El tren de Alan García
Estaba escrito que Alan II, llegaría en algún momento a Tren Eléctrico II. Y llegó. Aclaremos: Tren I fue una operación política para ganar unas elecciones municipales (1986), imponiéndole un costo brutal al Estado y un daño irreparable al desarrollo urbano de Lima, que no lo paralizaron los gobiernos siguientes, sino el propio García que carecía de un plan serio cuando se inició la obra y se la desvió luego hacia un sonado caso de corrupción que inmortalizó la presidencial frase: ¿y cómo es la mía?
Ciertamente, ni Fujimori, ni Paniagua, ni Toledo, consideraron reanudarlo sabiendo que finalmente estaba mal hecho y que era un monumento al régimen de los 80 con el que nadie quería identificarse, ni siquiera el propio García. Y por eso mismo, seguramente, es que pasamos los tres primeros años del segundo gobierno de AGP, cuando el hombre decía haber madurado y haberse convertido en la negación de sí mismo, con los pilares del tren trunco en su sitio y con la avenida Pachacútec en el Cono Sur dividiendo distritos y familias (nunca se previeron los cruces transversales) para unas vías que no llevaban a ninguna parte.
Pero he aquí que estamos a menos de dos años de la fecha en que García dejará la banda y ha venido la crisis para apurar las decisiones de gasto, y generar el tipo de obra que le encanta al presidente, aquella que se decide después de una buena conversa de amigos, sin controles y suspicacias, y por montos que valen la pena. Y ahí es que vino al recuerdo el tema del tren. Después de todo, si Castañeda ha ido graduando la conclusión de su corredor Metropolitano, que estará listo al final de su gestión, pero recién empezando su funcionamiento (para que no se vean sus limitaciones), igual García puede tener su propio tren, casi paralelo a los buses articulados, entregándose unos meses después, cuando estemos en medio de las elecciones generales.
La gente que conoce de estos temas ha dicho que el Tren II es tan loco como el I, y que no ha habido tiempo para actualizar y corregir el diseño original, y que el plazo de un año y medio es una temeridad. Después de todo, no hay que olvidar, Alan García iba a reconstruir Ica y Pisco en menos de un año y hacer crecer la economía en 6% en el 2009. Pero como no escarmentamos con este personaje ya hay gente aplaudiendo el tren que pasará por Surco y San Borja, donde no hay grandes concentraciones de población, y terminará en la avenida Grau. Y todo esto va a costar 400 millones de dólares del Estado que serán entregados a los amigos del presidente: la empresa de Pepe Graña y la de los brasileños de Odebrecht.
Una licitación que les ha sido asignada ad homine, a pesar de toda la farsa de la licitación (con términos a los que sólo faltaba poner el nombre de la empresa favorita de todos los gobiernos y que tiene las interoceánicas, Olmos y otros inmensos proyectos). Y ahora la cosa es con tren. Finalmente, el presidente que tiene su método, consiguió meternos al tren de fin de gobierno. ¿Adónde nos llevará?.
Raúl Wiener
Analista
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columnistas/el-tren-de-alan-garcia_52028.html
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