Ni sábado ni domingo
“Cinco años son muy poco: hay que exprimirlos hasta el fin...”, dijo ayer el doctor Alan García.
Pocas veces frase tan decidora y múltiple de sentidos ha salido de la boca del líder neoaprista.
La única que se le compara es aquella referida al niño Federico Danton. En ella el presidente de la República le anunció al país que sería un padre responsable y garantizadamente proveedor de este nuevo y agraciado hijo.
Y, claro, no es que aludiera a su magro sueldo ni a los negocios que no tiene ni a la abogacía que apenas ejerció ni a las empresas que no fundó ni a las acciones que no compró ni a los beneficios de exportador que jamás conoció. Él habla de otra cosa.
Quizá tengamos que voltear la mirada a donde la prensa no está mirando, tan enamorada como está de los petroaudios, que, siendo importantes, serán, a la hora de los loros, apenas la obertura de la ópera y el prólogo del libro de actas.
Esa mirada puede conducirnos al escándalo de Paita, donde, después de una licitación mañosa y amarrada, los chileno-portugueses que se han hecho con el botín del puerto han decidido saquear en grande y han cuadruplicado algunas tarifas.
¿O más que a los portugueses vamos a tener que mirar a la engreidísima y brasileña Odebrecht, tan cercana a García y que hoy tiene a su cargo el Eje Multimodal Amazonas-Norte, el Trasvase de Olmos, el Corredor Interoceánico Sur, los proyectos de Melchorita, Callao y Bayóvar?
¿O será más jugoso meter a las unidades de investigación a averiguar cómo es que Odebrecht, la insaciable, se ha asociado con Graña y Montero (otra gran amiga pública del doctor García) porque también quiere ganar el encargo de 400 millones de dólares que se está convocando para el tren eléctrico (sí, el mismo de Siragusa y Bettino Craxi)?
En este caso lo más grosero es que el Estado financiará lo del tren Lima-Callao (allí se juntan García y Kouri) como obra pública y con la plata de todos. Cuando todo esté listo, se otorgará en concesión a un privado que, como aspira el doctor García, “exprimirá” la concesión sin haber puesto un centavo. Y todo indica que Odebrecht-Montero ya están armando sus vagones.
Es doloroso para la prensa que ningún investigador esté siguiéndole la pista a estas tramas. Lo de Paita huele a pescado podrido y olió a comisiones y coima desde el comienzo. Ningún medio ha acompañado a “La Primera” en denunciar esta montaña de bosta (excepción hecha del columnista de “La República” Humberto Campodónico).
Por eso es que el control sobre la televisión resulta vital. Por eso es que la anuencia de la gran prensa resulta imprescindible. Con esas dos secuacidades, Ali Babá puede seguir haciendo su trabajo.
Un trabajo que, a partir de hoy, ya no se interrumpirá ni sábados ni domingos. Una orgía perpetua.
diario la primera:
César Hildebrandt
Columnista
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