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"Los Maestros, al ponernos al servicio del Estado, no hemos vendido nuestra conciencia ni hipotecado nuestras opiniones, ni hemos perdido nuestra ciudadanía. El hecho de recibir una suma mensual de dinero significa sólo el pago de nuestros servicios profesionales, pero no el pago de un silencio y de una conformidad que repugna. Quienes pretenden que el maestro debe "callar, obedecer y trabajar", están en un error, y cometen un insulto a la dignidad humana... ". José Antonio Encinas

¿REFORMA EDUCATIVA?

¿Reforma educativa para mejorar la calidad académica? Es posible esto sin atender el rezago educativo en materia de infraestructura en zonas marginales, con estudiantes mal alimentados y desnutridos, sin planes de estudio acorde a las necesidades de la población.

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ley de reforma magisterial y la destitucion por inasistencia y tardanza

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16 julio 2013

“Estamos viviendo un proceso de resquebrajamiento de la hegemonía burguesa”

Entrevista con Marta Harnecker, investigadora y divulgadora de movimientos políticos latinoamericanos

Mundo Obrero/Rebelión


Formadora y a la vez estudiosa del movimiento revolucionaraio latinoamericano, Marta Harnecker es una autora de referencia en la izquierda de la segunda mitad del siglo XX y los albores del siglo XXI. Chilena, en los años 60 Marta pasó de ser dirigente de Acción Católica a militar en el socialismo tras conocer la experiencia de la revolución cubana. Discípula directa de Althusser y traductora al castellano de sus dos obras más importantes: La revolución teórica de Marx y Para leer El Capital, Marta ha tenido una enorme importancia como divulgadora del pensamiento marxista. Ha sido directora del centro de investigaciones Memoria Popular Latinoamericana (La Habana, Cuba) e investigadora del Centro Internacional Miranda (Caracas, Venezuela), y entre 2002 y 2010 fue asesora de Hugo Chávez.

Sus obras trufan las estanterías de cualquier militante de izquierda, junto a las de sus maestros Lenin, Marx, Gramsci, Althusser o Paulo Freire. Además, Marta ha sido determinante para la nueva generación de marxistas que no hemos conocido el bloque del este, y que nos acercamos a la tarea de reconstruir la izquierda en el ambiente cultural anticomunista de los 90. El pensamiento de Marta, difundido a través de la entonces novedosísima rebelion.org, nos ayudó a muchos jóvenes a comprender cómo se puede ser revolucionario en el siglo XXI, y nos transmitieron una visión crítica y alentadora de los nuevos procesos populares de América Latina. Trabajos como La izquierda después de Seattle (2001), Delegando poder en la gente (1999) o La izquierda en el umbral del siglo XXI (1999) fueron de lectura obligada en estos años de crisis de la izquierda mundial, que alcanzaron con especial rotundidad a España a finales de los 90.

La definición de Manolo Monereo en la presentación de su libro como “un clásico en vida” no puede ser más precisa. Harnecker comenzó como divulgadora del pensamiento de Marx y Lenin entre los movimientos revolucionarios (ahí están clásicos como Los conceptos elementales del materialismo histórico, El capital: conceptos fundamentales, Táctica y Estrategia, o su serie completa de Cuadernos de Educación Popular). Pero su labor más fecunda y a la que ha dedicado décadas de su vida es la de estudiar los procesos revolucionarios de América Latina, en muchas ocasiones recogiendo la voz directa de sus protagonistas. De esta forma nos ha narrado procesos sociales en países como Cuba, Nicaragua, El Salvador, Colombia, Uruguay, Brasil, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Chile e incluso el estado indio de Kerala.

En su análisis de los procesos revolucionarios, Marta ha prestado especial atención a fenómenos como la edificación de nuevos instrumentos políticos, la comprensión del papel revolucionario de los cristianos, la lucha indígena, la organización de las mujeres o el movimiento estudiantil. Un interés central en su obra que aparece tempranamente en el 79 (Cuba: Los protagonistas de un nuevo poder) y que se acentúa desde los años 90 es la participación ciudadana, entendida como una de las claves fundamentales del socialismo del siglo XXI, cuestión a la que ha dedicado una gran parte de su obra. Defensora y practicante de la pedagogía popular, los textos de Marta destacan por su sencillez, su claridad expositiva, su lenguaje llano y su estructuración en parágrafos cortos enumerados que facilitan la lectura comprensiva y la dinámica de grupo.

Además, a lo largo de su obra, Harnecker ha sabido emplear el pensamiento de Lenin con inteligencia, enseñándonos a leerlo sin dogmatismos y poniéndolo en relación con las experiencias reales de América Latina. Así lo atestiguan libros como La revolución social: Lenin y América Latina (1985), Estrategia y táctica (1985), Reflexiones acerca del problema de la transición al socialismo (1985), Enemigos, aliados, frente político (1987) o Vanguardia y crisis actual (1990).

Sus obras completas están disponibles para su descarga en la sección de “Autores” de la web rebelion.org: http://goo.gl/gQMvl

Charlamos con ella con ocasión de la presentación de su último libro Un mundo a construir. Nuevos caminos (El Viejo Topo, 2013), en un acto organizado conjuntamente por la editorial, la revista Crónica Popular y el Frente Cívico “Somos Mayoría” de Madrid.

-Mundo Obrero: Has vivido, asesorado y acompañado al proceso revolucionario bolivariano de Venezuela. Creo que la primera pregunta es evidente: ¿cómo ves el futuro de la Venezuela bolivariana sin Chávez? ¿Los revolucionarios bolivarianos han sido capaces de vertebrar un movimiento popular más allá del liderazgo de Chávez?

-Marta Harnecker: Yo me entusiasmé con el Presidente Chávez cuando fui a hacerle una larga entrevista. Durante las sesiones yo aprovechaba los momentos de descanso para transmitirle críticas que estaba recogiendo a su gestión, fundamentalmente desde la izquierda. Resultó que el Presidente quería cerca a alguien que fuera crítico, y esa fue la razón por la que terminé yéndome a vivir 7 años a Venezuela. Es un dato interesante, porque a veces se piensa que Chávez era un autoritario. Escogí titular el libro Un hombre, un pueblo[1] porque me impresionó enormemente su humanidad y su convicción de que para transformar la sociedad tenía que darle poder al pueblo.

Respondiendo a tu pregunta, yo creo que Chávez sembró muchas ideas en el pueblo venezolano durante sus años de gobierno en constante contacto con la gente. Fue un gran pedagogo popular. Aunque no inició su mandato pensando en una sociedad alternativa al capitalismo, sino en un capitalismo con rostro humano, las circunstancias muy rápidamente le llevaron a entender que no iba a poder hacer ninguna transformación profunda si no planteaba una sociedad alternativa. En ese momento decidió hablar del socialismo del siglo XXI, contra algunas personas que le recomendaban no hacerlo, porque la palabra socialismo tenía una profunda carga negativa. Por el contrario, él decidió asumir este término, pero inmediatamente empezó a hacer una incansable pedagogía acerca de qué era el capitalismo y qué era ese socialismo que él mencionaba. Y eso dio por resultado el que, a pesar de la opinión muy negativa que entonces existía, en poco tiempo según las encuestas, más de la mitad de la gente en Venezuela llegara a percibir que el socialismo era la solución a sus problemas. Esos discursos de Chávez están siendo repetidos constantemente por el canal del estado y otros programas de televisión. La voz de Chávez está impresionantemente presente. En décadas pasadas cuando alguien moría desaparecía, pero ahora no. Como Chávez habló mucho y sobre cada uno de los temas referidos a la construcción de la nueva sociedad, en cada actividad que se hace se escuchan sus palabras sobre los temas a los que alude dicha actividad. Sus ideas y orientaciones acerca de necesidad de construir una sociedad alternativa al capitalismo y cómo hacerlo están presentes y marcan el camino del actual gobierno.

Pero no se trata sólo de un discurso muy pedagógico que sirve de faro que ilumina el camino, sino también de la inmensa confianza que el tenía en el pueblo.

Hay que tener en cuenta que Chávez ofreció a la gente la posibilidad de tomar decisiones entregando recursos a las pequeñas comunidades. No en forma populista, sino que la gente elaboraba planes, proyectos... y así la gente ha ido creciendo en autoestima, ha ido madurando mucho. Con sus palabras y sus políticas la gente se siente comprendida, apoyada, estimulada.

Otro asunto es que el Presidente actual, Nicolás Maduro, fue el candidato designado por Chávez. De alguna manera el cariño hacia éste se ha volcado en Nicolás, quien sabe que su fortaleza está en tener un pueblo organizado que lo apoye. Creo que Nicolás ha elegido el mejor gabinete desde que Chávez es Presidente, ha puesto cuadros muy buenos, yo conozco a varios personalmente. Por otro lado, sabiendo que él no es un estadista con gran experiencia -él mismo dice “me eduqué con Chávez” y que de alguna manera esa inmensa responsabilidad de dirigir el país le llegó por sorpresa, eso le hace apoyarse más en el pueblo y buscar hacer un gobierno muy ligado al mismo. Está haciendo gabinetes en distintos lugares del país, lo que el llama el “gobierno de calle”, que ya el presidente Rafael Correa estaba haciendo en Ecuador con sus gabinetes itinerantes. Contacto directo con la gente, les pide: “ayúdenme a gobernar”.

Pero sin duda Venezuela está viviendo una situación. objetiva muy complicada. El Presidente Chávez luego de ser electo por tercera vez reconoció que la gran debilidad del gobierno había sido la falta de eficiencia así como la falta de planificación. Ha habido un gran gasto en misiones sociales -que es muy importante sin duda- pero no ha habido suficiente inversión y el estímulo a la producción interna. El gasto público ayudó a que la gente recibiera mejores salarios y recursos para salud, alimentos baratos, subsidios, etc..., aumentó la demanda interna y como eso no fue acompañado de un estimulo a la inversión en el aspecto productivo, se ha comenzado a sentir la escasez, han faltado productos y se ha recurrido a la importación. Por otra parte, el sistema cambiario ha desestimulado la producción nacional y favorecido las importaciones durante mucho tiempo. Y está el problema de haber tenido que devaluar. La derecha está haciendo una campaña muy demagógica en contra, aunque sabe que había que hacer eso. Claro que es una medida muy antipolítica y el haberla hecho sin que se produzca una crisis absoluta muestra que el pueblo da crédito al gobierno, pero sabemos que es un desafío, y si no se logra resolver este problema, la situación podría ponerse muy seria, porque la gente está muy afectada por esta cuestión económica. El propio presidente Maduro ha dicho que hay que hacer un “gobierno económico”. Y no está sólo el problema objetivo de estas deficiencias de planificación económica, también está ocurriendo lo que nosotros vivimos en Chile en la época de Allende: una oposición que oculta productos para aumentar la escasez, se lleva capitales fuera del país, produce menos, etc... Todo lo que hizo la derecha en Chile lo están haciendo en Venezuela, creando una inseguridad en la gente que la lleva a comprar más de lo necesario. La derecha tiene una gran habilidad mediática para estas cosas, felizmente sus medios no tienen una gran audiencia. La cuestión es compleja pero los elementos que te he dado me hacen tener esperanzas. Si no existiera todo bagaje cultural y emocional acumulado por Chávez la situación sería mucho más difícil.

-M.O.: Hace 20 años habría sido impensable un auge de la izquierda en un continente como el que hemos visto en América Latina. Sin embargo, el avance de posiciones de izquierda o críticas con el neoliberalismo ha sido arrolladora: Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Chile, Ecuador, Nicaragua, Paraguay, El Salvador, Guatemala...

-M.H.: Especialmente yo diría que Venezuela, Ecuador y Bolivia son los países más adelantados en plantear una sociedad alternativa al capitalismo.

-M.O.: Todos estos procesos tienen en común que se han realizado por vía electoral. Sin embargo los golpes de estado en Honduras y Paraguay han demostrado que las élites dominantes no están dispuestas a tolerar que se les arrebate el poder, como ya hicieron en su país en 1973. ¿Crees que hay riesgo de golpe de estado en Venezuela u otros países? ¿Peligra de nuevo la vía democrática al socialismo?

-M.H.: Yo creo que la vía pacífica es el tránsito posible en el mundo de hoy. No podemos pensar que va a producirse lo mismo que se produjo en el siglo XX. Cuando Chávez hablaba del Socialismo del Siglo XXI estaba hablando entre otras cosas de este tránsito por la vía institucional. En mi opinión Allende fue el precursor de este socialismo, aunque yo digo que el socialismo como ideal siempre ha sido esencialmente democrático, lo que pasa es que por razones históricas y por errores cometidos en la URSS se presentó como totalitarismo. Pero las ideas originales de Marx hablan de una sociedad libertaria, democrática, de pleno desarrollo de la persona humana, en la que la persona se transforma a sí misma luchando por transformar la sociedad. Esa transición que estamos viviendo parte de esas ideas del socialismo, y lo hace con muchas limitaciones que debemos reconocer. Es el único camino que tenemos ahora mismo, y debemos tener claro que no tenemos el poder, sino que hemos conquistado un pedacito del poder. Aún tenemos en contra el poder económico, el poder mediático y las instituciones. Por eso se hace este gran esfuerzo por cambiar las reglas de juego institucional. Cuando Chávez decide pasar de su primera intención insurreccional a la conquista del poder por la vía electoral, él inmediatamente plantea el proceso constituyente, para cambiar esas reglas del juego. Lo mismo se hizo en Ecuador y Bolivia. Las asambleas constituyentes cambian la institucionalidad, para lo que se requiere de una correlación de fuerzas positiva, porque si se convoca una asamblea constituyente y quienes ganan son las fuerzas opositoras, se reafirma institucionalmente el pasado. Eso significa que hay que medir las cosas bien, el cuándo, el cómo... Por eso en Chile nunca hicimos asamblea constituyente aunque teníamos la misma situación: no porque no se hubiese descartado la necesidad política de hacerla, sino porque se pensó que no teníamos la fuerza para ganarla. Y ahí entra un tema por el que admiro mucho a Chávez, que es la audacia para crear una correlación de fuerzas que permita hacer las cosas. Cuando Chávez llega al poder había una crisis tal en el país que cambiar la institucionalidad era un sentir general de la población y muy especialmente de los sectores medios, de hecho esa fue la bandera que asumió Chávez para ser Presidente. Pero cuando la oposición se lanzó al referendo revocatorio (después de fracasar el golpe en abril del 2002, y no lograr parar la economía mediante el paro petrolero), todas las encuestas decían que el presidente tenía muy baja popularidad. En ese momento muchos le dijeron: “No aceptes, vas a perder” y Chávez dijo: “Yo me he metido en las reglas de juego institucional y voy a seguir estas reglas, pero voy a crear la correlación de fuerzas que me permita ganar”. Y empezó a trabajar. Creó un sistema muy interesante que llamó “patrullas electorales”[2], en las que se organizaban los simpatizantes del proceso en grupos de 10. No importaba que tuvieran partido o no. Cada uno de esos trabajaba para crear un grupo de otros 10. Creo que debemos aprender mucho de esta experiencia. Yo me fuí a los barrios populares a ver cómo la gente había hecho este trabajo sin contar con grande recursos electorales. ¡Muchas veces no había ni propaganda! Está por ejemplo el caso de una mujer que estaba alfabetizándose, iba a su curso, después volvía a casa a cocinar, y, cuando la familia ya había comido, salía a visitar las casas de su cuadra y les hablaba de qué había significado para ella aprender a leer. Ésa era la propaganda: cómo había cambiado la vida de la gente. Eso me parece muy importante porque a veces no llegas a la gente no porque rechacen el proyecto de país que tú tienes, porque no sabes comunicarlo. De ahí la importancia de lo que esta gente sencilla comunica al narrar a los otros la transformación de su propia vida. La otra cosa importante es que hay mucha gente que simpatiza con nuestras ideas, en este caso con Chávez, y no sabe que hacer, esta idea de las patrullas permitió darle tareas concretas a mucha gente que no militaba pero que quería participar.

Ahora, para responder a tu pregunta, no se puede descartar que el gobierno de los Estados Unidos intente nuevas formas de derrocar a nuestros gobiernos, pero la mejor forma de disuadirlo es la existencia de un pueblo organizado que apoya a su gobierno y que saldrá a defenderlo. Los golpes de Estados que señalas se dieron justamente en países en que la organización popular era muy débil.

-M.O.: En el libro que vienes a presentar distingues dos subtipos de gobiernos gobiernos alternativos al neoliberalismo: los que sin romper con las políticas neoliberales ponen énfasis en lo social (el Chile de Bachelet, Brasil, Uruguay) y los que buscan romper con las políticas neoliberales apoyándose en la movilización popular (Venezuela, Bolivia, Ecuador)[3]. ¿Es correcto hablar de una “izquierda revolucionaria” frente a una “izquierda moderada”, o es necesario buscar una vía de cooperación entre ambos tipos de Gobiernos?

-M.H.: ¡Imagínate!, nosotros estamos hablando de cooperación hasta con los gobiernos de derechas. Unasur es la articulación de todos nuestros gobiernos para tener una voz sin EE.UU. Como tú sabes, y así lo expongo en este libro, para mí la izquierda tiene que ser anticapitalista, pero la palabra izquierda se suele usar para denominar a un sector más amplio. En América latina fue el neoliberalismo quien, con sus efectos tan desastrosos para los sectores populares, cultivó el terreno para que nacieran sus sepultureros. Pero no sólo afectó a los sectores sociales más pobres, sino también a las capas medias que vivían tensionadas con la competencia. En este modelo se vive el absurdo de que hay gente que trabaja 14 horas para no perder ser vencidos por la competencia, y otros que no tienen trabajo. Esa gente tiene un bienestar económico pero vive para trabajar, no trabaja para vivir. Por eso te digo que la convocatoria debe ser muy amplia, debe tratar de reunir a todos los afectados por este modelo, no sólo económicamente sino también psicológicamente. La palabra izquierda a veces no sirve. Yo me siento de izquierdas por supuesto, pero hay gente que quiere el cambio, a la que si tú le dices “éste es el proyecto de sociedad” está contigo, lo que pasa es que no sabe que ese es un proyecto de izquierdas. Cada país, cada cultura y cada historia tiene que usar las palabras que la gente entienda, no las palabras científicas. Yo siempre digo que cuando tú le ofreces agua a una persona, le ofreces “agua” no “H2O”. La izquierda durante mucho tiempo hablaba con palabras que la gente no entendía. Pero, ahí tenemos la gran lección de Fidel, que cuando hablaba a la gente de la sociedad alternativa al capitalismo hablaba de educación gratuita, de la posibilidad de trabajar, de la salud, de la alimentación, de la soberanía nacional...y cuando preguntó en una gran asamblea de masas si la gente quería el socialismo no empezó por ahí, sino por preguntarle a la gente si quería esa salud gratuita, esa educación gratuita, etcétera, y una vez que la gente le dijo que sí, que eso quería, el le dijo: “¡Eso es el socialismo! Ésa fue la pedagogía de Fidel. Chávez lo hizo a la inversa, y por eso, muchas de sus intervenciones públicas se dedicaron a explicarle al pueblo por qué el capitalismo era nefasto y cómo sólo el socialismo era la solución para sus problemas.

Y como conocía las críticas al socialismo del siglo XX, lo llamó Socialismo del Siglo XXI para distanciarse del socialismo soviético. A veces las críticas que hacemos del socialismo soviético nos hacen olvidar que aquello fueron sólo intentos de socialismo, porque el socialismo para mí lo construye la gente, no se puede construir desde el Estado. Sin duda fue un intento que resolvió los problemas del hambre, de la educación, algo del problema de la vivienda, la salud... de millones y millones de gentes, y por eso nosotros admirábamos esa sociedad, no éramos tontos.

Pero eso llegó hasta ahí, justamente porque no hubo protagonismo popular. En mi criterio ese modelo de sociedad se derrumbó tan rápidamente porque la gente no lo sentía como suyo, porque no sentían que era ella la que lo había construido. La visión que tenemos ahora del socialismo -al menos la que yo defiendo- se basa en un socialismo construido por la gente. El socialismo no se puede decretar desde arriba. Los partidos y los gobiernos tienen que ser facilitadores de este proceso de construcción con la gente. Esa fue una de las grandes enseñanzas de Chávez.

-M.O.: Otra de tus apuestas en tu obra en referencia al socialismo del siglo XXI es la descentralización[4]. Tomas pie para ello en varias afirmaciones de Marx y en la experiencia cubana. ¿Cómo compaginar eso con el diseño de una política económica nacional? También los soviéticos apostaron inicialmente por el control obrero de las fábricas, que era la situación heredada del proceso revolucionario, y las necesidades de la Guerra Civil les llevaron a implantar una economía centralizada. ¿Qué condiciones han cambiado para que sea posible una economía descentralizada hoy en América Latina?

-M.H.: Yo distinguiría lo que es la participación, los soviets, de lo que es la planificación y la descentralización. Yo creo que tiene que haber un plan central estratégico de toda la nación, por supuesto, y en el futuro habrá también que hacer un plan único de nuestra región latinoamericana, pero por ahora estamos aún en el nivel nacional. Cuando se plantea la descentralización en la Comuna de París, no se plantea suprimir el estado central, él debe conservar las tareas que son necesarias para la coordinación de las comunas (seguridad, políticas de educación, políticas generales...). El otro tema es cómo se implementa esto en cada localidad. Yo parto de que la participación no es una frase bonita, para que haya participación tiene que haber espacios adecuados de participación y delegación de poder, y que para ellos es necesario descentralizar recursos, funciones, etc. El principio es que tú descentralices todo lo que se pueda descentralizar hasta el nivel más bajo que puedas. La idea es que las cosas que puedan ser mejor gestionados en los niveles inferiores pasen a manos de esos niveles. En Cuba, en la zafra azucarera el propio Fidel llegó a la conclusión de que no se podía dirigir todo desde el centro, porque ¿quién mejor que una comunidad para saber que la panadería de su barrio está funcionando bien o mal, o cómo hacerlo? Pero en este tema no se puede ser rígido, porque luego de descentralizar recursos a los municipios Fidel empezó a recorrer la isla y se dio cuenta de que no había ningún nuevo hospital. ¿Por qué? Porque los recursos eran tan poquitos que cada municipio había empezado a construir los cimentos. En ese caso queda claro no tenía sentido descentralizar recursos para la construcción de hospitales, había que manejar esos recursos centralmente y discutir en qué territorio era prioritario edificarlos. Una cosa diferente es la pintura para la escuela, la política de deportes para una localidad... Esas cosas perfectamente se pueden descentralizar.

Lenin en sus últimas obras atribuyó al estado heredado zarista el problema del burocratismo, tú debes saberlo. Antes de morir estaba muy preocupado por las trabas que veían en ese aparato de estado. Yo no comparto esa opinión, creo que la causa más importante del burocratismo es la excesiva centralización: no puedes resolver problemas abajo, todo pasa por las decisiones de arriba, todo se bloquea, se lentifica, etc. Ése es el primer motivo para defender la descentralización, eso permite luchar contra el burocratismo. El segundo motivo es la participación. La gente tiene que ser capaz no sólo de levantar la mano y debatir, también tiene que ser capaz de tomar decisiones en la pequeña comunidad, en los territorios mayores (que Chávez llamó Comunas), en municipios, etc. Para eso se necesita crear espacios que faciliten esos procesos participativos. Yo insisto en el libro en que la palabra “descentralización” fue usada por los neoliberales para debilitar el estado central, para que los conflictos que llegaban al estado central se diluyeran en los municipios. Por otra parte, esa es una descentralización absolutamente no solidaria. Por ejemplo, se descentralizó la educación, de manera que el municipio pobre no podía desarrollar una política educativa como la del municipio rico. Nuestro concepto de descentralización es un concepto completamente distinto, donde tiene que entrar la solidaridad: debería existir una fórmula para que los municipios ricos apoyen a los más pobres. Ya en algunos países se ha practicado eso.

-M.O.: Siguiendo con la cuestión de la participación, en tu artículo Democracia y socialismo. El futuro enraizado en el presente[5] analizabas cuatro experiencias prácticas de democracia participativa: Porto Alegre, Chiapas, Kerala y Venezuela. Como sabes, en España la explosión del 15-M tuvo como uno de sus lemas “Democracia Real YA”. ¿Ves posibilidades de exportar estos modelos de participación que analizas?

-M.H.: Yo creo que la participación es tan central para la constitución de una alternativa al capitalismo que de lo que se trata es de ponerla en práctica. Conocer otras experiencias puede ayudarnos a descubrir cómo hacerlo mejor, pero siempre las formas de participación tendrán que adaptarse a cada realidad. Una sociedad participativa y protagónica, para mí eso es el socialismo. Lo otro es todo lo que tú quieras menos socialismo. El compañero marxista Pat Devine[6] habla de sociedades estatistas para referirse a la experiencia de socialismo soviético. No consiera correcto hablar de capitalismo de estado porque al fin y al cabo el excedente en esos países se usaba para cuestiones sociales, no para privilegiar a una clase. Independientemente de que los funcionarios tuvieran privilegios, pero no era como en el capitalismo. Nosotros no queremos construir sociedades estatistas.

Las tres experiencias más avanzadas en América Latina (Venezuela, Ecuador, Bolivia) son muy diferentes una de la otra, pero tienen en común que son nuestros pueblos los que van a construir la nueva sociedad. Rasgos comunes son la participación, la democracia profunda, la economía centrada en el hombre y no en el lucro y respetuosa de la naturaleza, y la democracia en todos los aspectos, no sólo sociales sino también en cuanto a libertades y derechos. Yo creo que el futuro del mundo es ése.

-M.O.: Una de tus preocupaciones en tus obras es combatir la tendencia al sectarismo que se halla en la izquierda revolucionaria. En este aspecto, has autocriticado que existían en América Latina grupos que se autoproclamaban la vanguardia del movimiento obrero, y que aplicaban el marxismo-leninismo de un modo mecanicista, antidialéctico, fijándose sólo en los objetivos estratégicos últimos, y no en los objetivos tácticos para alcanzarlos. No puedo estar más de acuerdo. Ahora bien, sobre esto querría preguntarte algo. En nuestra sociedad tan hegemonizada, tan penetrada por la ideología burguesa, parece difícil esperar que el pensamiento socialista nazca espontáneamente. En este sentido, estaría de actualidad la necesidad de la lucha ideológica que planteaba Lenin o tú misma en tus clásicos Cuadernos de Educación Popular ¿Podemos hablar de la necesidad de una “vanguardia” dentro de estos movimientos amplios?

-M.H.: El problema del término vanguardia es que fue mal interpretado. En América Latina había muchas vanguardias sin retaguardia. Cada grupo de izquierda se declaraba LA vanguardia y despreciaba a todos los otros. La pregunta que habría que hacerse es: ¿qué son esas masas espontáneas? ¿Qué son esos sectores populares que aparecen y que luchan, y que vemos en Egipto, Túnez, España, Wall Street, Chile, etc? Esos movimientos que se producen contra el neoliberalismo también los tuvimos en América Latina y llegaron incluso a tumbar presidentes, pero ahí se quedaban. Es decir, hay una limitación del movimiento espontáneo. Yo sigo pensando que eso es así, y que se requiere de un instrumento político que permita articular a todos los sectores para vencer al capitalismo. Se requiere preparar esa lucha, no surge sola. Se requiere también el conocer muy bien la realidad social y levantar un programa. Inicialmente hay que articular una plataforma de lucha que permita aglutinar a todos los sectores afectados por el sistema. Tiene que haber una formulación en la que todos estemos de acuerdo —yo uso el término “plataforma” cuando se trata de una plataforma de lucha coyuntural, el programa es una cosa más a largo plazo— y alguien tiene que formular eso. Eso no quiere decir que ese alguien va a estar desconectado en una oficina: tiene que estar participando y ser capaz de ver los elementos comunes para reunirlos en este programa. Ese alguien es lo que yo denomino instrumento político. El tema es: ¿cuáles son las características de este instrumento político? Sería muy largo hablar de eso aquí, desarrollo ampliamente el tema en mi libro Reconstruyendo la izquierda, donde incluyo una cosa que no desarrollé en Haciendo posible lo imposible: La Izquierda en el umbral del Siglo XXI[7]: cuál es el fundamento teórico de los errores de la izquierda que se desarrollaron en ese libro: la famosa tesis de la necesidad de la importación de la teoría marxista en el movimiento obrero.

El libro que hoy presentamos precisamente termina con un capítulo sobre el tema de la hegemonía y el instrumento político que hoy necesitamos. Allí planteo que estamos viviendo un proceso de resquebrajamiento de la hegemonía burguesa, y eso es lo que explica que surjan estos procesos. Hasta ahora el capitalismo dominaba por consenso, pero esto empieza a resquebrajarse. Eso no significa que de forma automática surja una hegemonía popular: hay que construirla, y para ello se requiere este instrumento político, porque ¿qué es la hegemonía popular si no es convencer a los demás de las ideas plasmadas en un proyecto de sociedad alternativa al capitalismo? Y ese proyecto no se construye entre dos amigos, para eso hay que tener conocimientos de historia, de economía, de la situación internacional, y de muchos otros temas. Todo ese conocimiento tiene que volcarse en el programa. Por eso la elaboración inicial del proyecto tiene que iniciarse por algún grupo, y luego ese proyecto debería ser enriquecido incorporando los aportes que puedan hacer los distintos movimientos que están luchando contra la actual sociedad buscando construir una sociedad diferente. Los diversos grupos tienden a tener visiones sectoriales, y por eso es el instrumento político el que debe ser el articulador, constructor o formulador de esa plataforma de lucha y de ese programa. Por otra parte, para que nuestras luchas sean eficaces y no meras explosiones de indignación, debemos conocer muy bien quiénes son los enemigos, tratando de concentra el fuego sobre nuestros principales enemigos, debemos conocer cuáles son sus debilidades y fortalezas, y por dónde es que podemos trabajar y avanzar mejor. Para todo eso, para planificar nuestros combates y ser capaces de golpear políticamente en el lugar y momento oportuno, es fundamental el instrumento político.

Nosotros en América Latina hemos logrado pasar de la resistencia y las manifestaciones callejeras, -cortes de caminos, botar presidentes- a tener gobiernos, porque nuestros pueblos entendieron que había que jugar en el terreno político. Pero fíjate: primero resistieron, se organizaron, lucharon. Costó pasar al terreno político por que existía un gran rechazo a eso, a los partidos, a la política y los políticos. En La izquierda en el umbral del siglo XXI ofrezco dos razones para este rechazo: por un lado la derecha se ha apropiado de nuestro lenguaje, y por otro el estilo de nuestros políticos de izquierda no se diferencia del de la derecha: el clientelismo, el carrerismo político, las prebendas, etc. ¿Qué ve la gente? Discursos iguales y conductas iguales, ¿cómo va a sentirse atraída por eso? No quiere nada con la política y yo lo entiendo perfectamente. El único problema es que quien se beneficia de eso es la derecha, porque ella puede gobernar sin instrumentos políticos. El sistema capitalista tiene su lógica económica que avanza, acumula sin la necesidad de tener partidos políticos. Pero la izquierda y las fuerzas que quieren cambiar la sociedad -llámense izquierda o conglomerado progresista, o como sea- necesitan romper con esa lógica, elaborando una propuesta alternativa de sociedad y señalando los caminos para lograrla, y para realizar esa tarea se requiere, te insisto, de una instancia política, no necesariamente al estilo de los partidos de antes, sino algo nuevo que no reproduzca sus fallas y cuya principal función debe ser la facilitar participación popular y la organización.autónoma del pueblo.

-M.O.: En tus obras se transpira un gran conocimiento de Lenin, en cuyo pensamiento basas muchas de tus afirmaciones. No es una exageración decir miles de jóvenes en España hemos aprendido a leer a Lenin a través de tus obras, y gracias a ellas hemos aprendido a leerlo no dogmáticamente, como cuando Lenin habla de alianzas amplias, objetivos tácticos, lenguaje adaptado a la realidad, que la fórmula del Partido no es universal, sino que el instrumento político debía ser adaptado a cada circunstancia, etc. ¿Qué podemos aprender de Lenin hoy? ¿Qué significa ser marxista-leninista en el siglo XXI?

-M.H.: Veo que has leído bien mis obras. Hace poco revisé mi libro Vanguardia y crisis actual[8]. Me parece que hoy puede ser muy interesante releerlo porque son experiencias que se repiten en muchos lugares de un modo parecido, aún en Europa. Traté de poner algo de eso en este nuevo libro pero no se puede poner en un libro todo. A veces los libros pasan y las nuevas generaciones no tienen acceso a ellas porque desaparecen de las librerías, aunque, claro, a las mías se pueden acceder vía internet.

-M.O.: En el caso de tus obras, en Rebelion.org principalmente ¿no?

-M.H.: Sí, ahí aparecen todos mis libros . Por cierto, que tengo que contarte que en estos dos últimos años me he dedicado a hacer unos audiovisuales pedagógicos de formación política. Se trata de unas charlas que he filmado sobre la izquierda, el socialismo, el instrumento político, el capitalismo, etcétera, que están estructuradas en bloques de aproximadamente 10 minutos cada uno. Cada bloque va seguido de unas tres o cuatro preguntas acerca del tema desarrollado en dicho bloque.[9] La idea es poder formarse sin la necesidad de contar con un profesor. Puede usarse en grupos de distinto tamaño o estudiarse en forma individual. Si el colectivo que sigue el curso es de más de diez personas se recomienda que, luego de ver el bloque en plenaria, se divida en grupos de trabajo de no más de diez personas cada uno y se converse sobre el tema abordado en ese bloque y se recojan las dudas que se plantean al discutir la temática expuesta. Una vez terminado la discusión el colectivo se vuelve a reunir en plenaria para ver el bloque siguiente y se retorna al trabajo de grupo. Las dudas se van guardando en una libreta. La charla irá resolviendo muchas de ellas, pero otras pueden quedar sin respuesta. Una vez terminado el curso que puede durar de 12 a 22 sesiones según el tema de que se trate, se debe llamar a un profesor o a una persona conocedora de la materia, para que responda las dudas. Si el curso es realizado simultáneamente por varios colectivos de una misma localidad, estos colectivos podrían juntarse en una sola gran plenaria para aprovechar en conjunto la presencia del profesor. Casa curso tiene un texto escrito al que se puede acceder por Internet.

Por último, estos cursos pueden realizarse con distintos ritmos de intensidad dependiendo de la disponibilidad de tiempo de cada colectivo: puede hacerse un estudio semanal de uno o dos bloques; puede hacerse un estudio intensivo de un fin de semana largo, etcétera. Lo he experimentado en varios países, entre ellos en la escuela de cuadros del Movimiento de los sin Tierra en Brasil con líderes campesinos y de movimientos sociales urbanos de diversos países y he comprobado lo útil que es esta forma de pedagogía en un momento en que la gente lee poco. La dinámica de discusión que se produce luego de cada bloque es muy positiva y evita que quienes sigan el curso se limiten a recibir una información en forma pasiva.

Me entusiasmó tanto ver el resultado que ahora estoy dedicada en gran medida a preprar ese tipo de materiales. Y también a doblarlos al inglés. He visto poco antes de venir a España un excelente discurso de Julio Anguita y he pensado que sería muy útil hacer un audiovisual con esta metodología dividiéndolo en bloques de más o menos 10 minutos, elaborando preguntas para cada bloque y estudiándolo luego en grupos, anotando las dudas e invitando a alguien una vez finalizado éste para que vaya a resolverlas.

Ahora, respecto a tu pregunta, supongo que se me califica de marxista-leninista porque he sido una estudiosa de Marx y de Lenin. Sigo revindicando los análisis de Marx del capitalismo. Lenin me parece un estratega político fundamental, aunque en algunas cosas a lo mejor sería un poco crítica, en lo esencial yo creo que es válido. En Vanguardia y crisis señalo varias reflexiones de Lenin que me parecen muy pertinentes.

-M.O.: En tus obras también has destacado que uno de los muchos elementos que ha caracterizado a la izquierda latinoamericana ha sido su comprensión acerca del papel de los cristianos en la revolución. Tú misma procedes del cristianismo, fuiste dirigente de un movimiento católico chileno antes de tu adscripción al marxismo. ¿Qué queda hoy de la teología de la liberación en América Latina?

-M.H.: (Hace una pausa breve y pronuncia en voz suave: “los ecos”) Bueno, quedan sacerdotes en Brasil y otros sitios que siguen luchando. Por cierto, dicen que el Papa fue crítico de la teología de la liberación, yo leí una carta de un jesuita a quien el Papa había liberado de la represión en Argentina. Lo digo porque se han contado muchas cosas del Papa, y yo soy contraria a encasillar a la gente en el pasado. Este jesuita cuenta que el Papa fue a una universidad argentina recientemente y habló de los errores cometidos por él en cuanto a la teología de la liberación.

Para mí la teología de la liberación es una forma de entender la historia y la fe. Esa forma permanece y creo que conlleva un mensaje muy importante: la redención del ser humano ocurre en la tierra, no en el cielo. Y en esa visión hay coincidencia con los seguidores de Marx.

-M.O.: Esta tarde vas a presentar tu último libro junto a dos impulsores de un nuevo movimiento ciudadano: el Frente Cívico “Somos Mayoría”. Además, el principal impulsor de dicho movimiento es Julio Anguita, seguramente el político mejor valorado del país, con gran tirón entre los jóvenes, incluso en los movimientos sociales mas apartidistas. Se trata de un movimiento no electoral, sino social, ciudadano.

-M.H.: Me gusta mucha esa idea, me gusta mucho.

-M.O.: El objetivo al que se aspira es a aglutinar a una mayoría social en torno a un programa de mínimos (se habla ahora de 16 puntos), en lugar de hacerlo en torno a una ideología o una visión política de la realidad.

-M.H.: Una cuestión: antes de que sigas: yo prefiero usar el término “plataforma de lucha”, para diferenciarlo del programa del partido o mejor del estratégico del instrumento político revolucionario.

-M.O.: Buena observación, gracias. ¿Encuentras alguna similitud entre este planteamiento y los que has estudiado en los movimientos del socialismo del siglo XXI en Latinoamérica?

-M.H.: Yo diría mejor: movimientos relacionados con la crisis del neoliberalismo en América latina, no con el socialismo. Este planteamiento es muy similar al que expongo en el libro La izquierda después de Seattle[10], y antes, tal vez en La izquierda en el umbral del siglo XXI. Se trata de la idea de plantear una plataforma de lucha frente a la crisis. Yo cito a un uruguayo, Enrique Rubio, y es en Uruguay donde se ha dado la experiencia más interesante para mí, de un amplio frente que no es la suma de partidos políticos, sino que logró convocar a mucha ciudadanía, más de dos tercios de los comités de base han estado conformados por simples ciudadanos que no militan en partido alguno. Esta idea de convocar a todos los que se sientan afectados me parece muy importante. Entender como dice Anguita —idea en la que yo suelo insistir—que tenemos un proyecto que responde a los intereses objetivos de la inmensa mayoría de la gente, de más de 90%: esos 16 puntos de ustedes. Estoy totalmente de acuerdo con lo que él propone: “hay que ir a la base del PP”. El proyecto de país que Chavéz, Correa y Evo levantaron en sus respectivos países reflejan esos intereses objetivos de la inmensa mayoría de sus habitantes Sin embargo, el apoyo en Venezuela a Chávez era menos del 60%, había un 40% de la población que no se manifestaba en favor del proyecto. Ahí tenemos que hacer un análisis por qué eso ocurría. Por un lado no cabe dudas de que está la cuestión mediática, la manera en que los medios opositores deforman este proyecto, pero también está el que nosotros no somos capaces de comunicar este proyecto porque no hablamos el lenguaje de la gente de la calle. Por eso me gusta el discurso de Anguita, que es absolutamente claro. Y lo otro que impide que la gente se convenza de lo justo de nuestro proyecto es el hecho de que muchas veces nuestra forma de vivir, de actuar se contradice con el proyecto que pretendemos difundir: no somos coherentes con los principios y los valores de la sociedad que decimos defender. Somos autoritarios y defendemos una sociedad democrática; somos egoístas y defendemos una sociedad solidaria. ¡Eso es lo que hace que la gente no crea! Ustedes por ahora tienen esa plataforma de lucha, todavía no tienen elaborado un proyecto de sociedad como nosotros lo tenemos en Latinoamérica, pero contar con esa plataforma es fundamental para convocar a la gente. Creo que hay que buscar los medios para que ese discurso de Anguita no se pierda y creo que no basta que se estudie sólo de forma individual, a través sólo del Youtube. Creo que sería muy interesante una dinámica en la que la gente fuese discutiéndolo en grupo —como te comentaba antes—,y fuese anotando las dudas que hayan ido quedando de esas discusiones y sólo después de haberlo discutido a fondo, entonces inviten a alguien para que las esclarezca.

NOTAS

1. HARNECKER, M., Hugo Chávez Frías. Un hombre, un pueblo, Ed. Tercera Prensa, San Sebastián, 2002. Disponible en: http://www.rebelion.org/docs/97068.pdf

2. La autora ha desarrollado este concepto en los parágrafos finales de: HARNECKER, M, Reconstruyendo la izquierda, Siglo XXI, 2008, pp. 191-192. Disponible en http://www.rebelion.org/docs/97076.pdf

3. Esta tipología puede verse también en la obra precedente de la que nos ocupa: HARNECKER, M., América Latina y el socialismo del siglo XXI. Inventando para no errar. El Viejo Topo, 2010. Disponible en: http://www.rebelion.org/docs/102813.pdf

4. Puede encontrarse un desarrollo de esta idea en: HARNECKER, M. (COORD.), La descentralización ¿fortalece o debilita el estado nacional?, 2009. Disponible en: http://www.rebelion.org/docs/97088.pdf

5. Artículo inédito de marzo de 2010, anexo a su libro Inventando para no errar. América Latina y el socialismo del siglo XXI. Disponible en: http://www.rebelion.org/docs/118327.pdf

6. Sobre este asunto en este economista inglés puede consultarse: DEVINE, P.J., Democracy and economic planning: the political economy of a self- governing society, Polity Press, Cambridge, 1988. Marta Harnecker realizó junto Camila Piñeiro una síntesis-resumen que está disponible para su descarga en: http://www.rebelion.org/docs/97087.pdf

7. HARNECKER, N., La izquierda en el umbral del siglo XXI. Haciendo posible lo imposible, Siglo XXI, 2000.

8. HARNECKER, M., Vanguardia y crisis actual, Gente sur, 1990. (También publicado en cinco países con el título Izquierda y crisis actual). Disponible en: http://www.rebelion.org/docs/92106.pdf

9. Los vídeos pueden verse en el enlace en el Canal de Youtube ciclopolitico: http://www.youtube.com/user/ciclopolitico

10. HARNECKER, M., La izquierda después de Seattle, Siglo XXI, 2000. Disponible para su descarga en: http://www.rebelion.org/docs/95169.pdf

Fuente original: http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=2963

04 noviembre 2011

“Los bancos y los acreedores seguirán su avance: la única salida es pararlos”

Entrevista a Gunnar Skuli Armannsson, activista de ATTAC Islandia
“Los bancos y los acreedores seguirán su avance: la única salida es pararlos”



Entrevistamos a Gunnar Skuli Armannsson el 9 de octubre en Madrid, aprovechando su participación en el Seminario “Viviendo en Deudocracia”. En estos días en que el referéndum sobre las draconianas medidas impuestas con el plan de “rescate” en Grecia pone a temblar a los bancos y sus portavoces, adquiere el máximo interés la experiencia de Islandia. Sin triunfalismos, con los pies en la tierra, este anestesista de profesión que ya padece los serios recortes que está sufriendo el principal hospital de Islandia, afirma que el rechazo, dos veces, de la ciudadanía islandesa al rescate a los bancos y la indemnización de los inversores extranjeros de un fondo quebrado es algo natural. La movilización ciudadana de Islandia en defensa de su soberanía, el dinámico proceso de autoorganización popular y de toma de conciencia ha despertado entusiasmo en todo el mundo. Pero Gunnar Skuli Armannsson advierte de que Islandia está lejos de haberse salvado, afirma que más bien se encuentra a medio camino del infierno, y explica la pesada losa que hoy en forma de créditos cautivos y mañana de deuda, el FMI están colocando sobre el país.
¿Podría resumirnos lo ocurrido en Islandia en los últimos tres años?
Antes de la crisis, Islandia era un país normal, en el sentido de que era simplemente otro país neoliberal. Tenía numerosos créditos, la gente adquiría créditos y se endeudaba, construía casas, compraba coches… la misma historia que en Irlanda, Grecia y otros países europeos. En el otoño de 2008 la crisis nos golpeó, de manera que los tres principales bancos de Islandia, se tornaron insolventes. Esos tres bancos constituían el 85% del sistema bancario de Islandia, de modo que no fue una pequeña parte del sistema financiero la que colapsó; casi la totalidad del sistema bancario se derrumbó en una semana.
La primera idea del Gobierno islandés en aquel momento fue dejar que esos tres bancos se hundieran, y fin de la historia. La primera idea fue algo ingenua. Pensamos que los bancos privados, ya que eran privados, asumirían la responsabilidad, no los contribuyentes. En el otoño de 2008 los islandeses pensaban que podrían conseguir créditos de otros países, como por ejemplo Noruega, o de otros países ricos. La gente no quería recurrir al FMI. Habíamos estado leyendo historias de lo ocurrido en otros países suramericanos, así que sabíamos lo que cabía esperar del FMI. Nuestro primer ministro de aquel momento es economista, y él sabía muy bien lo que significa el FMI.
Pero entonces estalló la disputa por los fondos Icesave entre Islandia y el Reino Unido y los ingleses aplicaron a Islandia la ley antiterrorista, en octubre de 2008 (1). Y eso significaba que los ingleses declaraban a Islandia terrorista, igual que a Al Qaeda. De modo que no podíamos acceder al dinero. Vendíamos nuestro pescado y nuestro aluminio en el exterior, pero no podíamos recaudar los pagos del exterior e ingresarlos al país, porque el dinero pasa por la City, el centro financiero de Londres, y como éramos terroristas, el dinero lo detenían allí, de modo que los islandeses no podían ni ingresar su dinero ni comprar nada en el exterior. Nadie quería hacer negocios con “terroristas”. La situación era tal que las empresas islandesas que habían hecho negocios con empresas europeas durante más de 50 años eran incapaces de obtener ningún suministro de Europa.
Así que cuando a Islandia le quedaban entre 10 y 12 días de alimento y combustible, tuvimos que rendirnos. Sufrimos un embargo financiero, igual que el que se le impuso a Haití en 1776. Tuvimos que rendirnos. Y entonces vino esta historia que tenemos en Islandia, en la que nuestro primer ministro le dijo al representante del FMI que se encontraba en Reijkiavik en el momento, tratando de convencer al Gobierno de que buscara ayuda: “Por favor, sean buenos con nosotros”. Esas fueron sus últimas palabras cuando decidió acudir al FMI. Así que tenía pleno conocimiento de lo que cabía esperar: “Por favor, sean buenos con nosotros”. No sé si esto es cierto, pero la historia cuenta que cuando este tipo (Poul Thomsen, Director del departamento de Europa del FMI y jefe de la misión del FMI para Islandia) salió del despacho del primer ministro, agarró su móvil y llamó a alguien, diciéndole: “Los tengo”.
Entonces tuvimos que adoptar un programa del FMI. El resto es historia. Es igual que en todos los demás casos. El FMI colocó a los bancos en el primer lugar, por lo que se decidió que el Gobierno islandés financiaría a tres bancos nuevos en reemplazo de los anteriores, y el costo de este rescate financiero es ya del 64% del PIB de Islandia. Y personas que saben mucho de estos temas me han dicho que esto supone un récord mundial. Ningún país ha destinado tanto dinero al sistema bancario, en relación con el PIB. De modo que el Gobierno islandés es especialmente magnánimo con los bancos.
La deuda estatal de Islandia antes de la crisis era muy baja: el 26% del PIB. Ahora es del 90% del PIB. Pero la deuda total de Islandia es del 280% del PIB.
De acuerdo con el programa del FMI, además de transferir todo este dinero a los bancos y al sistema financiero, tuvimos que empezar con los recortes en el bienestar: salud, educación, etc. Por ejemplo, yo trabajo en el principal hospital de Rejkiavik, y el presupuesto ha descendido un 25% en tres años. De modo que es un recorte real, y van a continuar recortando servicios.
A esto se sumó una historia algo complicada que ocurrió con las coronas islandesas. Antes de la crisis, muchos inversores compraban coronas islandesas porque en Islandia había un tipo alto de interés en aquel momento, de modo que era un buen negocio. Cuando la crisis nos golpeó en 2008 todo este dinero comenzó a huir del país, por lo que la corona cayó en picado: cayó un 50%. El FMI comprendió que si no aplicaba un control de capitales (corralito) en Islandia, terminaría en un desastre, porque el valor de la corona terminaría en nada. Quizás también la razón fue que no teníamos divisa extranjera para pagar a los inversores en Europa. O a lo mejor ya ni siquiera quedaban suficientes billetes en Islandia para pagar a los inversores extranjeros.
De esta forma, aplicaron los controles de capitales y después el FMI forzó a Islandia a contraer créditos. Creo que son cuatro mil quinientos millones de euros los que hemos recibido de países del FMI, dinero que está depositado en una cuenta bancaria en Washington. Nosotros no lo estamos utilizando para nada. No construimos hospitales, ni escuelas, ni hacemos nada con él. Simplemente se guarda allí. Es muy conveniente tener esta cantidad de dinero para aumentar la credibilidad de Islandia. Si tienes mucho dinero en esa cuenta bancaria, todo el mundo tendrá confianza en ti para hacer negocios.
Pero resulta que la suma del crédito es más o menos la misma cantidad de dinero que está represada dentro de Islandia, por los controles de capital. Pensamos que quizá cuando levanten los controles de capitales y el dinero empiece a salir del país de nuevo, usaremos este crédito para pagar a los inversores extranjeros. Es como lo que ocurrió en Argentina, cuando todo el dinero salió del país en pocas horas. Entonces, si eso sucede, esos créditos se convertirán en deuda en Islandia, para el futuro, porque habremos usado ese dinero. De modo que la deuda se incrementará mucho.
Entonces tuvimos la protesta en invierno de 2008-2009, que resultó en unas elecciones en la primavera de 2009. Sucedió así: los socialdemócratas eran parte del viejo Gobierno, y ahora son parte del nuevo Gobierno también, pero en lugar de a los conservadores, ahora tienen a la Izquierda Verde como socios de gobierno, y tanto los socialdemócratas como la Izquierda Verde estuvieron prometiendo cosas muy buenas a la gente en la campaña electoral. Pero han roto todas sus promesas. De modo que los islandeses hemos aprendido, igual que los irlandeses, igual que los griegos y los españoles, que cambiar el Gobierno no es la solución. No importa que haya elecciones; no tienen ningún efecto en las políticas, porque es obvio que los bancos tienen el control. Da igual que gobiernen los conservadores, los socialdemócratas o la izquierda verde, la política es siempre la misma: salvar a los bancos y que el pueblo lo pague.
Eso es lo que ocurrió en Islandia.
Pero en Islandia han atravesado por un proceso muy intenso de movilizaciones y tuvieron dos referéndums en los que la gente rechazó el rescate de los bancos.
Bueno, eso fue algo especial. El referéndum fue solamente sobre una pequeña parte de toda la deuda. La que tiene que ver con el fondo Ice Save con los Inglaterra y Holanda. Está en nuestra constitución que el presidente debe firmar las leyes que aprueba el Parlamento. Y cuando no firma una ley, entonces hay que someterla a referéndum entre la población. Así que utilizamos ese resorte. Cuando el Parlamento aprobó la ley sobre el fondo Ice Save, las élites se inclinaron a favor de pagar: querían “portarse bien” a los ojos de la Unión Europea y los acreedores. Y ese Gobierno está conformado por la Izquierda Verde y los socialdemócratas.
Nosotros recogimos firmas para una petición y conseguimos más de 30.000, una cantidad ingente. Una mañana de domingo acudimos a la casa donde vive el Presidente, a las afueras de Rejkiavic, y le entregamos todos esos nombres. Reunimos a varios miles de personas, hubo un acto público. Entonces el presidente nos dijo que no firmaría la ley, y que daría al pueblo la posibilidad de formarse su opinión.
Ésta es realmente la única singularidad de Islandia con respecto a la deuda, que el presidente tiene la posibilidad de no firmar una ley y forzar a que haya un referéndum. Si el pueblo en España tuviera la misma posibilidad, votarían exactamente igual que nosotros: dirían que no. De modo que el resultado del referéndum no es nada especial. Creo que en todas las investigaciones y sondeos de opinión, cuando le preguntan a la gente qué quiere, normalmente quieren algo diferente del Gobierno. Por eso es por lo que a los gobiernos no les gustan los referéndums.
El gobierno actual, formado por la Izquierda Verde y los socialdemócratas, después de una fuerte presión ejercida por la gente en las calles y tras ese proceso de toma de conciencia, afirma usted que está tomando las mismas medidas que tomarían los conservadores, que la única política que saben aplicar es obedecer los dictados de los bancos. ¿A qué cree que se debe esto?
Está sucediendo en Islandia. Pero si usted sigue los acontecimientos en Grecia, encuentra que el primer ministro Papandreu era un socialista, de izquierda, y tenía muy buenas ideas antes de llegar al poder. Y ahora está haciendo exactamente lo que el FMI le dice que haga.
Una razón que lo explica es que cuando un país entra a formar parte de un programa del FMI, tiene que firmar una carta de intenciones, en la que se compromete a muchas cosas. La realidad es que el FMI escribe esta carta de intenciones y el gobierno la firma. En el caso de Islandia, y en el de cualquier país que hace tratos con el FMI, hay un texto en esa carta de intenciones en el que se afirma que el Gobierno promete no hacer nada sin el consentimiento del FMI. De modo que los países entregan todos los poderes al FMI, porque prometen no hacer nada que no cuente con el beneplácito del FMI. De modo que después de firmar un programa del FMI, el país deja de ser independiente, está sujeto al FMI y al consenso de Washington. Es como lo que dijo en Islandia el representante del FMI cuando llamó a su amigo: “Los tengo”. Así que lo que pasa es que nos tienen.
Es una situación que no parece tener salidas. Usted ha afirmado que Islandia está solamente a medio camino del infierno… ¿Vislumbra alguna salida?
Es muy complicado. Pero, tal como hablamos en el seminario, tenemos que aprender del Sur. Algunos países de América Latina han tenido éxito en librarse del FMI, algunos se han negado a pagar deudas al FMI y otros las han pagado todas para liberarse, porque un hombre libre es un hombre que no tiene deudas. Así que ahí hay un camino que podemos vislumbrar.
Mi punto de vista es que es muy importante entender cómo se crea el dinero. Es un concepto que muchos de nosotros no entendemos, porque no se discute mucho sobre estos temas. Normalmente cuando se habla de economía, se hace en esos términos especializados que nadie entiende.
Pero el dinero, tal como yo lo veo, es solamente un medio de intercambio, que transporta el valor de un producto de un lugar a otro. De modo que el dinero no tiene valor en sí mismo. Es solamente una unidad, como un litro o un segundo. Y los bancos detentan el monopolio de esas unidades: son los únicos que pueden producir dinero. Y eso da el poder a los bancos. Cuando un Gobierno necesita dinero tiene que vender bonos. El Gobierno escribe en un pedazo de papel que promete pagar a los bancos esa suma, y los bancos le entregan el dinero al Gobierno. Pero cuando piensas en el dinero como una unidad, como un metro, es como si adquirieras algunos metros antes de ir a comprar.
Es difícil de explicar en una entrevista breve, pero creo que es un asunto realmente importante, que la gente piense sobre qué es el dinero y quién controla la producción de dinero. Creo que el dinero debería ser producido por los gobiernos y debería ser gratis. Y cuando se hubiera producido algo, el Gobierno incrementaría la cantidad de dinero circulando en la sociedad.
Puedes pensar en ello de esta manera: en el otoño de 2008 los tres bancos en Islandia se tornaron insolventes porque no podían obtener ningún dinero de Europa, porque dependían de este dinero que va flotando de un lugar a otro, y nuevos créditos, etcétera. Eso fue lo único que ocurrió en octubre de 2008. Todo el mundo en Islandia estaba produciendo: estábamos pescando, procesando y vendiendo el pescado, estábamos produciendo aluminio… cada islandés estaba haciendo lo que habíamos estado haciendo durante años: produciendo un montón de productos. Y había mucha gente demandando nuestros productos en todo el mundo, pero éramos incapaces de intercambiar nuestra producción porque no teníamos esa cosa llamada dinero, que transporta el valor de los bienes producidos a otro lugar o a otro tiempo.
Pero esto que está proponiendo usted es lo contrario de lo que sucede en la Unión Europea, donde los países entregan su soberanía en política monetaria al Banco Central Europeo. Y resulta que Islandia ha solicitado formalmente su ingreso en la Unión Europea y en el sistema euro.
Tiene razón. Ocurrió así: durante años los socialdemócratas tenían siempre una respuesta para todos los problemas. Si les hacías cualquier pregunta, siempre respondían: “Unión Europea”. Y tras las elecciones de 2009 estaban en situación de incorporar a la Izquierda Verde o a los conservadores a su Gobierno, de modo que forzaron a ambas partes a que aceptaran su voluntad. Los socialdemócratas eran el único partido del país que deseaba el ingreso en la Unión Europea. Todas las demás fuerzas políticas se oponían, con mayor o menor intensidad. Y los de la izquierda verde se habían opuesto con mucha claridad, pero tenían tantos deseos de entrar al Gobierno… lo habían estado esperando durante tantos años… Aceptaron solicitar el ingreso a la Unión Europea, con la idea de celebrar un referéndum. Por eso Islandia solicitó su ingreso. La gente no quiere. Solamente este partido que estaba en posición de presionar al otro. Y hubo una auténtica batalla en el Parlamento, pero se las arreglaron para aprobar su propuesta en medio del desacuerdo generalizado.
¿De modo que usted no cree que la gente acepte entrar en la Unión Europea, si se somete a referéndum?
Yo estaba viviendo en Suecia en 1995, cuando se incorporó a la Unión Europea, y la situación era muy parecida. Los suecos eran muy escépticos con la UE y muchos no querían. Pero solicitaron el ingreso y cuando se aproximaba el referéndum, llegó una campaña masiva de la Unión Europea y convirtió al pueblo sueco. Creo que lo mismo ocurriría en Islandia, igual que pasó con el Tratado de Lisboa y todo lo demás. Saben cómo hacerlo.
¿Y no siente que hay un proceso en marcha en Islandia por el que la gente está tomando conciencia, que está despertando?
Hay mucha gente activa, protestando, y muchas personas no están conformes con la situación. Pero ocurre exactamente igual que en el resto de los países: la mayoría está en su casa, sin hacer gran cosa.
La izquierda institucional está ahora en el Gobierno y debe haber un coste político por las medidas que están tomando. Supongo que en las bases de esos partidos ha habido una lucha, contradicciones, y que al mismo tiempo fuera de los partidos hay otra izquierda, hay movimientos sociales, personas que no están comprometidas con un partido, pero sí con una idea de transformación ¿Cuáles son los canales de comunicación, si es que hay alguno, entre esta izquierda institucional y las calles, las plazas y los colectivos que se autoorganizan para debatir estos temas?
Al interior de la Izquierda Verde ha habido una lucha muy intensa, porque las bases del partido están muy decepcionadas. Pero son incapaces de influir en los dirigentes. En la calle hay muchos movimientos sociales y grupos activos. El año pasado tuvimos una protesta que movilizó a 10.000 personas, el equivalente a 2 millones en España, proporcionalmente. El Gobierno se asustó un poco y prometió hacer algo, y después volvieron a romper su promesa, por lo que continuamos protestando. Así que me parece que mientras tengan el poder, seguirán haciendo lo que están haciendo. Aunque tengamos una protesta masiva, no cambia nada.
Esto comenzó como una crisis financiera, que derivó en una crisis económica y es ahora una crisis política del sistema. ¿Cree usted entonces que la solución pasa por un cambio de sistema? ¿Está eso en discusión en Islandia?
Creo que tiene que surgir un nuevo tipo de partido político que mantenga las ideas de la base, de los movimientos sociales. Porque los cuatro partidos que han estado en el poder en Islandia durante años y años están tan corruptos y apegados al sistema que dudo de que puedan cambiar nada. De forma que realmente necesitamos un partido que acceda al poder y cambie las cosas, o bien que suceda lo que ha sucedido en otros países, donde la gente toma las plazas y no las abandona hasta que el Gobierno hace lo que se le pide. Porque cuando protestas un día, durante un par de horas, y regresas a casa no tiene el mismo efecto que si tomas la plaza y permaneces hasta que hagan lo que les exiges.
¿Cómo resumiría la experiencia de Islandia, de modo que en Europa y en otros países podamos ver el resultado del proceso que ustedes han atravesado? ¿Cuál sería su mensaje hacia nosotros, en España, donde estamos justo empezando a sentir la presión política, los recortes, el asalto a nuestra Constitución, la transformación de todo lo que antes era un derecho en un privilegio?
Mi experiencia de Islandia, y tras leer también sobre otros países en Europa y la historia de Suramérica es que los bancos y los acreedores irán todo lo lejos que puedan. Avanzarán todo lo que nosotros les permitamos. La única manera de pararlos es impedirles que avancen más. Y eso significa, bueno, algún tipo de revolución. Ojalá pacífica. Pero de lo contrario, continuarán colocando la deuda sobre nuestras espaldas y recortando nuestro bienestar. Tenemos que pararlos. Es la única forma de hacerlo, tal como yo lo veo. No creo que acepten razonar ni dialogar. Es una cuestión de que tenemos que ser más poderosos que ellos, de forma que nos teman. Creo que es más o menos inútil hablar con ellos. De alguna manera, con un cambio en nuestra constitución, con un cambio en las leyes o con una revolución tenemos que devolver a la gente el poder de decidir.

Miembros del Parlamento de Islandia huyen de los ciudadanos. Imágenes correspondientes al 1 de octubre de 2010, en que miles de personas se movilizaron para expresar su rechazo a los miembros del Parlamento, cercado por policías. Las protestas multitudinarias se repitieron durante varias jornadas.

NOTA:
(1) A mediados de la pasada década, uno de los grandes bancos islandeses, Landsbanki, abrió una filial por Internet en el Reino Unido, Holanda y Alemania que tuvo un éxito fulgurante por los altos intereses que pagaba en una cuenta llamada Icesave. A principios de octubre de 2008, apenas 15 días después de la quiebra de Lehman Brothers, el Reino Unido detectó que los bancos islandeses estaban traspasando dinero de las cuentas británicas a Reikiavik y les aplicó la ley antiterrorista: congeló todos sus fondos.
Los bancos estaban sobreendeudados (sus activos suponían 12 veces el PIB), y esa decisión, junto a la crisis internacional, les llevó a la bancarrota. El Estado no los rescató. Los dejó caer, y posteriormente los nacionalizó e inyectó dinero para que siguieran operando, pero solo en Islandia. Londres y Ámsterdam pagaron a los depositantes de Icesave el 100% de los depósitos y desde entonces reclaman ese dinero, que supone un tercio del PIB islandés. El Gobierno defendía el "sí" en la consulta aduciendo que los activos del banco quebrado, cuando se liquiden, permitirán pagar la mayoría de la deuda. Los partidarios del no argumentaban que la gente no debería pagar por las locuras de sus bancos, y aducen que la legislación internacional -llena de sombras- no obliga a ningún país a asumir deudas astronómicas que sobrepasan con mucho el importe acumulado en los fondos de garantía. Los islandeses rechazaron en sendos referendos (celebrados en marzo de 2010 y en abril de 2011) la ley Icesave por la que el Gobierno habría transferido a Holanda y Reino Unido el importe de las indemnizaciones pagadas a los inversores en esos países.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=138656

01 noviembre 2011

"Si la crisis se gestiona en contra del pueblo, el euro extenderá las revueltas"

Entrevista con el economista Alberto Montero Soler sobre el rumbo de Europa
"Si la crisis se gestiona en contra del pueblo, el euro extenderá las revueltas"



El sistema que gobierna hoy el mundo es el capitalismo financiero, una megamáquina cuya clave de lectura es sobre todo económica, pero también política.  Va para dos años que la Unión Europea vive en la emergencia perpetua, en un sinfín de momentos cruciales. El 26 de octubre, en otra de esas Eurocumbres, se tomaron decisiones importantes. Para entender qué está pasando en el Viejo Continente, entrevistamos a nuestro compañero Alberto Montero Soler, profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Málaga, presidente de la Fundación Centro de Estudios Políticos y Sociales y autor del blog La otra economía.


1. ¿Qué resumen haces de las medidas aprobadas el jueves en la Eurozona?

Si nos limitamos a resumir el contenido de los acuerdos de la cumbre pudiera parecer que se hubiera avanzado de forma importante sobre los principales problemas que aquejan a la Eurozona.
Así, en primer lugar, se ha acordado la necesidad de intervenir -o, en términos políticamente correctos, de supervisar de forma permanente- a Grecia a cambio de un rescate por valor de unos 100.000 millones de euros que permitirían que el Estado griego no quebrara en tanto se produce su desmantelamiento. Según los cálculos más optimistas de la Troika, Grecia necesitaría en torno a 220.000 millones, dada la gravedad de su recesión, para poder garantizar la sostenibilidad de su deuda pública o de 450.000 millones si nos vamos al peor de los escenarios. Esos 100.000 millones son, por lo tanto y de partida, insuficientes por lo que, probablemente, a mediados del próximo año asistamos a una nueva cumbre en la que vuelva a plantearse que la economía griega necesita de nuevos fondos.
En segundo lugar, y una vez constatado lo que fácilmente era intuible -que Grecia no podría atender el pago de su deuda pública viva-, se ha planteado la necesidad de proceder a una suspensión de pagos parcial de su deuda. La quita ascendería al 50% del valor de la misma pero aún debe ser asumida por las instituciones acreedoras que se siguen mostrando reticentes a aceptarla, es decir, sigue en el aire.
En tercer lugar, se ha decidido forzar a la banca a recapitalizarse y subir sus niveles de capital del 5% al 9%. Esto significa, según cálculos provisionales de la Autoridad Bancaria Europea, que serán necesarios en torno a 106.000 millones de euros para recapitalizar al sistema bancario europeo. Un monto muy elevado en un contexto de desconfianza generalizada en los mercados que, por ejemplo, los test de estrés no han conseguido eliminar. Baste recordar que, por ejemplo, Dexia, que se encuentra en proceso de nacionalización por los gobiernos francés y belga, había superado sobradamente el test de estrés de julio pasado.
Si se tiene en cuenta que la opacidad en los balances sigue siendo la norma y la desconfianza en los mercados el sentimiento dominante, muchos de los recursos para la capitalización finalmente deberán llegar por la vía de las inyecciones de dinero público.
Y, en cuarto lugar, se ha decidido también ampliar el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera hasta el billón de euros. Este aumento tiene la finalidad, en primer lugar, de avalar las emisiones de bonos soberanos de aquellas economías que tienen dificultades para acceder a los mercados (Grecia, fundamentalmente); en segundo lugar, de recapitalizar la banca, en el caso en que los inversores privados no aporten financiación y/o los gobiernos no puedan asumir las necesidades de capital de su sistema financiero; y, en tercer lugar, de intervenir en los mercados secundarios para estabilizar las primas de riesgo de los países cuya deuda se encuentre sometida a ataques especulativos.
2. Entonces, ¿Europa está a salvo? En la prensa se lee que los mercados asiáticos recibieron con alivio la noticia, que hubo grandes alzas en las Bolsas europeas. Pero también se lee que en Italia se eleva la edad de jubilación a 67 años, se facilita el despido, se impone la movilidad a funcionarios públicos y se anuncian privatizaciones de inmuebles públicos. El pasado jueves este plan se presentaba como el plan "definitivo"; el viernes ya había dudas; y el sábado FMI, BCE y UE hablaban de un plan de emergencia ("contingency plan") para defender España e Italia.
El análisis de los acuerdos alcanzados nos debe llevar a plantearnos la cuestión realmente relevante que, es como preguntas, si Europa está realmente a salvo, si estos acuerdos efectivamente alejarán la crisis del horizonte europeo.
Ante esa pregunta no puedo manifestar más que mi escepticismo. Un escepticismo que parte de la constatación de la falta de voluntad política de los gobernantes de la Eurozona para resolver de una vez por todas los problemas que aquejan a la misma. Están tratando el problema, en esta y en todas las cumbres precedentes, como si éste fuera meramente coyuntural y producto del contagio de una crisis financiera originada en Estados Unidos que ha afectado el balance de los bancos europeos y que, ante las necesidades de financiación de éstos, ha mutado en una crisis de deuda soberana al acudir los Estados al rescate de las instituciones bancarias.
Al partir de ese análisis es lógico que se planteen soluciones que ponen el punto de mira en mejorar las posiciones de solvencia de la banca. Aún aceptando ese análisis, podemos o no compartir que ésa pueda ser la receta, que no se haya permitido que los bancos se responsabilicen de las consecuencias de los excesivos riesgos asumidos y que se haya evitado que éstos quiebren o que las aportaciones de fondos públicos no se hayan traducido en nacionalizaciones y conversiones de las entidades rescatadas en bancos públicos. Es decir, podemos aceptar el diagnóstico pero discrepar de la receta para solucionar la enfermedad.
Sin embargo, creo que hasta eso sería un grave error. Sería aceptar un marco de análisis que nos limita aún más las posibilidades de intervención, al hacerlas girar exclusivamente sobre el sistema bancario, pero que, sobre todo, desenfoca completamente el problema de la crisis europea y, por lo tanto, evita que puedan ofrecer soluciones adecuadas a la naturaleza de la misma.
Y es que, en mi opinión, nos encontramos ante una crisis que es producto de los errores en el diseño de la propia Eurozona. Unos errores que, para más inri, fueron criticados desde el primer momento, cuando se publicó el denominado Informe Emerson –“One Market, One Money”-, tanto por economistas de derecha como por economistas de izquierda cuando los primeros afirmaron que la Eurozona no era una zona monetaria óptima y los segundos denunciaron las carencias en términos de mecanismos de integración económica real y cohesión social del proyecto.
Sin embargo, haciendo caso omiso de dichas advertencias, los gobiernos de la Unión Europea primaron la dimensión política de un proyecto que era esencialmente económico olvidando que, en un espacio dominado por el mercado, hay ciertas relaciones económicas básicas que deben ser respetadas y mantenidas en equilibrio si no se desea que la renta y la riqueza se vayan concentrando en los países más desarrollados del mismo.
En el caso de la Eurozona, esa concentración era ineludible porque los Estados miembros partían de puntos muy distantes en cuanto a niveles de productividad, competitividad y protección social; no existía sincronía entre sus ciclos económicos y se desprendían de instrumentos de ajuste, las políticas monetaria y cambiaria, que son esenciales para reequilibrar las relaciones económicas entre países cuando los desequilibrios se hacen insostenibles. Y todo ello lo hacían sin poner en marcha mecanismos supranacionales que permitieran ir equiparando las condiciones productivas y de bienestar entre los distintos Estados miembros, especialmente una Hacienda Europea que hubiera asumido la soberanía en materia fiscal, al igual que el Banco Central Europeo la asumió en materia monetaria.
Lo único que primaba en aquel momento era la construcción de un espacio para la rentabilización de los capitales europeos, un mercado único que, sin embargo, carecía de los requisitos mínimos para su viabilidad una vez que los desequilibrios de partida comenzaran a agudizarse. Y esos desequilibrios iban a agudizarse porque, desde el punto de vista liberal, la Eurozona carecía de un mercado de trabajo lo suficientemente flexible como para absorber la función de estabilización de la que se habían desprendido los Estados al ceder la política monetaria; mientras que desde el punto de vista de los economistas de izquierda, carecía de los mecanismos de intervención supracomunitarios que permitieran corregir dichos desequilibrios.
Cuando la máquina se puso en marcha y comenzaron a actuar los diferenciales de productividad junto a las diferencias en las políticas salariales en el seno de la Eurozona la resultante fue la acumulación de superávit y déficit comerciales enormes en los países centrales y periféricos, respectivamente. Déficit comerciales que eran cubiertos gracias a la financiación que también llegaba desde los países centrales y que permitían mantener una apariencia de sostenibilidad.
Sin embargo, una vez que se produce la crisis de Lehman Brothers en septiembre de 2008 y se seca la liquidez internacional, instalándose la desconfianza generalizada, se produce la ruptura del mecanismo que había permitido mantener la apariencia de normalidad en el seno de una Eurozona en la que los desequilibrios externos a nivel intracomunitario habían alcanzado proporciones nunca vistas con anterioridad.
Ese es el grave problema al que nos enfrentamos y que esta cumbre no corrige en lo más mínimo. Si los gobernantes europeos compartieran este diagnóstico –y no sé cómo no podrían hacerlo- se encontrarían que, para estar a la altura del momento histórico en el que nos encontramos y de la decisión política que permitió la creación del euro, deberían responder frente a esta crisis con medidas políticas. Es decir, creo que el principal problema en estos momentos es que esta crisis económica solo se puede solventar desde la política.
3. Leyendo el comunicado de la Cumbre, llama la atención que se inste a a España (párrafo 5) a seguir creciendo y a reducir el desempleo. La receta para ello sería esta: “Las acciones deben incluir la mejora de los cambios del mercado laboral para aumentar la flexibilidad a nivel de empresa y la empleabilidad de la fuerza laboral y otras reformas para mejorar la competitividad, especialmente la ampliación de las reformas en el sector servicios”. ¿Cómo se traduce? ¿Facilidad de despido, como en Italia? ¿Más privatizaciones?
Pues se traduce en que, como señalaba en la pregunta anterior, los economistas liberales plantearon que para que una unión monetaria sea óptima deben darse una serie de requisitos, el más importante de ellos es una flexibilidad lo más elevada posible en el mercado de trabajo. O, lo que es lo mismo, máxima flexibilidad tanto salarial y movilidad absoluta de la población activa por el territorio de la unión. Es decir, se sustituye la pérdida de dos instrumentos esenciales de intervención pública sobre la economía, como son las políticas monetaria y cambiaria, por un instrumento de ajuste de mercado: la flexibilidad del mercado de trabajo.
De esa forma, si en un país de la Eurozona se acumula un déficit comercial muy elevado frente a otro país, ello se traducirá en una reducción de salarios dentro del primero (para reducir costes de producción y abaratar precios, incrementar las exportaciones hacia el superavitario y reducir las importaciones de productos de éste, ya que se vuelven relativamente más caros para el poder adquisitivo de los asalariados) y en un desplazamiento de trabajadores desde el primero hasta el segundo (que permite reducir la demanda agregada en el primero e incrementarla en el segundo). El resultado esperado será el reequilibrio progresivo de la balanza comercial por la vía de utilizar a los trabajadores como meros peones en el ajuste, como si sus vidas, sus relaciones, sus raíces, sus sentimientos fueran indiferentes.
La solución de la crisis que se está proponiendo va precisamente en esa línea. Mientras se dedican sin pudor ingentes cantidades de dinero para rescatar al sistema financiero, se está produciendo una reestructuración dentro de las partidas de gasto público de los Estados reduciéndose, bajo el chantaje de los planes de ajuste, las destinadas a los servicios sociales e incrementándose las destinadas a la atención de la deuda pública que, no olvidemos, se incrementa en gran medida como consecuencia de las deudas del sector privado que se están socializando.
La consecuencia es, pues, una menor red de seguridad social que va compeliendo progresivamente a los ciudadanos a convertirse en peones de ese mecanismo de ajuste perverso e invisible que es la flexibilización y liberalización del mercado de trabajo.
Por eso, todos los llamamientos que se realizaron en la Cumbre y fuera de ella para incrementar la flexibilidad del mercado de trabajo, para eliminar la negociación colectiva, para vincular los salarios a la productividad, para reforzar la empleabilidad de la fuerza de trabajo, como si el problema fuera de inadecuación de la oferta de trabajo a la demanda y no de carencia de puestos de trabajo directamente.
En este sentido, el llamamiento a España debe ser interpretado en esa línea. Parece que está diciendo: ante la gravedad de la situación de su economía y de lo dramático de su tasa de desempleo, procedan a introducir cuanto antes los mecanismos de ajuste en el mercado de trabajo, invisibles pero dolorosos socialmente, a ver si puede evitarse el rescate. Y ello parte, a mi modo de ver, de un nuevo diagnóstico incorrecto: la consideración de que la elevada tasa de desempleo española, que mina decisivamente su capacidad de recuperación económica, obedece a problemas de rigidez del mercado de trabajo en lugar de a la incapacidad de la estructura productiva del país para generar nuevos puestos de trabajo. Valga recordar, por ejemplo, que incluso en el momento más álgido de la burbuja inmobiliaria la tasa de desempleo española era superior al 7%, es decir, muy elevada para una economía sobrerrecalentada.
4. Aunque se afirma que el caso griego merece una solución "excepcional y única", se ve que a todos los Estados que no ejecutan las directrices que llegan de Frankfurt o Bruselas, les llega un diktat, como en el caso de la carta de Trichet y Draghi al gobierno italiano. En el comunicado de la Cumbre, se nota un paso más en la injerencia de la Comisión en Grecia (la cursiva es mía): “En el contexto del nuevo programa, la Comisión, en cooperación con los demás socios de la Troika, se establecerá para la duración del programa una capacidad de supervisión sobre el terreno, incluso con la participación de expertos nacionales, para trabajar en cooperación estrecha y continua con el Gobierno griego y la Troika de asesorar y ofrecer asistencia a fin de garantizar la aplicación plena y oportuna de las reformas”. ¿Se hace oficial la pérdida de soberanía de los países?
Efectivamente, la pérdida de soberanía a la que se va a ver sometida Grecia es ya una realidad porque la concesión del segundo préstamo y la negociación de la quita están condicionadas a la aceptación de ese estado de excepción al que se verá sometida la economía griega al mejor estilo del Fondo Monetario Internacional en América Latina.
Eso se traduce en que la democracia griega queda completamente vaciada de contenidos. Desde el momento en el que las decisiones sobre gastos e ingresos públicos, sobre la estructura del gasto público, sobre las fuentes de financiación, sobre privatizaciones y destino de los recursos obtenidos de las mismas, sobre el gasto social pasan a estar supervisadas y controladas por un tercero con capacidad de decisión sobre las mismas, ¿sobre qué podrán decidir los griegos? ¿cuál será el contenido sustantivo de su democracia? Todo estará condicionado a la aprobación o reprobación de una autoridad no elegida que impondrá su voluntad, no en interés de los griegos, sino de la sostenibilidad de su deuda y, por tanto, de los acreedores internacionales. Estaremos asistiendo, por tanto, a la expresión más cruda, menos eufemística, de la dictadura de los mercados pues a no otros intereses sirve la Troika.
Lo más grave es que en un espacio que se supone democrático, sean los países económicamente poderosos en estos momentos (aunque esa es una cuestión relativa porque son también quienes tienen un sistema bancario en una posición más comprometida) quienes impongan la restricción de la democracia sobre aquellos que necesitan de ayuda. No olvidemos que la propuesta de poner bajo tutela a las economías necesitadas de financiación proviene precisamente de Holanda que ha llegado a plantear directamente que aquellos países que necesiten de ayuda y no se sometan a ese requisito deberían abandonar el euro. Y que algo muy similar planteó Trichet en su última declaración pública antes de concluir su mandato en el BCE. Las carencias estructurales e institucionales de la Eurozona se resolverán, a partir de ahora y según ese criterio, por la vía de privar a los ciudadanos de sus ya menguadas democracias. La transferencia de la soberanía nacional hacia los mercados se habrá completado con la aquiescencia y complicidad de todos nuestros gobernantes.

5. Ahora, la pregunta del famoso billón de euros. Cuando se explica de dónde se sacará el dinero para esa ampliación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, nos topamos otra vez con ese oscuro lenguaje proprio del capitalismo financiero (“Special Purpose Vehicles”, “risk insurance”). Más adelante (párrafo 21), la sensación de inquietud aumenta, si cabe: se entiende que hasta noviembre el Eurogrupo no fijará los términos y las condiciones de la financiación del Fondo. ¿El billón de euros existe?
La propuesta para obtener la financiación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) se nutre de dos componentes que tienen como característica común la profundización de la dependencia de la Eurozona de los mercados financieros. En lugar de forzar al Banco Central Europeo a superar sus resistencias para financiar dicho Fondo, en la Cumbre se ha optado por la vía de nutrirlo sobre la base de emisiones en los mercados financieros y, por lo tanto, de quedar nuevamente al albur de estos, de sus estrategias y de sus intereses.
Así, como primera vía de financiación se plantea que el Fondo se convierta en una suerte de aseguradora que avale parcial o totalmente la deuda emitida por los Estados. De esa forma, el Fondo se comprometería a atender, en caso de impago del Estado correspondiente, la deuda emitida por el mismo hasta el porcentaje de la misma avalado. Es decir, si éste se fija en el 30% del valor de la deuda emitida, el acreedor se garantiza que, en caso de impago, el Fondo respondería por valor de ese 30%. Sería, por decirlo así, como un equivale a los famosos CDS que los inversores contratan para protegerse del riesgo de impago.
Y, por otro lado, el Fondo también podría allegar recursos financieros mediante sociedades instrumentales (esos “Special Purpose Vehicles”) destinadas básicamente a recaudar fondos mediante la asociación con instituciones financiera públicas y privadas o con inversores financieros. Esas sociedades emitirían activos financieros (conocidos como vehículos de inversión) específicamente destinados a captar la financiación necesaria para el Fondo.
Entre los socios en los que se está pensando se encuentran, esencialmente, el Fondo Monetario Internacional y los fondos soberanos de los países emergentes, de ahí el llamamiento a China o Noruega, por ejemplo.

6. Sarkozy, por televisión, trataba de tranquilizar a su audiencia del rescate chino de Europa diciendo que no veía ningún problema en que quienes poseen el 60% de las reservas globales -o sea, China- inviertan en euros en lugar de en dólares. Klaus Regling, responsable del Fondo Europeo, voló a China para negociar la intervención de China, pero no hubo acuerdo inmediato. Leemos que China había comprado ya 1 billón de bonos portugueses, griegos y españoles, y que posee ya una buena parte de los eurobonos emitidos este año por el Fondo Europeo. El Financial Times informaba de que la Republica Popular podría invertir hasta 100.000 millones de dólares, pero China no está dispuesta a ser eternamente el buen samaritano: no quiere poner en peligro la salud de su economía, y exige certezas sobre sus inversiones. ¿China es una buena cura para Europa? ¿O se contagiará el Dragón de fiebre europea?
La respuesta de Sarkozy es realmente expresiva de la falta de proyecto político detrás de la construcción europea y de la mirada tan corta como cortoplacista que tienen nuestros gobernantes europeos. Antes de haber dicho semejante dislate podía haber preguntado a Obama qué sintió, como presidente estadounidense, cuando el gobierno chino a través de sus medios oficiales advirtió a Estados Unidos, tras la rebaja de la calificación de su deuda por Standard & Poor’s el pasado mes de agosto, de que debían superar su adicción a la deuda y reducir sus gastos militares y sociales.
Pareciera como si Sarkozy no tuviera suficiente con la cesión de soberanía a los mercados financieros que se produce por el modo en que se está enfrentando la crisis, tal y como señalaba anteriormente, sino que también se congratula por la cesión de soberanía a la que está en camino de convertirse en la nueva potencia imperial del siglo XXI. Baste recordar como ejemplo de ese poder imperial en ciernes las presiones a las que se encuentra sometida China para que revalúe su moneda y la indiferencia con la que las trata, vengan de Estados Unidos o de la Unión Europea.
Frente a la posibilidad de que la Unión Europea se constituyera en un actor mucho más relevante e independiente en la nueva geopolítica en construcción nos encontramos con unos gobernantes que, con tal de conseguir fondos para atender las tensiones actuales e incapaces de moverse fuera del rígido corsé de la ortodoxia económica en la que se manejan, son capaces de ceder poder de decisión indirecto (soft power) a China en lugar de ceder cuotas de soberanía nacional para construir unos verdaderos Estados Unidos de Europa.
Y todo ello sin olvidar que ese apoyo chino, de producirse, no saldrá gratis. De entrada, porque los chinos, como el resto de inversores, presionarán para que su contribución al Fondo se rentabilice suficientemente, con la consiguiente carga sobre las economías de la Eurozona que tengan que recurrir al mismo. Y de salida porque a cambio de esa contribución demandarán tanto concesiones en términos de eliminación de lo que ellos entienden como barreras comerciales discriminatorias hacia sus productos como acceso privilegiado a las oportunidades de negocio que surjan en los procesos de privatización en marcha, como ocurrió cuando se atribuyó a empresas chinas la gestión del principal puerto comercial griego.

7. Abordemos ahora el acuerdo alcanzado por la autoridad bancaria: se aumentará hasta un 9% la ratio de capital de los bancos. ¿Ese 9% servirá para sanear las cuentas de los bancos?
Para el caso de la recapitalización del sistema bancario lo que se plantea es que, de forma temporal, los bancos incrementen su ratio de capital, es decir, constituyan un colchón de activos de reserva más elevado y de mejor calidad y, para ello, los activos deberán encontrarse ponderados por su riesgo para evitar incorporar activos que, en teoría, pueden ser de la máxima calidad pero que la evolución del mercado los haya deteriorado.
Además, los bancos deberán valorar sus posiciones en deuda pública soberana a precios de mercado y no, como ocurre por ejemplo en el caso del suelo y los inmuebles en la banca española, que se encuentran aún en el balance al precio al que se valoraron cuando se utilizaron como aval de las operaciones de financiación de su compra o construcción.
La consecuencia inmediata de este plan es que los bancos volverán a dar una vuelta más al grifo del crédito de forma generalizada, puesto que necesitarán todos los recursos disponibles para hacer frente a esta nueva exigencia; que habrá bancos que ni siquiera dando esa nueva vuelta de tuerca podrán conseguir los recursos necesarios, y por lo tanto, deberán acudir a los mercados monetarios o, en su defecto, necesitarán financiación pública. Nos encontraremos, finalmente, con una nueva presión sobre las cuentas de los Estados, nuevas emisiones de deuda pública y nuevas posibilidades de que, cuanto mayores sean las necesidades de financiación de esos Estados para tapar el agujero de sus bancos, mayores posibilidades de tensar la cuerda sobre los gobiernos por parte de los mercados.

8. Describes una espiral. El sistema bancario sufre metástasis. Los Estados se contagian intentando rescatarlos y cada vez están más abducidos por las urgencias que dictan las finanzas. En nombre de la "competitividad" con otros actores globales, Europa emprende el camino de la "austeridad" y el "desarrollo", que acaba con las conquistas de la Europa social. No parece haber salida en esta espiral de la deuda, en la que siguen ganando los de siempre. Galapagos, economista de Il Manifesto, citaba hace poco un estudio reciente de Credit Suisse según el cual en 2011 menos del 1% de la población mundial controla el 39% de la riqueza total. En sólo un año la riqueza de los más ricos ha aumentado el 3,4%. Si la concentración de la riqueza es una de las características del capitalismo financiero, se diría que esta megamáquina, como la define Luciano Gallino, no está en crisis y gana con esta economía basada en la deuda. ¿La quiebra no sería un modo de liberarse del yugo de este capitalismo financiero?
Coincido plenamente con la interpretación de Gallino. Yo creo que el proyecto neoliberal goza de plena salud. ¿Que está siendo sometido a una mayor y general contestación social? Sin duda. Pero creo que tampoco deberían caber las dudas acerca de su salud. No sólo ha seguido profundizando la concentración de la riqueza en manos de unos pocos, sino que también, por ejemplo, en Estados Unidos ha conseguido recuperar la tasa de beneficios a niveles previos a la crisis; eso sí, el empleo y la actividad económica siguen sin recuperarse, los salarios siguen su tendencia a la baja y la pobreza ha alcanzado niveles desconocidos desde que se tienen estadísticas al respecto en aquél país. Mientras tanto, en Europa los beneficios aún no se han recuperado a los niveles previos a la crisis pero la tendencia apunta en ese sentido. Si eso no es gozar de salud…
Con respecto a tu pregunta, en la que se aprecia la sombra de los planteamientos de Fumagalli, no estoy muy seguro de poder compartir ese planteamiento tal y como está expresado. Lo comparto en la medida en que me parece un imperativo la renegociación de la deuda y que el peso de los riesgos que se han acabado por materializar sean asumidos por quienes los contrajeron, esto es, los acreedores. Pero que la quiebra así, en términos generales, sea la respuesta es otra cosa bien distinta. Sería como plantear que un tsunami fuera la solución a un problema de sequía. Claro está, siempre en el entendimiento de que nos seguimos moviendo en el marco de economías capitalistas en donde quienes ejercen el poder de facto pueden aceptar concesiones, como la renegociación parcial de las deudas, pero que no van a permitir bajo ningún concepto que la pervivencia del sistema se cuestione. Otra cosa es que planteemos la quiebra como detonante y punto de partida, que sería por otra parte ineludible, del tránsito al socialismo.
9. La Merkel recordó ante el Parlamento alemán el peligro de la guerra. Javier Solana afirmaba hace poco: "Las generaciones que llegan al poder se están olvidando de las guerras". La sociedad financiera suiza UBS también avisaba del riesgo de revueltas civiles. En este vídeo Galbraith afirma que la "austeridad" que se impone a los PIIGS conducirá a la violencia y que podría comenzar en Grecia. Jean Quatremer, analista europeo de Libération, vaticina dos escenarios en Europa: en uno de ellos estalla una revuelta en Grecia, Francia intenta crear una unión latina mientras que Alemania se rearma. El ministro de Hacienda polaco avisaba del peligro de guerra en 10 años. ¿Crees que existe, en caso de caída del euro, un peligro real de revueltas, o hasta de guerra, o bien es un "coco" que se airea para amedrentar e imponer un ataque al Estado social?
Creo que no debemos olvidar que el proyecto europeo nace originalmente como un intento de evitar que Europa fuera el escenario de nuevos conflictos bélicos generalizados (una aspiración solo parcialmente satisfecha si recordamos, por ejemplo, las guerras yugoslavas de la década de los noventa del siglo pasado). En este sentido, los anuncios de guerra en Europa si se derrumba el euro no hacen sino resucitar la que fuera la justificación original y presentarla como una posibilidad real, como si no pudiera existir vida en Europa más allá del euro.
Pareciera que, dada la ofensiva contra el Estado social promovida para salvar la moneda a costa del bienestar ciudadano y, por lo tanto, a que cada vez es más difícil asimilar euro a bienestar, faltan los argumentos para defender al euro y se hace necesario volver a los orígenes remotos de la creación europea. Pero en esa vuelta a los orígenes se olvidan de que el proyecto europeo original no era la creación de una moneda sino un proceso de integración económica y política. Se olvidan, pues, de que existen países dentro de la Unión Europea que no están en la Eurozona y con los que no se ha entrado en guerra e, incluso, países fuera de la Unión Europea con los que tampoco se está en guerra. Se olvidan de que Europa ha vivido sin guerras y sin moneda única durante décadas. Esas declaraciones me parecen un intento de atribuirle al euro unas propiedades pacificadoras que están claramente sobrevaloradas. No es una moneda común lo que impide una guerra sino los esfuerzos de los Estados implicados por tratar de arreglar sus diferencias pacíficamente. Sin el euro nos quedará la Unión Europea e, incluso, sin la Unión Europea nos quedará la confianza en que los gobiernos usen siempre los cauces pacíficos para la resolución de los conflictos.
Otra cosa son las revueltas dentro los Estados. En ese caso, mi posición es menos optimista. Yo creo que, precisamente y si la crisis se sigue gestionando en contra de los intereses del pueblo, será el euro el que extienda las revueltas. La violencia ejercida contra los ciudadanos en forma de recortes sociales, en forma de pérdida en sus niveles de vida, de deterioro de sus condiciones de trabajo y recorte de sus salarios se acabará contestando con violencia. Si los gobernantes siguen aplicando esa violencia social y permanecen impasibles ante las demandas de un reparto más justo y equitativo de los costes de la crisis, esa violencia será contestada por la resistencia social y, probablemente, con violencia popular. Creo que todo tiene un límite y cada vez nos encontramos más cerca de él. Ojalá me equivoque.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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