SITUACION ACTUAL (I)
por: Miguel Aragón
La leve reanimación de la economía peruana, iniciada a fines del año 2001, continúa por tercer año consecutivo. Este período de reanimación es continuación del último período de crisis económica y depresión, ocurridas en el país entre los años 1996 y 2001. La minería, la pesca y la construcción son los sectores económicos que se mantienen en alza; mientras que la producción industrial y agrícola continúan relativamente estancadas.
1.- DESARROLLO DESIGUAL DE LA PRODUCCIÓN
La minería y la pesca, controladas en gran parte por grupos monopolistas, producen fundamentalmente para la exportación al mercado externo, y están sujetas a la demanda y fluctuación del mercado mundial de materias primas. Por el contrario, la industria y la agricultura producen principalmente para el mercado interno, el cual continúa deprimido, al no incrementarse la demanda de productos de primera necesidad, necesarios para el consumo masivo de la población.
La reanimación de la demanda mundial de materias primas ha incrementado los precios de venta de los minerales. Esta reanimación temporal está generando enormes ganancias a las grandes empresas mineras. El precio internacional del cobre ha aumentado de 0.70 a 1.20 $/libra, el oro de 350 a 420 $/onza, la plata de 4.80 a 6.60 $/onza. De manera similar ocurre con los otros minerales.
En la agricultura ocurre una situación diferente. Además de estar estancada por la depresión del mercado interno, la producción agrícola en la campaña 2003-2004 se ha visto agravada por dos factores naturales. Uno es la sequía que afecta a la región norte, y el otro son las heladas que afectan a la región sur del país. En la última campaña agrícola ha disminuido la producción de arroz, generando un déficit de abastecimiento de 300,000 toneladas. Las pérdidas en el sector agrario se estiman en más de 80 millones de dólares.
La incipiente industria instalada en el país continúa estancada, por la estrechez del mercado interno, y por las limitadas oportunidades de ofertar para el mercado externo. A su vez, la industria peruana es afectada por la agresiva competencia de los productos importados que han invadido el país, que aprovechan los bajos aranceles de importación impuestos durante la década pasada. Al mantenerse estancadas la agricultura y la industria peruana, es imposible crear nuevos puestos de trabajo, y de esa manera, no es posible aliviar el desempleo y subempleo.
2.- PERSPECTIVAS DE UNA PROXIMA CRISIS ECONOMICA CICLICA
En los últimos tres años, mientras la población peruana continua incrementándose a un ritmo superior al 2 por ciento anual, la producción social global ha estado creciendo a una modesta tasa promedio de 4 por ciento anual. Esta última reanimación de la economía peruana, iniciada a fines del año 2001, será temporal. Concluido el ciclo de leve crecimiento de los últimos tres años, y como ha ocurrido anteriormente, se ingresará muy pronto a una nueva crisis económica cíclica, posiblemente entre los años 2005 y 2006.
El análisis de lo ocurrido en los últimos treinta años nos permite preveer, con anticipación y certeza la conclusión anterior. Durante el gobierno de Belaunde (1980-1985), después de los tres primeros años de reanimación económica, la crisis económica cíclica estalló en 1983, paralizando bruscamente la producción industrial, la construcción y el comercio. A continuación, durante el gobierno de García (1985-1990), después de los tres primeros años de relativa reanimación, y difusión de demagógico populismo, la crisis económica cíclica estalló en 1988 y 1989. Esta crisis, ocurrida durante la administración aprista, fue la segunda crisis más profunda del siglo XX, superada solamente por la grave crisis de 1929 y 1930.
Por último, hace ocho años, de manera similar ocurrió durante el gobierno de Fujimori (1990-2000). Aliviadas parcialmente las graves consecuencias de la crisis ocurrida durante el régimen aprista, que obligó a imponer el fuji-shok económico y la venta de bienes públicos por 10 mil millones de dólares, la economía peruana atravesó una temporal reanimación durante cuatro años, entre mediados de 1992 y mediados de 1996, años de difusión demagógica de las bondades del neoliberalismo. Cuando no habían concluido todavía los festejos por la reelección de Fujimori, en los años 1996 y 1997 estalló la última crisis cíclica en el país.
En las actuales condiciones, por el predominio de las relaciones capitalistas de producción, la próxima crisis económica cíclica, posiblemente entre los años 2005 y 2006, será un hecho inevitable. Mientras se mantengan las actuales relaciones de producción, hagan lo que hagan los ministros de economía y sus asesores nacionales e internacionales, el estallido de la próxima crisis es una necesidad del propio régimen económico, que no se puede evitar. Para los trabajadores, para el pueblo peruano, las consecuencias de la próxima crisis serán mucho más graves que en las crisis anteriores. Debemos extraer lecciones, duras lecciones, de las tres últimas crisis ocurridas en 1983 durante el gobierno de Belaunde; en 1988 y 1989 durante el gobierno de García; y en 1996 y 1997 durante el gobierno de Fujimori, y prepararnos para enfrentar las graves consecuencias de la próxima crisis económica cíclica que se está incubando en la economía peruana. Las especulaciones sobre un supuesto crecimiento a un ritmo de 7 por ciento anual en los próximos años, no pasan de ser simples especulaciones de académicos malabaristas y supuestos especialistas en economía, sin ninguna base científica.
El incremento temporal de la producción y la exportación de los sectores minero y pesquero, en los últimos tres años, ha incrementado las ganancias de la burguesía, y ha incrementado el ingreso de divisas en el país. Las empresas mineras, en su mayoría, están beneficiadas con la disminución y la exoneración del pago de impuestos. Estos sectores han sido los principales destinatarios de los beneficios tributarios conseguidos en la década pasada, como parte de las reformas económicas impuestas al país por el capitalismo monopolista transnacional (FMI , BM y BID). El incremento de la producción minera y la pesca no ha generado un significativo aumento del empleo; principalmente generó mayores ganancias a los monopolios capitalistas. Esta es la paradoja de la actual reanimación de la economía peruana. Por un lado se agrava el desempleo y el subempleo, y por otro lado, se incrementan las ganancias extraordinarias de un reducido grupo de capitalistas. Hoy por hoy, “los ricos se hacen más ricos; y los pobres se hacen más pobres”.
3.- CONCENTRACIÓN DEL PODER ECONOMICO
Una característica común, a los últimos gobiernos, ha sido la ruidosa propaganda y promoción de la pequeña y la mediana empresa, acompañada de la difusión demagógica de las bondades de la “democratización de la propiedad, del capital y de la riqueza” (Hernando de Soto en “El Otro Sendero” y “El Misterio del Capital”, textos programáticos para todos los apologistas del capitalismo marginal). Pero el análisis serio de la evolución de la realidad contradice a las promesas electorales. Contrariando la opinión del discurso de los candidatos electorales, en el país continúa el proceso de concentración y centralización del capital, como parte del proceso de transnacionalización de la economía mundial.
En los últimos veinticinco años, ha continuado el proceso de concentración de la propiedad en manos de unos pocos grupos de poder económico, que controlan la economía peruana. El sector financiero, sector hegemónico en el funcionamiento de las relaciones económicas, está controlado por cuatro bancos: Banco de Crédito, Banco Wiese Sudameris, Banco Continental Bilbao Vizcaya e Interbank , los cuales además controlan a las principales Compañías de Seguros y AFPs. Esos cuatro grupos bancarios, que compiten y se coluden entre ellos, controlan más del 70% del mercado financiero del país. Esos cuatro grupos financieros, a su vez, tienen control predominante sobre numerosas empresas, en las otras ramas de la actividad económica, principalmente en el comercio, la industria y la construcción.
El comercio mayorista y el comercio exterior, también han pasado a ser controlados por un grupo reducido de empresas, entre las cuales las más poderosas son Alicorp, Ferreyros, Ransa Comercial, Saga Falabella y Tiendas Wong. Estos grupos monopolizan más del 70 % del comercio mayorista en el país, y ejercen control sobre las otras empresas comerciales, a las cuales abastecen de productos importados.
En el sector servicios de comunicaciones y producción de energía, cuatro son las empresas que monopolizan esas actividades: Telefónica del Perú, Luz del Sur, Edegel y Edelnor. Estas son las empresas que han obtenido mayor incremento en la obtención de ganancias, en los últimos diez años, desde que se inició la venta de empresas públicas. En el sector minero, las empresas Southern Copper, Minsur, Minas Buenaventura y Volcán Compañia Minera, son las cuatro empresas que tienen el control de más del 80% del patrimonio en este sector. Estas y otras empresas, son las principales beneficiadas con el actual incremento de los precios internacionales de los minerales.
Con este alto grado de concentración del poder económico, en manos de un reducido número de empresas, resulta una ilusión promover la llamada “democratización del capital, de la propiedad y de la riqueza”. La función de la micro, pequeña y media empresa solamente cumple un rol subsidiario en el régimen económico imperante en el país. Estas numerosas empresas están sujetas, por múltiples lazos, al poder que ejercen los bancos y las empresas comerciales mayoristas. Por lo general, estas empresas micro, pequeñas y medianas terminan trabajando para pagar las onerosas deudas impuestas por el sistema financiero y por el sistema tributario.
Sin democracia en los aspectos económicos y sociales, resulta una ilusión el funcionamiento de una democracia política efectiva. En última instancia, las principales decisiones siempre estarán regidas por los intereses de los grupos de poder que controlan monopólicamente la economía peruana. Es sobre este factor, base del poder político, sobre el cual debe concentrarse nuestra atención, y no distraerse sobre los aspectos subsidiarios.
4.- AGRAVAMIENTO DE LAS CONDICIONES DE EMPLEO
Mientras que, por un lado, continúa el festín de los propietarios de las grandes empresas, que celebran la temporal reanimación de la economía peruana; por otro lado, continúa el agravamiento de las condiciones de vida material y espiritual de la mayoría de la población, la cual no es partícipe del llamado “crecimiento macroeconómico”.
Las ilusiones, de la disminución del desempleo y subempleo, del aumento de sueldos y salarios, de la promoción de los programas de asistencia social, y de la redistribución de la riqueza, han quedado en eso, en simples ilusiones pasajeras. El festival de “promesas, promesas y más promesas”, que caracterizó las cuatro vueltas electorales de los años 2000 y 2001, se ha desvanecido como una burbuja de jabón. La promesa de “más trabajo” que caracterizó las últimas campañas electorales de Fujimori y Toledo, de Alan García y Lourdes Flores, de Andrade y Castañeda, es una promesa imposible de cumplir mientras se mantenga el actual régimen económico y social. Por el contrario, la dura realidad en que continúa viviendo la mayoría de la población peruana (campesinos y obreros, empleados y maestros, comerciantes e intelectuales, pequeños y medianos empresarios), se hace cada día, más y más dura.
Hoy en día, el problema que más agobia al pueblo trabajador es el desempleo y el subempleo. La enorme cantidad de desempleados, ávidos por conseguir un puesto de trabajo, es el principal regulador que impide el aumento de sueldos y salarios. Desde hace treinta años, la masificación del desempleo se ha convertido en una característica crónica de la vida nacional. La necesidad más apremiante de la población ha pasado a ser la diaria búsqueda de un trabajo digno, que le permita satisfacer sus necesidades básicas. Pero, diariamente se comprueba, que el régimen económico y social imperante actualmente en el país, es decir, el régimen capitalista de producción, está incapacitado para poder resolver esta demanda fundamental de los trabajadores peruanos.
La generalización del desempleo y subempleo es la base sobre la cual se incrementan los otros males que golpean al pueblo: bajos sueldos y salarios, propagación de la miseria, malnutrición, incremento de las enfermedades endémicas, mortandad infantil, abandono escolar, corrupción, delincuencia, prostitución, drogadicción, crisis moral, etc. Manifestaciones de la crisis, que como plagas bíblicas, están azotando a las mayorías que pugnan por sobrevivir en las condiciones más difíciles.
5.- ENCUBRIMIENTO DE LA REALIDAD
La crisis económica y social es la base determinante del agravamiento de la crisis política, cultural y moral que caracteriza la situación actual del país. La sucesión de temporales episodios de crisis políticas, ocurridas en 180 años de historia republicana, es una característica propia de un país de incipiente y formal democracia burguesa. En los últimos treinta años, esta característica se ha transformado en crisis política crónica, crisis que estremece todas las instituciones políticas del régimen imperante en el país. La crisis política abarca a todas las organizaciones del régimen democrático burgués, desde el Parlamento, el Poder Judicial y la Iglesia, pasando por las Fuerzas Militares y Policiales y el Gabinete Ministerial, hasta la Presidencia de la República. La crisis en que se encuentran los partidos políticos tradicionalistas es parte de ese agravamiento de la crisis política.
En los últimos años no hay una sola semana en la cual no salga a luz una nueva denuncia de corrupción, en la cual no estén comprometidos ministros, funcionarios, congresistas, magistrados, y altos oficiales de las fuerzas armadas y policiales. Las informaciones en las páginas de política criolla compiten, y se confunden en truculencia, con las noticias difundidas en las páginas policiales, sobre vulgares delincuentes.
Pero, en realidad, las campañas de anticorrupción, y las campañas de moralización, que promueven los medios de prensa, en el fondo apuntan a encubrir el fondo del problema, a encubrir las causas reales de la crisis económica y social. El objetivo principal de las campañas de anticorrupción es encubrir el alto grado de concentración del poder económico en manos de un grupo reducido de propietarios, los que controlan la economía peruana, y que, por lo tanto, también tienen en su poder los mecanismos para controlar la política y la justicia, así como la difusión de la información, las ideas y la educación en el país.
Son los propios grupos de poder económico, que se disputan entre ellos prebendas, contratos y servicios, los que promueven la corrupción en el país, comprando y financiando a congresistas, funcionarios de gobierno, jueces, militares y periodistas, todos ellos empleados temporalmente a su servicio. A su vez, y a través de los medios de difusión masiva, esos mismos grupos de poder promueven las “campañas contra la corrupción”, denunciando hoy día, a los que habían comprado y utilizado ayer, propiciando así la disputa y el enfrentamiento entre sus serviles funcionarios.
De esta manera, el denunciante de hoy día, se convierte en el denunciado de mañana; y el denunciado de mañana, será el próximo denunciante. De esta forma, montan una burlesca farsa de denuncias y acusaciones. En esta comedia, por lo demás de muy baja calidad, están permitidos todo tipo de denuncias, acusaciones e insultos, salvo la denuncia y esclarecimiento del alto grado de concentración del poder económico en el país. En este grotesco juego, que tiene como principal escenario el Congreso de la República, la dignidad y la honra de las personas es la pieza más barata. En esta grotesca comedia de mediocres bufones, todo está permitido, con una sola excepción, nadie puede cuestionar el sacrosanto derecho a la gran propiedad privada sobre los medios de producción. Es decir, “todo está permitido, con la condición de que todo siga igual”.
6.- PODER APARENTE Y PODER REAL
Numerosos magistrados, oficiales de las Fuerzas Armadas, ex-congresistas, asesores y otros funcionarios de segunda fila, arribistas sin fortuna propia en sus orígenes, que provienen de la “clase media”, y que en poco tiempo se hicieron propietarios de una modesta fortuna, en los últimos años han sido denunciados y enjuiciados, perseguidos y hasta temporalmente encarcelados. Pero estos modestos peones, serviles testaferros, solo sirven para encubrir a los que realmente mueven las piezas, a los Romero, Wiesse, Brescia, Rodríguez Pastor, Ferreyros, Benavides, Miro-Quesada, y otros pocos, que se mantienen tras bambalinas en el anonimato, incrementando su fortuna y preparando..... la próxima campaña de anticorrupción contra los actuales gobernantes de turno.
Estos nuevos dueños del Perú, después de utilizar por un tiempo a sus fantoches, y cuando ya no los necesitan, los denuncian y entregan al circo de la política criolla, para que el vulgo desfogue en ellos sus frustraciones e iras reprimidas. Anteayer nomás, después de utilizarlos, los dueños del Perú denunciaron a los Neyra y Figueroa, a los García y Mantilla. Hace poco, cuando se agotó el libreto anti-alanista, los dueños del Perú, con financiamiento de la Embajada Norteamericana, denunciaron a los Hermosa y Venero, a los Fujimori y Montesinos, después de haberlos promovido y utilizado durante una década. Hoy en día, cuando el libreto anti-fujimontesinista ya no atrae a la atención pública, los dueños del Perú, con el diario “El Comercio” a la cabeza, han puesto en cartelera a los Almeida y Toledo, incluidos esposa, hermanos y cuñados, sobrinos y sobrinas. Para mañana, cuando estos bufones ya no sean rentables, cuando el anti-toledismo sea como “un periódico de ayer, noticia olvidada”, otros subirán al escenario, porque “a falta de pan, bueno es dar circo”.
Las características comunes, de todos estos minúsculos personajes de la política criolla, que ocupan las primeras planas de los medios de difusión masivos, es que todos ellos provienen de las capas bajas o medias de la población; la mayoría ha estudiado en colegio estatal y han hecho esforzada carrera en universidad pública o instituto armado; todos ellos han acumulado unas cuantas monedas por sus servicios de funcionarios públicos (modestas fortunas, al lado de las grandes fortunas de sus empleadores, los dueños del Perú); y todos ellos no han sido, no son, ni nunca podrán ser, propietarios de los bancos, de las empresas que monopolizan el comercio mayorista y comercio exterior, de las empresas de servicios ni de las grandes minas. La modesta fortuna, de unos cuantos millones de dólares, acumulada esforzadamente durante diez años por Vladimiro Montesinos, solamente es el equivalente a menos de un mes de ganancias de cualquiera de los dueños del Perú. Es decir, estos funcionarios de turno, los Garcia, Fujimori y Toledo con sus respectivas cortes, son modestas “pirañas”, aunque muy voraces, acostumbradas a vivir de las migajas. Estos testaferros solo sirven para ser utilizados, para encubrir el festín de los verdaderos “tiburones” de la economía nacional, los Romero, Wiesse, Brescia, Rodríguez Pastor, Ferreyros, Benavides, Miro Quesada, y otros pocos.
por: Miguel Aragón
La leve reanimación de la economía peruana, iniciada a fines del año 2001, continúa por tercer año consecutivo. Este período de reanimación es continuación del último período de crisis económica y depresión, ocurridas en el país entre los años 1996 y 2001. La minería, la pesca y la construcción son los sectores económicos que se mantienen en alza; mientras que la producción industrial y agrícola continúan relativamente estancadas.
1.- DESARROLLO DESIGUAL DE LA PRODUCCIÓN
La minería y la pesca, controladas en gran parte por grupos monopolistas, producen fundamentalmente para la exportación al mercado externo, y están sujetas a la demanda y fluctuación del mercado mundial de materias primas. Por el contrario, la industria y la agricultura producen principalmente para el mercado interno, el cual continúa deprimido, al no incrementarse la demanda de productos de primera necesidad, necesarios para el consumo masivo de la población.
La reanimación de la demanda mundial de materias primas ha incrementado los precios de venta de los minerales. Esta reanimación temporal está generando enormes ganancias a las grandes empresas mineras. El precio internacional del cobre ha aumentado de 0.70 a 1.20 $/libra, el oro de 350 a 420 $/onza, la plata de 4.80 a 6.60 $/onza. De manera similar ocurre con los otros minerales.
En la agricultura ocurre una situación diferente. Además de estar estancada por la depresión del mercado interno, la producción agrícola en la campaña 2003-2004 se ha visto agravada por dos factores naturales. Uno es la sequía que afecta a la región norte, y el otro son las heladas que afectan a la región sur del país. En la última campaña agrícola ha disminuido la producción de arroz, generando un déficit de abastecimiento de 300,000 toneladas. Las pérdidas en el sector agrario se estiman en más de 80 millones de dólares.
La incipiente industria instalada en el país continúa estancada, por la estrechez del mercado interno, y por las limitadas oportunidades de ofertar para el mercado externo. A su vez, la industria peruana es afectada por la agresiva competencia de los productos importados que han invadido el país, que aprovechan los bajos aranceles de importación impuestos durante la década pasada. Al mantenerse estancadas la agricultura y la industria peruana, es imposible crear nuevos puestos de trabajo, y de esa manera, no es posible aliviar el desempleo y subempleo.
2.- PERSPECTIVAS DE UNA PROXIMA CRISIS ECONOMICA CICLICA
En los últimos tres años, mientras la población peruana continua incrementándose a un ritmo superior al 2 por ciento anual, la producción social global ha estado creciendo a una modesta tasa promedio de 4 por ciento anual. Esta última reanimación de la economía peruana, iniciada a fines del año 2001, será temporal. Concluido el ciclo de leve crecimiento de los últimos tres años, y como ha ocurrido anteriormente, se ingresará muy pronto a una nueva crisis económica cíclica, posiblemente entre los años 2005 y 2006.
El análisis de lo ocurrido en los últimos treinta años nos permite preveer, con anticipación y certeza la conclusión anterior. Durante el gobierno de Belaunde (1980-1985), después de los tres primeros años de reanimación económica, la crisis económica cíclica estalló en 1983, paralizando bruscamente la producción industrial, la construcción y el comercio. A continuación, durante el gobierno de García (1985-1990), después de los tres primeros años de relativa reanimación, y difusión de demagógico populismo, la crisis económica cíclica estalló en 1988 y 1989. Esta crisis, ocurrida durante la administración aprista, fue la segunda crisis más profunda del siglo XX, superada solamente por la grave crisis de 1929 y 1930.
Por último, hace ocho años, de manera similar ocurrió durante el gobierno de Fujimori (1990-2000). Aliviadas parcialmente las graves consecuencias de la crisis ocurrida durante el régimen aprista, que obligó a imponer el fuji-shok económico y la venta de bienes públicos por 10 mil millones de dólares, la economía peruana atravesó una temporal reanimación durante cuatro años, entre mediados de 1992 y mediados de 1996, años de difusión demagógica de las bondades del neoliberalismo. Cuando no habían concluido todavía los festejos por la reelección de Fujimori, en los años 1996 y 1997 estalló la última crisis cíclica en el país.
En las actuales condiciones, por el predominio de las relaciones capitalistas de producción, la próxima crisis económica cíclica, posiblemente entre los años 2005 y 2006, será un hecho inevitable. Mientras se mantengan las actuales relaciones de producción, hagan lo que hagan los ministros de economía y sus asesores nacionales e internacionales, el estallido de la próxima crisis es una necesidad del propio régimen económico, que no se puede evitar. Para los trabajadores, para el pueblo peruano, las consecuencias de la próxima crisis serán mucho más graves que en las crisis anteriores. Debemos extraer lecciones, duras lecciones, de las tres últimas crisis ocurridas en 1983 durante el gobierno de Belaunde; en 1988 y 1989 durante el gobierno de García; y en 1996 y 1997 durante el gobierno de Fujimori, y prepararnos para enfrentar las graves consecuencias de la próxima crisis económica cíclica que se está incubando en la economía peruana. Las especulaciones sobre un supuesto crecimiento a un ritmo de 7 por ciento anual en los próximos años, no pasan de ser simples especulaciones de académicos malabaristas y supuestos especialistas en economía, sin ninguna base científica.
El incremento temporal de la producción y la exportación de los sectores minero y pesquero, en los últimos tres años, ha incrementado las ganancias de la burguesía, y ha incrementado el ingreso de divisas en el país. Las empresas mineras, en su mayoría, están beneficiadas con la disminución y la exoneración del pago de impuestos. Estos sectores han sido los principales destinatarios de los beneficios tributarios conseguidos en la década pasada, como parte de las reformas económicas impuestas al país por el capitalismo monopolista transnacional (FMI , BM y BID). El incremento de la producción minera y la pesca no ha generado un significativo aumento del empleo; principalmente generó mayores ganancias a los monopolios capitalistas. Esta es la paradoja de la actual reanimación de la economía peruana. Por un lado se agrava el desempleo y el subempleo, y por otro lado, se incrementan las ganancias extraordinarias de un reducido grupo de capitalistas. Hoy por hoy, “los ricos se hacen más ricos; y los pobres se hacen más pobres”.
3.- CONCENTRACIÓN DEL PODER ECONOMICO
Una característica común, a los últimos gobiernos, ha sido la ruidosa propaganda y promoción de la pequeña y la mediana empresa, acompañada de la difusión demagógica de las bondades de la “democratización de la propiedad, del capital y de la riqueza” (Hernando de Soto en “El Otro Sendero” y “El Misterio del Capital”, textos programáticos para todos los apologistas del capitalismo marginal). Pero el análisis serio de la evolución de la realidad contradice a las promesas electorales. Contrariando la opinión del discurso de los candidatos electorales, en el país continúa el proceso de concentración y centralización del capital, como parte del proceso de transnacionalización de la economía mundial.
En los últimos veinticinco años, ha continuado el proceso de concentración de la propiedad en manos de unos pocos grupos de poder económico, que controlan la economía peruana. El sector financiero, sector hegemónico en el funcionamiento de las relaciones económicas, está controlado por cuatro bancos: Banco de Crédito, Banco Wiese Sudameris, Banco Continental Bilbao Vizcaya e Interbank , los cuales además controlan a las principales Compañías de Seguros y AFPs. Esos cuatro grupos bancarios, que compiten y se coluden entre ellos, controlan más del 70% del mercado financiero del país. Esos cuatro grupos financieros, a su vez, tienen control predominante sobre numerosas empresas, en las otras ramas de la actividad económica, principalmente en el comercio, la industria y la construcción.
El comercio mayorista y el comercio exterior, también han pasado a ser controlados por un grupo reducido de empresas, entre las cuales las más poderosas son Alicorp, Ferreyros, Ransa Comercial, Saga Falabella y Tiendas Wong. Estos grupos monopolizan más del 70 % del comercio mayorista en el país, y ejercen control sobre las otras empresas comerciales, a las cuales abastecen de productos importados.
En el sector servicios de comunicaciones y producción de energía, cuatro son las empresas que monopolizan esas actividades: Telefónica del Perú, Luz del Sur, Edegel y Edelnor. Estas son las empresas que han obtenido mayor incremento en la obtención de ganancias, en los últimos diez años, desde que se inició la venta de empresas públicas. En el sector minero, las empresas Southern Copper, Minsur, Minas Buenaventura y Volcán Compañia Minera, son las cuatro empresas que tienen el control de más del 80% del patrimonio en este sector. Estas y otras empresas, son las principales beneficiadas con el actual incremento de los precios internacionales de los minerales.
Con este alto grado de concentración del poder económico, en manos de un reducido número de empresas, resulta una ilusión promover la llamada “democratización del capital, de la propiedad y de la riqueza”. La función de la micro, pequeña y media empresa solamente cumple un rol subsidiario en el régimen económico imperante en el país. Estas numerosas empresas están sujetas, por múltiples lazos, al poder que ejercen los bancos y las empresas comerciales mayoristas. Por lo general, estas empresas micro, pequeñas y medianas terminan trabajando para pagar las onerosas deudas impuestas por el sistema financiero y por el sistema tributario.
Sin democracia en los aspectos económicos y sociales, resulta una ilusión el funcionamiento de una democracia política efectiva. En última instancia, las principales decisiones siempre estarán regidas por los intereses de los grupos de poder que controlan monopólicamente la economía peruana. Es sobre este factor, base del poder político, sobre el cual debe concentrarse nuestra atención, y no distraerse sobre los aspectos subsidiarios.
4.- AGRAVAMIENTO DE LAS CONDICIONES DE EMPLEO
Mientras que, por un lado, continúa el festín de los propietarios de las grandes empresas, que celebran la temporal reanimación de la economía peruana; por otro lado, continúa el agravamiento de las condiciones de vida material y espiritual de la mayoría de la población, la cual no es partícipe del llamado “crecimiento macroeconómico”.
Las ilusiones, de la disminución del desempleo y subempleo, del aumento de sueldos y salarios, de la promoción de los programas de asistencia social, y de la redistribución de la riqueza, han quedado en eso, en simples ilusiones pasajeras. El festival de “promesas, promesas y más promesas”, que caracterizó las cuatro vueltas electorales de los años 2000 y 2001, se ha desvanecido como una burbuja de jabón. La promesa de “más trabajo” que caracterizó las últimas campañas electorales de Fujimori y Toledo, de Alan García y Lourdes Flores, de Andrade y Castañeda, es una promesa imposible de cumplir mientras se mantenga el actual régimen económico y social. Por el contrario, la dura realidad en que continúa viviendo la mayoría de la población peruana (campesinos y obreros, empleados y maestros, comerciantes e intelectuales, pequeños y medianos empresarios), se hace cada día, más y más dura.
Hoy en día, el problema que más agobia al pueblo trabajador es el desempleo y el subempleo. La enorme cantidad de desempleados, ávidos por conseguir un puesto de trabajo, es el principal regulador que impide el aumento de sueldos y salarios. Desde hace treinta años, la masificación del desempleo se ha convertido en una característica crónica de la vida nacional. La necesidad más apremiante de la población ha pasado a ser la diaria búsqueda de un trabajo digno, que le permita satisfacer sus necesidades básicas. Pero, diariamente se comprueba, que el régimen económico y social imperante actualmente en el país, es decir, el régimen capitalista de producción, está incapacitado para poder resolver esta demanda fundamental de los trabajadores peruanos.
La generalización del desempleo y subempleo es la base sobre la cual se incrementan los otros males que golpean al pueblo: bajos sueldos y salarios, propagación de la miseria, malnutrición, incremento de las enfermedades endémicas, mortandad infantil, abandono escolar, corrupción, delincuencia, prostitución, drogadicción, crisis moral, etc. Manifestaciones de la crisis, que como plagas bíblicas, están azotando a las mayorías que pugnan por sobrevivir en las condiciones más difíciles.
5.- ENCUBRIMIENTO DE LA REALIDAD
La crisis económica y social es la base determinante del agravamiento de la crisis política, cultural y moral que caracteriza la situación actual del país. La sucesión de temporales episodios de crisis políticas, ocurridas en 180 años de historia republicana, es una característica propia de un país de incipiente y formal democracia burguesa. En los últimos treinta años, esta característica se ha transformado en crisis política crónica, crisis que estremece todas las instituciones políticas del régimen imperante en el país. La crisis política abarca a todas las organizaciones del régimen democrático burgués, desde el Parlamento, el Poder Judicial y la Iglesia, pasando por las Fuerzas Militares y Policiales y el Gabinete Ministerial, hasta la Presidencia de la República. La crisis en que se encuentran los partidos políticos tradicionalistas es parte de ese agravamiento de la crisis política.
En los últimos años no hay una sola semana en la cual no salga a luz una nueva denuncia de corrupción, en la cual no estén comprometidos ministros, funcionarios, congresistas, magistrados, y altos oficiales de las fuerzas armadas y policiales. Las informaciones en las páginas de política criolla compiten, y se confunden en truculencia, con las noticias difundidas en las páginas policiales, sobre vulgares delincuentes.
Pero, en realidad, las campañas de anticorrupción, y las campañas de moralización, que promueven los medios de prensa, en el fondo apuntan a encubrir el fondo del problema, a encubrir las causas reales de la crisis económica y social. El objetivo principal de las campañas de anticorrupción es encubrir el alto grado de concentración del poder económico en manos de un grupo reducido de propietarios, los que controlan la economía peruana, y que, por lo tanto, también tienen en su poder los mecanismos para controlar la política y la justicia, así como la difusión de la información, las ideas y la educación en el país.
Son los propios grupos de poder económico, que se disputan entre ellos prebendas, contratos y servicios, los que promueven la corrupción en el país, comprando y financiando a congresistas, funcionarios de gobierno, jueces, militares y periodistas, todos ellos empleados temporalmente a su servicio. A su vez, y a través de los medios de difusión masiva, esos mismos grupos de poder promueven las “campañas contra la corrupción”, denunciando hoy día, a los que habían comprado y utilizado ayer, propiciando así la disputa y el enfrentamiento entre sus serviles funcionarios.
De esta manera, el denunciante de hoy día, se convierte en el denunciado de mañana; y el denunciado de mañana, será el próximo denunciante. De esta forma, montan una burlesca farsa de denuncias y acusaciones. En esta comedia, por lo demás de muy baja calidad, están permitidos todo tipo de denuncias, acusaciones e insultos, salvo la denuncia y esclarecimiento del alto grado de concentración del poder económico en el país. En este grotesco juego, que tiene como principal escenario el Congreso de la República, la dignidad y la honra de las personas es la pieza más barata. En esta grotesca comedia de mediocres bufones, todo está permitido, con una sola excepción, nadie puede cuestionar el sacrosanto derecho a la gran propiedad privada sobre los medios de producción. Es decir, “todo está permitido, con la condición de que todo siga igual”.
6.- PODER APARENTE Y PODER REAL
Numerosos magistrados, oficiales de las Fuerzas Armadas, ex-congresistas, asesores y otros funcionarios de segunda fila, arribistas sin fortuna propia en sus orígenes, que provienen de la “clase media”, y que en poco tiempo se hicieron propietarios de una modesta fortuna, en los últimos años han sido denunciados y enjuiciados, perseguidos y hasta temporalmente encarcelados. Pero estos modestos peones, serviles testaferros, solo sirven para encubrir a los que realmente mueven las piezas, a los Romero, Wiesse, Brescia, Rodríguez Pastor, Ferreyros, Benavides, Miro-Quesada, y otros pocos, que se mantienen tras bambalinas en el anonimato, incrementando su fortuna y preparando..... la próxima campaña de anticorrupción contra los actuales gobernantes de turno.
Estos nuevos dueños del Perú, después de utilizar por un tiempo a sus fantoches, y cuando ya no los necesitan, los denuncian y entregan al circo de la política criolla, para que el vulgo desfogue en ellos sus frustraciones e iras reprimidas. Anteayer nomás, después de utilizarlos, los dueños del Perú denunciaron a los Neyra y Figueroa, a los García y Mantilla. Hace poco, cuando se agotó el libreto anti-alanista, los dueños del Perú, con financiamiento de la Embajada Norteamericana, denunciaron a los Hermosa y Venero, a los Fujimori y Montesinos, después de haberlos promovido y utilizado durante una década. Hoy en día, cuando el libreto anti-fujimontesinista ya no atrae a la atención pública, los dueños del Perú, con el diario “El Comercio” a la cabeza, han puesto en cartelera a los Almeida y Toledo, incluidos esposa, hermanos y cuñados, sobrinos y sobrinas. Para mañana, cuando estos bufones ya no sean rentables, cuando el anti-toledismo sea como “un periódico de ayer, noticia olvidada”, otros subirán al escenario, porque “a falta de pan, bueno es dar circo”.
Las características comunes, de todos estos minúsculos personajes de la política criolla, que ocupan las primeras planas de los medios de difusión masivos, es que todos ellos provienen de las capas bajas o medias de la población; la mayoría ha estudiado en colegio estatal y han hecho esforzada carrera en universidad pública o instituto armado; todos ellos han acumulado unas cuantas monedas por sus servicios de funcionarios públicos (modestas fortunas, al lado de las grandes fortunas de sus empleadores, los dueños del Perú); y todos ellos no han sido, no son, ni nunca podrán ser, propietarios de los bancos, de las empresas que monopolizan el comercio mayorista y comercio exterior, de las empresas de servicios ni de las grandes minas. La modesta fortuna, de unos cuantos millones de dólares, acumulada esforzadamente durante diez años por Vladimiro Montesinos, solamente es el equivalente a menos de un mes de ganancias de cualquiera de los dueños del Perú. Es decir, estos funcionarios de turno, los Garcia, Fujimori y Toledo con sus respectivas cortes, son modestas “pirañas”, aunque muy voraces, acostumbradas a vivir de las migajas. Estos testaferros solo sirven para ser utilizados, para encubrir el festín de los verdaderos “tiburones” de la economía nacional, los Romero, Wiesse, Brescia, Rodríguez Pastor, Ferreyros, Benavides, Miro Quesada, y otros pocos.
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