Nuestros padres y nosotros
Soy más joven que muchos de vosotros, y por eso me ha tocado vivir en
el mundo de la precariedad. Yo soy profesor, tengo una carrera, pero soy
profesor interino, temporal, como casi todos los trabajos hoy en día.
En teoría cobro 2 mil euros al mes, pero sólo trabajo unos meses al año.
En un buen año puedo ganar 8 mil euros. Así que en realidad cobro menos
de 700 euros al mes. ¿Con 700 euros se puede vivir hoy en día? ¿Se
puede pagar una hipoteca? ¿Se pueden tener hijos?
Mi padre era
obrero de fábrica, en la Fasa Renault de Sevilla. No tuvo estudios, pero
tenía un contrato fijo, un sueldo fijo, derecho a ponerse malo, a
vacaciones. La generación de mi padre pudo tener casa, porque una casa
costaba 2 millones de pesetas. Nos llevó a la Expo. Pudo llevarnos a la
playa en verano.
La generación de mi padre siempre será del
PSOE, porque ese gobierno coincidió con esos años felices. Se acabó la
dictadura de Franco, llegaron los fondos europeos y se pusieron a
construir carreteras, aeropuertos e infraestructuras. La generación de
mi padre creía que la economía siempre iba a crecer, que sus hijos
viviríamos mejor que ellos.
Pero se equivocaban. A la vez que
Felipe González aceptaba los fondos europeos, aceptaba que este país
perdiera toda soberanía. Soberanía significa poder disponer de tus
recursos, administrarlos como quieras, tener tu propia moneda, tu propia
política económica. La entrada en la Unión Europea significó que el
Estado español renunciaba a su soberanía.
Consecuencias de la renuncia a la soberanía
Ahora tenemos bonitas carreteras y aeropuertos, perfectas para que
vengan turistas alemanes o ingleses. Pero, a cambio, la Unión Europea
nos ha obligado a privatizar las empresas públicas: Telefónica, Endesa,
Repsol, Seat, Iberia, Renfe.
La UE impulsó la globalización, es
decir, que no existiera soberanía por parte de los Estados, que las
empresas compitieran a nivel internacional. Así, gran parte de las
industrias empezaron a irse a países donde pudieran pagar salarios más
bajos.
Lo que ahora estamos viviendo no es más que la consecuencia de aquello:
1) Al no existir empresas públicas, el Estado no capta ese dinero, que
va a manos privadas. El Estado tiene que pedir préstamos, y aumenta la
deuda. Para pagar los intereses, el Estado se endeuda aún más.
2) Al no haber industria, España queda condenada a los servicios, el
turismo y el sector agrícola. Esto significa subdesarrollo, porque estos
productos no pueden competir con la industria, tienen menos valor
añadido. Por eso los países más industrializados han sido siempre los
más ricos, y los más campesinos los más pobres.
Por tanto, la
crisis que vivimos ahora no es algo nuevo, sino que se venía incubando
desde hace años. Desde que Felipe González nos metió en la Comunidad
Europea, por más que en ese momento pudiéramos vivir una prosperidad
aparente.
Y yo os pregunto: ¿algún partido parlamentario,
incluso de esos que se llaman muy de izquierdas, cuenta las cosas así?
Pues eso es lo que ha pasado, y es innegable.
Movilizarnos sin confusión
Por eso es importante movilizarse. Pero no me gusta el populismo ni la
demagogia. Últimamente hay muchas movilizaciones, pero si queremos que
lleguen a buen puerto, deben superar la confusión. Porque no basta con
estar indignados. Hay que estar organizados. Y porque si no nos
representan, tendremos que construir un poder popular que sí sea
representativo.
Se dice que "no es una crisis, sino una estafa",
y eso es una verdad a medias, es decir, media mentira. No es una
estafa, es una crisis con todas las de la ley. Y los que mandan no
pueden evitarla.
Sabéis que hoy día son muchos los colectivos
de trabajadores que protestan. Pues bien, el sistema no podría
satisfacer todas sus demandas a la vez aunque quisiera, porque entonces
los ricos dejarían de ser ricos, y eso no puede ser bajo el capitalismo,
porque se hundiría. Así que lo que es una verdadera estafa es el
sistema capitalista. Y la verdad es que para luchar contra la pobreza
hay que luchar contra la riqueza.
Pero hay más confusiones.
Como hace unos años se podía vivir aceptablemente y ahora no, se suele
culpar al "modelo" de capitalismo actualmente imperante. Es otro error.
Bajo el sistema capitalista, en todos sus modelos, siempre hubo
desahucios, paro y miseria. Los años de bonanza fueron una excepción
histórica, en cuyas causas no vamos a profundizar, pero que tienen mucho
que ver con la sobreexplotación del Tercer Mundo y con la existencia de
la Unión Soviética. Porque ahora se critica mucho a la URSS, pero la
verdad es que los capitalistas se veían obligados a competir con ella en
bienestar y otorgar concesiones sociales. En todo caso, las premisas
han cambiado, el periodo de bonanza por desgracia ha durado muy poco y,
además, no volverá.
La televisión nos inculca la idea de una
crisis pasajera, una honda que ahora va hacia abajo pero volverá a subir
hacia arriba. Pero eso no tiene por qué ser así necesariamente. ¿Cómo
van a dar trabajo a los 6 millones de parados?
La historia
demuestra que un país rico puede convertirse en pobre. El caso más
reciente: Argentina. Hace no muchos años, los españoles emigraban a
Argentina a buscar trabajo. Luego, aplicando las mismas recetas que
ahora la UE nos impone a nosotros (privatización, desindustrialización,
pérdida de soberanía), se hundieron. Y no volvieron a resurgir hasta que
rompieron con esas recetas.
La actitud de "esperar y aguantar
hasta que la crisis pase" no es realista. Máxime si, por el camino, nos
lo roban absolutamente todo.
Un poder paralelo
Entonces, ¿qué quiero decir? ¿Que no hay solución? ¿Que estamos perdidos?
No. Los de arriba no pueden gobernar sin el consentimiento de los de
abajo. Ahora hay un libro muy famoso que se llama “Hay alternativas”, y
yo digo que sí, hay alternativas… pero no las que dice el libro. Las
políticas reformistas, socialdemócratas que propone no volverán nunca
porque han desaparecido las premisas que las hacían posibles.
Hay soluciones, sí, pero no las que dice la tele. La solución no pasa
por votar a otro partido en las próximas elecciones. Existe una
diferencia entre la apariencia de los procesos históricos y su esencia.
En apariencia el reformismo negoció concesiones pacíficamente. En
esencia, lo que realmente ocurrió fue que existía un gran contrapoder de
la clase trabajadora a nivel internacional, que fue el que forzó las
concesiones preventivas.
Así pues, la solución pasa porque la
clase trabajadora, incluyendo a los parados, se autoorganice. Pasa
porque creemos un poder paralelo al de ellos, acumulando fuerzas hasta
que algún día seamos más fuertes que ellos. Tenemos que crear asambleas
estables en el tiempo en los barrios y en los centros de trabajo.
Tenemos que deliberar y tomar decisiones en ellas. Tenemos que
solucionar nuestros propios problemas, las necesidades más inmediatas
del pueblo.
Pongamos ejemplos. Los Panteras Negras lo hicieron
en los barrios negros de los EE UU. Crearon un programa de desayuno
gratuito para que los niños no se fueran al cole con el estómago vacío.
Pero no hacían caridad como los curas, sino que, al mismo tiempo, le
dijeron a la gente que luchara, que se rebelara, que su pobreza era
culpa de la riqueza de otros. Y se hicieron con armas para vigilar los
abusos de la policía, que les machacaba en los barrios. Y cuando los
Panteras Negras aparecieron con sus armas, la policía se lo pensó dos
veces antes de maltratar a los negros del barrio. Y así se ganaron el
respeto del pueblo.
Experiencias de contrapoder y criminalización
Pero no hay que irse tan lejos. En la corrala la Utopía de Sevilla, un
grupo de familias desahuciadas ha ocupado un bloque de viviendas para
vivir. En Somonte un grupo de jornaleros en paro ha ocupado una finca
abandonada, y la han puesto a producir. Conozco gente que se plantea
ocupar fábricas abandonadas y hacer lo mismo. La experiencia de las
fábricas recuperadas no sería nueva. Ya se practicó en Argentina, cuando
tuvieron su crisis, y es perfectamente posible.
Pero nada de
eso lo puede hacer una persona sola. Solos no somos nada. Sólo tenemos
fuerza si estamos unidos. Y ese es el único camino para cambiar las
cosas. Pero la unidad no debe ser una unidad a secas, sino una “unidad
para”. Queremos unidad para luchar, no para claudicar, como CC OO y UGT.
Los medios de comunicación son empresas y mentirán. Nos llamarán
violentos, pero violentos son ellos. Violenta es la policía cuando
reprime a la gente. Violencia es un desahucio. Violencia es que no se
respeten los convenios colectivos. Violencia es que la gente esté
obligada a hacer horas extra, o si no los echan a la calle. Violencia es
que en muchos trabajos sólo se cotice una parte de las horas que
realmente se trabajan. Violencia es que suban los precios de todo
mientras estancan los salarios o los bajan. Violencia es que casi todos
tengamos que estar mal para que unos pocos sean millonarios.
Yo
lo tengo muy claro: si vas por la calle y te roban la cartera, te
defiendes. Y de igual modo, si la troika, la UE, el gobierno y la
patronal nos roban la cartera, tenemos que defendernos y parar esto. Por
las buenas o por las malas.
Nosotros y nuestros hijos
Muchos de vosotros tendréis hijos, y otros estaréis pensando en
tenerlos. Pero si dejamos que nos roben todos nuestros derechos sociales
y laborales, nuestros hijos van a tener una vida deprimente.
Hay trabajadores que no se movilizan porque tienen hijos y no quieren
meterse en líos. Pero al no movilizarse meten a sus hijos en el peor de
los líos: el lío de toda una vida esclava, trabajando de sol a sol, sin
el menor derecho.
La historia misma demuestra que los derechos
no caen del cielo, sino que se conquistan por la fuerza, a través de la
lucha. Y si dejamos de luchar y de organizarnos, si nos rendimos, pasa
lo que nos está pasando ahora. Cuanto más cedamos, más avanzarán ellos.
Hace unas décadas, y no sólo aquí sino en toda Europa, no había derecho
a cobrar el paro, a las vacaciones pagadas, a la baja por maternidad, a
la baja por enfermedad, al convenio colectivo, a la seguridad social, a
la educación gratuita.
Si no nos organizamos, la siguiente
generación no tendrá tampoco ninguno de estos derechos. Y la única
herencia que le dejaremos a nuestros hijos será una hipoteca, un trabajo
precario, una vida miserable y hospitales y escuelas privadas. Está en
nuestra mano evitarlo, pero sólo será posible si luchamos en un proceso
coherente, con objetivos claros, que amenace al poder. Si luchamos por
otra sociedad diferente y más justa. Por la revolución.
Me
gustaría terminar compartiendo con vosotros unos versos de Bertolt
Brecht que me gustan especialmente. El poema se titula “Oda a la
dialéctica”:
Con paso firme se pasea hoy la injusticia. Los
opresores se disponen a dominar otros diez mil años más. La violencia
garantiza: "Todo seguirá igual." No se oye otra voz que la de los
dominadores, y en el mercado grita la explotación: "Ahora es cuando
empiezo." Y entre los oprimidos, muchos dicen ahora: "Jamás se logrará
lo que queremos."
Quien aún esté vivo no diga "jamás". Lo firme
no es firme. Todo no seguirá igual. Cuando hayan hablado los que
dominan, hablarán los dominados. ¿Quién puede atreverse a decir "jamás"?
¿De quién depende que siga la opresión? De nosotros. ¿De quién que se
acabe? De nosotros también. ¡Que se levante aquel que está abatido!
¡Aquel que está perdido que combata! ¿Quién podrá contener al que conoce
su condición? Pues los vencidos de hoy son los vencedores de mañana y
el jamás se convierte en hoy mismo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.