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" Es nuestra función glorificarnos en la desigualdad y velar que a los talentos
y las habilidades les sea dado una salida y expresión para el beneficio de todos nosotros”.
(Márgaret Tatcher).
y las habilidades les sea dado una salida y expresión para el beneficio de todos nosotros”.
(Márgaret Tatcher).
Liberalismo y neoliberalismo
En Europa occidental durante la Edad Moderna nació una doctrina que
promovía las libertades civiles y sobre la que se fundamentaron el
Estado de derecho y la democracia representativa. En el siglo XVII John
Locke , "padre del liberalismo”, describía la división de poderes,
afirmaba que la soberanía emana del pueblo y que derechos como la vida,
la libertad, la felicidad o la propiedad son naturales de las personas y
anteriores a la constitución de la sociedad.
El liberalismo se
centra en el individualismo, al considerar al sujeto, su libertad y su
derecho a la propiedad privada por encima de cuestiones de orden
colectivo. En sintonía con los valores de la modernidad, el liberalismo
se presenta como "filosofía del progreso” y propugna una liberación
total de las potencialidades de las personas. Como doctrina política [1]
, el liberalismo encarna la filosofía del capitalismo por antonomasia.
En lo económico, tiene relación directa con la economía de mercado, y
propone que el afán de lucro individual es socialmente útil, por lo que
es necesario evitar cualquier traba que pueda impedir a alguien
enriquecerse sin límites. Adam Smith , principal exponente del
liberalismo económico, argumentó que la libertad máxima de quienes
desean enriquecerse supone, además de alcanzar una producción óptima al
menor coste, la armonía social. Smith teorizó que la economía está
regida por leyes naturales inmutables que poseen mecanismos propios de
autorregulación. La clave del bienestar social está en el crecimiento
económico, que se logra a través de la libre competencia y la división
del trabajo (Smith, 1776). Como contribución a la ficción económica,
este autor ideó una "mano invisible” que corregiría las contradicciones y
desequilibrios de los mercados.
El neoliberalismo, gestado
durante la Guerra Fría, tuvo una fuerte expansión a partir de la crisis
del 73. Dos de los autores que contribuyeron a dar forma a las recetas
neoliberales fueron Milton Friedman y Friedrich Hayek [2]. A partir de
estos y otros académicos, los patrocinadores de esta doctrina fueron
creando en poco tiempo un sinfín de institutos de investigación y
formación, organizaciones y fundaciones, publicaciones o
especializaciones, con el objetivo de difundir estas ideas, insertarlas
en el ámbito académico y construir el mayor consenso y aceptación social
posibles.
Cercano a los valores de la posmodernidad, el
neoliberalismo ha estado relacionado desde su nacimiento con corrientes
políticas neoconservadoras [ 3] , que planteaban la necesidad de
eliminar la tutela social del Estado y los mecanismos para la
redistribución de la renta. Asimismo, estas corrientes neocons promovían
la autorregulación, la privatización de bienes y servicios públicos, la
"flexibilización” del mercado laboral o la delimitación de los ámbitos
de decisión colectiva en nombre de la libertad individual, entre otros.
Además de la redistribución, para esta doctrina también la solidaridad y
la justicia social son asuntos de los que debería ocuparse el mercado.
Friedman afirmó que la fiscalidad progresiva [4] es "un atentado contra
los derechos humanos”, y su hijo David [5] que los impuestos son
agresiones a la propiedad privada y una forma de "expropiación”
realizada por el Estado. Por su parte, Hayek consideraba al "espejismo
de la justicia social” un sinsentido, algo pernicioso e injusto que mina
la justicia de las asignaciones producidas a través del mercado,
confiscando la riqueza de "los más exitosos” y prolongando la
dependencia de "los necesitados”.
A diferencia de otras
corrientes, a pesar de su marcado carácter ideológico, el neoliberalismo
se presentó desde el principio como verdad científica y con rango de
ley. Una suerte de "post-ideología”, "el fin de la historia” (Fukuyama,
1992), no solo la mejor sino la única alternativa posible en el tiempo y
espacio en que se implementa (McMurtry, 1998).
Tanto Estado como quiera el mercado
En la aplicación del modelo neoliberal, el papel asignado al Estado
tiene una marcada dualidad: mientras que por un lado es sistemáticamente
denostado y reducido, por otro, es un actor político fundamental.
Para justificar la implementación de un programa neoliberal en
cualquier país, la crítica al sistema político y económico precedente se
centra en el Estado. La acusación de ineficiencia, intervencionismo o
corrupción abre la puerta a un proceso de merma de protagonismo
político, funciones específicas y presupuesto del Estado, lo que
facilita un fuerte trasvase de riqueza y poder desde el sector público
al privado concentrado [6].
¿Significa esto que el Estado en el
esquema neoliberal pasa a ser un actor de reparto? En ningún caso. En
primer lugar, amparado en el sistema representativo, el Estado debe dar
legitimación social y formalización político-institucional al modelo.
Por una parte, bajo el paradigma de las "reformas imprescindibles” y la
prioridad de pagar una deuda externa cada vez más costosa e ilegítima
[7], el poder ejecutivo pone en marcha políticas públicas y "ajustes
estructurales” y el legislativo establece nuevas reglas de juego, que
permitan crear un marco propicio para que la plena puesta en práctica
del modelo no encuentre obstáculos.
Por otra parte, son también
el poder ejecutivo y las mayorías parlamentarias quienes asumen la
portavocía para la defensa del modelo; y, por ende, son también estas
instituciones quienes cargan con el consecuente coste político de sus
impactos sociales.
Además, el Estado es también quién ejerce el
poder de policía, haciéndose cargo de la violencia y la represión
frente a unas resistencias y protestas sociales que irán
multiplicándose, organizándose y radicalizándose, justa y
necesariamente, como consecuencia de los impactos de las medidas
neoliberales.
Hayek acuñó el neologismo "catalaxia” para
describir "el orden que surge por el ajuste recíproco de muchas
economías individuales en un mercado". Según este autor, la obligación
de la autoridad política es proveer dentro del "imperio de la ley” las
condiciones necesarias para que la catalaxia pueda producirse [8]: una
democracia justa y libre sólo puede ser asegurada a través de la
catalaxia.
Ese Estado, minimizado y que opera su propio
desmantelamiento [9], es imprescindible para que el neoliberalismo se
implante y apuntale. Ese Estado, sometido y juzgado con las mismas
reglas que el sector privado lucrativo [10], en última instancia, otorga
institucionalidad y tiñe de democrático un golpe de los mercados a los
órganos constitucionales del poder soberano de las naciones.
Del lenguaje a los hechos
En su corta historia, los resultados de las recetas neoliberales son
inequívocas. Cuando los Estados delegan en la deidad del mercado el
presente y futuro de las sociedades, naciones y territorios, las
consecuencias sociales derivadas de ello dejan pocas dudas.
Tras décadas de dejar la función distributiva en manos del mercado, en
América Latina (AL) el neoliberalismo dejó tras de sí, entre otros
impactos, enormes estructuras de desigualdad, el empeoramiento de las
condiciones de vida y el empobrecimiento generalizado de una parte
significativa de las poblaciones. A pesar de los avances producidos en
países de la región durante la década postneoliberal en cuanto a
reducción de pobreza (CEPAL, 2010), distribución de riqueza y desarrollo
humano (PNUD, 2010) [11], en 2010 AL seguía teniendo el mayor nivel de
desigualdad del planeta (PNUD, 2010).
A partir de 2008, el
mismo modelo comenzó a aplicarse en el sur de Europa [12]: el nivel de
deterioro social de países como España, Portugal o Grecia está siendo
rápido y profundo; y, a medida que se profundiza en este tipo de
programas, las perspectivas son aún peores. En el centro, el aumento
sensible de la pobreza, la exclusión social y las desigualdades: en 2011
España alcanzó una tasa de pobreza del 25% [13] y en 2012 ocupó la
primera posición en desigualdad social de la UE [14], seguida por Grecia
y Portugal.
Como en tantos otros, en este caso en la política
el lenguaje dominante y los hechos se vuelven irreconciliables. A pesar
de su nominación, en la práctica, en los hechos, la idea de libertad
subyacente en las recetas neoliberales persigue fortalecer un viejo
sistema que permita a las corporaciones empresariales seguir acumulando
riqueza y poder. En las antípodas de los postulados liberales de Locke,
en el neoliberalismo del pueblo no emana la autoridad del Estado ni en
él reside la soberanía [15]. Aún así, lo llaman neo-liberalismo.
El "Estado mínimo” abandona sus responsabilidades sociales y
económicas, se abstrae de poner límites a un capitalismo salvaje que
tiende a mediatizar y mercantilizar todo. Además, pretende legitimar un
modelo que cercena los derechos sociales y en el que el único actor con
autoridad, libertad y soberanía es el mercado. Aún así, al Estado
garante de que esto suceda, lo llaman Estado de derecho .
Con
ese mismo Estado que deja la "tutela social” y pasa a ser un actor
tutelado por el mercado, el neoliberalismo convierte a los sistemas
representativos en un totalitarismo mercantil, somete a las
instituciones políticas e impone una "dictadura de mercado”. Aún así, lo
llaman democracia .
Notas:
[1] Como doctrina política
e ideológica, el liberalismo se puede articular en los siguientes tres
ejes (Antón, 2011):naturalismo hedonista que establece que la felicidad
consiste en poseer, acumular y disfrutar de bienes materiales, por lo
que las personas están dotadas de un "instinto de apropiación natural” y
el interés individual se configura como motor de la
sociedad;racionalismo como medio para conseguir una actuación útil y
eficaz respecto a los fines propuestos; individualismo libertario, el
individuo como principio y fin del mensaje liberal.
[2] Friedman fue profesor en la Universidad de Chicago y Premio Nobel de Economía en 1976. Hayek fue miembro destacado de la Escuela Austríaca y Premio Nobel de Economía en 1974.
[3] Conocidos como necons, es un movimiento político nacido en los años 60 en Estados Unidos, Tatcher y Reagan han sido sus principales exponentes que implementaron políticas neoliberales en EEUU e Inglaterra.
[4] La propuesta de fiscalidad progresiva fue realizada por John M. Keynes.
[5] David Friedman, hijo de Milton Friedman, es el principal teórico del anarcocapitalismo, que postula la conveniencia de una "sociedad libre sin poder público”. En sus tesis anarcocapitalistas plantea que el libre mercado puede ser suficiente para satisfacer las necesidades humanas; lo que se podría poner en marcha a través de la privatización de los servicios que presta el Estado. Este planteamiento llega a la privatización hasta de la propia ley y el orden. Esta doctrina propone la abolición del Estado y la supremacía de la libertad individual, la propiedad privada y el libre mercado; y se plantea que el derecho a la propiedad privada es el único derecho que puede viabilizar materialmente el derecho individual.
[6] Es el Estado el actor que materializa la transferencia de recursos, privatizando servicios públicos y priorizando las deudas al capital financiero, cada vez más costosas e ilegítimas, que se llevan una parte creciente del presupuesto público, a costa de sanidad, educación, política social, I+D+i, cultura, etc.
[7] Como referencia, durante los primeros años de neoliberalismo en América Latina, entre 1975 y 1983 el conjunto de la región cuadruplicó su deuda externa. En 2002, en Argentina, la deuda externa llegó a significar el 150% del PIB (CEPAL, 2008). En 2009, tras seis años de cambio de modelo económico y político, la deuda rondaba el 15% (World Factbook, 2009).
[8] Por lo que las únicas funciones del Estado son el mantenimiento de la seguridad colectiva contra agresiones externas, la preservación del imperio de la ley y del orden público y la provisión de un número limitado de bienes y servicios públicos que no pueden ser eficientemente suministrados por el mercado.
[9] En la medida que coacciona la propiedad privada, distorsiona el libre mercado, monopoliza la producción de bienes y servicios "de derecho” que la empresa privada podría prestar más eficientemente.
[10] Ciñéndose a las lógicas del superávit, la rentabilidad y el beneficio económico. Obviando cualquier consideración social, salvo cuestiones asistenciales, que se deja en manos del mercado y su autorregulación.
[11] Según el PNUD, en 2010 América Latina se acercaba a niveles de esperanza de vida y escolaridad Estados Unidos y Europa.
[12] Para más información, ver: La deuda y la espada: neoliberalismo en América Latina y el sur de Europa (Fernández Miranda, 2013, en Alba Sud) y Más lujos, más penurias: la desigualdad como norma (Fernández Miranda, 2013, en Alba Sud).
[13] Para más información, ver: Democracia tutelada y reapropiación de la política (Fernández Miranda, 2013, en Alba Sud).
[14] También en 2012 España fue por primera vez el país con mayor distancia entre rentas altas y bajas.
[15] Para más información, ver: Globalización neoliberal y democracia (Estévez Araujo, 2011, en Alba Sud).
[2] Friedman fue profesor en la Universidad de Chicago y Premio Nobel de Economía en 1976. Hayek fue miembro destacado de la Escuela Austríaca y Premio Nobel de Economía en 1974.
[3] Conocidos como necons, es un movimiento político nacido en los años 60 en Estados Unidos, Tatcher y Reagan han sido sus principales exponentes que implementaron políticas neoliberales en EEUU e Inglaterra.
[4] La propuesta de fiscalidad progresiva fue realizada por John M. Keynes.
[5] David Friedman, hijo de Milton Friedman, es el principal teórico del anarcocapitalismo, que postula la conveniencia de una "sociedad libre sin poder público”. En sus tesis anarcocapitalistas plantea que el libre mercado puede ser suficiente para satisfacer las necesidades humanas; lo que se podría poner en marcha a través de la privatización de los servicios que presta el Estado. Este planteamiento llega a la privatización hasta de la propia ley y el orden. Esta doctrina propone la abolición del Estado y la supremacía de la libertad individual, la propiedad privada y el libre mercado; y se plantea que el derecho a la propiedad privada es el único derecho que puede viabilizar materialmente el derecho individual.
[6] Es el Estado el actor que materializa la transferencia de recursos, privatizando servicios públicos y priorizando las deudas al capital financiero, cada vez más costosas e ilegítimas, que se llevan una parte creciente del presupuesto público, a costa de sanidad, educación, política social, I+D+i, cultura, etc.
[7] Como referencia, durante los primeros años de neoliberalismo en América Latina, entre 1975 y 1983 el conjunto de la región cuadruplicó su deuda externa. En 2002, en Argentina, la deuda externa llegó a significar el 150% del PIB (CEPAL, 2008). En 2009, tras seis años de cambio de modelo económico y político, la deuda rondaba el 15% (World Factbook, 2009).
[8] Por lo que las únicas funciones del Estado son el mantenimiento de la seguridad colectiva contra agresiones externas, la preservación del imperio de la ley y del orden público y la provisión de un número limitado de bienes y servicios públicos que no pueden ser eficientemente suministrados por el mercado.
[9] En la medida que coacciona la propiedad privada, distorsiona el libre mercado, monopoliza la producción de bienes y servicios "de derecho” que la empresa privada podría prestar más eficientemente.
[10] Ciñéndose a las lógicas del superávit, la rentabilidad y el beneficio económico. Obviando cualquier consideración social, salvo cuestiones asistenciales, que se deja en manos del mercado y su autorregulación.
[11] Según el PNUD, en 2010 América Latina se acercaba a niveles de esperanza de vida y escolaridad Estados Unidos y Europa.
[12] Para más información, ver: La deuda y la espada: neoliberalismo en América Latina y el sur de Europa (Fernández Miranda, 2013, en Alba Sud) y Más lujos, más penurias: la desigualdad como norma (Fernández Miranda, 2013, en Alba Sud).
[13] Para más información, ver: Democracia tutelada y reapropiación de la política (Fernández Miranda, 2013, en Alba Sud).
[14] También en 2012 España fue por primera vez el país con mayor distancia entre rentas altas y bajas.
[15] Para más información, ver: Globalización neoliberal y democracia (Estévez Araujo, 2011, en Alba Sud).
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