¡INAPLICABILIDAD DE LEY Nº29944 LEY DE REFORMA MAGISTERIAL; PAGO INMEDIATO DEL 30% POR PREPARACION DE CLASES Y EVALUACION!

Para tener Presente

"Los Maestros, al ponernos al servicio del Estado, no hemos vendido nuestra conciencia ni hipotecado nuestras opiniones, ni hemos perdido nuestra ciudadanía. El hecho de recibir una suma mensual de dinero significa sólo el pago de nuestros servicios profesionales, pero no el pago de un silencio y de una conformidad que repugna. Quienes pretenden que el maestro debe "callar, obedecer y trabajar", están en un error, y cometen un insulto a la dignidad humana... ". José Antonio Encinas

¿REFORMA EDUCATIVA?

¿Reforma educativa para mejorar la calidad académica? Es posible esto sin atender el rezago educativo en materia de infraestructura en zonas marginales, con estudiantes mal alimentados y desnutridos, sin planes de estudio acorde a las necesidades de la población.

Evaluar a los maestros, ¿Quiénes, las instituciones corruptas del Estado? ¿La Ministra Bachiller que no sabe quien proclamó la independencia del Perú? ¿Los intelectuales “expertos” de la televisión? ¿Los periodistas mercenarios asalariados de la gran empresa?


ley de reforma magisterial y la destitucion por inasistencia y tardanza

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09 diciembre 2010

Una reflexión sobre los medios y la democracia

Una reflexión sobre los medios y la democracia


Intervención de Ignacio Ramonet en CIESPAL, Quito (Ecuador). Resumen de Silvia Arana.

En estos tiempos de globalización neoliberal, la información se ha convertido en uno de los problemas principales de la democracia. Se consideraba que en una democracia alguno de los tres poderes podía cometer abusos (la justicia puede condenar a un inocente, el poder legislativo puede sancionar leyes discriminatorias contra un sector de la población -como las leyes contra los inmigrantes en Estados Unidos o en Francia). La función de los medios es denunciar estos abusos. Los medios de comunicación de masas pueden influir en la opinión pública; esto es lo que constituye el cuarto poder, o contrapoder. El poder que puesto al servicio de los ciudadanos sirvió para oponerse a las iniquidades de la esclavitud, que era legal en la democracia más nueva, Estados Unidos, como en países europeos por ejemplo Francia e Inglaterra que practicaban el colonialismo, otro sistema injusto pero legal en las democracias. La prensa llevaba campañas de denuncia de ambos sistemas.
En los últimos 15 años, a medida que se fue afianzando el neoliberalismo y la globalización, el cuarto poder -como contrapoder- ha ido desapareciendo.
Se fue imponiendo lo privado sobre lo público, lo individual sobre lo colectivo, y los medios de comunicación en su mayoría han dejado de ser un contrapoder. Los medios pertenecen a grupos mediáticos (Murdoch, Google, Blackberry) que se expanden con la revolución digital, que rompen las barreras, con la espectacular expansión de internet. Se mezclan todas las esferas: la cultura de masas, la información, la comunicación y el internet. Los grupos mediáticos que manejan todas estas esferas son multinacionales, planetarios. Estos mega grupos, cuya existencia es posible por las suaves leyes anti trust, son actores centrales del poder globalizado. Ya no se proponen ser un contrapoder, son un cuarto poder sólo como una suma a los otros tres poderes; usan su poder para oprimir al ciudadano. La cuestión cívica es cómo oponerse; hay que crear un quinto poder, oponer la fuerza ciudadana para denunciar a los poderes que actúan contra el pueblo. Esta situación se vive en Ecuador, Bolivia, Venezuela, Argentina, Brasil. Cuando Chávez asumió el poder los grupos mediáticos se lanzaron en contra del gobierno elegido democráticamente. Uno puede tener diferentes opiniones del gobierno de Chávez, pero no se puede negar que los medios usan falsedades para defender sus privilegios y oponerse a los cambios sociales. Asumen su función de perros guardianes del orden económico, ideológico; son latifundistas mediáticos. El caso de Berlusconi en Italia es un ejemplo: primero construyó una gran fortuna, luego adquirió medios de comunicación y después ganó las elecciones.
Entre las guerras mediáticas contra gobernantes elegidos democráticamente podemos mencionar la guerra mediática contra Chávez para impedir que concrete reformas o en los setentas, la guerra del periódico El Mercurio contra el presidente chileno Salvador Allende, o la guerra en los ochentas del diario La Prensa contra el sandinismo en Nicaragua. O las guerras mediáticas contra los presidentes de Brasil, Argentina y Ecuador. Ya no sólo son los poderes tradicionales los que atacan sino también los medios que usan como fachada, como arma de combate, la defensa de la "libertad de expresión". La información difundida por estos medios está contaminada por toda clase de falsedades. La usan como una mercancía. Los medios se han convertido en el brazo, o aparato, ideológico de la globalización. Medios de comunicación y globalización son dos conceptos ligados. ¿Cómo exigir la verdad? Los medios están al servicio del poder económico y financiero, y por debajo está el poder político. Cada día aumenta el poder económico, financiero y mediático a expensas del poder político que es el único elegido democráticamente.
Los medios no respetan las leyes de la información sino que se manejan con las leyes del mercado, oferta y demanda. En apariencias la información por internet o televisión o radio es gratuita porque no es la información lo que se vende; sino que venden ciudadanos a los anunciantes. El periodismo ha cambiado parámetros fundamentales: el ritmo, que es instantáneo y lo instantáneo es difícil de verificar, se multiplican los errores, se vive un estado de inseguridad informativa; la espectacularidad, se privilegia el horror, la fascinación macabra con la violencia; lo visual, se basa en la falsa ecuación "ver es comprender", en realidad lo que se ve no es forzadamente lo que ha ocurrido. Se ha creado una tremenda simplificación, una lectura infantilizada.
Por otra parte, en la actualidad se confunde periodismo con comunicación; hay millones de usuarios de Facebook, de Twiter -que pueden tanto organizarse en campañas por causas comunitarias positivas como también ayudar a crear confusión informativa. Esta gran cantidad de comunicados crea un Muro de información que tapa la carencia de verdadera información y funciona como censura, una censura "democrática". En este hueco informativo aparece Wikileaks, que demuestra: uno, que en realidad no sabemos lo que ocurre ni en Irak ni en Afganistán ni el Departamento de Estado de Estados Unidos. Y dos, que los periodistas son incapaces de informar. Hay una crisis de identidad: qué es el periodista, qué es el periodismo, qué es noticia. Los medios actúan en función de las leyes del mercado: noticia es lo que puede interesar a un mayor número de personas. Han perdido la conciencia de su misión. ¿Qué es la verdad? ¿Qué es la mentira? Como Wikileaks lo ha demostrado, la verdad puede ser mentira. Repetir una cosa hasta el hartazgo es demostrar su veracidad; otra ecuación falsa. Tanto Wikileaks como las redes sociales -que son posibles por el internet- ayudan a resistir. En América Latina los movimientos sociales usaron históricamente las radios comunitarias como instrumentos de resistencia, ahora usan también el internet.
Se puede hacer un paralelismo con lo sucedido con la alimentación. Había escasez de alimentos -y sigue habiendo en algunos países- luego la revolución agraria permitió producir en abundancia. Hoy sabemos que muchos de los alimentos son tóxicos, pueden envenenarnos (el caso de la "vaca loca" por ejemplo). Lo mismo sucede con la información; está contaminada. Hay que crear una ecología de la información para limpiarla, para que se respete la verdad, para mejorar la calidad informativa y así mejorar la calidad de la democracia.
Ignacio Ramonet es Director de Le Monde Diplomatique, cofundador del movimiento Attac y de Media Watch Global, profesor de teoría de la comunicación en la Universidad Denis-Diderot, París VII)

23 mayo 2010

Los límites del Estado y la falacia de la democracia

Los límites del Estado y la falacia de la democracia



“Yo en vez de mirar pal cielo

me puse a medir el suelo

que me tocaba de andar

y no seguí al rebaño

porque ni el pastor ni el amo

eran gente de fiar”.

El Cabrero

Las medidas tomadas hace pocos días por el gobierno de Rodríguez Zapatero, además de ser de derechas, injustas e inútiles, demuestran con claridad dos hechos fundamentales. En primer lugar, una pérdida total de soberanía de los estados -sobre todo en las políticas económicas y fiscales-, que la han transferido a unas instituciones europeas y mundiales de dudoso o ningún origen democrático. Así, el gobierno del PSOE ha optado por hacer una política neoliberal al dictado de una Comisión Europea al servicio de los grandes mercados, haciendo el más completo de los ridículos por sus declaraciones precedentes. La consecuencia es bien evidente: la Constitución Española es papel mojado.

Como ya apuntó en su día Julio Anguita, desde el Tratado de Maastricht y con los tratados que le han sucedido, incluido el intento de Constitución Europea, los estados han tenido una sustancial y progresiva pérdida de potestades en política monetaria, fiscal y económica, y, por supuesto, en las políticas sociales. Esa pérdida de potestades hace imposible desarrollar las potencialidades que la Constitución podría tener para buscar una salida de marcado carácter social a la crisis.

La Constitución se ha convertido en un texto sin efectividad plena, instrumentalizado por los dos grandes partidos para sacar rédito en las diferentes coyunturas políticas. La realidad es que ya es un texto inutilizado para cohesionar y vertebrar la actual sociedad española. Si a eso le añadimos la dudosa legitimidad y la inoperancia del Tribunal Constitucional, el órgano que vela por su cumplimiento, nos queda un panorama definitivo.

El poder de los mercados

El segundo hecho que queda demostrado con las medidas adoptadas por Rodríguez Zapatero es aún más dramático: la clarísima demostración de que son los mercados (se entienda por mercado lo que se entienda) los que tienen el verdadero poder. Eso hace que las diferentes instituciones, tanto nacionales como europeas y mundiales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial...), sólo estén al servicio de la libre circulación de los capitales, con independencia de que en su circulación esos capitales devasten con inusitada violencia amplias regiones de nuestro planeta y las dejen en la pobreza. En consecuencia, la democracia occidental que disfrutamos en los países de nuestra órbita es una pura falacia.

Cualquiera de las opciones que pueden ganar las elecciones se verá imposibilitada para desarrollar políticas diferentes a las ordenadas por los sacrosantos mercados, ya sea porque se ha perdido la soberanía para adoptar medidas o porque no se pueden aplicar aquéllas que molesten a los rectores del capital y verdaderos dueños del cotarro.

Cuando surgió el debate sobre el déficit fiscal de algunas regiones en nuestro país, se ensombreció el verdadero debate que debió haber nacido. Diversos estudios de prestigiosos economistas, tomando los datos del propio Ministerio de Economía en 2006, demostraban de forma fehaciente que había y hay un trasvase de recursos desde las rentas del trabajo hacia las rentas del capital; es decir, que no hay redistribución de riqueza, sino todo lo contrario: la clase trabajadora es la que desvía sus fondos hacia la clase empresarial. O dicho de otra manera, los pobres subvencionan a los ricos. En eso consisten el neoliberalismo y la imposición de los mercados. Todos los gobiernos, con independencia de cómo se autodenominen, colaboran con esa expropiación a los humildes.

Cuando cayó el muro de Berlín, lejos de morir el comunismo, la que murió fue la socialdemocracia. Ésta ya no es operante, ni útil, ni necesaria para el capital, que hoy puede prescindir de ella como fuerza de contención frente a las demandas de los trabajadores y a las posibilidades de rebelión y transformación social. Los partidos que se dicen socialdemócratas sólo actúan al dictado las políticas neoliberales necesarias para la circulación del capital. Esa política antisocial la llevan a cabo los socialdemócratas o, mejor dicho, socialiberales, con más o menos edulcorante, con medidas sociales que ellos denominan de corte progresista (palabra esta última cuyo significado es de lo más ambigüo), pero siempre en contra de los trabajadores.

Ahora la pelota está en el tejado de las personas y organizaciones que se dicen de la izquierda transformadora y anticapitalista. La izquierda real debe encontrar una nueva forma de organización y lucha acorde con la situación existente. Por un lado, unos deben dejar la marginalidad y la atomización estéril. Por otro lado, otros deben abandonar su institucionalismo vacío, su vocación de pacto con aquellos que sólo están al servicio del capital y su preocupación permanente por alimentar el ego y el estómago. El objetivo es encontrar un programa común y un método de trabajo eficaz y compartido, para construir la alternativa real al capitalismo.

Ya va siendo hora de que nos pongamos en marcha.

Jesús Romero. Licenciado en Filosofía.
Miguel Ángel Gea. Periodista y concejal de IU.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

24 agosto 2009

Lo que llaman democracia

Afganistán
Lo que llaman democracia



Lo sucedido en las recientes elecciones de Afganistán nos puede servir para comprobar hasta donde puede llegar el proceso de jibarización del concepto de democracia. “La UE considera que los comicios son un hito en la democratización de Afganistán”, titulaba El País el 23 de septiembre. Una vez desarrollados los mecanismos de convencimiento necesarios para conseguir modular las intenciones de votos de los ciudadanos, basta con reducir a eso un sistema para decretar la democracia. En Afganistán el ochenta por ciento de los ciudadanos no saben leer ni escribir por lo que no pueden leer ningún programa electoral y sólo uno de cada cuatro tiene acceso a una televisión para ver los mensajes de los candidatos. Ningún candidato que surja del pueblo tiene la posibilidad de viajar por el país para explicar sus propuestas. Los electores afganos tienen al cincuenta por ciento de sus hijos sufriendo malnutrición, cada día mueren 600 niños por enfermedades evitables. 2'3 millones de habitantes sobreviven ilegalmente cultivando opio.

Ya en 2005 la ONU había gastado en las dos convocatorias electorales un tercio del dinero destinado a la reconstrucción del país. El gobierno español anunciaba el pasado mes de abril que España, como está “comprometida con el proceso de democratización” de Afganistán, destinará “cinco millones de euros a adiestramiento del Ejército Nacional Afgano y cuatro millones para el fondo electoral”. Esa es toda la ayuda, obsérvese que está en consonancia con el concepto que se tiene de democracia: soldados y elecciones.

El modelo dominante trabaja para que nadie se plantee que es imposible una democracia entre ciudadanos que no saben leer ni escribir, que no tienen para comer, cuyos hijos mueren diariamente por falta de asistencia y que sólo pueden trabajar cultivando droga ilegal para el resto del mundo. El pasado mayo, con motivo de las elecciones en India los medios no cesaban en sus referencias a ese país como la democracia más poblada del mundo (RTVE 13-5-2009, Europa Press 17-5-2009). La mayor democracia del mundo ha votado, llegaron a titular algunos medios. A ninguno se le ocurrió dudar de esa afirmación con 620 millones de ciudadanos viviendo con menos de 1,35 dólares al día.

Quizás podrían preguntar a muchos afganos o indios si cambiarían su papeleta por un plato de arroz, una medicina para la diarrea o el acceso a agua potable. Así podrían saber muchos europeos y estadounidenses lo que piensan allí de su democracia.

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