Los Estados Unidos le han ofrecido a la derecha una oportunidad de “reinar” de nuevo en la América Latina. La derecha internacional acude en auxilio de sus adeptos y pone todos sus recursos, todos sus argumentos y el peso de su poderoso aliado para desestabilizar la región. La democracia que nos dijeron era la solución de todos los males desde principios de los ochenta ahora no les sirve para nada, el nuevo camino son las dictaduras sangrientas y corruptas: deja vu.
A riesgo de que me llamen estúpido optimista, creo que la diferencia radica en la actitud de nuestros pueblos, y no porque en el transcurso de los últimos sesenta años hayamos ganado en educación, sino por el ¡basta ya! que han provocado años de creciente miseria, injusticia, falta de oportunidades y tantos otros males que nos han traído las políticas imperiales.
Muchos defensores del sistema neoliberal argumentan que este incentiva la productividad humana; no mencionan que para la gran mayoría de la población es mas barato morirse que curarse.
Los mercenarios del pensamiento como los Vargas Llosa, Montaner y otros autores, se llenan la boca contando las maravillas del sistema capitalista. Las grandezas del estilo de vida norteamericano. Nadie nos cuenta que para que todos vivamos al mismo ritmo de los gringos necesitaríamos 4 planetas como la tierra. Ninguno de estos señores le cuenta a sus visitados que la capacidad desarrollada les ha permitido privatizar hasta las semillas de maíz.
Hablan de libertad de expresión, de las libertades civiles de que gozan los norteamericanos gracias a su gran democracia. No narran que cada ciudadano de ese país es espiado, perseguido constantemente por la seguridad del estado gracias al Acta Patriota de la era Bush, aun vigente. Llegan al paroxismo de su odio a la humanidad cuando se refieren a Cuba, pero olvidan misteriosamente que muchos ciudadanos pobres de Estados Unidos burlan el bloqueo a la heroica tierra de Martí para conseguir mejores opciones de salud.
Estos genios de la democracia son las autoridades que pretenden legitimar ideológicamente las agresiones contra los pueblos de nuestro continente. Al lado de ellos aparecen reporteros (o periodistas, quien sabe) que van desde la majadera ignorancia, como Renato Álvarez (TVC, Honduras); hasta la perversión ilimitada de Rodrigo Wong Arévalo (Televisión Educativa Nacional, Honduras), cuyo cinismo lo hace exclamar con orgullo su participación en el golpe de estado del 28 de junio en Honduras.
No mencionan ni remotamente que la agresión al presidente Lugo del Paraguay, a quien ya tuvieron el cinismo de predecirle “unos 6 meses mas en el poder”, o que la firma del pacto de agresión entre Colombia y Estados Unidos; o que la nacionalidad del RPG 7 lanzado en Tegucigalpa hace dos noches es nicaragüense, no son hechos aislados y casuales, sino que forman parte de la agresión imperialista contra toda señal de progreso en el continente.
A veces, cuando analizamos la dialéctica de nuestras luchas olvidamos incluir en esta practica el desarrollo de las fuerzas de la derecha; a veces somos proclives a entrar en contradicciones internas que olvidan que el esquema en general de agresión va dirigido a dividirnos. No siempre somos capaces de visualizar la intima relación de todas estas fuerzas en el mismo contexto. Nos olvidamos de cuestiones esenciales como el hecho de que en la lucha existen dos partes, una de ellas un adversario formidable , el imperio, que no escatima nada, absolutamente nada para alcanzar sus objetivos.
Si se sacrifican vidas en Venezuela, en Ecuador, Colombia, Nicaragua, El Salvador, Bolivia o en Honduras, nadie se inmuta. Las únicas muertes que les preocupan son las que les hacen mala publicidad; no esta demás recordar que Bush prohibió mostrar las bolsas conteniendo los restos de los soldados caídos en Irak y Afganistán. Este es un adversario sin escrúpulos, sin moral, sin consideración humana alguna.
Este adversario, al que no le conviene para nada el despertar nacionalista de los países latinoamericanos, cuenta con una división de empresarios , oligarcas sin patria, cuyo único símbolo es el dinero, que sirve localmente a sus intereses a cambio de mantener todos sus privilegios ad perpetuam.
Seria muy ingenuo de nuestra parte pensar que las conspiraciones yanquis en nuestros países se derrotaran sin que nuestras propias fuerzas hayan alcanzado mayores niveles de coherencia. El golpe en Honduras es una muestra clara del tipo de despliegue de que es capaz este imperio de la perfidia.
Mientras ellos han puesto en marcha su maquinaria asesina y conspiradora, nosotros mantenemos posiciones encontradas que generan tremendas contradicciones internas, impulsadas desde fuera por el adversario, y promovidas por muchos que creen en la pureza de los dogmas. Nosotros no somos adeptos a una religión, somos gente comprometida con una lucha, y como tal debemos actuar.
Durante todo el siglo XX perdimos muchas vidas valiosas en los campos de batalla donde nos obligaron a pelear una batalla desigual contra el sistema mundial. No debemos olvidar los ejemplos derivados de esas luchas. Desde entonces el enemigo no ha cambiado, sigue siendo el mismo y sus designios son inequívocos. Por esa razón nosotros debemos estar a la altura de las circunstancias.
La unidad de los pueblos latinoamericanos debe pasar de las expresiones de solidaridad a las acciones concretas. Cada lucha que se libra es nuestra propia lucha. Hoy el imperio tiene en Colombia y Panamá cabezas de puente para sus agresiones, la lucha contra esas bases es de todos nosotros y debemos ser militantes en esa lucha. En el Perú el gobierno del traidor Alan García somete a nuestros compañero indígenas a sangre y fuego, esa lucha es nuestra; en Ecuador amenazan la estabilidad del régimen democrático de Rafael Correa, esa lucha es nuestra; al compañero Lugo lo amenaza la derecha, también en ese lugar tenemos un compromiso histórico.
En Honduras, mientras el golpe busca consolidarse, la lucha por recobrar la ruta del pueblo es de todos los latinoamericanos; debemos acostumbrarnos a estar en todas partes. No hay tampoco que descartar que se abran frentes en El Salvador y Guatemala. A Nicaragua ya la tienen sometida a una guerra de desgaste y no debemos dudar ni por un segundo que si el golpe de estado se consolida en Honduras se convertirá en un trampolín de agresión contra los países vecinos; otra vez deja vu.
Mas que nunca debemos estar claros de donde provienen los ataques contra nuestros pueblos. Hoy mas que nuca debemos evitar confrontar a nuestros hermanos; eso abona el camino del enemigo, hace estériles nuestras opciones de victoria. El enemigo trabaja 24 horas todos los días del año en nuestra contra; la respuesta no puede ser menor en intensidad y determinación.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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