Entrevista al legislador venezolano Amílcar Figueroa, presidente alterno del Parlamento Latinoamericano, a propósito de la publicación de dos títulos suyos: el libro El Salvador. Su historia y sus luchas (1932-1985) y el folleto ¿Reforma o revolución en América Latina? El proceso venezolano, ambos editados por Ocean Sur en el 2009 |
«Pareciera que en el futuro inmediato, nuevamente lo militar adquiere primacía en el mapa de dominación y por tanto, no debemos descartar que intenten reproducir el “esquema Honduras” en otros países», advierte el historiador y politólogo Amílcar Figueroa Salazar cuando reflexiona sobre el golpe de Estado asestado contra el país centroamericano en junio del 2009. El también diputado venezolano al Parlamento Latinoamericano habla con toda seguridad de esta amenaza, pues vivió en carne propia el intento de un golpe similar en su país, en el año 2002, fracasado porque «se produjo una contundente respuesta del pueblo y de la Fuerza Armada Bolivariana».
Amílcar se muestra sosegado al andar y al hablar, pero derrocha energía y honestidad en sus ideas. La editorial Ocean Sur publicó dos ensayos suyos: El Salvador. Su historia y sus luchas (1932-1985) y ¿Reforma o revolución en América Latina? El proceso venezolano —«escritos, desde una perspectiva militante, en momentos políticos muy distintos»—, y a propósito de ellos accedió a conversar sobre el panorama político latinoamericano, sus complejas coyunturas y sus no menos complejos desafíos.
«Nuestra América —señala—, aparte de ser codiciada por su mercado, es poseedora de materiales que escasean en el mundo de hoy. Para los imperialistas norteamericanos, de lo que se trata hoy es de recomponer su hegemonía sobre la región; para los imperialistas europeos se trata de una especie de recolonización por métodos hasta ahora amigables».
Incansable a la hora de alzar su voz contra las estrategias de dominación, el miembro del Buró Político-Regional Caracas del Partido Socialista Unido de Venezuela subraya la urgencia de estrategias informativas contrahegemónicas para recuperar la memoria histórica del continente: «el esfuerzo de Ocean Sur y de otros proyectos editoriales que trabajan en esa misma dirección es simplemente invaluable».
Sus dos títulos fueron presentados hace unos meses en El Salvador «frente a un público que vive y maneja los temas abordados» y de ellos espera «que puedan contribuir a la forja del conocimiento histórico-político de los procesos de lucha vividos por dos pueblos de nuestra América. Por eso doy gracias al equipo de Ocean Sur en El Salvador y a la Secretaría de Educación del FMLN por haberme dado esa oportunidad».
Su libro El Salvador. Su historia y sus luchas (1932-1985) parte de un momento histórico en el que tuvo mucho peso la crisis mundial de 1929 para el país centroamericano. ¿Qué le ha parecido que este libro vea la luz justamente cuando la humanidad vive las consecuencias de otra crisis capitalista?
—Existe una diferencia de fondo entre la crisis que vivió el sistema capitalista en 1929 —que influiría notoriamente en los acontecimientos políticos de El Salvador, de Centroamérica y de América Latina— y la crisis actual que se ha mostrado con contundencia a partir del colapso financiero de fines de 2008. En aquella oportunidad —años 30— el capitalismo pudo salir de la crisis expandiendo sus mercados; ahora estamos frente a una crisis múltiple: de subproducción, alimentaria, energética, financiera, y especialmente frente una crisis ambiental que pone en peligro la vida misma sobre el planeta. Todo indica que estamos ante un capitalismo senil que ha entrado en etapa de decadencia. ¿Cuánto tiempo durará y qué recorrido histórico dará esta etapa? No lo podemos afirmar, pero evidentemente la cualidad de esta crisis es diferente a aquella. Ciertamente, quedan muchas páginas de la historia por escribirse.
Otro de los puntos de partida de su libro es un golpe militar en El Salvador (1931) como acción desesperada ante el avance de las ideas y de las fuerzas revolucionarias en el país. ¿Qué repercusiones puede esperarse en la región tras el reciente golpe de Estado en Honduras?
—En realidad han sido dos los golpes militares que han impulsado las fuerzas reaccionarias en los tiempos actuales en nuestro continente. El primero de ellos fracasado —el 11 de abril de 2002 en Venezuela— ya que se produjo una contundente respuesta del pueblo y de la Fuerza Armada Bolivariana, y este reciente en Honduras —el 28 de junio de 2009—, donde la derecha internacional logró imponer su política. Los estadounidenses corrigieron las fallas que pudieron haber cometido en la ejecución del golpe contra el gobierno bolivariano. No olvidemos que ellos han estado detrás de las fuerzas actuantes en ambos casos.
»Esta es una señal tremenda para la región, que ha vivido una especie de marejada revolucionaria en los últimos diez años, durante los cuales nacieron —a través de elecciones en varios países de nuestra América— gobiernos populares de distintos signos, de distinta cualidad pero todos con contenidos democráticos y antiimperialistas.
»La reacción recurre al instrumento del golpe, que le fue muy útil en otras épocas de nuestra historia y que muchos consideraban que era cosa del pasado. Con ello inicia una contraofensiva muy peligrosa, porque ha venido acompañada de la reactivación de la IV Flota y de la firma de acuerdos con algunos gobiernos cipayos para continuar poblando de bases militares norteamericanas la región; todo esto presentado como política dentro de la “legalidad internacional”, y apoyándose por supuesto, en su gigantesca maquinaria mediática.
»Pareciera entonces que en el futuro inmediato, nuevamente lo militar adquiere primacía en el mapa de dominación y por tanto, no debemos descartar que intenten reproducir el “esquema Honduras” en otros países».
¿Qué lecciones podemos sacar, de momento, de este golpe de Estado en Honduras?
—Una primera lección a la cual debemos volver una y otra vez: las clases dominantes se resisten por todos los medios a los cambios, por pequeños que ellos sean. Honduras era, sin dudas, el eslabón mas débil de la cadena de países donde se han operado cambios en el continente; no existía, por ejemplo, un sólido partido revolucionario que junto al presidente Zelaya impulsara el proceso Constituyente.
»A pesar de la derrota, quedó como saldo claro la activación de un movimiento popular de una proporción que Honduras no había conocido en las últimas décadas. Sucedió aquello señalado por Lenin: que en días de Revolución las masas aprenden y se desarrollan políticamente mucho más que en décadas de pasividad social.
»La otra lección inequívoca tiene que ver con la actitud del imperialismo norteamericano en esta época de dificultades para ejercer su hegemonía: será cada vez más violento, recurrirá cada día más a su poderoso aparato militar para ejercer su dominación. Lo sigue demostrando ahora con la ocupación militar de Haití, luego de la dolorosa tragedia del terremoto».
El Salvador es una nación con un historial político tormentoso, donde las arbitrariedades para mantener o arrebatar el poder han incluido los fraudes electorales. Algo así fue temido durante la más reciente campaña electoral, en la cual resultó vencedor Mauricio Funes como representante del FMLN. ¿Por qué cree que esta victoria fue posible?
—No faltaron los métodos fraudulentos a los cuales esta vez también recurrió la derecha. Por ejemplo: traer obreros de sus fábricas de otros países centroamericanos; recuérdese que son areneros los dueños de la empresa privada que hace el documento de identidad —cuestión impensable en otras naciones—; bueno, trajeron prácticamente obligados a una cantidad importante de trabajadores y trabajadoras a fin de suplantar identidades, logrando miles de votos por esta vía.
»Yo tuve la oportunidad de asistir como observador por el Parlamento Latinoamericano y puedo decir que de múltiples maneras se manifestó el ventajismo de la derecha. Sin embargo, fue tal la contundencia del triunfo que les fue imposible desconocer la victoria del FMLN. Ya a las cuatro de la tarde la población que se sabía victoriosa empezó a salir a la calle. La propia embajada norteamericana, a eso de 19:30 horas, le recomendó a la dirección de Arena reconocer los resultados y esta aceptó, a pesar de algunos consejos que le daban irresponsablemente asesores de la ultraderecha latinoamericana.
»Esta vez, a la derecha no le funcionaron elementos propagandísticos que en otras oportunidades le habían ayudado, como aterrorizar al pueblo con la amenaza de que se les impediría recibir las remesas enviadas por sus familiares desde el exterior. Por otra parte, la figura moderada de Funes contribuyó a sumar los votos necesarios para que por primera vez, un gobierno democrático se instalase en ese país».
¿Qué panorama augura para los próximos años en El Salvador, con la fórmula Mauricio-FMLN en el gobierno?
—Es complejo y no es bueno opinar desde fuera y sin la suficiente información. Se percibe desde lejos que existen diferencias de posiciones entre Funes y el FMLN, respecto al ingreso o no a la ALBA, por ejemplo. Ahora bien, en lo personal tengo mucha confianza en que el FMLN, con su experiencia, su madurez y sus firmes convicciones aceradas en tantas jornadas de lucha, sabrán sortear las dificultades y priorizarán su compromiso histórico con los pobres. Eso lo fortificará, sean cuales sean las circunstancias del futuro inmediato.
Siempre se agradecen sus análisis profundos y rigurosos sobre El Salvador. ¿A qué se debe su interés por el país centroamericano?
—A fines de los años 70 y durante la década de los 80 muchos revolucionarios y revolucionarias venezolanos brindaron solidaridad a la heroica lucha que por aquellos días libraba el pueblo salvadoreño. Algunos se alistaron como combatientes guerrilleros, otros dimos contribuciones solidarias más modestas. Hubo casos como el de Julio César Guzmán, su hijo y otros, que regaron con su sangre el suelo salvadoreño; también los hubo como Lídice Navas e Ismael Cañas que tras luchar durante años en ese conflicto tan violento, salieron con vida. Fueron muchos los hombres y las mujeres de nuestro país que dieron un aporte, en la mayoría de los casos desde el anonimato. La lucha del pueblo salvadoreño era un faro para el socialismo, para el antiimperialismo del continente.
»Por aquellos días, además, nosotros asistíamos a un momento de derrota en Venezuela. En ese contexto me motivé a estudiar la historia de ese pueblo y de ahí surgió este libro que seguramente posea serias deficiencias, pero que fue escrito con una profunda admiración y un gran amor por el significado de esa lucha».
A propósito de su folleto ¿Reforma o Revolución en América Latina? El proceso venezolano, ¿cómo evalúa este formato editorial breve de la colección Contexto Latinoamericano de Ocean Sur?
—Es un formato muy práctico, si tomamos en cuenta las características de la vida actual
con su acelerado devenir, donde la gente es dada a buscar respuestas rápidas, sintéticas. Particularmente en el caso de Venezuela nos parece —y aunque en estos años de Revolución se ha hecho un gran esfuerzo por fomentar la lectura— que la cultura se ha hecho cada día más televisiva. Mucha gente se conforma con la información —o desinformación— que le llega a través de la pantalla; existe poco hábito de lectura. Me parece un acierto entonces, que Ocean Sur ponga en nuestras manos esta colección de ensayos breves.
Este folleto, además de aportar su análisis al debate “reforma o revolución”, también deviene un balance de la gestión de Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana. ¿Qué retos quedan pendientes?
—La Revolución Bolivariana irrumpe en un momento que en otros trabajos hemos denominado “de sequía revolucionaria”. Era tal vez el momento de mayor retroceso de la Revolución mundial y en lo particular, en la sociedad venezolana se vivía una gran podredumbre política. El primer mérito de este proceso fue precisamente la dignificación del hecho político; pero la cosa no quedó allí, ella trajo aparejado el rescate de la pertinencia de los cambios políticos, de la Revolución en el continente. Y más recientemente, ha logrado reinstalar a escala planetaria el debate sobre el socialismo. Esto —parafraseando al propio Chávez— no es poca cosa.
»El proceso ha recorrido un camino complejo, inédito, como complejo y atípico ha sido el desarrollo del capitalismo en la sociedad venezolana. En él ha estado permanentemente enfrentada la Revolución a la Reforma. Eso marca las distintas etapas —ya diferenciadas— por las cuales ha transitado. Ahora está planteada la construcción de la sociedad socialista y se hace necesario un proceso de elaboración teórica y ejecución práctica que pasa por algunos debates pendientes. Ojala el Congreso Extraordinario del PSUV sea efectivamente el escenario para revisar temas como el camino venezolano al socialismo.
»Debemos revisar por ejemplo, los aciertos y desaciertos en el fomento de la economía social. No se trata de simple voluntarismo. Los retos son inmensos y aquí surge de anteojito la necesidad de un Partido verdaderamente revolucionario que sea capaz de potenciar la voluntad colectiva de cambio. Todo ello debe darse en medio de un combate radical contra la corrupción y demás vicios presentes en la actualidad. Al frente de las tareas deben estar cuadros revolucionarios, no podrá ser de otra forma».
En su análisis sobre el debate “reforma o revolución” no es muy mencionado el papel de los medio masivos de difusión. ¿No lo considera decisivo?
—El folleto ¿Reforma o Revolución en América Latina? El proceso venezolano, es un ensayo muy breve donde varios problemas están enunciados, mas no desarrollados. Obviamente, los medios juegan un papel de primer orden en la política del siglo XXI, son un fenómeno que ha venido en ascenso cobrando un rol cada vez mayor, digamos, desde la década de los 70 del siglo pasado para acá. Esto ha hecho creer a mucha gente que, por ejemplo, las fuerzas sociales ya no poseen mayor importancia en el rumbo del acontecer político, por el contrario, han sido reemplazadas por la mediática. Lo más peligroso de todo esto es que los Estados Unidos y sus aliados controlan aproximadamente el 90% de los medios masivos de difusión del mundo.
»En el debate que vive la sociedad venezolana, por supuesto, han incidido notablemente, al punto que algunos medios de oposición han sustituido sus partidos políticos. Sobre este tema ya circulan varios estudios elaborados por especialistas».
Justamente en una de las menciones a los medios, precisa usted que “la batalla por la conquista de la conciencia es la lucha mas tenaz que tiene la Revolución por delante”. Ahora, tras más de una década al frente del país, ¿cuánto se ha avanzado en la concientización de la sociedad? Teniendo en cuenta que esta sería una de las más poderosas armas defensivas de la Revolución, ¿se ha llegado a un punto de irreversibilidad del proceso?
—La historia se ha encargado de demostrar que no es tan así eso de la irreversibilidad de los procesos de cambio. Superar siglos de una cultura de dominación es una tarea nada fácil. ¿Cuántas veces uno mismo, con algún tiempo de militancia revolucionaria, no reproduce valores de la sociedad burguesa decadente? Ahora bien, en la Venezuela de la Revolución Bolivariana se han llevado adelante grandes batallas para la elevación de la conciencia, se han masificado insumos culturales; se libra un permanente combate por el rescate de nuestros valores identitarios como pueblo, por el rescate de nuestro pasado histórico —particularmente el comandante Chávez desarrolla una incansable labor pedagógica al respecto— y en gran medida el protagonismo de las mayorías genera un sentido de pertenencia de lo que vamos construyendo.
»Al lado de esto, nos encontramos con la complejidad de hacer transformaciones en una sociedad que lleva —poco más, poco menos— un siglo de una economía basada fundamentalmente en el rentismo petrolero, donde los valores del “modo de vida americano” han estado muy arraigados».
Dice usted más adelante que “el proceso de cambio será sometido en el futuro inmediato, a las pruebas más decisivas a que se haya enfrentado hasta el presente”. ¿Cuáles serán esas pruebas?
—El proceso Bolivariano se desarrolla en constante choque con la burguesía transnacional, con el imperialismo norteamericano en primer lugar y sus aliados en el continente —entre los que destaca por su servilismo el gobierno de Colombia— y choca, además, con un sector importante de la propia población venezolana absorbida y embrutecida por la propaganda derechista. Vive un cerco de fuerzas militares en creciente desarrollo y un bombardeo mediático-propagandístico permanente. Tenemos entonces un enemigo externo y una quinta columna interna.
»En el futuro inmediato la Revolución se pondrá a prueba tanto en el campo electoral —necesitamos conservar las dos terceras partes de la Asamblea Nacional—, como en terrenos no democráticos donde también se visualizan riesgos, como por ejemplo, el sabotaje, la infiltración paramilitar auspiciada por el Estado colombiano, las provocaciones que puedan surgir desde el exterior, etc.
»Tiene también que doblegar los valores de la sociedad burguesa presentes en un grado alto en nuestra sociedad y lo que es aún más grave, en nuestras propias filas. De lo contrario será poco lo que se avance en el proceso de socialización».
¿Cuán cercano estima un futuro de unidad latinoamericana y bolivariana?
—La batalla por la soñada unidad de América Latina, la batalla por construir una sociedad socialista en este lado del mundo, no tiene mayor posibilidad si se concibe aisladamente en los distintos países del Continente. Estamos enfrentados a un enemigo poderoso en extremo: la burguesía transnacionalizada. Nuestra América, aparte de ser codiciada por su mercado, es poseedora de materiales que escasean en el mundo de hoy —energía, agua y biodiversidad—. Para los imperialistas norteamericanos, de lo que se trata hoy es de recomponer su hegemonía sobre la región; para los imperialistas europeos se trata de una especie de recolonización por métodos hasta ahora amigables.
»Frente a esta realidad se desarrollan distintas iniciativas que apuntan a la búsqueda de la unidad de las fuerzas revolucionarias. El comandante Chávez ha lanzado la idea de avanzar hacia la conformación de una V Internacional; en el diciembre pasado se constituyó el Movimiento Continental Bolivariano. Ambos proyectos pudieran, a nuestro juicio, complementarse, o en todo caso, no son contradictorios.
»El Movimiento Continental Bolivariano pretende incluir todas las fuerzas en lucha en el continente sin hacer exclusión por la modalidad que esta asuma. Corresponde a las fuerzas de cada país determinar el camino que transite. La materialización en un solo movimiento transitará un camino complejo, máxime cuando el imperialismo ha logrado a nivel internacional satanizar la protesta social o cualquier lucha que trascienda los parámetros de la democracia burguesa; pero la realidad actual del imperialismo y la necesidad de la Revolución en el Continente lo reclaman. Cabe aquella sentencia de Argimiro Gabaldón: “El camino es duro, pero es el camino”».
A su juicio, ¿cuál sería el gran aporte venezolano al nuevo socialismo que se construye, tras el derrumbamiento del bloque socialista euroasiático que tanto desconcertó a la izquierda mundial?
—Sin dudas, la Revolución Bolivariana, bajo la conducción de Hugo Chávez, inició un recorrido en el sentido señalado por Mariátegui de ser creación y no copia; ha sorteado dificultades procurando en todo momento desarrollarse en paz y ha logrado importantísimos niveles de participación democrática de la población. Su modelo en construcción mantiene como eje el desarrollo del Poder Popular. Ha sido un referente para los pueblos e impulsada por el pensamiento del Libertador, ha tomado iniciativas concretas en función de la unidad de nuestra América.
»En otras revoluciones del continente también se desatan búsquedas que aportan al nuevo socialismo. Resultan interesantes, por ejemplo, los escritos del vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, donde relaciona la vida comunitaria de nuestros pueblos ancestrales con la propuesta marxista».
¿Qué opina de esfuerzos editoriales como los de Ocean Sur y, en general, de las iniciativas informativas contrahegemónicas que —entre otros objetivos— se proponen recuperar la memoria histórica de nuestros pueblos?
—El esfuerzo de Ocean Sur y de otros proyectos editoriales que trabajan en la misma dirección es simplemente invaluable. La batalla de las ideas a la que nos invita con insistencia el comandante Fidel Castro es un arma mortífera en este combate desigual contra las fuerzas del sistema; de ahí la importancia de impulsar las corrientes de la contracultura, de la contrahegemonía. Ocean Sur, que ya tiene editado un importantísimo número de títulos, valida con creces este trabajo al publicar, por ejemplo, varios trabajos inéditos del Che, de gran valor para el pensamiento socialista.
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Para ampliar información sobre el folleto "¿Reforma o revolución en América Latina? El proceso venezolano", pinche aquí: http://www.oceansur.com/product/reforma-o-revolucion-en-america-latina-el-proceso-venezolano/
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