El Doctor en Historia y profesor de nuestra casa de estudios Sergio Grez, realizó un balance de los principales acontecimientos de 2014 y su proyección para el 2015, donde analizó el desprestigio de los partidos políticos, el papel de los movimientos sociales, los alcances y profundidad de las reformas planteadas por el gobierno de la Nueva Mayoría y los posibles caminos de una Reforma Constitucional el próximo año.
En conversación con Radio Universidad de Chile, el Doctor en Historia y profesor de la Universidad de Chile, Sergio Grez, realizó un balance de los principales acontecimientos sociales ocurridos en 2014. Además, hizo un análisis del desempeño de la coalición oficialista, enfocándose en una revisión detallada de las reformas: educacional, tributaria y laboral, para lo cual sopesa los reales alcances de las modificaciones que se pretenden introducir, en el marco del sistema económico neoliberal imperante en el país.El profesor universitario aseveró que en 2011 se produjo una eclosión de movimientos sociales, señalando que es evidente que el movimiento estudiantil fue el que tuvo más presencia mediática, y recordó que ese mismo año se produjo la protesta regional de Magallanes y las movilizaciones de la ciudadanía en contra del proyecto HidroAysén.
¿Cómo evalúa la actuación que han tenido los movimientos sociales?
El 2011 se marcó un antes y un después en la política chilena. En primer lugar, los movimientos sociales aletargados salieron por fin a la superficie, y además, eso obligó a la clase política a readecuar sus estrategias. En algún momento durante el mismo 2011, nadie daba nada por las coaliciones políticas tradicionales, que tuvieron que adaptarse a las circunstancias, esperar que pasara el vendaval. Muy astutamente, la Concertación tuvo la capacidad de reinventarse detrás del nombre de fantasía “la Nueva Mayoría”, para tomar alguna de las banderas de los movimientos sociales, al menos en el aspecto formal y plantear un programa que diera al menos satisfacción parcial, a algunas de estas demandas.
Este antes y después que se identifica a partir de 2011 por los movimientos sociales y el nuevo dinamismo que adquirió la ciudadanía, no se sostuvo, porque en 2012 y 2013 disminuyeron las movilizaciones, y este año, a pesar de que se puso en marcha el plan de transformaciones profundas, no hubo un movimiento estudiantil que estuviera apalancando ese proceso de cambios.
¿Cuál sería la razón de esta baja progresiva de las movilizaciones?
La falta de madurez política de este movimiento, que venía planteando una serie de reivindicaciones y que se estructuraba de manera no muy pública. Pero antes de 2011 existía una falta de madurez política de la masa estudiantil que creyó con ingenuidad que luego de 6 o 7 meses de paro y manifestaciones, tomas de colegios y universidades, se podría erradicar el modelo de educación de mercado.
En muchas oportunidades, como en asambleas de la Universidad de Chile y en otras casas de estudio, manifesté a los estudiantes que quienes dieron el golpe de Estado no trepidaron en asesinar, torturar, exiliar y hacer desaparecer personas para instaurar, precisamente, este modelo económico social y de educación de mercado. Es evidente que no van a ceder tan fácilmente por el solo hecho de que los estudiantes estuvieran paralizados uno, dos e incluso tres años.
Además, es evidente que la fuerza motriz de toda sociedad no son los estudiantes, sino la fuerza productiva de los trabajadores, y la madurez política del movimiento estudiantil debido a una serie de factores históricos.
En general, todos estos movimientos sociales aún no han sido capaces de dotarse de un programa y una plataforma política común, de un horizonte que los unifique y que permita proyectarlos conjuntamente por sobre sus reivindicaciones sectoriales o locales. Hay una carencia de proyección política en estos movimientos que explican en buena medida esta baja.
Por otra parte, es necesario considerar que existe otro factor que tiene que ver con la capacidad de la Concertación de reinventarse bajo una nueva denominación y de esta manera tomar ciertas banderas de los movimientos sociales e introducir nuevos socios en la coalición. Esto, con gran capacidad de incidir en esos mismos movimientos sociales para contenerlos o desviarlos. Por eso, este conjunto de factores son los que explican esta situación de reflujo relativo.
-Para el año que viene, ¿qué se espera de estos movimientos?
El 2015 puede ser un año muy movilizado. De hecho, ya hay ciertos indicios de que esto va a ocurrir, al menos en el movimiento estudiantil. Los anuncios de las dirigencias de las federaciones de estudiantes universitarios y de algunos referentes del mundo de los liceos están apuntando en ese sentido, porque vamos a llegar a marzo de 2015 con las mismas condiciones de matrícula del año anterior (2014). Exceptuando la Universidad de Chile, donde gracias al anuncio del Rector Vivaldi, el valor de los aranceles se van a mantener y solo se aplicará el alza del IPC.
Eso puede ser un factor que contribuya a atizar esta hoguera cuyos carbones todavía están encendidos. No están las llamaradas de 2011, pero los problemas estructurales subsisten y estamos viendo que las reformas anunciadas, por tímidas que sean, están quedando estancadas. Esto puede generar desilusión, puesto que la elección de Michelle Bachelet generó bastantes esperanzas en algunos segmentos de la población y por mucho que sean partidarios de la Presidenta, no son incondicionales de nadie.
Por un lado, tenemos estos movimientos incipientes que pueden tener momentos de expansión y de reflujo, pero están incidiendo en la sociedad. Por otro, tenemos una masa consumidora, ávida de comprar y de ejercer la participación social a través del consumo. ¿Cómo entender la sociedad chilena que tenemos hoy?
La complejidad del problema reside en las aspiraciones de la gran masa de la población, que se podrían calificar como aspiraciones neoliberales. No son anhelos de superación o de destrucción del modelo, sino de tener más acceso a los bienes de consumo que este sistema les ofrece.
No es menos cierto que este sistema se ha mostrado incapaz de cumplir con las promesas. Lo hemos visto en el caso de la educación a través de la misma aspiración que podríamos juzgar de manera peyorativa como neoliberal, consumista, de éxito y ascenso puramente individual.
La incapacidad del modelo de dar una respuesta adecuada, que es satisfacer las expectativas generadas en los estudiantes y en sus padres, es decir, en la mayoría de la población, fue lo que provocó esa gran explosión social estudiantil y ciudadana en demanda de una educación gratuita y de calidad, que está en las antípodas del modelo.
Por eso considero que, desde una perspectiva neoliberal, estamos en un escenario muy complejo. Se generan movimientos ciudadanos de protesta y de reivindicación que amenazan con romper los marcos del modelo que tiene pies de barro.
Por otro lado, tenemos un país dependiente del sector primario exportador en un momento en que el cobre está a la baja, además de no producir nada de lo que consume. Asimismo, es un país que está muy sometido a las crisis económicas internacionales. Sin embargo, el sistema ha podido mantenerse gracias al endeudamiento con las tarjetas de consumo y gracias al auge que ha tenido la economía debido a los altos precios del cobre. Pero eso puede cambiar en cualquier momento.
La oferta de la Nueva Mayoría es de una sociedad de derechos, lo cual está planteado en el programa de gobierno y eso es lo que fundamenta las propuestas de las reformas. ¿Existe un cambio respecto a la opinión pública de la sociedad chilena de 2011 en relación a la de hoy, que de pronto rechaza las reformas?
No estoy seguro de eso. Si es que se hiciera una encuesta imparcial e independiente, creo que la mayoría de la ciudadanía seguiría queriendo educación pública, gratuita y de calidad.
Si un sector de la ciudadanía prefiere seguir pagando, es porque ellos están convencidos de que la educación pública es mala, reconociendo que la derecha clásica ha tenido un manejo comunicacional muy exitoso en este punto y ha logrado poner contra la pared al Gobierno.
Esto último es un problema que ocurre siempre cuando el proyecto de solución apunta a una medida a medias. El proyecto de la Nueva Mayoría, más allá del enunciado de la letra grande, y es la crítica que le ha formulado el movimiento estudiantil, no es un proyecto que realmente apunte a superar la educación de mercado para sustituirla por una educación garantizada por el Estado sobre la base del principio del estado de derechos sociales.
Se trata de un proyecto que tiende a controlar y limitar el lucro, pero no a erradicarlo por completo. Tampoco apunta a fortalecer la educación pública, y eso lo reconocen los dirigentes de la Nueva Mayoría. La misma Presidenta dijo que cometieron un error al empezar por regular la educación privada más que por fortalecer la educación pública.
Al final, no se trata de un problema de tiempos, sino que de la carencia de un proyecto global que apunte hacia la educación pública gratuita y de calidad a la que aspira la sociedad chilena.
Lo mismo ocurre con otros sectores del programa de gobierno. Por ejemplo, en el tema de la seguridad social está la oferta de una AFP estatal, lo cual es más de lo mismo. Crear una AFP estatal es crear otra AFP en base al mismo modelo, a la misma forma de funcionamiento, aunque se apliquen tasas de interés ligeramente menores.
Esa es la viga fundamental del poder económico de los grupos empresariales dominantes…
En ese espacio reside gran parte de su capital y ahí están los miles de millones de dólares depositados en el extranjero.
Uno de los grandes engaños es querer convencernos de que las AFP no debieran ganar tanto dinero. Sin embargo, el gran mecanismo de manejo de capitales se hace a través de los recursos de las AFP, que es controlada por cuatro grupos que se prestan plata a sí mismos y que después la prestan a las personas a un costo mucho mayor…
El programa, por cuya defensa algunos rompen lanzas, no pretende tocar eso. Por ejemplo, en la propuesta de las Isapres no hay cambios fundamentales. En cuanto a la Reforma Tributaria no se incluyó a la Gran Minería del cobre que es la viga maestra de la economía chilena. Por eso, en el plano que analicemos, nos vamos a dar cuenta que es un programa de reformas muy limitado, destinado a limar algunos aspectos demasiado irritantes del modelo. Pero no apunta a su superación, ni siquiera en el largo plazo.
¿Según su apreciación, la sociedad pide un cambio fundamental del modelo o quiere tener mayor participación en el sistema?
Existen ambas demandas. Hay sectores más avanzados políticamente que piden un cambio de modelo y otros sectores de la población simplemente quieren una reforma de éste. Son dos perspectivas muy distintas.
Siempre han habido sectores más conservadores que aspiran a un cambio más controlado y otros que prefieren cambios más radicales sin tanta gradualidad. ¿Qué es la gradualidad para efectos de establecer estos cambios?
Para definir el adecuado ritmo de la gradualidad de las reformas es necesario definir cuál es el objetivo, cuál es la meta. Acá el problema no es que nos demoremos más o menos tiempo en llegar a la meta. La Nueva Mayoría nunca ha definido con claridad su meta, que podría ser una superación completa del modelo de economía y sociedad neoliberal. Si nos pusiéramos de acuerdo sobre esa meta, el resto sería relativamente fácil y la discusión acerca de la gradualidad perdería importancia, porque sería cuestión de buena voluntad y de lógica para ponerse de acuerdo sobre cuáles son los pasos más urgentes.
Aquí no existe la definición del proyecto estratégico de superación del modelo neoliberal porque no hay voluntad política para hacerlo. El objetivo de la Nueva Mayoría no es la superación del modelo neoliberal, sino su reforma.
¿Es posible pensar en un modelo de desarrollo que quiebre con la lógica capitalista y que tenga por objetivo construir otro modelo?
Pienso que sí. Es probable que no exista en ninguna parte del mundo un proyecto alternativo completo, que nos indique el norte para la construcción de un nuevo tipo de sociedad. Hay experiencias cercanas a nuestro país en las cuales hay elementos absolutamente rescatables.
Un caso es Bolivia, donde se han dado pasos importantes para romper con el modelo neoliberal, aunque sigue siendo una sociedad capitalista. No hay ninguna sociedad que escape por completo a esta lógica, pero sí hay casos en los cuales se ha ido rompiendo con esta forma particular de capitalismo, que es el neoliberalismo.
Bolivia muestra resultados bastante positivos con tasas de crecimiento mayores que Chile y en los últimos años ha logrado reducir la pobreza más que nuestro país. En el plano político ha conseguido tener una gobernabilidad inédita en sus 200 años de vida independiente. En Chile falta la voluntad política y los sujetos políticos capaces de implementar un programa de ese tipo.
El problema es que se intenta instalar la convicción de que somos más exitosos, que estamos con índices de desarrollo mayor en el largo plazo. Quizás no en los últimos quinquenios, pero son éxitos que están muy concentrados, pero existe esa fantasía.
Eso es evidente, pero a mi juicio esa es una ilusión, no tiene bases sólidas, porque la economía chilena carece de bases sólidas. Es una economía absolutamente desindustrializada. Ninguna de las coaliciones del duopolio plantea ni siquiera por asomo la posibilidad a largo plazo de un proyecto de reindustrialización para el país. Ellos se han acomodado perfectamente a este rol productor de materias primas y hacer de Chile, a lo sumo, una plataforma de modernos servicios y financieros.
Se podría apelar a este concepto de Marx de la falsa conciencia que tiene que ver con el rol de los medios de comunicación de masas, es decir, en Chile existe, salvo excepciones, una verdadera dictadura mediática. La prensa escrita está controlada por un duopolio -igual que la política- que tiene más del 80% de los periódicos nacionales. La TV que es el gran medio de comunicación de masas, está controlada por tres o cuatro grupos y la radio pareciera que está viviendo un proceso de concentración de grupos extranjeros (españoles y mexicanos), que están concentrando 10 o 12 emisoras.
En Chile, los medios de comunicación, salvo honrosas excepciones, transmiten el pensamiento único que son alabanzas al modelo.
El pensamiento único implica que la población chilena sea absolutamente ignorante de lo que pasa en el mundo, y es cuestión de ver los noticiarios de televisión que emiten una hora, donde el grueso de la información es sobre crímenes, fútbol, recetas de cocina, curiosidades de cualquier tipo, pero menos información de lo que pasa en el país y en resto del planeta.
El chileno común y corriente, y no hablo del estudiante ni del profesor universitario, no tiene parámetros para comparar lo que pasa en su país con lo que sucede en el resto del mundo.
La reforma Constitucional es clave y la estamos debatiendo porque hay una ventana de oportunidad para poder modificarla, pero todo indica que no va a ser por el camino de una Asamblea Constituyente. Se pretende cambiarla a través de un mecanismo participativo, democrático e institucional. Lo que significa hacer una modificación en una Comisión Bicameral. ¿Cuál es su opinión?
Esa es una parodia de participación ciudadana. La gran pregunta que hay que formularle a estos estrategas es si acaso esa participación ciudadana es protagónica y vinculante, porque si lo es, no conozco otra fórmula que la Asamblea Constituyente.
El resto es una escenografía de cartón en la cual algunos líderes políticos reúnen a su clientela -la ciudadanía-, le hacen algunas consultas, se debate sobre esto y lo otro, toman nota y sintetizan a su manera las conclusiones de dichas reuniones. Todos estos insumos son entregados, como se ha hecho a lo largo de la historia de Chile, a un reducido número de personas que son nombradas a dedo por el poder para que esto sea luego debatido por la propia clase política binominal. Por el Parlamento que no fue elegido para ejercer estas funciones.
En la campaña electoral de 2013 no se dijo que íbamos a elegir un Parlamento para redactar una nueva Constitución y luego la ciudadanía sería convocada a un plebiscito donde no hay más alternativas que sí o no. Esto es una burla, no es una verdadera participación democrática de la ciudadanía, sobre todos porque esas asambleas ciudadanas, como algunos las denominan, son puramente consultivas, no tienen una obligación vinculante que emane de ellas.
En este imaginario de ilusiones y de éxito que se tiende a instalar, se va consolidando la idea de que estamos en una sociedad plenamente democrática, porque incluso cambiamos la Constitución del ´80. Ahora tendríamos una Constitución que todos los chilenos aprobaríamos con nuestro voto en las urnas. ¿Eso va a pasar?
Hay personas que incluso dicen que no habría reforma constitucional y como compensación el Gobierno estaría ofreciendo una ley de descentralización y la Reforma del Sistema Binominal. Nada más. Ese es el escenario más negativo.
La escena intermedia es donde hay una reforma Constitucional mediante la vía tradicional, como se ha hecho en la historia de Chile y esta reforma queda exclusivamente en manos de las elites políticas. Ese es mi temor y al mismo tiempo mi certeza. Se trataría de una reforma que no pondría en cuestión las bases esenciales del sistema. Sería otro traje a la medida más para el modelo económico y social imperante en Chile, solo que con algunas reformas, que tienden a hacer aparecer este entramado Constitucional, como una Carta Magna más democrática, más aceptable por la mayoría de la ciudadanía. Pero estaríamos nuevamente ante una transformación camaleónica del actual sistema político y no de su superación.
En el sistema de partidos en Chile, hay colectividades de mucha tradición y que hoy comparten coalición (PS, PC, DC y PR). Son partidos que tuvieron origen con banderas de transformación. ¿Qué pasó con esos partidos?
Las dirigencias de estos partidos han logrado un nivel de autonomía respecto de sus bases que no tenían antes del Golpe de Estado, es decir, las direcciones se han oligarquizado a la manera del siglo XIX, se han distanciado mucho más de sus bases. Varios de estos partidos históricos son prácticamente partidos sin militantes, son partidos de opinión.
Existe una estructura central de cuadros, casi todos de ellos altos funcionarios públicos y parlamentarios que toman las decisiones a puertas cerradas y que convocan solo a los militantes nominales -pueden ser miles- pero no tienen una vida partidaria efectiva del día a día, como era antes. Y los convocan solo cuando los necesitan como masa electoral, ya sea en las primarias de su propia colectividad o en las primarias del bloque y en las elecciones representativas.
Se trata de dirigencias políticas que prácticamente no sienten la necesidad de dar cuenta ante sus bases partidarias. Se constituyen en un sistema político que sí funciona, que da estabilidad, pero que se divorcia cada vez más de la ciudadanía e incluso de sus bases y ahí están los fenómenos que tienen que ver con el desprestigio de instituciones públicas.
La ciudadanía en general relaciona la política actual con la farándula, traducido en el sentimiento de no querer nada con la política. ¿Cómo se enfrenta ese talante que tiene la política de hoy?
Esto viene de la dictadura, porque la dictadura se preocupó de desprestigiar a la política y a los políticos. Pero los políticos profesionales han puesto mucho de su parte en los últimos 24 años para que la ciudanía tenga esa imagen de ellos, que por lo demás, es una imagen acertada y justa en la mayoría de los casos, aunque pueden haber algunas excepciones.
Creo que la única manera de superar esa mala imagen de la política, es haciéndola de otra manera: que desde la propia ciudadanía emerjan movimientos y en la práctica, se haga una política al servicio de las bases, donde sus intermediarios responden ante la base que los mandató para ejercer determinadas funciones. Una política que emane directamente de los movimientos sociales, pero que al mismo tiempo tenga la intermediación necesaria, que es de tipo teórico y programática como es lo propio de cualquier política.
¿Se imagina un sistema político de tipo bicameral o unicameral?, ¿Qué se necesitaría?
Me gustaría un sistema unicameral y semi presidencial, porque eso simplificaría mucho las cosas. Además prefiero un sistema político altamente descentralizado, tal vez cercano a lo federal, pero no lo he reflexionado, es simplemente una intuición.
http://radio.uchile.cl/2014/12/28/sergio-grez-la-reforma-constitucional-seria-otro-traje-a-la-medida-para-el-modelo-economic
En conversación con Radio Universidad de Chile, el Doctor en Historia y profesor de la Universidad de Chile, Sergio Grez, realizó un balance de los principales acontecimientos sociales ocurridos en 2014. Además, hizo un análisis del desempeño de la coalición oficialista, enfocándose en una revisión detallada de las reformas: educacional, tributaria y laboral, para lo cual sopesa los reales alcances de las modificaciones que se pretenden introducir, en el marco del sistema económico neoliberal imperante en el país.El profesor universitario aseveró que en 2011 se produjo una eclosión de movimientos sociales, señalando que es evidente que el movimiento estudiantil fue el que tuvo más presencia mediática, y recordó que ese mismo año se produjo la protesta regional de Magallanes y las movilizaciones de la ciudadanía en contra del proyecto HidroAysén.
¿Cómo evalúa la actuación que han tenido los movimientos sociales?
El 2011 se marcó un antes y un después en la política chilena. En primer lugar, los movimientos sociales aletargados salieron por fin a la superficie, y además, eso obligó a la clase política a readecuar sus estrategias. En algún momento durante el mismo 2011, nadie daba nada por las coaliciones políticas tradicionales, que tuvieron que adaptarse a las circunstancias, esperar que pasara el vendaval. Muy astutamente, la Concertación tuvo la capacidad de reinventarse detrás del nombre de fantasía “la Nueva Mayoría”, para tomar alguna de las banderas de los movimientos sociales, al menos en el aspecto formal y plantear un programa que diera al menos satisfacción parcial, a algunas de estas demandas.
Este antes y después que se identifica a partir de 2011 por los movimientos sociales y el nuevo dinamismo que adquirió la ciudadanía, no se sostuvo, porque en 2012 y 2013 disminuyeron las movilizaciones, y este año, a pesar de que se puso en marcha el plan de transformaciones profundas, no hubo un movimiento estudiantil que estuviera apalancando ese proceso de cambios.
¿Cuál sería la razón de esta baja progresiva de las movilizaciones?
La falta de madurez política de este movimiento, que venía planteando una serie de reivindicaciones y que se estructuraba de manera no muy pública. Pero antes de 2011 existía una falta de madurez política de la masa estudiantil que creyó con ingenuidad que luego de 6 o 7 meses de paro y manifestaciones, tomas de colegios y universidades, se podría erradicar el modelo de educación de mercado.
En muchas oportunidades, como en asambleas de la Universidad de Chile y en otras casas de estudio, manifesté a los estudiantes que quienes dieron el golpe de Estado no trepidaron en asesinar, torturar, exiliar y hacer desaparecer personas para instaurar, precisamente, este modelo económico social y de educación de mercado. Es evidente que no van a ceder tan fácilmente por el solo hecho de que los estudiantes estuvieran paralizados uno, dos e incluso tres años.
Además, es evidente que la fuerza motriz de toda sociedad no son los estudiantes, sino la fuerza productiva de los trabajadores, y la madurez política del movimiento estudiantil debido a una serie de factores históricos.
En general, todos estos movimientos sociales aún no han sido capaces de dotarse de un programa y una plataforma política común, de un horizonte que los unifique y que permita proyectarlos conjuntamente por sobre sus reivindicaciones sectoriales o locales. Hay una carencia de proyección política en estos movimientos que explican en buena medida esta baja.
Por otra parte, es necesario considerar que existe otro factor que tiene que ver con la capacidad de la Concertación de reinventarse bajo una nueva denominación y de esta manera tomar ciertas banderas de los movimientos sociales e introducir nuevos socios en la coalición. Esto, con gran capacidad de incidir en esos mismos movimientos sociales para contenerlos o desviarlos. Por eso, este conjunto de factores son los que explican esta situación de reflujo relativo.
-Para el año que viene, ¿qué se espera de estos movimientos?
El 2015 puede ser un año muy movilizado. De hecho, ya hay ciertos indicios de que esto va a ocurrir, al menos en el movimiento estudiantil. Los anuncios de las dirigencias de las federaciones de estudiantes universitarios y de algunos referentes del mundo de los liceos están apuntando en ese sentido, porque vamos a llegar a marzo de 2015 con las mismas condiciones de matrícula del año anterior (2014). Exceptuando la Universidad de Chile, donde gracias al anuncio del Rector Vivaldi, el valor de los aranceles se van a mantener y solo se aplicará el alza del IPC.
Eso puede ser un factor que contribuya a atizar esta hoguera cuyos carbones todavía están encendidos. No están las llamaradas de 2011, pero los problemas estructurales subsisten y estamos viendo que las reformas anunciadas, por tímidas que sean, están quedando estancadas. Esto puede generar desilusión, puesto que la elección de Michelle Bachelet generó bastantes esperanzas en algunos segmentos de la población y por mucho que sean partidarios de la Presidenta, no son incondicionales de nadie.
Por un lado, tenemos estos movimientos incipientes que pueden tener momentos de expansión y de reflujo, pero están incidiendo en la sociedad. Por otro, tenemos una masa consumidora, ávida de comprar y de ejercer la participación social a través del consumo. ¿Cómo entender la sociedad chilena que tenemos hoy?
La complejidad del problema reside en las aspiraciones de la gran masa de la población, que se podrían calificar como aspiraciones neoliberales. No son anhelos de superación o de destrucción del modelo, sino de tener más acceso a los bienes de consumo que este sistema les ofrece.
No es menos cierto que este sistema se ha mostrado incapaz de cumplir con las promesas. Lo hemos visto en el caso de la educación a través de la misma aspiración que podríamos juzgar de manera peyorativa como neoliberal, consumista, de éxito y ascenso puramente individual.
La incapacidad del modelo de dar una respuesta adecuada, que es satisfacer las expectativas generadas en los estudiantes y en sus padres, es decir, en la mayoría de la población, fue lo que provocó esa gran explosión social estudiantil y ciudadana en demanda de una educación gratuita y de calidad, que está en las antípodas del modelo.
Por eso considero que, desde una perspectiva neoliberal, estamos en un escenario muy complejo. Se generan movimientos ciudadanos de protesta y de reivindicación que amenazan con romper los marcos del modelo que tiene pies de barro.
Por otro lado, tenemos un país dependiente del sector primario exportador en un momento en que el cobre está a la baja, además de no producir nada de lo que consume. Asimismo, es un país que está muy sometido a las crisis económicas internacionales. Sin embargo, el sistema ha podido mantenerse gracias al endeudamiento con las tarjetas de consumo y gracias al auge que ha tenido la economía debido a los altos precios del cobre. Pero eso puede cambiar en cualquier momento.
La oferta de la Nueva Mayoría es de una sociedad de derechos, lo cual está planteado en el programa de gobierno y eso es lo que fundamenta las propuestas de las reformas. ¿Existe un cambio respecto a la opinión pública de la sociedad chilena de 2011 en relación a la de hoy, que de pronto rechaza las reformas?
No estoy seguro de eso. Si es que se hiciera una encuesta imparcial e independiente, creo que la mayoría de la ciudadanía seguiría queriendo educación pública, gratuita y de calidad.
Si un sector de la ciudadanía prefiere seguir pagando, es porque ellos están convencidos de que la educación pública es mala, reconociendo que la derecha clásica ha tenido un manejo comunicacional muy exitoso en este punto y ha logrado poner contra la pared al Gobierno.
Esto último es un problema que ocurre siempre cuando el proyecto de solución apunta a una medida a medias. El proyecto de la Nueva Mayoría, más allá del enunciado de la letra grande, y es la crítica que le ha formulado el movimiento estudiantil, no es un proyecto que realmente apunte a superar la educación de mercado para sustituirla por una educación garantizada por el Estado sobre la base del principio del estado de derechos sociales.
Se trata de un proyecto que tiende a controlar y limitar el lucro, pero no a erradicarlo por completo. Tampoco apunta a fortalecer la educación pública, y eso lo reconocen los dirigentes de la Nueva Mayoría. La misma Presidenta dijo que cometieron un error al empezar por regular la educación privada más que por fortalecer la educación pública.
Al final, no se trata de un problema de tiempos, sino que de la carencia de un proyecto global que apunte hacia la educación pública gratuita y de calidad a la que aspira la sociedad chilena.
Lo mismo ocurre con otros sectores del programa de gobierno. Por ejemplo, en el tema de la seguridad social está la oferta de una AFP estatal, lo cual es más de lo mismo. Crear una AFP estatal es crear otra AFP en base al mismo modelo, a la misma forma de funcionamiento, aunque se apliquen tasas de interés ligeramente menores.
Esa es la viga fundamental del poder económico de los grupos empresariales dominantes…
En ese espacio reside gran parte de su capital y ahí están los miles de millones de dólares depositados en el extranjero.
Uno de los grandes engaños es querer convencernos de que las AFP no debieran ganar tanto dinero. Sin embargo, el gran mecanismo de manejo de capitales se hace a través de los recursos de las AFP, que es controlada por cuatro grupos que se prestan plata a sí mismos y que después la prestan a las personas a un costo mucho mayor…
El programa, por cuya defensa algunos rompen lanzas, no pretende tocar eso. Por ejemplo, en la propuesta de las Isapres no hay cambios fundamentales. En cuanto a la Reforma Tributaria no se incluyó a la Gran Minería del cobre que es la viga maestra de la economía chilena. Por eso, en el plano que analicemos, nos vamos a dar cuenta que es un programa de reformas muy limitado, destinado a limar algunos aspectos demasiado irritantes del modelo. Pero no apunta a su superación, ni siquiera en el largo plazo.
¿Según su apreciación, la sociedad pide un cambio fundamental del modelo o quiere tener mayor participación en el sistema?
Existen ambas demandas. Hay sectores más avanzados políticamente que piden un cambio de modelo y otros sectores de la población simplemente quieren una reforma de éste. Son dos perspectivas muy distintas.
Siempre han habido sectores más conservadores que aspiran a un cambio más controlado y otros que prefieren cambios más radicales sin tanta gradualidad. ¿Qué es la gradualidad para efectos de establecer estos cambios?
Para definir el adecuado ritmo de la gradualidad de las reformas es necesario definir cuál es el objetivo, cuál es la meta. Acá el problema no es que nos demoremos más o menos tiempo en llegar a la meta. La Nueva Mayoría nunca ha definido con claridad su meta, que podría ser una superación completa del modelo de economía y sociedad neoliberal. Si nos pusiéramos de acuerdo sobre esa meta, el resto sería relativamente fácil y la discusión acerca de la gradualidad perdería importancia, porque sería cuestión de buena voluntad y de lógica para ponerse de acuerdo sobre cuáles son los pasos más urgentes.
Aquí no existe la definición del proyecto estratégico de superación del modelo neoliberal porque no hay voluntad política para hacerlo. El objetivo de la Nueva Mayoría no es la superación del modelo neoliberal, sino su reforma.
¿Es posible pensar en un modelo de desarrollo que quiebre con la lógica capitalista y que tenga por objetivo construir otro modelo?
Pienso que sí. Es probable que no exista en ninguna parte del mundo un proyecto alternativo completo, que nos indique el norte para la construcción de un nuevo tipo de sociedad. Hay experiencias cercanas a nuestro país en las cuales hay elementos absolutamente rescatables.
Un caso es Bolivia, donde se han dado pasos importantes para romper con el modelo neoliberal, aunque sigue siendo una sociedad capitalista. No hay ninguna sociedad que escape por completo a esta lógica, pero sí hay casos en los cuales se ha ido rompiendo con esta forma particular de capitalismo, que es el neoliberalismo.
Bolivia muestra resultados bastante positivos con tasas de crecimiento mayores que Chile y en los últimos años ha logrado reducir la pobreza más que nuestro país. En el plano político ha conseguido tener una gobernabilidad inédita en sus 200 años de vida independiente. En Chile falta la voluntad política y los sujetos políticos capaces de implementar un programa de ese tipo.
El problema es que se intenta instalar la convicción de que somos más exitosos, que estamos con índices de desarrollo mayor en el largo plazo. Quizás no en los últimos quinquenios, pero son éxitos que están muy concentrados, pero existe esa fantasía.
Eso es evidente, pero a mi juicio esa es una ilusión, no tiene bases sólidas, porque la economía chilena carece de bases sólidas. Es una economía absolutamente desindustrializada. Ninguna de las coaliciones del duopolio plantea ni siquiera por asomo la posibilidad a largo plazo de un proyecto de reindustrialización para el país. Ellos se han acomodado perfectamente a este rol productor de materias primas y hacer de Chile, a lo sumo, una plataforma de modernos servicios y financieros.
Se podría apelar a este concepto de Marx de la falsa conciencia que tiene que ver con el rol de los medios de comunicación de masas, es decir, en Chile existe, salvo excepciones, una verdadera dictadura mediática. La prensa escrita está controlada por un duopolio -igual que la política- que tiene más del 80% de los periódicos nacionales. La TV que es el gran medio de comunicación de masas, está controlada por tres o cuatro grupos y la radio pareciera que está viviendo un proceso de concentración de grupos extranjeros (españoles y mexicanos), que están concentrando 10 o 12 emisoras.
En Chile, los medios de comunicación, salvo honrosas excepciones, transmiten el pensamiento único que son alabanzas al modelo.
El pensamiento único implica que la población chilena sea absolutamente ignorante de lo que pasa en el mundo, y es cuestión de ver los noticiarios de televisión que emiten una hora, donde el grueso de la información es sobre crímenes, fútbol, recetas de cocina, curiosidades de cualquier tipo, pero menos información de lo que pasa en el país y en resto del planeta.
El chileno común y corriente, y no hablo del estudiante ni del profesor universitario, no tiene parámetros para comparar lo que pasa en su país con lo que sucede en el resto del mundo.
La reforma Constitucional es clave y la estamos debatiendo porque hay una ventana de oportunidad para poder modificarla, pero todo indica que no va a ser por el camino de una Asamblea Constituyente. Se pretende cambiarla a través de un mecanismo participativo, democrático e institucional. Lo que significa hacer una modificación en una Comisión Bicameral. ¿Cuál es su opinión?
Esa es una parodia de participación ciudadana. La gran pregunta que hay que formularle a estos estrategas es si acaso esa participación ciudadana es protagónica y vinculante, porque si lo es, no conozco otra fórmula que la Asamblea Constituyente.
El resto es una escenografía de cartón en la cual algunos líderes políticos reúnen a su clientela -la ciudadanía-, le hacen algunas consultas, se debate sobre esto y lo otro, toman nota y sintetizan a su manera las conclusiones de dichas reuniones. Todos estos insumos son entregados, como se ha hecho a lo largo de la historia de Chile, a un reducido número de personas que son nombradas a dedo por el poder para que esto sea luego debatido por la propia clase política binominal. Por el Parlamento que no fue elegido para ejercer estas funciones.
En la campaña electoral de 2013 no se dijo que íbamos a elegir un Parlamento para redactar una nueva Constitución y luego la ciudadanía sería convocada a un plebiscito donde no hay más alternativas que sí o no. Esto es una burla, no es una verdadera participación democrática de la ciudadanía, sobre todos porque esas asambleas ciudadanas, como algunos las denominan, son puramente consultivas, no tienen una obligación vinculante que emane de ellas.
En este imaginario de ilusiones y de éxito que se tiende a instalar, se va consolidando la idea de que estamos en una sociedad plenamente democrática, porque incluso cambiamos la Constitución del ´80. Ahora tendríamos una Constitución que todos los chilenos aprobaríamos con nuestro voto en las urnas. ¿Eso va a pasar?
Hay personas que incluso dicen que no habría reforma constitucional y como compensación el Gobierno estaría ofreciendo una ley de descentralización y la Reforma del Sistema Binominal. Nada más. Ese es el escenario más negativo.
La escena intermedia es donde hay una reforma Constitucional mediante la vía tradicional, como se ha hecho en la historia de Chile y esta reforma queda exclusivamente en manos de las elites políticas. Ese es mi temor y al mismo tiempo mi certeza. Se trataría de una reforma que no pondría en cuestión las bases esenciales del sistema. Sería otro traje a la medida más para el modelo económico y social imperante en Chile, solo que con algunas reformas, que tienden a hacer aparecer este entramado Constitucional, como una Carta Magna más democrática, más aceptable por la mayoría de la ciudadanía. Pero estaríamos nuevamente ante una transformación camaleónica del actual sistema político y no de su superación.
En el sistema de partidos en Chile, hay colectividades de mucha tradición y que hoy comparten coalición (PS, PC, DC y PR). Son partidos que tuvieron origen con banderas de transformación. ¿Qué pasó con esos partidos?
Las dirigencias de estos partidos han logrado un nivel de autonomía respecto de sus bases que no tenían antes del Golpe de Estado, es decir, las direcciones se han oligarquizado a la manera del siglo XIX, se han distanciado mucho más de sus bases. Varios de estos partidos históricos son prácticamente partidos sin militantes, son partidos de opinión.
Existe una estructura central de cuadros, casi todos de ellos altos funcionarios públicos y parlamentarios que toman las decisiones a puertas cerradas y que convocan solo a los militantes nominales -pueden ser miles- pero no tienen una vida partidaria efectiva del día a día, como era antes. Y los convocan solo cuando los necesitan como masa electoral, ya sea en las primarias de su propia colectividad o en las primarias del bloque y en las elecciones representativas.
Se trata de dirigencias políticas que prácticamente no sienten la necesidad de dar cuenta ante sus bases partidarias. Se constituyen en un sistema político que sí funciona, que da estabilidad, pero que se divorcia cada vez más de la ciudadanía e incluso de sus bases y ahí están los fenómenos que tienen que ver con el desprestigio de instituciones públicas.
La ciudadanía en general relaciona la política actual con la farándula, traducido en el sentimiento de no querer nada con la política. ¿Cómo se enfrenta ese talante que tiene la política de hoy?
Esto viene de la dictadura, porque la dictadura se preocupó de desprestigiar a la política y a los políticos. Pero los políticos profesionales han puesto mucho de su parte en los últimos 24 años para que la ciudanía tenga esa imagen de ellos, que por lo demás, es una imagen acertada y justa en la mayoría de los casos, aunque pueden haber algunas excepciones.
Creo que la única manera de superar esa mala imagen de la política, es haciéndola de otra manera: que desde la propia ciudadanía emerjan movimientos y en la práctica, se haga una política al servicio de las bases, donde sus intermediarios responden ante la base que los mandató para ejercer determinadas funciones. Una política que emane directamente de los movimientos sociales, pero que al mismo tiempo tenga la intermediación necesaria, que es de tipo teórico y programática como es lo propio de cualquier política.
¿Se imagina un sistema político de tipo bicameral o unicameral?, ¿Qué se necesitaría?
Me gustaría un sistema unicameral y semi presidencial, porque eso simplificaría mucho las cosas. Además prefiero un sistema político altamente descentralizado, tal vez cercano a lo federal, pero no lo he reflexionado, es simplemente una intuición.
http://radio.uchile.cl/2014/12/28/sergio-grez-la-reforma-constitucional-seria-otro-traje-a-la-medida-para-el-modelo-economic
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