CRONICA
DE UNA CUESTION ANUNCIADA PARA EL PERU, DONDE SOLO FALTA EL MOTIVO O
PRETEXTO PARA el inicio de UNA REVUELTA POPULAR... CONTRA LA SORDERA DEL PODER
Los brasileños desnudan en la calle el falso milagro económico
Otramérica
Los medios internacionales gusta de ver ‘primaveras’ donde lo que se cocina es algo más profundo y menos efímero. Las inmensas movilizaciones en las calles de Brasil son fruto de resistencias históricas y recientes. Si los políticos empiezan a lanzar señales de escucha es porque son miles en las calles y tienen un apoyo masivo.
El desencadenante ha sido el aumento en los precios del transporte público. Después le siguió la protesta por el derroche en macroeventos deportivos
mientras las desigualdades se perpetúan en el país. Pero lo que ocurre
en Brasil no es sólo una protesta puntual, ni un estallido de
incontrolados, como se quiere contar desde algunos medios. La evolución
de los hashtags en Twitter permiten ver la transición entre un
disparador que afecta la vida cotidiana de millones de brasileños
(#RevoltadoBusao), y que fue impulsado por el Movemento Passe Livre; una
resistencia que sostienen los Comités Populares de la Copa [mundial de
fútbol] dese hace meses y que estalló con motivo de la Copa
Confederaciones (#Copapraquem), y que termina en una exigencia de un
nuevo Brasil, más democrático, más para la gente en lugar de para el
complejo entramado de intereses económicos y políticos del imperio
emergente con pies de barro (#MudaBrasil).
Caetano Veloso, el famoso cantante y compositor brasileño, publicaba en su web oficial un post
en el que conectaba estas megamanifestaciones en Rio de Janeiro con la
resistencia a las arbitrariedades y la sordera del poder en Brasil:
"Siento una identificación espontánea con los manifestantes. Aquí en
Rio, dese la resistencia para frenar el derrumbe de la Escola
Friedenreich y la defensa de la Aldeia Maracanã, sentí, por los mensajes
de correo electrónico que recibía, por las conversaciones que tenía y
por los videos en los que aparecieron policías lanzando gases
lacrimógenos (mi candidato para la alcaldía de Río de Janeiro en las
últimas elecciones, Marcelo Ceniza, fue golpeado mientras iba a mostrar
su solidaridad con os resistentes), que ese tipo de manifestaciones
crecerían. Que haya sido en respuesta al aumento de la tarifa de los
autobuses que ese crecimiento se produjo, sólo confirma mi percepción de
que es algo real, una expresión de insatisfacción de la población con
una situación de lo púbico que muestra su agotamiento. No se trata sólo
del gobierno PMDB en el Estado o en la ciudad, ni del PT a nivel
federal. Es todo un conjunto que necesita escuchar de los ciudadanos que
ya no hay aceptación pasiva de lo que ellos deciden que sea. Por mi
parte, me identifico con los manifestantes. Están dando voz a
sentimientos a los que todavía les falta articulación. Tienen que
hacernos pensar. Recuerdo las marchas de la década de 1960 y pienso en
los movimientos que se producen en Turquía ahora, y hace poco en los
EEUU, España, Grecia o en varios países árabes. Me siento en sintonía
con estas personas (...)”.
Y es que constatar que una sociedad no
está dormida hace que muchas personas se sientan orgullosas de ser
parte de lo colectivo. La actriz Bruna Lizmayer escribía hace dos noches
en Twitter: "¡Qué hermoso día para nuestro Brasil! Voy dormir con la
vibrante energía del amor y la paz, la energía se sintió en toda la
protesta de Rio Branco. ¡Viva!". De hecho, la descripción del cantante
Jair Oliveira fue especialmente motivante: “Yo vi, te juro que vi; hoy
vi bien de cerca a un gigante... Tenía miles de ojos, de labios y de
corazones. Pero no era como esos gigantes de los cuentos infantiles que
por lo general habitan las pesadillas nocturnas de los niños
imaginativos. Era un gigante con determinación pero nada agresivo.
Calmado, pero de ninguna manera apático. Cansado, pero nunca vencido.
Admiré con estos ojos el poder de este gigante, con quien nunca imaginé
tropezarme en mi insignificante aventura en la Tierra. tropezó ... Pero
tropecé, tropecé con esta criatura que había estado durante mucho tiempo
inactiva, casi en un coma inducido, del que no reaccionaba, del que
nada lo hacía despertar. Ahora despertó hambriento. No hambriento de
despojos (como muchos sugieren), sino con hambre de justicia, de
dignidad, de respeto y de gloria... mucha gloria. Espero que el gigante
haya descansado lo suficiente como para no pensar en volver a dormir.
Por lo que vi hoy, no se volverá a dormir jamás. Hoy yo sí que voy a
dormir bien, muy bien. Con el sueño tranquilo, con la certeza de que hoy
(17/06/2013) no voy a tener pesadillas”.
El comunicador y
bloguero Flavio Siqueira cree que estas protestas son algo más que una
explosión más o menos multitudinaria de insatisfacción, sino que
visibilizan el déficit democrático de un Brasil devorado por el
pragmatismo, la corrupción y los silencios. “La ostentación de los
índices de aprobación de los gobiernos servía como máscara, el discurso
oficial de que ‘nunca antes en la historia de este país’ el pueblo había
estado tan feliz eran la excusa para frenar cualquier señalamiento de
la necesidad de cambios, servía para instalar la percepción de que el
descontento era un tema restringido a ‘golpistas mediáticos’ o
‘reaccionarios conservadores’, mientras que los casos de corrupción se
acumulaban sin mayores consecuencias y/o explicaciones, la deuda, el
enriquecimiento de los bancos, la inmensa carga tributaria, los
intereses, los juegos políticos, los grupos alrededor del poder… todo
esto, de alguna manera, inhibía el grito de insatisfacción generalizada y
provocaba, al menos en parte de la población, una sensación de que no
había esperanza, de que todo está perdido, como si el pueblo hubiera
sido tragado por una máquina publicitaria y asistencialista, corrupta,
demagógica, dogmática, populista, y especialmente, fagocitadora de
mentes, aspiraciones e ideales. En los últimos diez años, el brasileño
tuvo que vivir con la "metamorfosis ambulante", no sólo el de Lula
contradiciendo el discurso de toda su vida en nombre de un pragmatismo
egoísta, sino del PT como un partido de "trabajadores" que lo dejó de
ser, movimientos sociales -como UNE, CUT, los sindicatos y muchos otros-
que simplemente no lograron articularse con la sociedad convirtiéndose
en perchas de empleos, organismos gubernamentales, fomentando un
discurso alineado con el status quo. Nuestra democracia retrocedió, no
había espacio para la crítica, el desacuerdo, la oposición o los
cuestionamientos –sin que el cuestionador se convirtiera en objeto de
ataques ideológicos, jurídicos o, en algunos casos, físicos. La puerta
estaba cerrada con llave y la llave se la habían tragado”.
Salvador Schavelzon, en Rebelión,
asegura que estas son las movilizaciones más grandes en el subimperio
brasileño desde 1992 y considera que “aunque mucho de la protesta y de
las personas que salen por primera vez a la calle tienen mucho de
inclasificable, desordenado, de ser inventado… la interpretación del
golpismo no procede. El prefecto [de Sao Paulo, Fernando] Haddad, con
mucha proyección después de haber ganado en una ciudad donde en general
gana la oposición, sigue a la presidenta en la derechización de un
partido que gobierna aliada a los sectores más conservadores: los
ruralistas, las iglesias, los antiguos rivales reciclados de la
dictadura que ahora acompañan al PT con las mismas reacciones,
respuestas, interpretaciones que llegan desde el gobierno. El proyecto
del PT tiene que ver con aumentar el consumo, ‘compren autos’
recomendaba Lula, mientras Dilma ocupa sus horas en administrar una
empresa constructora llamada Brasil, realizando los lugares comunes del
neoliberalismo mezclado con desarrollismo de los ‘60 y tecnocracia
burocratizada. Lejos de un ‘cacerolazo’ de la clase media conservadora,
entonces, fue más bien una ciudad recuperando su calle”.
Y las
protestas que comenzaron en Sao Paulo se extendieron por todo el país y
ahora las peticiones son más genéricas y serán difíciles e contener. Hay
dudas sobre el papel que va a adoptar el PT, que respalda al Gobierno, y
otras organizaciones políticas de izquierda. En las grandes
manifestaciones de este lunes 17 y martes 18 se vieron ya banderas del
PT, pero eso no significa que el partido, empujado a la
“institucionalización” por Lula da Silva y Dilma Rousseff. El conflicto
en Brasil está abierto. Un “milagro económico” más –del neoliberalismo
mundial- que muestra sus vergüenzas.
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