El calificativo de
rebeldes o terroristas para denominar a los contrarios políticos
responde a la situación y posición que representan las armas como
herramienta de acción política respecto al proyecto neoliberal. En Siria
a los armados contra el gobierno se les denomina rebeldes y en Colombia
terroristas. En Venezuela a los ocupantes de las calles en contra del
gobierno se les califica de opositores y en Egipto a quienes hacen lo
mismo se les llama terroristas. Los armados que derrocaron a Gadafi en
Libia recibieron el respaldo en calidad de rebeldes y los rebeldes que
gobiernan Palestina son llamados terroristas.
Los llamados
rebeldes de Siria tienen por objeto derrocar al gobierno por vía de las
armas y reciben el acompañamiento y sostenimiento de la Unión Europea
Estados Unidos y sus aliados. Los hermanos musulmanes convertidos en
partido político, llegaron al gobierno de Egipto y fueron derrocados por
los llamados rebeldes en armas que los sustituyeron, se hicieron al
gobierno, encarcelaron al presidente elegido y para garantizar su
exterminio los declararon terroristas. Los llamados rebeldes de Siria y
Egipto tienen rasgos en común con la llamada oposición en Venezuela,
Ecuador y Bolivia y son protegidos por el gobierno de Estados Unidos,
las trasnacionales del capital incluidas, las de comunicaciones como
CNN, FOX y sus dependientes locales en cada país, en donde se repite un
deliberado libreto. Este tipo de llamados equívocamente rebeldes -a la
luz del derecho internacional o correctamente a la luz del doble rasero
de los derechos aplicado por las instituciones globales como ONU y OEA-,
dispara contra gobiernos elegidos mediante las fórmulas electorales que
son reclamadas por estas mismas instituciones para incluirlos en la
categoría de países democráticos. Los llamados rebeldes buscan el
control del estado para imponer un modelo prediseñado de poder basado en
la acumulación sin medida, sin estado, sin respeto a lo público. De
acondicionar la verdad se encargan los medios neoliberales de
comunicación.
En otras docenas de países, grupos y
ejércitos populares buscan lo mismo: hacerse al poder, bien por vía de
movilizaciones de inconformes o por medio de las armas y en este caso
reciben la nominación de terroristas y en consecuencia sujetos al
exterminio. Los medios en este caso no evocan la necesidad de respetar
sus vidas, liberar a sus prisioneros o crear mesas de diálogos, si no
aplauden combatirlos, eliminarlos y convertir a los gobiernos en sus
victimas. Esta lógica de doble rasero hace parte de una realidad
modelada por los dictados del capital y su proyecto hegemónico de
dominación. Obama –premio nobel de paz- y sus gobernantes seguidores ha
hecho silencio cuando los ataques del sionismo de Israel se ensañan
contra niños palestinos acusados de llevar el germen de la rebeldía o
cuando toneladas de bombas caen sobre el pueblo del Líbano, y en cambio
mostró su furia cuando sin un solo disparo millones de Egipcios en las
calles convirtieron al poderoso Mubarak de tirano a prisionero acusado
por delitos de lesa humanidad cometidos durante 40 años de un régimen de
terror apoyado con recursos de guerra de U.S.A.
En Venezuela, durante tres días de alzamiento de los llamados opositores se produjeron, según los reportes 8 muertes, 130 heridos y numerosos bienes públicos atacados. El gobierno acusó a la prensa internacional de CNN y sus aliados locales de desinformar y en una decisión soberana los expulsó del país. El gobierno bolivariano explica que actúa amparado en la legitimidad que le dan 18 procesos electorales ganados en la ultima década y de hacerlo con garantías para la estabilidad democrática. Los llamados opositores ocultan su papel desestabilizador porque el gobierno se niega a aceptar las reglas del despojo neoliberal y a cambio de rendir honores al capital refuerza su amistad con países del llamado eje del mal, como Irán, Siria, China, Cuba y otros así calificados por U.S.A., que resulta ser el país que no ha ratificado un solo tratado de derechos humanos, aplica la pena de muerte, acepta legalmente la tortura como método de guerra y mantiene bajo impunidad total los delitos de sus militares en países extranjeros.
Los llamados opositores
de países vecinos poco o nada difieren de lo que hacen los llamados
terroristas de aquí. El gobierno Bolivariano afirma no tener en su país
periodistas presos, amenazados o en el exilio, también señalan que no
hay ejecuciones extrajudiciales ni falsos positivos, atentados contra la
vida de opositores políticos ni genocidio político y que tampoco han
dado tratamiento de terroristas a quienes han sitiado las ciudades,
saboteado la producción o intentado incendiar las sedes del gobierno.
Han afirmado también que no hay detenidos por ridiculizar al gobierno
como ocurre en España por insultos al rey. En Colombia, solamente en el
paro agrario el saldo trágico fue de 12 muertos, 5 desaparecidos y mas
de 800 heridos y aun el país que no quiere ajustarse a las reglas
neoliberales de despojo, TLC y guerra, esta a la espera de los
pronunciamientos del Nobel Obama, la CNN, ONU y OEA contra el terrorismo
del gobierno y la declaración de rebeldes a las insurgencias.
En Venezuela, durante tres días de alzamiento de los llamados opositores se produjeron, según los reportes 8 muertes, 130 heridos y numerosos bienes públicos atacados. El gobierno acusó a la prensa internacional de CNN y sus aliados locales de desinformar y en una decisión soberana los expulsó del país. El gobierno bolivariano explica que actúa amparado en la legitimidad que le dan 18 procesos electorales ganados en la ultima década y de hacerlo con garantías para la estabilidad democrática. Los llamados opositores ocultan su papel desestabilizador porque el gobierno se niega a aceptar las reglas del despojo neoliberal y a cambio de rendir honores al capital refuerza su amistad con países del llamado eje del mal, como Irán, Siria, China, Cuba y otros así calificados por U.S.A., que resulta ser el país que no ha ratificado un solo tratado de derechos humanos, aplica la pena de muerte, acepta legalmente la tortura como método de guerra y mantiene bajo impunidad total los delitos de sus militares en países extranjeros.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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