Belaúnde, o el de Manuel Burga, les viene también como anillo al dedo.
Lo de Martín Belaúnde es muy claro. El dice que lo atacan porque es amigo de Ollanta y de Nadine. Y no le falta razón: si fuera amigo de Keiko, no le pasaría nada. Como no le pasa al Congresista Gagó a quien han “exonerado de culpa” pese a sus truhanerías; o al también congresista Grandes, acusado de alentar la prostitución infantil; o a Spadaro, por otras pillerías. Todos ellos gozan de impunidad por ser “amigos de Keiko” ¿verdad? Y si Martín Belaúnde lo fuera ¿no le iría mejor?
Algo parecido se puede decir con relación al tema de Manuel Burga, el odiado “Jefe de la Federación Peruana de de Futbol ¿Acaso no sabe todo el país que vivió a la sombra del gobierno de García los cinco años de gestión gubernativa del APRA?
El escenario nacional está convulso porque las denuncias referidas a la corrupción están a la orden del día. Y porque las Mafias se defienden como gato panza arriba para librarse de ellas ¿Acaso no hemos visto a Luciana León, la congresista aprista, decir que contra ella “hay persecución política” porque a Procuraduría puso en evidencia clamorosos desbalances patrimoniales? ¿Acaso no hemos sido testigos de los aullidos de Mauricio Mulder y Javier Velásquez, empeñados ambos en “cerrar” el caso de García para que se abandone la investigación al ex Presidente?
La Mafia busca desesperadamente liberar a Alberto Fujimori antes de fin de año. Y cuenta, según parece, con la benévola complicidad de un alto Magistrado que ya antes hablo a favor de delincuente convicto y confeso, recluido hoy en la DINOES, y en toro a cuyo caso habrá de fallar en semanas.
Aunque el cielo peruano parece siempre brumoso, poco a poco se está despejando. Y lentamente se va haciendo luz en cada recodo del camino. También para todo esto, Cajamarca enseña.
Gustavo Espinoza M. Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Diez años con "Periferia" en la lucha contra la desinformación





“Por tímido que sea, cualquier proyecto de independencia [informativa] puede amenazar, en alguna medida, la división internacional del trabajo, que atribuye a unos pocos la función activa de producir noticias y opiniones, y atribuye a todos los demás la función pasiva de consumirlas”.
Eduardo Galeano


Caratula No. 1 de Periferia, 2004

La sociedad colombiana está sometida a una dictadura mediática regida por el poder totalitario de unas pocas empresas de comunicación que controlan lo que se dice y se piensa en nuestra vida cotidiana. La radio, la televisión y la prensa escrita son propiedad de grandes grupos económicos que determinan los patrones de comunicación de la gran mayoría de los colombianos, imponiendo los valores propios del capitalismo traqueto que se ha impuesto en este país. La gente común y corriente es la principal víctima de esa dictadura comunicacional, en la medida en que se le ha “formateado” el cerebro para que piense y actúe como lo quieren las clases dominantes y tal como lo expresan sus medios de comunicación de masas (llámense RCN, Caracol, El Tiempo o El Espectador…). Ese proceso de domesticación se expresa en la imposición del culto a la competencia individual, a la ganancia, a las desigualdades y a la injusticia, como si todas ellas fueran algo natural que deben ser aceptadas sin remedio alguno. A través de los medios de desinformación se impone el más crudo y vulgar de los racismos, sexismos y clasismos, que reproducen la desigualdad y discriminación extremas que caracterizan a nuestra sociedad.

Esa desinformación dominante ha logrado que se reduzca el panorama informativo a unas pocas trivialidades, que pasan a convertirse en la razón de ser de hombres y mujeres: futbol como el único deporte existente; telenovelas y enlatados como exclusivo referente cultural; reality shows como programas encaminados a reforzar la idea del éxito individual que resulta de la competencia y del arribismo; noticieros que mienten a granel y reducen el mundo a un enfrentamiento entre buenos y malos, en donde los primeros están representados por Estados Unidos y sus súbditos (entre ellos Colombia) y los segundos son sus enemigos u oponentes en el plano mundial o local. Lo peor del caso es que esta última trivialidad pretende legitimar la eliminación física y la destrucción de los “malos”, mediante, por ejemplo, los bombardeos criminales que de manera impune –y a nombre de la cruzada contra el terrorismo– se efectúan en diversos lugares del planeta, como acontece en el territorio nacional.

Hasta tal punto el panorama comunicacional regido por la dictadura mediática señalada se ha impuesto en nuestra sociedad, que para los ojos de la gran mayoría resulta raro y sorprendente que algunos sectores intenten combatirla impulsando otras formas de comunicación, porque la irracionalidad monolítica dominante no concibe maneras diferentes de información y periodismo. Para completar el terrible panorama que enfrenta una información alternativa debe señalarse la carga política de derecha que en nuestro país se ha reforzado en los últimos doce años y alcanzó su máxima cota durante el régimen de la Inseguridad Antidemocrática, durante el cual la postración y la abyección de la prensa, los periodistas y los “intelectuales” fueron fundamentales para legitimar el crimen y la mentira.

Por todas estas circunstancias, adquiere un significado especial que un día Olimpo Cárdenas y un grupo de compañeros hayan decidido a finales del 2004 publicar Periferia, que hoy llega a su número cien y, en medio de grandes dificultades económicas, políticas, editoriales, hayan podido mantener ese proyecto en una de las coyunturas más difíciles para el pensamiento alternativo y revolucionario. Periferia ha sido una pequeña ventana que se abre intermitentemente, para enfrentar el apabullante dominio ideológico y cultural del capitalismo traqueto a lo criollo, y a través de la cual se filtran los destellos de otro modelo informativo que nos acerca a nuestra contradictoria realidad de una manera crítica y propositiva. En Periferia se han ventilado grandes temas (paramilitarismo, megaproyectos, destrucción ambiental, explotación mineral, masacres, represión, luchas de resistencia…) del panorama colombiano, siempre con la pretensión de desnudar las miserias del capitalismo realmente existente. En Periferia se ha combatido el centralismo predominante en Colombia, que reduce el acontecer nacional a lo que sucede en Bogotá y el centro del país, para mostrarnos número tras número la presencia viva y activa de la vida regional y provincial, que bulle en las entrañas de la Colombia profunda. En Periferia se ha denunciado la desigualdad y la explotación que caracterizan a este país, pero también se ha exaltado el sentido de dignidad y de lucha de hombres y mujeres, que han combatido de múltiples formas –con la pluma, el fusil, el azadón o el martillo– la injusticia reinante. En Periferia se funden la crónica, el análisis, el reportaje, el artículo de opinión, la divulgación científica, para proporcionarle al lector un acercamiento panorámico de la complejidad social de Colombia, de nuestra América y de un mundo cada vez más turbulento.



Caratula No. 50 de Periferia, 2010 

Sea esta la oportunidad de evocar algunos aspectos de mi participación en Periferia, un proyecto quijotesco que ha persistido por una década. En el segundo semestre de 2004 me llamó por teléfono Olimpo Cárdenas, a quien no conocía personalmente para proponerme que escribiera para un periódico que estaba por aparecer. Él me invitaba luego de conocer algunos artículos míos publicados en otros periódicos y revistas de la época, especialmente en uno titulado Mundo Ciudadano, en el que ambos habíamos colaborado. Yo le respondí que sería bueno que me contara personalmente de qué se trataba el asunto. En efecto, un día domingo conocí a Olimpo y en forma rápida me habló de su proyecto de publicar Periferia y me instó a ser un colaborador permanente del mismo y me dijo que saldría cada dos meses y se editaría en Medellín. Yo le dije que por supuesto colaboraría y que si estaba bien que empezáramos con la difusión de aparte de una temática que venía trabajando en un libro que estaba por aparecer con el título Los economistas neoliberales nuevos criminales de guerra. Yo supuse en ese momento que este iba a ser otro de esos periódicos de izquierda –en algunos de los cuales yo había colaborado– de efímera duración, que suelen publicar su primer número y nada más, o a lo sumo alcanzan una corta vida de unos pocos meses o que se editan en forma poco frecuente, hasta el punto que se borra su presencia. En ese momento yo no imaginaba que Periferia iba a ser distinto y que llegaríamos a su número cien, el que ahora estamos celebrando con alborozo. Sobre aquel tema de los economistas neoliberales versó, precisamente, mi primer artículo que fue publicado en el número uno de Periferia, el cual salió a la luz a finales del 2004, hace ya diez años. Desde ese momento y hasta el día de hoy he sido un colaborador permanente de Periferia, donde debo haber publicado entre setenta y ochenta artículos –no llevo la cuenta exacta porque no soy muy amigo de ese tipo de registros- sobre un universo amplio de aspectos de economía, educación, política, historia y crítica social.

Periferia para mí ha sido un espacio de reflexión y opinión y una tribuna abierta que me ha permitido cualificar un tipo de escritura de divulgación, seria, sustentada y rigurosa, en la que cada mes me enfrentó al reto de buscar un tema que a mi modo de ver pueda ser importante para los lectores y que cumpla con el objeto de educar políticamente y de contrarrestar la desinformación reinante. En este espacio he podido perfilar un estilo, que ido construyendo en la práctica y en la lucha solitaria por encontrar palabras sencillas pero profundas, sobre temas internacionales, económicos y educativos, un estilo digo que de otra forma nunca hubiera podido alcanzar. Gracia a las oportunidades que generosamente me conceden los compañeros del colectivo de Periferia he tenido la oportunidad de publicar artículos que, de seguro, en ningún otro medio impreso hubiera podido difundir, sobre temas polémicos y controversiales, tales como los referidos, para citar algunos ejemplos, a la pedofilia de la iglesia católica, el filantropicapitalismo, la relación entre la astrología (los horóscopos) y la flexibilización laboral.



Caratula No. 100 de Periferia, octubre de 2014

Periferia tiene para mí, como educador, escritor y hombre de izquierda, un profundo significado político porque fue uno de los pocos órganos de información alternativos que se mantuvo durante el tenebroso período de la Inseguridad Antidemocrática y del unanimismo uribista, y que contra viento y marea enfrentó en la práctica las mentiras oficiales, reproducidas a vasta escala por la prensa convencional y sus intelectuales, muchos de ellos provenientes de la izquierda y vulgar y mercantilmente conversos y serviles a la extrema derecha y legitimadores de los crímenes del capitalismo criollo y de su Estado. Y tengo que decirlo con la frente en alto y con la satisfacción de no haber traicionado mis ideales revolucionarios ni de haber cedido a la ola derechista que cobijó a la mayor parte de intelectuales de mi generación, que por medio de Periferia pude expresar y dejar constancia escrita de mis denuncias sobre los crímenes y desmanes del uribismo. Ante la generalización de la estupidez política, a la cabeza de la cual se encontraba un individuo ordinario y cínico, con Periferia denunciamos y combatimos con nuestras limitadas posibilidades, que nos da la independencia, la libertad y la dignidad, en el momento en qué había que hacerlo los crímenes del régimen –y no a posteriori y en forma acomodada y oportunista cuando la coyuntura cambió y su héroe de ayer perdió el poder presidencial y hoy se desvanece en la niebla de los escándalos. Eso lo hicimos en artículos sobre el Israel de Sudamérica, la Bacrin de los Uribeños, y muchos otros en los que nos enfrentamos con decoro a la indecencia reinante en el mundo de la prensa, la comunicación y la academia. Y asumimos con estoicismo las consecuencias de nuestra actividad, entre amenazas, rumores y calumnias, y ahí, a pesar de las infamias, nos mantenemos con firmeza. Gracias a Periferia y con Periferia hemos podido aproximarnos a aquello que decía Rodolfo Walsh, el notable pensador y periodista asesinado y desaparecido en 1977 por la dictadura terrorista de Argentina -de enorme actualidad en la Colombia de nuestro tiempo, la de la última década, en la que Periferia es un ejemplo digno de imitar: “El campo del intelectual es por definición la conciencia. Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante y el que comprendiendo no actúa tendrá un lugar en la antología del llanto pero no en la historia viva de su tierra”.


Bogotá, sábado 4 de octubre de 2014.


(*) Renán Vega Cantor es historiador. Profesor titular de la Universidad Pedagógica Nacional, de Bogotá, Colombia. Autor y compilador de los libros Marx y el siglo XXI (2 volúmenes), Editorial Pensamiento Crítico, Bogotá, 1998-1999; Gente muy Rebelde, (4 volúmenes), Ed. Pensamiento Crítico, Bogotá, 2002; Neoliberalismo: mito y realidad; El Caos Planetario, Ediciones Herramienta, 1999; Capitalismo y Despojo, Ed. Pensamiento Crítico, Bogotá, 2013, entre otros. Premio Libertador, Venezuela, 2008. Su último libro publicado es Colombia y el Imperialismo contemporáneo, escrito junto con Felipe Martín Novoa, Ed. Ocean Sur, 2014.

Artículo publicado en papel en la Revista Periferia No. 100, octubre de 2014. Rebelión lo ha difundido con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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