En torno del entorno
Cesar Levano
Cuando estalló la denuncia sobre el faenón corrupto de Rómulo León Alegría y Alberto Químper, el Presidente de la República, Alan García, soltó el denuesto: ¡ratas!
Ahora que se sabe que su secretaria personal, Mirtha Cunza, se reunió en el Country Club con el empresario corruptor Fortunato Canaán, y que el secretario de la Presidencia, Luis Nava, también resulta involucrado, el doctor García atenúa su virulencia. El escándalo se convierte en escandalete.
A ninguno de esos dos personajes les ha espetado el calificativo de ratas, quizá porque están alojados en su propio nido. Grave sería que Palacio descendiera a la categoría de nido de ratas.
Se trata del entorno físicamente más cercano al primer mandatario. Para desgracia de éste, sin embargo, no son esos dos los únicos comprometidos en la investigación. Hay una galería de eminencias apristas haciendo cola para declarar ante la Comisión del Congreso que investiga el escandalazo, que ya no abarca sólo el negociado petrolero. El dominicano Canaán amarraba negocios en los más variados rubros, incluida la construcción de hospitales.
A García lo acompaña el recuerdo de lo corrupto que fue su primer período de Gobierno, 1985-1990. Ahora, a los dos años y cuatro meses de su segundo mandato, aparece ante el país una bocanada de corrupción.
Rómulo León, que junto a Remigio Morales Bermúdez, fatigó la infamia en el primer régimen aprista, aparece ahora como eslabón de una red muy vasta de podredumbre. Es por el momento, y con ayuda, el eslabón perdido.
Triste suerte la de un Presidente cuyos más cercanos y queridos colaboradores resultan involucrados en auténticos desmanes contra la moral y el dinero público. Jorge del Castillo, Hernán Garrido Lecca, Luis Alva Castro, aparecen vinculados a negocios turbios, algunos de los cuales sólo ahora asoman. Hasta el presidente de su Consejo de Ministros resulta envuelto en la sospecha. Por supuesto que él también tiene su historia.
Todo esto es lo que tiene nervioso a García, quien, para variar, encubre su desesperación con una hemorragia de insultos que sería cómica, si no fuera la de un hombre que tiene en sus manos el manejo del Estado.
Hay que hacer constar para la historia de esta etapa del Perú la acogida que brindan los grandes empresarios a las inepcias del Presidente. Las injurias, los desbordes “teóricos”, las mentiras como esa de que en Collique sólo hay una avioneta (actitud antiperuana encubridora de una visible corruptela a cargo de Enrique Cornejo, ministro de Vivienda), todo eso es aplaudido a rabiar por los magnates del país.
Signo de los tiempos. Otrora, los amos del país tenían grandes bibliotecas particulares, que frecuentaban; sabían de derecho, de literatura, de historia. Los actuales son casi todos nuevos ricos, que han amasado fortunas con métodos y regímenes como los que hoy mandan. En el Perú no tenemos clase gobernante. Nos rige una clase corrompida y corruptora. García la encarna y defiende.
diario la primera
No hay comentarios:
Publicar un comentario