1. Cuando estalló
el movimiento armado en Chiapas aquel 1 de enero de 1994 y confirmé la
noticia, brinqué feliz de alegría por mi intenso coraje reprimido. Fue
una maravillosa sorpresa ese levantamiento del EZLN zapatista porque no
esperaba nada parecido dentro del festín salinista. La Presidencia de
Salinas –después de la firma del TLC y la selección del candidato
Colosio- nos estaba haciendo trizas a quienes estábamos en la calle
apoyando protestas y buscando las mejores ideas de izquierda radical que
nos permitieran avanzar. Aunque vivía en Yucatán –donde es muy limitada
la participación política por el dominio del catolicismo- seguía siendo
el “viajero mochilero” de muchas décadas a la ciudad de México,
Monterrey, Guadalajara, Oaxaca, así como a otros países.
2.
Desde ese primer día prendieron –por claros y justos- los planteamientos
y consignas del EZLN contra el gobierno opresor. Se escogió
perfectamente el lugar, el día y la hora del estallido en que los altos
políticos festejaban borrachos en Los Pinos el fin de año. Dos o tres
amigos míos estaban de manera casual en San Cristóbal de vacaciones
pasando la noche y también se sorprendieron. El manifiesto que después
publicó la prensa era muy claro: la lucha era contra el gobierno
opresor, por la reivindicación de los derechos y la cultura indígena, la
batalla contra todos los males ocasionados por el capitalismo. ¿Quién
podría estar contra esos planteamientos que no fuera del gobierno del
PRI, de los seguidores de la derecha panista o de los señoritos de
izquierda que estaban “contra toda violencia y los paliacates?
3. Recuerdo que fue domingo, a las 8 de la mañana del 1 de enero, cuando
recibí la noticia del levantamiento del EZLN. Estaba en el campamento
de protesta de Severino Salazar –frente al Palacio de Gobierno- cuando
nos enteramos. Inmediatamente dije que viajaría ese día a Chiapas para
conocer directamente la situación. Localicé al director de la facultad
de arquitectura y le solicité por escrito un permiso (sin pago) por 15
días y emprendí por ADO viaje a Villahermosa y de aquí a Tuxtla, porque
por vía Ocosingo no había paso “dado que allí estaba el levantamiento”.
En Tuxtla me encontré con otros tres periodistas jóvenes del DF que
buscaban trasladarse a San Cristóbal; este objetivo lo logramos a las 11
de la mañana y a las 12 ya estaban cateándonos decenas de soldados que
bloqueaban la carretera.
4. Iban unas 10 personas en el
vehículo de las cuales sólo sonreíamos muy emocionados y platicadores
los cuatro dedicados al mismo oficio. Al llegar a San Cristóbal yo
encontré un hotel del “más bajo precio” e inmediatamente me trasladé al
centro de la ciudad. A una cuadra, frente al hotel Mazariegos, decenas
de periodistas mexicanos y extranjeros nos reunimos para exigir la
apertura de una oficina de prensa que a las 24 horas se abrió en ese
hotel con unas 10 máquinas de escribir, servicio de Fax y de teléfonos.
Se convirtió en el centro de actividades. Yo escribía de cinco a seis
artículos semanales para el Diario de Yucatán y dos artículos para el
semanario La Revista, mismos medios que me publicaron notas en mi
estancia en San Cristóbal. Los indígenas llenaban el mercado público y
lo “coletos” (aterrados) no salían de sus casas.
5. La realidad
es que fuera de San Cristóbal, Sinancantán y dos o tres poblaciones más
a las que acudíamos, estuvimos bloqueados por los soldados que
acordonaban la región; ellos tenían la orden de sólo dar acceso a
periodistas de Televisa y quizá a algún noticiero extranjero. Pudimos
entrevistar a Madrazo Cuellar de derechos humanos, al obispo Samuel
Ruiz, a un norteamericano confundido con Marcos y a todos los que
llegaban a la oficina de prensa. Yo después de una semana en la región
viajé a Mérida y comencé a colocar un cartel semanal anarco-zapatista en
la plaza principal, mismo que mantuve –cambiándolo por semana o
quincena- 18 años, a pesar del disgusto y boicot de autoridades, hasta
que la gobernadora Ortega ordenó secuestrarlo.
6. El cartel que
informaba del levantamiento era rodeado por decenas de personas y
turistas que lo copiaban y le tomaban fotos, pero también lo copiaban
policías para entregar a su gobierno. Una vez confundí con policía a un
periodista que –sin saberlo- semana tras semana publicaba en el diario
“Tribuna” el texto completo llamándome “el eterno inconforme”. Un amigo
coleccionó estas publicaciones y luego me sorprendió entregándome una
veintena de ellas. Tanto a mi amigo el periodista Darío, como al diario
“Tribuna”, les guardo por ello un agradecimiento. El cartel fue
destruido y retirado por órdenes de la gobernadora Ortega en 2012;
realizamos un mitin de protesta frente a Palacio y coloqué otro cartel
provisional. Así asesinaron mi iniciativa que muchas veces observé que
era solamente para curiosos. ¿Sirvió para algo más?
7. Mañana
cumple 20 años de su levantamiento el EZLN. A mi me parecen muchísimos
porque tontamente esperaba otros estallidos guerrilleros al mes o al
año. Marcos, su indiscutible creador y líder, sabe que sólo se pueden
festejar los avances logrados: como aquella maravillosa caravana de 2002
que realizamos que movilizó a millones de personas en toda la ruta; y
que de derrotas no se debe hablar porque estamos curtidos por una
poderosa burguesía e imperialismo que se las saben de todas, todas. La
realidad es que –después de 53 años de estar en lo mismo mental y
físicamente- no conozco la paciencia tan querida, inteligente y
privilegiada para otros. No olvido aquella frase de los sesenta de Fidel
Castro: “No se puede esperar sentado el paso del cadáver del
imperialismo”. Coño, aunque sea activando, tampoco los hemos debilitado.
Blog del autor: http://pedroecheverriav. wordpress.com
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