¡INAPLICABILIDAD DE LEY Nº29944 LEY DE REFORMA MAGISTERIAL; PAGO INMEDIATO DEL 30% POR PREPARACION DE CLASES Y EVALUACION!

Para tener Presente

"Los Maestros, al ponernos al servicio del Estado, no hemos vendido nuestra conciencia ni hipotecado nuestras opiniones, ni hemos perdido nuestra ciudadanía. El hecho de recibir una suma mensual de dinero significa sólo el pago de nuestros servicios profesionales, pero no el pago de un silencio y de una conformidad que repugna. Quienes pretenden que el maestro debe "callar, obedecer y trabajar", están en un error, y cometen un insulto a la dignidad humana... ". José Antonio Encinas

¿REFORMA EDUCATIVA?

¿Reforma educativa para mejorar la calidad académica? Es posible esto sin atender el rezago educativo en materia de infraestructura en zonas marginales, con estudiantes mal alimentados y desnutridos, sin planes de estudio acorde a las necesidades de la población.

Evaluar a los maestros, ¿Quiénes, las instituciones corruptas del Estado? ¿La Ministra Bachiller que no sabe quien proclamó la independencia del Perú? ¿Los intelectuales “expertos” de la televisión? ¿Los periodistas mercenarios asalariados de la gran empresa?


ley de reforma magisterial y la destitucion por inasistencia y tardanza

30 junio 2013

¡A la juventud chilena, salud!

Punto Final

Los estudiantes siguen entregándonos -pese a la represión y a las oscuras maniobras que pretenden cooptarlos a la institucionalidad vigente-, la lección de civismo que el país necesitaba para sacudirse las telarañas del temor y el escepticismo. Los jóvenes -con los adolescentes de la educación secundaria a la cabeza- protagonizan un ejemplo del comportamiento social indispensable para cambiar las estructuras que impiden el tránsito a una democracia participativa, tolerante e inclusiva.
El esfuerzo que la juventud chilena viene haciendo -a partir de la “revolución de los pingüinos” de 2006- merece el agradecimiento del país. Permite retomar la lucha por libertad, justicia y democracia que se libró durante la resistencia contra la dictadura. La victoria popular se frustró en los 80 debido a la operación -fraguada por el poder financiero nacional y extranjero- que evitó el derrumbe de la tiranía aislada y agotada por sus crímenes y excesos. El acuerdo de los llamados “poderes fácticos” dio origen a los veinte años de gobierno de la Concertación de Partidos por la Democracia. El retorno a las formalidades y apariencias de un sistema democrático, se recibió con alivio después de 17 años de brutal opresión y de heroica lucha de resistencia. El fin de la dictadura creó enormes esperanzas en el pueblo, que en su mayoría creyó en la “transición a la democracia” que prometía la Concertación.
Empeñados en recuperar un espacio de poder, los partidos no hicieron mayor cuestión en que quedaban en pie los pilares de la dictadura: la Constitución y el modelo capitalista neoliberal. Más bien por el contrario, abjurando de principios socialcristianos, socialdemócratas y republicanos, la Concertación hizo suya la economía de mercado y juró fidelidad a una Constitución espuria. La ciudadanía, por su parte, otorgó un amplio plazo de confianza a la Concertación, que pudo así elegir con toda facilidad cuatro gobiernos consecutivos.
Estaba sobreentendido que no sería fácil desmontar los engranajes del terrorismo de Estado. El pueblo aceptó resignadamente la desmovilización y tregua social que pedían los sembradores de ilusiones para realizar su trabajo. Las amenazas del pinochetismo militar y civil, incluyendo abiertos desafíos a las nuevas autoridades, confirmaron los temores y vacilaciones de la Concertación. Sus representantes más caracterizados se dedicaron a los conciliábulos de la “política de los consensos” que permitieron legitimar su relación carnal con la derecha económica y política. La Concertación se convirtió así en guardaespaldas de la oligarquía heredera de la dictadura, y pasó a gerenciar sus negocios. Sus gobernantes y parlamentarios dieron protección a Pinochet y a su fortuna mal habida y a sus generales y almirantes, culpables de crímenes y latrocinios; hicieron borrón y cuenta nueva del saqueo que sufrió el Estado con el traspaso de sus empresas al sector privado; consagraron la existencia del robo monumental a los ahorros de los trabajadores, que son las AFPs; entregaron la educación y la salud al lucro insaciable de la empresa privada; y dieron chipe libre y dispensa tributaria a las ganancias descomunales de las empresas mineras, los bancos, etc.
A cambio de ello, la oligarquía premió a las figuras de la Concertación con el galardón a la “virtud republicana” y les permitió meter la cuchara en la olla en que se cuece el fruto del trabajo de todos los chilenos. La impunidad de horribles violaciones de los derechos humanos y la apropiación de caudales públicos, fueron tratadas como faltas leves, justificándolas -literalmente- por “razones de Estado”. Se consagró la cínica “justicia en la medida de lo posible”, que se convirtió en el apotegma de una moral de cartulina.
Este fenómeno, que igualaba a regímenes elegidos por el pueblo con una odiosa dictadura impuesta por el terror, dio inicio a una nueva etapa en el ininterrumpido periodo histórico que vive el país desde 1973. Los chilenos no hemos podido encontrar todavía el punto de ruptura democrática -sin duda una Asamblea Constituyente- que abra paso a la plena libertad. Las inconsecuencias, traiciones y corrupción minaron la fe pública en la Concertación. El desiderátum de su deterioro ético lo constituye -hasta ahora- el vergonzoso rescate de Pinochet detenido en Londres. El presidente de la República, sus ministros, diplomáticos, parlamentarios, abogados y publicistas de la Concertación, protagonizaron un espectáculo que produjo estupefacción en el mundo. Democratacristianos, socialistas, pepedés, etc., compitieron en esfuerzos, tráfico de influencias y contactos internacionales para salvar al ex dictador de su fortuita caída en manos de la justicia. Le aseguraron al país que el criminal se encontraba casi inválido y que sería juzgado en Chile. Nada era cierto. Pero más allá, en el mundo de los negocios, donde la política hoy tiene su domicilio, muchos prohombres de la Concertación se convirtieron en Cresos. Esto terminó de decepcionar a una opinión pública que la había apoyado con ingenuidad digna de mejor causa. Nunca el empresariado nacional y extranjero había ganado tanto dinero como sucedió bajo los gobiernos de la Concertación. Valga del lobo un pelo: la ganancia histórica de 7.946 millones de dólares que confesaron las compañías mineras en el primer semestre de 2008: dos veces y media más que Codelco. Esto ocurrió en el gobierno de la presidenta Bachelet y bajo la administración financiera del poderoso ministro Andrés Velasco. Casi tanto como la reforma tributaria a cuatro años plazo que hoy promete la candidata Bachelet.
Es posible -aunque no seguro- que la Concertación vuelva a gobernar, si el universo electoral se mantiene en los 7 millones 200 mil ciudadanos que votaron en la segunda vuelta de 2011. La Concertación y la Alianza (las dos derechas de que hablaba Sergio Aguiló en marzo de 2002), están prácticamente empatadas en ese escenario. Las fuerzas potenciales de la Concertación son las mismas que en 2011, cuando también incluía al PC. Pero la derecha heredera de la dictadura se impuso entonces con el 51,61% que alcanzó Sebastián Piñera. Sin embargo, el número de inscritos en los registros electorales supera hoy los 13 millones y más del 60% se abstuvo en las municipales de 2012. La mayoría son jóvenes a quienes la Concertación marginó de la participación política. Ahora los busca desesperadamente y habrá que ver si sus cantos de sirena dan resultados. Lo que se avecina es una impresionante guerra publicitaria en que los dos bloques gastarán fortunas cuyo verdadero origen seguirá en el misterio. Es claro que hasta que no entren en escena los 5 millones de electores producto de la inscripción automática, el control del gobierno y del Parlamento seguirá en manos de la Concertación y la Alianza, en un escenario cada vez más reducido y menos diferenciado.
El futuro, sin embargo, depende mucho del camino que están abriendo los jóvenes, en particular los estudiantes. Las movilizaciones de 2006, 2011, y las de este año, muestran una curva ascendente. En lo político, registran una definida exigencia de cambios en educación, salud y seguridad social. En la dirección global apuntan a una Constitución democrática por la única vía aceptable en una república de ciudadanos libres: la convocatoria a una Asamblea Constituyente cuyo trabajo sea sometido al veredicto del pueblo. En los hechos, ha sido derrotada la timorata posición de algunos partidos que intentaron convencer a los estudiantes para que no incorporaran demandas que pusieran en tela de juicio la institucionalidad. En forma visionaria de su papel histórico, los jóvenes se negaron a trasladar -como se les proponía- la discusión de los cambios a un Congreso que por su origen binominal no representa a las mayorías. Junto con subrayar la impugnación al sistema y sus instituciones, las más recientes movilizaciones estudiantiles evidencian la incorporación al movimiento de sectores sindicales, gremiales y poblacionales que agregan sus propias reivindicaciones y profundizan el cuestionamiento a la institucionalidad.
Un aire fresco recorre al movimiento social. Se debe a la tenacidad y valentía de la lucha estudiantil. Ni maniobras políticas ni represión policial han conseguido quebrar la moral de este movimiento que crece con nuevos actores sociales. De allí surge, por cierto, una exigencia: la necesidad de forjar el instrumento político que permita realizar los cambios. Para derrotar a las dos derechas, hay que dar nuevos pasos en la lógica de la protesta social. A fin de evitar la interrupción abrupta y brutal de las aspiraciones populares -como sucedió hace 40 años y como hoy anuncian los agoreros de ambas derechas-, hay que acumular fuerzas que permitan imponer la única salida democrática a la crisis de una institucionalidad herrumbrosa y de una economía generadora de desigualdad: la Asamblea Constituyente. Para llegar a ese punto todavía falta mucho. Pero los estudiantes, que están esbozando el futuro de Chile, deberían convertirse en portadores del estandarte de una Constitución democrática.

fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=170382
 

28 junio 2013

DIGNIDAD: Ecuador renuncia a las preferencias arancelarias de EE.UU. y le ofrece ayuda de $23 millones para capacitación en DDHH



El Telégrafo

El secretario de Comunicación, Fernando Alvarado, anunció que Ecuador renuncia de manera "unilateral e irrevocable" a las preferencias arancelarias (Atpdea, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos y advirtió que el país no acepta presiones ni amenazas de nadie. En rueda de prensa, el funcionario señaló que el Gobierno rechaza "categóricamente" la campaña desinformativa con la cual se pretende descalificar la posición soberana de Ecuador. Indicó que se han manipulado temas como el caso de Edward Snowden, también la reciente aprobación de la Ley de Comunicación, un supuesto espionaje local, entre otros, con el único objetivo de "dañar la imagen de nuestro país".
"Frente a la amenaza, insolencia y prepotencia de ciertos sectores políticos, grupos mediáticos y poderes fácticos estadounidenses, que han presionado para quitar las preferencias arancelarias a nuestro país. Ecuador no acepta presiones ni amenazas de nadie y no comercia con los principios ni los somete a intereses mercantiles por importantes que estos sean. Las preferencias arancelarias fueron originalmente otorgadas como una compensación a los países andinos por su lucha contra las drogas, pero pronto se convirtieron en un nuevo instrumento de chantaje. En consecuencia, Ecuador renuncia de manera unilateral e irrevocable a dichas preferencias arancelarias", sostuvo Alvarado.
También anunció que Ecuador ofrece a los EE.UU. una ayuda económica de 23 millones de dólares anuales, "monto similar al que recibíamos por las preferencias arancelarias". Dijo que esa cantidad sería destinada "con el fin de brindar capacitación en materia de derechos humanos, que contribuya a evitar atentados a la intimidad de las personas, torturas, ejecuciones extrajudiciales y demás actos que denigren a la humanidad".
Recordó que Ecuador es uno de los tan solo siete países americanos que han ratificado todos los instrumentos interamericanos de derechos humanos, "por lo que solicita fraternalmente a los Estados Unidos que ratifique alguno de ellos".
"Entendemos que deben existir mecanismos de lucha contra el terrorismo, pero no podemos admitir que en este empeño se atropellen los derechos humanos y la soberanía de los pueblos", puntualizó.
Además, expresó el "cariño y respeto al pueblo estadounidense con el cual siempre mantenemos excelentes relaciones y nos solidarizamos con él por el espionaje masivo que también ha recibido".
"Nos hubiera encantado que con la misma urgencia que se exige entregar al señor (Edward) Snowden en caso de entrar a suelo ecuatoriano (...) se hubiese entregado a muchos prófugos de la justicia ecuatoriana refugiados en los EE.UU", recalcó Alvarado al referirse particularmente "a los banqueros corruptos que quebraron al país en el año 1999, cuya extradición ha sido reiteradamente negada por los EE.UU.", apuntó.
Fuente: http://www.telegrafo.com.ec/actualidad/item/ecuador-6.html

CHILE: UNA REALIDAD NO MUY LEJANA PARA EL PERÚ


profesores, padres de familia esto se viene al Perú¡¡¡

CHILE:


Foto impactante, al igual que el vídeo, pero la imagen muestra el rostro de un joven, un estudiante que lucha por educación para los hijos de tos incluso de quienes lo golpearon, el joven es Pedro Aguilera presidente del centro de alumnos del Borgoño, golpeado hasta dejarlo inconsciente, repasado a patadas en el rostro(como se ve en l vídeo de más abajo), está imagen como el vídeo deben ser difundidos para que estos ataques arteros y cobardes de parte de la policía no queden impunes, para que esto no vuelva a recordar en algunas mentes el pasado, y pensar que ahora debaten 2 incólumes defensores de este tipo de abusos como si nada pasara. que mierda tienen en la cabeza quienes defienden estas atrocidades a los derechos humanos?, que hubiera pasado si el joven hubiera sufrido algo más serio? me pudro en su democracia de los acuerdos, yo quiero LIBERTAD Y JUSTICIA.

AREQUIPA: NO HABRA CESES COMPULSIVOS HASTA EL 31 DE DICIEMBRE




HASTA EL 31 DE DICIEMBRE QUEREMOS QUE SE GARANTICE UNA PENSIÓN DIGNA PARA LOS MAESTROS Y LAS UGELES NO SE APROVECHEN CON SUS COBROS OPORTUNISTAS. SEIS MESES ANTES SE DEBE NOTIFICAR AL DOCENTE Y DE OFICIO LAS UGELES DEBERAN REALIZAR SUS TRAMITES. EL SUTE REGIONAL ( POR VOTO UNIVERSAL) MEDIANTE OFICO nº 090 Y 091 SOLICITO AL CONSEJO REGIONAL ESTA MEDIDA.




26 junio 2013

IV ASAMBLEA NACIONAL DE DELEGADOS DEL SUTEP 2013 29 DE JUNIO


"El talón de hierro"

Jack London: "El talón de hierro"



Han tenido que pasar muchos años más para que lo profético de esta novela alcance toda su verdad y todo su relieve; pues lo que London imaginó en verdad fue esta fase de gran opresión capitalista “democrática” que el mundo está viviendo durante las últimas décadas bajo el “talón de hierro” del Imperio Norteamericano. Su profecía no fue, pues, propiamente, la de la irrupción del fascismo en la escena mundial en aquellos años que desembocaron en la Segunda Guerra Mundial, sino que él hizo y mostró su descubrimiento de la entraña venenosa del capitalismo “democrático”, capaz de albergar en sus urnas todo un mundo de horrores, bajo la enseña del mercado y de la globalización. Es el huevo de esta serpiente lo que London “vio” en su imaginación de gran novelista. ¿Las urnas de la democracia serían, entonces, una especie de sucursales de la Caja de Pandora?
Entre los admiradores de esta insólita novela hay que contar, además de a Trotski, al gran escritor Anatole France, que hizo un prólogo entusiasta para la primera edición francesa, y a Howard Zinn, que ha escrito el prólogo de ésta. (Alfonso Sastre)

Una reseña de "El talón de hierro": Un siglo después, los pueblos se levantan

Por Pascual Serrano
El socialismo y las luchas de los trabajadores contra sus opresores se ha escrito con múltiples formatos. Mediante una investigación sobre la economía en "El Capital", de Carlos Marx; mediante una proclama revolucionaria como en "El Manifiesto del Partido Comunista", de Marx y Engels; mediante un análisis de las relaciones internacionales en "El imperialismo, fase superior del capitalismo" de Lenin e incluso como una fábula en "Rebelión en la Granja" de Georges Orwell. Jack London aborda en 1908 ese tema como una historia de amor futurista y premonitoria en el Talón de Hierro, un formato que le sirve para denunciar la conformación de un cruel y sangriento sistema capitalista que siembra de muerte y miseria a los trabajadores de todo el mundo y en especial a los norteamericanos en la segunda década del siglo XX.
El Talón de Hierro es la biografía del revolucionario norteamericano Ernest Everhard, capturado y ejecutado en 1932 por haber tomado parte en una frustrada revolución obrera.

Según la novela, siete siglos después de su muerte, aparece un manuscrito de su esposa, Avis Everhard, quien relata un duro período turbulento de la historia caracterizado por la consolidación y advenimiento del Talón de Hierro, un poder económico y político sin precedentes en la humanidad que no dudaría en reprimir a sangre y fuego cualquier intento organizado de enfrentarlo en la defensa de los derechos de los trabajadores. Veinte años después el fascismo dominaría Europa. Tras leer la obra de Jack London, uno tiene la sensación de que no se ha ido, domina el mundo.
Escrito en primera persona por Avis Everhard, una mujer procedente de la clase acomodada, el autor aprovecha la admiración y relación de esta mujer con su futuro marido para desplegar todo un ensayo sobre el capitalismo, sus métodos de explotación y su red de complicidades, porque "el juego de los negocios consiste en ganar dinero en detrimento de los demás, y en impedir que los otros lo ganen a expensas suyas".
Así señala a todos sus cómplices. Ernest Everhard le espeta al obispo: "¿Habéis protestado ante vuestras congregaciones capitalistas contra el empleo de niños en las hilanderas de algodón del Sur?. Niños de seis a siete años que trabajan toda la noche en equipos de doce horas. Los dividendos se pagan con su sangre. Y con ese dinero se construyen magníficas iglesias en Nueva Inglaterra, en las cuales sus colegas predican agradables simplezas ante los vientres repletos y lustrosos de las alcancías de dividendos". O al prestigioso abogado: "Dígame coronel, ¿tiene algo que ver la ley con el derecho, con la justicia, con el deber?". Al periodista: "Me parece que su tarea consiste en deformar la verdad de acuerdo con las órdenes de sus patrones, los que, a su vez, obedecen la santísima voluntad de las corporaciones". Se lo dirá también al ingenuo sacerdote que espera que al día siguiente sus críticas al sistema sean recogidas en la prensa tras haber sido recogidas por los periodistas: "Ni una sola palabra de lo que dijo será publicado. Tú no tienes en cuentan a los directores de diarios, cuyo salario depende de su línea de conducta, y su línea de conducta consiste en no publicar nada que sea una amenaza para el poder establecido".
Su proclama revolucionaria es contundente: "Nuestra intención es tomar no solamente las riquezas que están en las casas, sino todas las fábricas, los bancos y los almacenes. Esto es la revolución". "Queremos tomar en nuestras manos las riendas del poder y el destino del género humano. ¡Estas son nuestras manos, nuestras fuertes manos! Ellas os quitarán vuestro gobierno, vuestros palacios y vuestra dorada comodidad, y llegará el día en que tendréis que trabajar con vuestras manos para ganaros el pan, como lo hace el campesino en el campo o el hortera reblandecido en vuestras metrópolis. Aquí están nuestras manos. Miradlas: ¡son puños sólidos!".
Sus críticas al desigual e injusto reparto de los beneficios de la industrialización resultan absolutamente actuales un siglo después: "Cinco hombres bastan ahora para producir pan para mil personas. Un solo hombre puede producir tela de algodón para doscientas cincuenta personas, lana para trescientas y calzado para mil. Uno se sentiría inclinado a concluir que con una buena administración de la sociedad el individuo civilizado moderno debería vivir mucho más cómodamente que el hombre prehistórico. ¿Ocurre así?. (...) Si el poder de producción del hombre moderno es mil veces superior al del hombre de las cavernas, ¿por qué hay actualmente en los Estados Unidos quince millones de habitantes que no están alimentados ni alojados convenientemente, y tres millones de niños que trabajan?. (...) Ante este hecho, este doble hecho –que el hombre moderno vive más miserablemente que su antepasado salvaje, mientras su poder productivo es mil veces superior-, no cabe otra explicación que la de la mala administración de la clase capitalista; que sois malos administradores, malos amos, y que vuestra mala gestión es imputable a vuestro egoísmo". Un siglo después, en el 2004, seguimos conviviendo con lo obvio.
El autor sabe que la conquista del poder por los trabajadores no será fácil por la vía pacífica institucional ni por la del convencimiento a quienes disfrutan de las mieles del poder y del dinero: "Sabemos, y lo sabemos al precio de una amarga experiencia, que ninguna apelación al derecho, a la justicia o a la humanidad podría jamás conmoveros", le dice el protagonista a un miembro de la oligarquía. Como no podría ser de otro modo, éste le responde con la soberbia de quienes no aceptarán ser desplazados: "Y aunque tuvieseis la mayoría, una mayoría aplastante en las elecciones –interrumpió el señor Wickson-, ¿qué diríais si nos negásemos a entregaros ese poder conquistado en las urnas?". Jack London sentencia la única vía mediante estas palabras de sus protagonista: "Y el día que hayamos conquistado la victoria en el escrutinio, si os rehusáis a entregarnos el gobierno al cual llegaremos constitucional y pacíficamente, entonces replicaremos como se debe, golpe por golpe, y nuestra respuesta estará formulada por silbidos de obuses, estallidos de granadas y crepitar de ametralladoras". Aunque ahora le puedan llamar a ello terrorismo. "El poder será el arbitro. Siempre lo fue. La lucha de clases es un problema de fuerza. Pues bien, así como su clase derribó a la vieja nobleza feudal, así también será abatida por una clase, la clase trabajadora", termina sentenciando Ernest Everhard.
En la obra también existen los personajes que, martirizados por la injusticia, optan por la honesta caridad, tan humana como inútil: "Que cada uno de los que están en la opulencia tome a un ladrón en su casa y lo trate como a un hermano; que se lleve una desdichada y la trate como a una hermana". Es el caso del sacerdote que se derrumba cuando descubre la miseria existente con la complacencia y complicidad de la Iglesia. Su postura no es criticada por el protagonista pero los acontecimientos demuestran su inutilidad.
Para la pequeña burguesía que añora la era preindustrial y que sólo piensan en retornar a ella también tiene un mensaje contundente: "En lugar de destruir esas máquinas maravillosas, asumamos su dirección. Aprovechémonos de su buen rendimiento y de su bajo precio. Desposeamos a sus propietarios actuales y hagámoslas caminar nosotros mismos. Eso, señores, es el socialismo". "Venid a nosotros y sed nuestros compañeros en el bando ganador", les dice a esa pequeña burguesía condenada a ser aplastada por los grandes trusts o unirse al proletariado, "la clase media es el corderito temblando entre el león y el tigre. Ha de ser de uno o de otro".
No faltan las críticas a los partidos tradicionales: "los políticos de los viejos partido (...), los criados, los sirvientes de la plutocracia" y a los sindicatos sumisos: "los miembros de esas castas obreras, de esos sindicatos privilegiados, se esforzarán por transformar sus organizaciones en corporaciones cerradas; y lo conseguirán".
Por su parte la oligarquía recurrirá a la guerra para dar salida a los excedentes humanos ("la oligarquía quería la guerra con Alemania por una docena de razones (...). Además, el período de hostilidades debía consumir un volumen de excedentes nacionales, reducir el ejército de parados que amenazaban en todos los países y dar a la oligarquía tiempo para respirar, para madurar sus planes y realizarlos") y las obras faraónicas para sus excedentes económicos ("deberán gastar sus excesos de riqueza en obras públicas, como las clases dominantes del antiguo Egipto erigían templos y pirámides con la acumulación de lo que habían robado al pueblo").
La crueldad de la oligarquía es tal que la salida violenta es la única alternativa muy a pesar del protagonista: "Es inútil, estamos derrotados por anticipado. El Talón de Hierro está ahí. Había puesto mis esperanzas en una victoria pacífica, lograda gracias a las urnas. Seremos despojados de las escasas libertades que nos quedan; el Talón de Hierro pisoteará nuestras caras; ya no cabe esperar otra cosa que una sangrienta revolución de la clase trabajadora. Naturalmente, lograremos la victoria, pero me estremezco al pensar en lo que nos costará".
No hemos de esperarlo, ese sangriento levantamiento contra el Talón de Hierro ya existe en Iraq, en Palestina, en Colombia. Los líderes del Talón de Hierro se hacen llamar democracia y libre mercado, a los pueblos que se levantan les califican de terroristas. A quienes la guerra nos ha pillado sentados en nuestro sillón viendo la televisión debemos de saber que o nos integramos a las milicias asesinas del Talón de Hierro o nos incorporamos a los pueblos que se levantan contra el Talón de Hierro.

fuente:
http://www.redroja.net/index.php/libros/996-jack-london-qel-talon-de-hierroq

"Terrorismo y civilización"

Presentación del libro "Terrorismo y civilización" de  Tupac Carlos



El próximo 28 de junio, viernes, contaremos con la presencia de Iñaki Gil de San Vicente para la presentación en Madrid de "Terrorismo y civilización" de Carlos Tupac.
La cita es en la calle Fe nº10, en Lavapiés, a las 19:00h.
 
Para leer un prólogo del libro: http://redroja.net/index.php/libros/1497-prologo-al-libro-terrorismo-y-civilizacion-de-carlos-tupac




Prólogo al libro “Terrorismo y civilización” de Carlos Tupac


Boltxeliburuak ha publicado el libro de Carlos Tupac “Terrorismo y civilización”, un análisis de la función que el terrorismo ha desempañado en todas las sociedades y más en concreto en el sistema capitalista.
A continuación el prólogo que un miembro del Secretariado de las FARC Iván Márquez escribió para la edición latinoamericana de Terrorismo y civilización.
Esta introducción no ha podido publicarse en la edición de Boltxe liburuak por razones evidentes, pero por su interés la publicamos aquí.
Prólogo
Sin duda es algo severa esta teoría, pero aun cuando sean alarmantes las consecuencias de la resistencia al poder, no es menos cierto que existe en la naturaleza del hombre social un derecho inalienable que legitima la insurrección…
Simón Bolívar
Terrorismo y civilización es una admirable construcción del pensamiento, un análisis magistral del terrorismo de Estado a través de la historia, de su evolución desde la esclavitud hasta su forma actual de leviatán sangriento, ávido de capital, depredador brutal de seres humanos y del planeta. Esta obra llega a los lectores, atrapada en una frenética paradoja que incita a la indignación: su autor, un pensador marxista que respira altruismo y humanidad, al menos en esta ocasión no podrá rubricarla con su nombre y apellido, porque el monstruo terrorista ha criminalizado el pensamiento insumiso y libertario.
Carlos Tupac es un nombre de guerra y de combate, un recurso de supervivencia en medio de un sistema capitalista senil y loco acosado por crisis sucesivas, de una civilización burguesa en decadencia, virulenta en su agonía, que no duda en matar o encarcelar todo pensamiento que abrace la utopía de dignificar al ser humano. Carlos Tupac es la imbricación potente de teoría liberadora y praxis guerrera enfrentando en la arena la injusticia secular de un sistema oprobioso; ese nombre somos todos los que luchamos por el cambio radical de la sociedad resistiéndonos al desarme ideológico. La violencia revolucionaria, la rebeldía frente a regímenes injustos, es un derecho universal irrenunciable, que no puede ser arrojado a la deflagración del olvido, y es al mismo tiempo una bofetada a cierta izquierda pusilánime, que por artificios sicológicos, mediáticos, se cree derrotada, y que atrincherada en su cobardía, duda de la capacidad de lucha de los pueblos; izquierda de discurso enajenado, incoherente, que a nombre de un pacifismo desmovilizador y criminal, condena la violencia «venga de donde viniere» -así, sin nombre y sin apellido, sin historia y sin contexto-, que casi siempre termina abrazada con el reformismo que apuntala al sistema. De manera pertinente nos recuerda el autor, que, en el preámbulo mismo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada por la ONU en 1948, se consagra y legitima el derecho a la rebelión. Bolívar, el Libertador, afincado en el contexto histórico de la Carta de Jamaica, plantea en El Correo del Orinoco, que:
«El hombre social puede conspirar contra toda ley positiva que tenga encorvada su cerviz, escudándose con la ley natural…»
«A fin de no embrollar la gramática de la razón, debe darse el nombre de insurrección a toda conjuración que tenga por objeto mejorar el hombre, la patria y el universo…»
«La insurrección se anuncia con el espíritu de paz, se resiste contra el despotismo porque éste destruye la paz, y no toma las armas sino para obligar a sus enemigos a la paz… Ha sido tal en esta parte el despotismo de muchos legisladores que a pesar de lo insensatos que eran sus códigos, han exigido, sin embargo, una obediencia ciega.»
Auto-conceptuados arbitrariamente para especular sobre lo justo y lo injusto y acostumbrados «a poner la ley en contradicción con la naturaleza» pretenden obligar a los pueblos «a divorciarse de su inteligencia para no verse forzados al sublime atentado de derribar el poder tiránico.»
«Cuando un código político no puede sostener la mirada de la razón, el poder que lo protege es un insulto hecho a la naturaleza humana, y si se corre el riesgo en derribarlo, a lo menos no es crimen hacerlo.»/ «Sin duda es algo severa esta teoría, pero aun cuando sean alarmantes las consecuencias de la resistencia al poder, no es menos cierto que existe en la naturaleza del hombre social un derecho inalienable que legitima la insurrección…»
«Es, pues, la insurrección por su naturaleza un acto legítimo: ella anuncia que si hay en un Estado un poder esencialmente perverso, el hombre-ciudadano sabrá buscar los medios de derribarlo.»/ «Bien sé que esta doctrina contraría todas las preocupaciones con que un centenar de ladrones coronados gobiernan la tierra…
«En una palabra, de todo lo que contraría a la magna carta de los derechos del hombre, que la naturaleza ha escrito en nuestros corazones con sus propias manos; alumbrar con la antorcha de la filosofía las opresiones de toda especie; convocar la fuerza pública para acabar con los tiranos bajo las ruinas de su propia grandeza: tal ha sido desde la infancia de las monarquías el destino de todos cuantos han nacido con su alma elevada y tal el verdadero título que tienen a ser llamados bienhechores de los hombres, todos los que así lo hacen».
También planteaba el Libertador Simón Bolívar que el pensamiento es el «primero y más inestimable don de la naturaleza. Ni aún la ley misma podrá jamás prohibirlo».
Todavía quedan por ahí virreyes trogloditas en el Estado español, nostálgicos de la inquisición, oponiéndose a la independencia de los pueblos que expoliaron durante siglos y sojuzgando pueblos como el vasco; que encarcelan por difundir el pensamiento alternativo o por el delito inexistente de entrevistar a líderes independentistas.
«No tengamos miedo a la libertad; no nos contentemos con la que otros conquistaron –nos dice Carlos Tupac-, luchemos para mejorarla y ampliarla». Bolívar junta las coincidencias, los anhelos de independencia, justicia y libertad de los componentes sociales del hemisferio, de indios, negros y criollos, y con ellos empuña la bandera de la Gran Nación de Repúblicas, de la conciencia de patria, de la soberanía del pueblo, de la independencia, de la dignidad humana, y comanda personalmente en los campos de batalla, como praxis congruente, la victoria de la esperanza. Es un imperativo retomar unidos estas sagradas banderas.
Están en confrontación un derecho universal con la irracionalidad de una civilización burguesa terrorista que pretende endilgarle su propia condición a la lucha justa de los pueblos por una nueva sociedad sin explotados. Tipificar como terrorismo el derecho a la rebelión es ir en contravía de normas admitidas por los mismos Estados en un momento de la historia. Independientemente de que haga parte de un cuerpo normativo es un derecho natural. Por encima de la legalidad predomina la legitimidad de la rebelión derivada de la justicia de sus actos.
Marx define al terrorismo como violencia opresora destinada a mantener la explotación, la alienación y la deshumanización.
La legalidad como ramal de la violencia del poder, como imposición de la clase dominante, nunca puede relevar la legitimidad basada en la justicia del empeño altruista que persigue el bien común.
El derecho tiene una filosofía, y ésta responde a intereses de clase. El revolucionario milita y combate en las huestes que enarbolan la oriflama de la justicia social y defiende los intereses de las mayorías. Ésa es la filosofía del revolucionario. Bolívar no tenía ley distinta a la de cumplir la voluntad pública.
Para Carlos Tupac los valores de la resistencia, de la lucha y de la revolución contra la injusticia, siempre serán valores universales.
No es de extrañar que en las primeras líneas de Terrorismo y civilización, se reseñe el hecho de que varias organizaciones, partidos, sindicatos, y personas individuales de Latinoamérica, y de Europa, trabajen colectivamente por instituir la fecha del 26 de marzo, que rememora la muerte del comandante guerrillero Manuel Marulanda Vélez, como día del derecho universal a la rebelión armada.
Ni en el ocaso de la civilización burguesa que hoy transcurre ante los ojos del mundo, podrá haber transición pacífica a un nuevo orden social de amplia democracia, sin explotación del hombre por el hombre, sin Estado. El denominado centro del mundo capitalista no se derrumbará solo. Hay que derribarlo. Ningún imperio ha caído sin el estallido múltiple de la inconformidad popular. Acorralado por la crisis el Estado imperial, escudado en la tecnología destructiva, la pedagogía del miedo, las ciencias sociales que lo recubren y la manipulación mediática, será mucho más agresivo y contumaz. No se resignará mansamente a abandonar sus privilegios; por ello los pueblos deben prepararse para atacarlo de manera resuelta con todos los medios a su alcance, hasta romper definitivamente las cadenas de la opresión.
Transitando la senda, la alameda trazada por el marxismo, podemos asegurar que la crítica de las armas debe acompañar hoy la guerra de las ideas. Conjugar la vía política, de la movilización de pueblos, con la vía armada (según la situación concreta), constituye una estrategia acertada, fundamental, que ningún revolucionario verdadero puede desechar en la construcción del ideal de nuevo poder, porque ella es garantía de victoria.
Oídos sordos al conformismo, al reformismo y al pacifismo descontextualizado aliados y orquestados con la manipulación mediática, si queremos edificar un nuevo mundo de justicia y humanidad. Ellos son el artificio de la opresión para propiciar el desarme ideológico, moral, y la defección en una contienda por la dignidad humana que nunca debe aflojar.
Esta lucha debe apoyarse en el marxismo, que no es un pensamiento petrificado. El marxista y científico de la economía, Jorge Beinstein, nos convoca a retomar el marxismo, pensamiento crítico enraizado en la rebeldía de los explotados, enemigo irreconciliable del conformismo; volver a Marx no para repetirlo sino para avanzar mucho más allá, adecuándolo al contexto histórico, a la realidad concreta. Tomar lo mejor del pensamiento revolucionario mundial para sumarlo a la concepción emancipadora autóctona, a nuestra experiencia histórica, a nuestras costumbres y visión liberadora para emplearlo como ariete demoledor en la construcción de la nueva sociedad, tal como en esta obra lo sugiere Carlos Tupac.
Terrorismo y civilización hace un recorrido muy completo por los hitos de la humanidad, los modos de producción, para constatar en los folios de la historia que la explotación del hombre por el hombre siempre se ha basado en el uso de la violencia y el terror, mostrando al mismo tiempo la profunda huella de la resistencia y la rebeldía de los pueblos frente a la subyugación, con sus victorias y fracasos, con paradigmas legendarios como el levantamiento de Espartaco -héroe de Marx-, o el aplastante levantamiento de los pueblos oprimidos por los asirios destruyendo con su violencia arrolladora y justa la ciudad de Nínive capital de aquel imperio de opresión; consagrando siempre, como un derecho inalienable, la violencia de los sometidos contra la violencia injusta de las clases dominantes.
El esplendor de los héroes libertarios, la epopeya de los pueblos en lucha por su dignidad, realmente debe ser algo más que un recuerdo histórico. Representan un ejemplo ético-moral y socio político válido para luchar contra la explotación de todos los modos de producción, contra el terrorismo patriarcal, asirio, esclavista, de la cruz y la inquisición, del capitalismo, porque nos aportan experiencias, insumos y pertrechos para la lucha actual.
Desde el marxismo Carlos Tupac, respaldado por una constelación de autores y fuentes, teoriza diáfanamente sobre la violencia justa e injusta, sobre la dialéctica entre fines y medios y en torno al debate del mal menor necesario desde su especificidad y sin perder de vista la totalidad y su contexto. Plantea sin adornos ni parábolas retóricas que quien quiere el fin, quiere los medios, y que la violencia revolucionaria, justa, asumida como un mal menor necesario, como un medio forzado, una vez logrado el objetivo, cesa, porque desaparecen las causas que justificarían su utilización a futuro. Previene contra el conformismo, la cobardía y el pacifismo a ultranza, y con Marx alerta sobre «los amigos hipócritas que aseguran estar de acuerdo con los principios, pero que dudan de la posibilidad de realizarlos, porque el mundo, pretendidamente no ha madurado aún para ellos; por esta razón desisten incluso de contribuir a su maduración, prefiriendo compartir en este valle de lágrimas la suerte común de todo lo malo».
El marxismo –afirma G. Mury- es una filosofía del hombre; pero del hombre combativo y no de la víctima dolorosa. Una filosofía del enfrentamiento, no de la resignación frente al sufrimiento propio y ajeno.
Sin lucha resuelta no es posible construir un mundo justo, humano y fraterno, con una nueva concepción de la naturaleza, que siembre en la conciencia que esta no es para dominarla ni destruirla.
A propósito, ¿No será que ha llegado el momento de dar un salto inequívoco y generalizado respecto de aquella concepción de un amplio sector marxista que mira la naturaleza dentro de la encorsetada acepción de objeto y medio universal de trabajo? La naturaleza es más que eso; no estamos fuera de ella. Somos naturaleza, y todo daño que se le inflija revertirá en contra de la vida misma. Nadie debe ser propietario ni siquiera transitorio de la tierra –dice Marx-, a lo sumo, su usufructuario. Con la tierra debe haber un vínculo de otro tipo derivado del proceso histórico de socialización que ha ido forjando el hombre. Suscitan estas reflexiones, los profundos planteamientos de Carlos Tupac en su presente obra.
La lucha por la alternativa anticapitalista es impostergable, y exige una batalla sin tregua y sin cuartel contra el reformismo, contra aquellos pensadores que ofician como sacerdotes del conformismo y la claudicación. Hay que desenmascarar a los agentes encubiertos del desarme ideológico al servicio de la explotación. La actual crisis de civilización, el hundimiento paulatino, indefectible, del centro del mundo capitalista, ha vuelto añicos su perorata sobre el fin de la historia, la difuminación del papel del Estado, la negación de la lucha de clases, la «bondad» del desarme de los pueblos… El Estado imperial que no veían o invisibilizaban a propósito, ahora toma desesperadamente las riendas para intentar un salvamento quimérico del sistema. Todos sabemos que después de los inocuos tratamientos de choque, de la inutilidad de la financierización, intentará restablecer el control a través de invasiones de rapiña y terrorismo exacerbado… Necesaria, muy necesaria la crítica de Carlos Tupac al postestructuralismo para resituar el papel del Estado como instrumento de clase y máquina de terror. Aterriza a los que se elevan con las fantasías de Foucault en cuanto al rol de los micropoderes y tritura con sus precisiones a quienes desde el estructuralismo y el post-modernismo desvanecen u ocultan la existencia del Estado para desactivar la lucha. Los pueblos del mundo, o luchan o perecen en la sumisión. Nada podrán perder fuera de sus propias cadenas. Los POST (modernismo, estructuralismo) el positivismo y el reformismo, están encontrando su sitio en el basural de la historia. Como efecto de la crisis sistémica han empezado a cerrar, por quiebra también, las lujosas boutiques de las ideologías de moda.
El sistema capitalista es un barco maltrecho y escorado avanzando hacia la tormenta, empujado por ráfagas sucesivas de crisis (financiera, energética, ambiental, alimentaria, del complejo militar industrial). Como afirma J. Beinstein, no se trata de un problema en la nave insignia de la flota; es que no hay más naves. No sobreaguarán otras en la periferia emergente. Es el centro del mundo el que se hunde. De nada servirá el tratamiento de choque de las inyecciones financieras; y la tabla de salvación -que se suponía sería la guerra colonial de Eurasia para apoderarse de los recursos energéticos del Caspio-, fracasó con el empantanamiento melancólico del complejo militar industrial en el teatro de Irak y Afganistán. Esa aventura militar devino en una gran derrota geopolítica para el imperio washingtoniano.
Las circunstancias son favorables para la lucha y la movilización de pueblos. El fin de la civilización burguesa no está a la vuelta de la esquina. La decadencia y agonía se insinúan prolongadas, pero ella depende de la resistencia y la lucha múltiple, generalizada, del mundo de los excluidos.
El imperio acumula la experiencia de la violencia terrorista de los modos de producción inscritos en la historia de la humanidad: el terrorismo asirio con su pedagogía del miedo y el terror calculado; el terrorismo torturador patriarcal-católico-feudal, fusionado por la inquisición, como lo reseña en detalle en Terrorismo y civilización, Carlos Tupac. «El capital vino al mundo chorreando sangre por todos los poros, desde los pies a la cabeza», afirma Marx. Se inauguró con la esclavitud de niños y la legislación sangrienta, estampó su violencia sorda en el contrato de trabajo, apoyó sus invasiones coloniales en apátridas colaboracionistas, se blindó con armas mortíferas, aplicó la ciencia al terror, refinó la tortura, redimensionó la pedagogía del miedo con sus desapariciones forzosas y la represión aleatoria, incrementó su flota y sus marines, desarrolló la sicotécnica, perfeccionó los ardides de la propaganda nazi, convirtió las ciencias sociales en su escudo, recurrió a la guerra cultural, utilizó el Estado como máquina de obediencia y disuasión, desarrolló la industria mediática de la manipulación… y creó, como dice Schulz, una estructura arcana clandestina de represión para ocultar el carácter criminal y terrorista del Estado imperial.
Un record de recursos y medios, aparentemente imbatible, pero atascado como su maquinaria del complejo militar industrial -ahora también energético-financiero- en Irak y Afganistán, donde la pedagogía de la resistencia y la rebelión de los pueblos se erige como paradigma heroico, liberador, para los pobres de la tierra. A pesar de la tecnología de punta, las guerras se ganan con soldados, y el problema es que los soldados yanquis ya no tienen motivación. No hay espacio para una transición tranquila. El capitalismo en decadencia será más agresivo, pero es más poderosa la fuerza ética-moral de un mundo unido resuelto a reventar cadenas en pos de su destino, el socialismo, que es libertad y dignidad.
Persuadido de ese poder moral, decía Bolívar con temeridad: «no tenemos más armas para hacer frente al enemigo que nuestros brazos, nuestros pechos, nuestros caballos y nuestras lanzas». Y venció con un ejército de pueblos en el campo de batalla.
Escribía Rosa Luxemburg, cuatro años antes de ser asesinada por los Freikorps: «El socialismo no caerá como maná del cielo, sólo se lo ganará en una larga cadena de poderosas luchas, de ellas depende el futuro de la cultura y la humanidad».
Terrorismo y civilización es un libro urgente y necesario para todos los insumisos y rebeldes del mundo. Nos dota de pertrechos poderosos para la guerra de las ideas contra la injusta y decadente civilización burguesa.

Iván Márquez
2012
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