Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
No fue nada que hiciera o dijese. Más bien, lo que le costó la vida fueron su apariencia y su tipo de vestido. La farmacéutica egipcia Marwa El-Sherbini, llevaba puesto el velo islámico (hiyab) mientras jugaba inocentemente con su hijo de tres años en un parque en Dresde, Alemania, cuando un hombre ruso-alemán repentinamente la llamó “terrorista” entre otras cosas.
El-Sherbini llamó a la policía y acudió a los tribunales, donde el mismo hombre la atacó con un cuchillo. También apuñaló a su esposo mientras trataba de protegerla y luego un policía que, según se informa, lo confundió con el atacante le disparó y le hirió gravemente.
Mientras el asesino de El-Sherbini fue condenado a cadena perpetua el 11 de noviembre por un tribunal alemán, la cólera por su asesinato no sólo se extendió por el mundo musulmán, sino que además ha abierto toda una caja de Pandora de preguntas sobre si Europa en su conjunto sufre una nueva ola de islamofobia.
El asesinato de El-Sherbini, por trágico que sea, todavía puede ser interpretado por algunos musulmanes y por voces más lúcidas como un incidente “aislado” cometido por un lobo racista solitario. Pero sigue siendo cuestionable si otros incidentes se pueden descartar de la misma manera.
Hace sólo algunos meses, a Ali Mohammed, el imán de una mezquita en California, le quemaron vivo cuando incendiaron su casa después de haberle acosado por ser un “terrorista musulmán.” En otro sitio, el enviado de Al-Azhar al Centro Islámico en Londres, Mohamed El-Salamoni, fue golpeado por un atacante sólo seis meses después de iniciar su misión, y terminó por perder la vista. Semejantes incidentes explican por qué el asesinato de Marwa El-Sherbini se ha considerado ampliamente como una prueba más del prejuicio occidental contra el Islam.
La reciente ola de crímenes de odio cometidos contra musulmanes también ha provocado ansiedades musulmanas sobre si semejante islamofobia occidental ha tomado ahora una forma nueva y más sangrienta. El tema de si esos crímenes de odio se deben ver en el contexto de islamofobia, o sólo como resultado de xenofobia, también es objeto de un acalorado debate.
¿Les va peor a los musulmanes que a otros grupos minoritarios que viven en el continente europeo?
Si nos guiamos por estudios existentes, es posible que los musulmanes estén sufriendo más. Un estudio realizado en diciembre de 2006 por el Centro Europeo de Monitoreo sobre Racismo y Xenofobia, basado en Viena, declaró de modo terminante que “la islamofobia aumenta en toda Europa, donde muchos musulmanes son amenazados e incomprendidos – algunos a diario.” El centro, que rastrea prejuicios étnicos y religiosos en los 27 países de la Unión Europea, dice que “los musulmanes sufren rutinariamente problemas que van desde ataques físicos a discriminación en el mercado laboral y de la vivienda.”
El centro también enumeró cientos de casos de violencia y amenazas contra los musulmanes en Europa desde 2004, tales como vandalismo en mezquitas y centros islámicos, abuso contra mujeres que llevan velos islámicos, y ataques, como el de una pandilla con bates de béisbol decorados con esvásticas y consignas racistas que atacó a una familia somalí en Dinamarca. Mientras tanto, según el informe, la representación musulmana en los parlamentos nacionales europeos sigue siendo baja, con sólo dos miembros musulmanes practicantes en el parlamento británico, uno en Alemania, y ninguno en Francia.
Según Mahmoud Khalil, profesor en la Facultad de Información de la Universidad de El Cairo: “las minorías musulmanas que viven en Occidente sufren más que ninguna otra religión por un simple motivo: no existe una protección internacional que asegure amparo para todos los musulmanes del mundo, similar a la que otrora fuera suministrada por la histórica regla islámica del califato.”
Parece que se deja que los musulmanes se las arreglen solos, ya que las organizaciones internacionales usualmente no pueden suministrar ayuda. “Las minorías cristianas que viven en países de mayoría musulmana, al contrario, tendrían de inmediato la protección del Vaticano y del mundo en su conjunto si se cometiera un crimen contra un cristiano como el perpetrado contra El-Sherbini," dijo Khalil. “La comunidad judía en países de mayoría musulmana como Marruecos también goza de todos sus derechos civiles, y tiene el apoyo de Occidente y de EE.UU.”
Además, se culpa culpados frecuentemente a los medios de comunicación occidentales de jugar un papel crucial en el aliento de sentimientos anti-musulmanes. El hecho de que el abogado del asesino de El-Sherbini haya declarado terminantemente que cuando cometió el crimen su cliente estaba bajo la influencia de una cobertura mediática prejuiciada que tiende a mostrar a los musulmanes como terroristas, ha llevado a cuestionar aún más la objetividad de los medios occidentales.
En un artículo reciente intitulado “La vergonzosa islamofobia en el corazón de la prensa británica” que apareció en el periódico británico Independent, el periodista Peter Oborne citó un estudio de la Escuela de Periodismo de Cardiff que examinó la información sobre temas musulmanes.
“El equipo analizó unos 974 artículos y estableció que aproximadamente dos tercios de todos los ‘enganches’ para historias sobre musulmanes implicaban terrorismo (cerca de un 36% de los artículos), temas religiosos como la ley Sharia, subrayaban diferencias culturales entre musulmanes británicos y otros (un 22%); o extremismo musulmán, respecto a personajes como Abu Hamza,” escribió Oborne. “Esos artículos mostraban todos a musulmanes como fuente de problemas. Al contrario, sólo un 5% de los artículos se basaban en problemas enfrentados por los musulmanes británicos.”
Khalil también dice que los prejuicios en los medios occidentales aumentaron después de los ataques del 11-S contra Nueva York y Washington, pero que semejantes prejuicios han sido desde hace tiempo una característica de los medios occidentales. “Los medios occidentales han sido prejuiciados por lo menos desde la Guerra de Octubre en 1973 cuando se presentó a los árabes utilizando el petróleo como arma para presionar a EE.UU. a que abandonara su apoyo para Israel,” señaló Khalil.
El que el secuestro de miembros del personal de la embajada de EE.UU. en Teherán durante la Revolución Islámica en 1979 se siga conmemorado actualmente en los medios occidentales es también un ejemplo de cómo los medios tratan de avivar el sentimiento público contra los musulmanes, dijo Khalil.
Semejantes imágenes negativas de los musulmanes parecen haber influenciado el modo de pensar dominante en Occidente. Según un reciente sondeo publicado por la red estadounidense ABC News, un 14% de los ciudadanos de la Unión Europea admitió su “intolerancia” hacia minorías, mientras otro 25% dijo que eran “ambivalentes” hacia ellas.
“Mientras Alemania presenció un aumento de un 40% en crímenes racistas denunciados el año pasado, y la Comisión Islámica de Derechos Humanos basada en Londres ha registrado que las quejas por reacciones en Gran Bretaña desde los ataques del 11-S se han multiplicado por 13, semejantes cifras son difíciles de comparar en países como Francia, donde los orígenes étnicos de los demandantes no se registran,” dijo el sondeo de ABC News.
Además, Runnymede Charity, basada en Londres, publicó en 1997 un informe intitulado “Islamophobia: A Challenge for Us All" [Islamofobia: un desafío para todos], actualizado en 2004, que estableció que “a los musulmanes se les ve como ‘los otros’ y como que carecen de los valores mantenidos por las culturas occidentales.” El Islam también era considerado por muchos como una religión violenta, terrorista, incapaz de corresponder a los valores occidentales.
Lo que es aún más alarmante, el informe estableció que muchos occidentales usaban semejantes conceptos erróneos como el Islam como pretexto para justificar “prácticas discriminatorias contra musulmanes y su exclusión de la sociedad en general.” El informe concluyó que entre los europeos “la hostilidad contra los musulmanes es considerada como natural o normal.”
Posiblemente semejantes conclusiones no sean sorprendentes para el destacado novelista egipcio Alaa El-Aswani. Los sentimientos anti-musulmanes han estado aumentando en Europa como resultado de la creciente popularidad de la extrema derecha en muchos países europeos, dijo El-Aswani, y el hecho de que la mayoría de los europeos sepan poco o nada sobre las verdaderas enseñanzas del Islam, supone que muchas mezquitas y organizaciones islámicas en Europa estén en manos de tendencias extremistas, ha complicado aún más el problema, dijo.
“El tono y la retórica a veces extrema que los imanes de algunas mezquitas en Europa tienden a adoptar presenta una imagen errónea del Islam que va en contra de los valores seculares de Occidente,” dijo El-Aswani. Describir el niqab (velo completo) como una obligación religiosa para las mujeres, cuando la mayoría de los eruditos islámicos insisten en que no lo es, puede alarmar a muchos occidentales, por ejemplo, no tanto por cómo se ve, sino más bien por el mensaje de reclusión de las mujeres que transmite.
“Este ejemplo, y el hecho de que los medios occidentales dominantes a menudo tratan de mostrar a los musulmanes como terroristas, ha hecho que mucha gente occidental, que sabe poco o nada sobre el Islam, teme tener a un vecino o colega musulmán, por ser tal vez una amenaza potencial,” dijo El-Aswani.
La actual campaña “¡Detened el minarete!” en Suiza es otro ejemplo de cómo la islamofobia ha estado penetrando profundamente en el modo de pensar occidental. Más de 100.000 suizos han firmado, según se informa, una petición en apoyo a las demandas del derechista Partido Popular Suizo por una prohibición de la construcción de minaretes en Suiza.
Sólo existen cuatro minaretes actualmente en Suiza, y ni siquiera se utilizan para llamar a las plegarias musulmanas. Los propugnadores de la campaña contra los minaretes han afirmado, a pesar de ello, que los minaretes son peligrosos porque son un “símbolo del poder islámico” y pueden representan una “intrusión ideológica” en el modo de vida suizo.
El-Aswani fue uno de los primeros qu dio a conocer la campaña suiza en Egipto, y se realizan esfuerzos para detener la campaña. Sin embargo, el hecho de que una tal campaña haya podido tener lugar incluso en un país multicultural como Suiza, donde jamás ha habido ataques terroristas islamistas, podría interpretarse como algo sintomático de una creciente marea de islamofobia en Europa en su conjunto, dijo El-Aswani.
No obstante, Dalia Mogahed, directora del Centro Gallup de Estudios Musulmanes basado en EE.UU. y miembro del Consejo Asesor Presidencial sobre Sociedades Vecinales y Basadas en la Fe del presidente Obama, afirma que en realidad la islamofobia se ha mantenido estable o ha disminuido en los últimos años. Mogahed especula que “podría ser que los crímenes contra musulmanes sólo estén recibiendo más atención que antes,” y agrega que los estereotipos occidentales de musulmanes con velos o barbas como “terroristas” puede también estar cambiando, apuntando como testimonio a la “referencia positiva al hijab del presidente Obama en diversas ocasiones en su discurso de El Cairo.”
Mogahed es una de esas voces musulmanas moderadas que tratan de explicar el asesinato de El-Sherbini como “un síntoma de un problema más profundo de prejuicios en Alemania,” más que un problema de Occidente en general, o una indicación de que los prejuicios contra el Islam esté tomando una forma nueva y más peligrosa.
Sin embargo, la idea de que Europa esté en peligro por los musulmanes y otros ha entrado al debate público en el continente, y hay muchos que argumentan que como resultado Europa occidental, que ha sido aclamada por su tolerancia hacia grupos minoritarios desde la Segunda Guerra Mundial, ya no es tan tolerante como antes. Como dice Leela Jacinto de ABC News: “En toda Europa occidental, expertos en inmigración y los derechos civiles dicen que una ola xenofóbica, contra los inmigrantes y contra los musulmanes, parece estar asolando una región que fuera famosa por su tolerancia.”
“Políticos alemanes advierten de que el ‘germanismo’ está siendo subsumido por gente de origen turco, que representa un poco más de un 2% de la población. Partidarios franceses de una prohibición del hijab creen que los pañuelos que llecan las escolares representan un riesgo para el ideal francés de laicismo o secularismo. Y en Dinamarca, controvertidas nuevas reglas para despojar a los hijos de inmigrantes de su derecho a la ciudadanía automática son criticadas por grupos de derechos humanos, que dicen que constituyen una violación de los derechos a la ciudadanía, así como del derecho a una vida familiar,” escribió Jacinto.
Y muchos están de acuerdo con Khalil en que a los musulmanes les afecta particularmente esta ola xenofóbica. Según el columnista de Huffington Post, Firas Al-Atraqchi, “en vista del racismo que padecen muchos musulmanes en Europa, el asesinato de una mujer egipcia porque llevaba un hijab no se debe descartar como el acto de un solo hombre a quien muchos ahora califican de insano.”
“No se trata sólo de un estado de xenofobia que asola Europa. Forma parte de una ola claramente anti-musulmana que ahora aumenta a niveles sangrientos,” dijo Khalil. “Los musulmanes solían sufrir sólo insultos y discriminación. Pero ahora vemos que son asesinados por su identidad como musulmanes, algo que puede llevar al genocidio si lo seguimos ignorando.”
La visión pesimista de Khalil está apoyada por una reciente serie de libros que muestran a los 53 millones de musulmanes de Europa como una “bomba de tiempo demográfica” que tiene que ser “desactivada de inmediato.” En una reseña sobre esos libros en el periódico británico The Guardian en agosto pasado, el columnista Pankaj Mishra citó a una serie de destacados políticos y periodistas europeos y estadounidenses que piensan que Europa está a punto de ser “invadida” por musulmanes, que todavía no representan más de 3 ó 4 por ciento de la población total de la UE, de 493 millones.
“Por cierto, las minorías pueden conformar países,” escribió Christopher Caldwell, un columnista estadounidense del Financial Times de Londres, a quien el periódico británico The Observer describió recientemente como un “vigorizante analista con una visión clara de las devociones europeas.” “Los musulmanes ya están conquistando las ciudades de Europa, calle por calle,” escribió Caldwell, y el historiador derechista británico Niall Ferguson también afirmó que “una juvenil sociedad musulmana al sur y al este del Mediterráneo está lista para colonizar – el término no es demasiado fuerte – una Europa senescente,” según la reseña de Mishra.
El analista indio Hassan Suroor compara el tono alarmista que emana de estos libros, que “tienden a mostrar a los musulmanes on los colores más sombríos posibles,” con las “cosas que una vez se escribieron sobre los judíos europeos.” La solución que propugnan semejantes libros para salvar a Europa de convertirse en una potencial “Eurabia” es “mantener a los musulmanes fuera de Europa y, si es necesario, expulsarlos. Algunas de las sugerencias sobre cómo encarar el ‘problema’ musulmán equivalen a limpieza étnica” advierte Suroor.
Para Suroor, muchos incidentes recientes han sido sintomáticos de islamofobia, y menciona a “un ministro británico, Jim Fitzpatrick, que abandonó un matrimonio de un elector musulmán en protesta contra la segregación de invitados masculinos y femeninos; un destacado erudito musulmán moderado, Tariq Ramadan, es expulsado no de uno sino de dos puestos de trabajo distintos por presentar un show en un canal de la televisión iraní; agresivos manifestantes derechistas en Suiza exigen la eliminación de minaretes de todas las mezquitas; y el presidente francés Nicolas Sarkozy llama a prohibir el uso de la burqa en público.”
Las caricaturas que aparecieron en un periódico danés en 2006 mostrando al profeta Muhammad con un turbante en forma de bomba, y la prohibición anterior de usar pañuelos musulmanes en escuelas públicas francesas, también han sido vistas como evidencia de prejuicios europeos contra el Islam.
Suroor concluye que aunque sería “necio combinar incidentes que podrían no ser más que dificultades locales e inflarlos hasta convertirlos en una conspiración contra los musulmanes,” sería igualmente necio negar que tales incidentes evidencian el prejuicio que los musulmanes enfrentan en toda Europa.
Por su parte, Khalil rechaza las afirmaciones de que los musulmanes están “conquistando Europa”, cuando en realidad la población musulmana no asciende a más que una ínfima fracción del conjunto de la población. “Las cifras no son más que un pretexto,” dijo Khalil, argumentando que la campaña de la que forman parte semejantes afirmaciones constituye una “guerra contra el Islam. Los intelectuales occidentales admiten que ésta es una era de conflicto religioso, y muchas de las guerras que han estallado durante el último siglo fueron motivadas por la religión. Lo que los musulmanes enfrentan ahora en Occidente es la herencia cultural del espíritu que otrora llevó a las Cruzadas.”
Sin embargo, otras voces musulmanas llaman a las poblaciones europeas musulmanas a no verse como víctimas. Por ejemplo, Carla Amina Baghajati, portavoz de la comunidad islámica de Austria, ha advertido a los musulmanes que no conviertan la islamofobia en un “tema general.” “Tenemos que crear un clima que posibilite que se superen los prejuicios y el racismo sin mostrar a los musulmanes como víctimas,” explicó recientemente al International Herald Tribune.
En la misma línea, Nesrine Malek advirtió en una reciente columna en el Guardian sobre la muerte de El-Sherbini de que “los musulmanes (incluyéndome a mí) protestan constantemente que no se debiera permitir que las acciones de unos pocos extremistas denigren al Islam y a sus adherentes en conjunto – pero es exactamente lo que ellos [los musulmanes] están haciendo con los europeos y las acciones de Axel W. (El asesino de El-Sherbini].”
“Hay un gran paso del prejuicio que los musulmanes enfrentan en Europa “a la imagen de discriminación exhaustiva, conspiratoria, institucional contra los musulmanes en Europa que gana terreno en los países árabes y provoca llamados a la ruptura de relaciones diplomáticas y al boicot de productos,” escribió Malek.
Sin embargo, Khalil afirma que “admitir el odio occidental hacia el Islam es el primer paso en el camino a contrarrestarlo. Esto no significa que estemos en guerra con Occidente. Sólo significa que tenemos que diagnosticar la enfermedad para poder curarla.” Khalil sugiere que debería establecerse una organización internacional con representación de todos los países musulmanes para proteger a los musulmanes que viven en Occidente.
Para El-Aswani, al contrario, debería canalizarse más esfuerzo a la educación de los occidentales sobre el Islam. Los musulmanes occidentales también deberían hacer su parte, dando un buen ejemplo e integrándose en las culturas occidentales.
Sin embargo, si los musulmanes podrán integrarse positivamente, o sólo “retirarse a un resentimiento pasivo”, también “dependerá de la rapidez y facilidad con la que sus ‘anfitriones’ – europeos ordinarios así como gobiernos – los hagan sentirse en casa,” escribió Mishra.
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