Los idiotas de la familia
Chile se arma como para una guerra relámpago, comprando para eso en Estados Unidos y Europa armas ultramodernas. Chile tiene 17 millones de habitantes; China, 1,300 millones. Sin embargo, tan sólo en cuatro años de gobiernos “socialistas” (2003-2007), Chile gastó 2,283 millones de dólares en armas, frente a 13,464 millones de China en igual periodo.
En la página 5 de esta edición damos un dato más revelador sobre el armamentismo escandaloso de Chile, el país de mayores gastos bélicos per cápita en el continente.
Pese a esa supremacía de afán demoledor, Chile recurre a otros recursos. Entre ellos el espionaje.
El recién descubierto Víctor Ariza Mendoza es sin duda sólo una pieza del intenso espionaje al que está sometido el Perú. Los pilotos chilenos que se pasean por nuestro espacio aéreo como Pedro por su casa, los patrones chilenos de barcos pesqueros que abundan como anchovetas en nuestro mar, son parte de un vasto engranaje desarrollado gracias a la inepcia, cuando no la complicidad, de nuestros gobernantes.
Desde la época de la Confederación Perú-Boliviana, en el Perú abundan los vendepatrias al servicio de Chile.
La situación se agrava en el plano económico. La venta a precio de ganga del campo de entrenamiento de nuestra aviación civil en Collique es un crimen que no se puede perdonar: atentó contra nuestra reserva aérea.
También la concesión del puerto de Paita tiene los rasgos de claudicación nacional de nuestras clases dominantes. Paita ha sido dotada por la naturaleza para ser el mejor puerto de todo el Pacífico americano. Hasta donde he podido averiguar, esa característica fue revelada a Chile por un traidor. Chile es, por supuesto, socio en la concesionaria de Paita.
Ya es tiempo de que la Marina y el conjunto de los mandos militares investiguen y denuncien lo que hay en las aguas profundas y las altas esferas de ese negociado portuario. El artículo 165 de la Constitución lo ordena: “La Fuerzas Armadas… tienen como finalidad primordial garantizar la independencia, la soberanía y la integridad territorial de la República”.
En cuanto al suboficial espía recién descubierto, hay que ir más allá del caso personal. Es harto probable que forme parte de una red compleja con elementos que tienen mayor acceso que él a información reservada y secreta.
Frente a Chile, los gobernantes del Perú son, en el mejor de los casos, los idiotas de la familia.
El proyecto de Alan García de pedir a otros gobiernos, entre ellos el de Chile, limitar los gastos militares, es una pieza del más subido ridículo.
El presidente del Consejo de Ministros, Javier Velásquez Quesquén, ha añadido un episodio de delicadeza risible al declarar: “hay que tener mucha tranquilidad oficial para evitar deteriorar la relación con Chile” (¡!).
César Lévano
cesar.levano@diariolaprimeraperu.com
En la página 5 de esta edición damos un dato más revelador sobre el armamentismo escandaloso de Chile, el país de mayores gastos bélicos per cápita en el continente.
Pese a esa supremacía de afán demoledor, Chile recurre a otros recursos. Entre ellos el espionaje.
El recién descubierto Víctor Ariza Mendoza es sin duda sólo una pieza del intenso espionaje al que está sometido el Perú. Los pilotos chilenos que se pasean por nuestro espacio aéreo como Pedro por su casa, los patrones chilenos de barcos pesqueros que abundan como anchovetas en nuestro mar, son parte de un vasto engranaje desarrollado gracias a la inepcia, cuando no la complicidad, de nuestros gobernantes.
Desde la época de la Confederación Perú-Boliviana, en el Perú abundan los vendepatrias al servicio de Chile.
La situación se agrava en el plano económico. La venta a precio de ganga del campo de entrenamiento de nuestra aviación civil en Collique es un crimen que no se puede perdonar: atentó contra nuestra reserva aérea.
También la concesión del puerto de Paita tiene los rasgos de claudicación nacional de nuestras clases dominantes. Paita ha sido dotada por la naturaleza para ser el mejor puerto de todo el Pacífico americano. Hasta donde he podido averiguar, esa característica fue revelada a Chile por un traidor. Chile es, por supuesto, socio en la concesionaria de Paita.
Ya es tiempo de que la Marina y el conjunto de los mandos militares investiguen y denuncien lo que hay en las aguas profundas y las altas esferas de ese negociado portuario. El artículo 165 de la Constitución lo ordena: “La Fuerzas Armadas… tienen como finalidad primordial garantizar la independencia, la soberanía y la integridad territorial de la República”.
En cuanto al suboficial espía recién descubierto, hay que ir más allá del caso personal. Es harto probable que forme parte de una red compleja con elementos que tienen mayor acceso que él a información reservada y secreta.
Frente a Chile, los gobernantes del Perú son, en el mejor de los casos, los idiotas de la familia.
El proyecto de Alan García de pedir a otros gobiernos, entre ellos el de Chile, limitar los gastos militares, es una pieza del más subido ridículo.
El presidente del Consejo de Ministros, Javier Velásquez Quesquén, ha añadido un episodio de delicadeza risible al declarar: “hay que tener mucha tranquilidad oficial para evitar deteriorar la relación con Chile” (¡!).
César Lévano
cesar.levano@diariolaprimeraperu.com
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