"Es evidente que al sistema neoliberal no le conviene una
educación verdaderamente intercultural y verdaderamente bilingüe, porque
de su no existencia depende la explotación de recursos y la desigualdad
social: germen de su modus operandi. Defendamos la educación como
resistencia social: una escuela de verdad, donde nos encontremos como,
sí parte de México, pero sobre todo parte de la comunidad a la que
pertenecemos. Desde la sierra norte de Jalisco mandamos nuestra palabra
de aliento a estas comunidades."
"Es una verdad insoslayable lo que vive el sur, cuando en sus
andares del pasado siempre ha sido fiel a la lucha, siempre ha estado en
pie para defender a lo que le es arrebatado, aun en los momentos mas
dificiles ha estado ahi, donde es necesario y debe de estar. Ahora, el
sur guerrerense esta ahi, con su hijo predilecto, el magisterio, este no
hace otra cosa mas que defender lo que es suyo, y ahora le es negado."
En pie de lucha, el magisterio indígena de la Montaña
Guerrero, México.
Son los maestros y maestras indígenas quienes fungen como
representantes comunitarios, autoridades, líderes de organizaciones
sociales, gestores de actividades y luchas sociales. Profesores que en
distintos momentos se han enfrentado a los caciques regionales y los
poderes gubernamentales en turno. En la Montaña de Guerrero la fundación
de colonias, la toma tierras, la construcción de escuelas, los
esfuerzos por impulsar proyectos de revalorización de la lengua materna,
la lucha por el territorio, por los servicios básicos y otras demandas
tiene como actor social estratégico a los profesores bilingües. No es
comprensible la historia regional contemporánea sin abordar a los
maestros como actor principal junto a la población de las comunidades
con las que caminan hombro con hombro. Son mujeres y hombres con los más
bajos salarios y que impulsan su labor docente en las condiciones más
adversas, en los lugares del olvido y en las regiones donde la
sobrevivencia de la población es también una forma de resistir
dignamente ante la indolencia de las autoridades.
El magisterio de la Montaña sigue
presente con su combatividad. Los iconos que acompañan sus
movilizaciones son Ignacio Manuel Altamirano, Arturo Gámiz, Genaro
Vázquez, Lucio Cabañas, Misael Nuñez, Ruben Jaramillo, Emiliano Zapata,
Othón Salazar, José Vasconcelos, Rafael Ramírez, Ernesto Guevara y
otros. En sus marchas recurren a un discurso de lucha social, de crítica
al sindicalismo regional, a las condiciones socioeconómicas, contra el
alza de precios, contra el charrismo sindical y en pro de un país más
justo y democrático. El himno que los identifica es la canción
“Venceremos” del grupo Chileno Inti Illimani adaptando estrofas al
escenario nacional; la Internacional, cantos de José de Molina, Silvio
Rodríguez, Víctor Jara y otros músicos de la izquierda latinoamericana y
mundial. A los profes se les ve repartiendo volantes, en sus marchas y
bloqueos a carreteras, edificios públicos, en movilizaciones a nivel
nacional, estatal y regional. Las maestras son un importante baluarte y
sostén de la lucha. Una lucha por aspiraciones de un México mejor, por
mejores condiciones de vida y no a la privatización de la educación.
El magisterio indígena y monolingüe de
la Montaña ha sido estigmatizado. En diversos mentores han sufrido la
represión, encarcelamiento, se les ha desaparecido o sufrido los embates
del Estado. Entre los profesores asesinados se encuentran: Joaquín
Sánchez Pineda, Marcial Salvador Arriaga, Heriberto Moreno; el
desaparecido Alfonso Gregorio Alvarado López y una larga lista de
profesores de la disidencia en la región de la Montaña que en distintos
momentos ha sido objeto de represión y atentados. Su labor ha sido
criminalizada por disentir en los marcos legales y por medio de las vías
democráticas y pacíficas de movilización. Muchas conquistas en el
ámbito educativo son resultado de la lucha del magisterio disidente. Los
gobiernos en turno no dan solución a las históricas demandas
magisteriales y las movilizaciones recurrentes son por las mismas
necesidades. La respuesta oficial es la negación al diálogo y la
represión.
En la actual fase de la lucha social y
del gobierno del cambio que asumió el poder en el 2011 ha tenido una
continuidad en el trato al magisterio indígena y de la entidad. Se ha
desdeñado y negado el diálogo. No existe una vinculación con la realidad
educativa y los problemas siguen vigentes, las mejoras han sido poco
significativas y desde el discurso oficial se les trata con desden y
mediante acciones administrativas se sanciona a quien critica a política
oficial educativa. Hay una ausencia de proyectos que contemplen la
solución gradual del tema educativo y resarcir los bajos niveles de
desarrollo en este sentido.
Las coyunturas nacionales y estatales
han obligado a un replanteamiento de las formas de lucha del magisterio.
Pero también al interior existe una crisis. Por una parte las
autoridades y el sindicato oficial actúan para dividirlos y
confrontarlos. Del otro lado las pugnas internas han derivado en
diversas corrientes de opinión, sectores, grupos, tendencias u
colectivos que disienten de formas de actuar. Unos se asumen de lucha y
otros reformistas. Son un signo de la unidad débil que los desgasta ante
un enemigo patronal que los oprime. En la Montaña se observa una
diferencia entre profesores monolingües y bilingües y las diferencias
limitan la unidad.
Existe un sector también que pasando por
alto sus crisis y fricciones internas. Se plantea aún como el sector
magisterial en una constante renovación para adecuarse a los procesos
actuales, donde de la lucha por los servicios y las demandas laborales,
de corte economicista se articula con una reflexión más profunda sobre
la promoción de la lecto escritura en las lenguas originarias, la
interculturalidad como procesos de educación, la articulación con las
poblaciones indígenas y sus procesos autonómicos y aspiraciones de
desarrollo. Hasta la construcción de un nuevo proyecto alternativo de
educación para los pueblos originarios. Son en sí acciones concretas que
cuestionan de fondo los planes privatizadores y modelos hegemónicos de
educación.
En la actual coyuntura política
convergen muchas expresiones de maestros en la Montaña de Guerrero,
aquellos que fueron formados en las baluartes del programa de promotores
bilingües, los estudiantes de bachillerato incorporados al magisterio,
algunos normalistas de la Normal Regional de Tlapa, los provenientes de
escuelas normales rurales, los formados en las aulas de la UPN nacional y
regional. Entre otros, pese a la diversidad de expresiones y posturas
se articulan en un eje social y contra las autoridades que atentan en
contra de ellos. La larga lucha magisterial tiene en su haber la
experiencia colectiva de marchas y plantones, en la resistencia
cotidiana en las comunidades de trabajo, en las manifestaciones a la
capital del estado y la ciudad de México. En la lucha diaria y
constante.
La labor pedagógica en la Montaña de
Guerrero se realiza en condiciones adversas, en un escenario de pobreza,
en escuelas sin pizarrones, sin butacas, con niños hambrientos y
desnutridos, en lugares donde no hay hospitales, donde no hay comida.
Con solo una clínica ISSSTE instalada en Tlapa y pocos servicios
médicos, con salarios bajos, en pueblos y comunidades indígenas donde la
miseria crece día a día, en un contexto de interminable migración; en
una larga marcha de gestiones a las autoridades por las condiciones
básicas por hacer realidad de educar al pueblo, pero el contexto es
difícil, triste. Por eso es indignante que mientras los mentores
realizan su labor en las más ásperas condiciones, sus cuotas sindicales
sean utilizadas para la compra de Hummers o que la clase política goce
de beneficios y los salarios más altos.
No es casual que proyectos educativos
gubernamentales como la Alianza por la Calidad Educativa (ACE),
implementada por el gobierno federal, ha tenido un rechazo por un amplio
sector de profesores indígenas de la región de la Montaña y otras
partes del país. Además porque atenta con los derechos sociales y
promueve la privatización de la educación. En Guerrero, donde, de
acuerdo con los datos registrados se tienen los índices más bajos de
calidad educativa. Programas como Enciclomedia han fallado porque
comunidades no cuentan con los servicios básicos como electricidad y no
hay capacitación para los mentores. Tanto proyectos de nivel federal y
estatal incumplen con sus acciones o aplican políticas educativas sin
consultar a la gente y sin tomar en cuenta las especificidades
culturales.
La educación para las zonas indígenas
deber ser evaluada y reformulada. La Escuela pública impone programas
educativos desde los centros mestizos. Las actividades, programas y
acciones se encargan de desetnizar a la niñez indígena. Se siguen
patrones educativos de asimilación, castellanizadores y racistas que
estigmatizan la identidad y promueven un modelo de sociedad donde los
pueblos originarios no son tomados en cuenta. Entonces los padres
prefieren que sus hijas e hijos realicen actividades agrícolas o
aprendan a cuidar los escasos chivos que tienen y que funcionan como un
fondo para la salud y la alimentación, en vez de acudir a la escuela
porque no se aprenden cosas para el beneficio colectivo.
La lucha magisterial nos obliga a
realizar una evaluación profunda en torno a los resultados este modelo
educativo que en lugar de abatir el analfabetismo lo acrecienta, porque
no valora la lengua y la cultura local y no respeta las formas de
aprendizaje comunitario basadas en la cultura oral y en las prácticas
agrícolas. Un modelo que segrega, excluye y limita el desarrollo de los
pueblos indígenas.
Los profesores indígenas de la Montaña
de Guerrero vislumbran la necesidad de no sólo mejoras laborales y
económicas sino también de proyectos educativos con una perspectiva
desde las comunidades. El reto está y corresponde tanto a las
autoridades para brindar los espacios y canales de diálogo adecuados y
por parte de los mentores de seguir consecuentes en sus objetivos
trazados. La responsabilidad es magra y no se deben de perder la memoria
y el horizonte.
La actual movilización en oposición a la
reforma educativa impulsada por el gobierno federal es un atentado a la
educación pública, y busca desmantelar la educación para privatizar
todos los servicios. Es una reforma administrativa laboral que lesiona
los derechos laborales conquistados durante décadas. Por ello se observa
a mujeres con sus hijos, a campesinos, a maestros y estudiantes
caminando bajo sol, marchando, en bloqueos, en las acciones para
defenderse de las políticas neoliberales. Es una defensa por la
educación, por la libertad y los derechos, y también son lecciones de
dignidad ante una clase política que desmantela al país y lo oferta al
capital internacional.
Algo sucede en el sur de este país. Dice el historiador Tomás Bustamante
“El estado de Guerrero después de siglo y
medio de existencia y activo participante en los movimientos de
transformación política y social de México, lo sigue caracterizando la
pobreza y marginación de sus pueblos con relación a lo nacional. ¿Cómo
se explica este fenómeno? No son la falta de recursos y condiciones
naturales de producción, no es la falta de gente laboriosa y productiva;
la respuesta debe ser de tipo político, está en las estrategias de
públicas del desarrollo. Son quienes han gobernado quienes han definido
las formas y condiciones de explotación de los recursos, quienes han
determinado también los beneficiarios y las formas de acceso y
distribución de la riqueza generada […] Guerrero ha estado dominado por
fuerzas e intereses externos que poco han hecho por el desarrollo
interno de los pueblos, es lo que explica su atraso y marginación en
diversos aspectos, sobre todo de bienestar social (Bustamante, 2010:
13)”
En Guerrero se han dado cambios de
personajes y de partidos políticos en el gobierno. Pese a los avances
democráticos y la alternancia del poder en la elección de sus
gobernantes, las formas de gobernar son las mismas. Se instauran grupos
de poder, familias y personajes que amparados en el discurso de la
democracia y el bienestar social dicen transformar las cosas. Sin
embargo la clase política y los grupos que surgen cada vez se hacen más
ricos y la mayoría son más pobres. ¿Cómo se explica entonces que los
municipios más pobres de México se encuentran en Guerrero y
particularmente en la región de la Montaña? ¿Por qué una amplia
población de guerrerenses sigue estando en los niveles más bajos de
desarrollo humano, marginación y en condiciones de salud, educación
adversos? Sin duda son preguntas a responder tomando en cuenta a quienes
administran y rigen el poder en esta región de México.
Guerrero, en las últimas décadas, ha
sido escenario de una intensa movilización ciudadana por los derechos
más elementales. Desde los pueblos originarios, el magisterio, los
estudiantes, los mineros, los campesinos, las mujeres, los opositores a
proyectos de instauración de hidroeléctricas o la oposición a las
mineras. Un abanico de sectores se sigue movilizando. Algo sucede y se
vislumbra un fracaso en las formas de hacer política desde los aparatos
del estado y su clase política.
En las últimas semanas uno de los
sectores movilizados más activos son los pueblos originarios que apelan a
la exigencia de formas de seguridad propias, de igual manera el sector
magisterial en alianza con los estudiantes normalistas, sindicalistas y
padres de familia en oposición a la reforma educativa impulsada por el
gobierno federal y que en Guerrero, sin consultar a la población, fue
aprobada por los miembro del congreso estatal. Y en este sentido cabe
preguntar ¿A los pueblos originarios en que les beneficia la reforma
educativa impulsada por el actual gobierno y que los diputados de
Guerrero aprobaron sin haber leído y sin realizar una consulta? ¿Qué
pensaron cuando levantaron la mano y rápidamente aprobaron dicha ley?
¿Cómo explican la clase política que tiene los salarios más altos y
aprueba leyes sin consultar a sus representados?
Las expresiones de inconformidad
surgidas son el reflejo del fracaso de las políticas asistencialistas,
paternalistas y cupulares. El slogan de Guerrero Cumple está
basado en una campaña de populismo mediático que no genera resultados
claros. Quienes gobiernan lo hacen siguiendo los viejos patrones de
administrar con el poder y el garrote, en el despotismo y las prácticas
clientelares.
La lucha emprendida por el magisterio
guerrerense, así como de otras partes del país, es una respuesta a las
iniciativas privatizadoras de la educación que impulsa la clase política
empresarial; es resultado de leyes realizadas sin consultar al pueblo y
agrede las conquistas históricas de gratuidad de la educación. La
propuesta está encaminada a desmantelar el país y golpear en el eje de
lo que puede ser el desarrollo y formación de las futuras generaciones.
El neoliberalismo como expresión de acciones donde lo humano es
vendible, rentable y puede ser excluido. Los señores del capital ordenan
y la clase política empresarial ejecuta. Así los patrones de gobernar
siguen siendo los mismos: no se consulta a la población y se realizan
prácticas antidemocráticas. Sin embargo la resistencia, en este caso del
sector magisterial, viene de lejos. Aun con sus contradicciones y
diferencias internas, se han lanzado a hacer valer y respetar sus
derechos y el de amplios sectores sociales.
El escenario actual de movilizaciones
iniciadas desde el mes de febrero y que se mantiene a más de un mes,
contempla la toma y bloqueo de instalaciones gubernamentales y
educativas en la capital del estado de Guerrero, así como el bloqueo a
las carreteras, marchas, eventos culturales, la toma del Congreso de la
entidad, las tiendas de autoservicio, y las movilizaciones que
emprendieron los maestros para establecer el diálogo con las autoridades
estatales fue parte de una estrategia que durante años han impulsado
para hacerse escuchar ante la cerrazón gubernamental. Es parte de una
lucha por la gratuidad de la educación e impulsar una ley estatal
educativa que garantice sus derechos laborales. Por ello se encuentran
movilizados maestros, ciudadanos, estudiantes, hombres y mujeres,
organizaciones sociales como la Policía Ciudadana y Popular, la Policía
Comunitaria, los sindicatos de trabajadores, autoridades comunitarias,
la red Guerrerense de Derechos Humanos y otros actores más que han
brindado su solidaridad y respaldo. Pero la lucha de los maestros viene
de muy lejos, de otras experiencias previas que detonan en este momento.
Desde 1960
La lucha magisterial data de varias
décadas. En particular en la Montaña de Guerrero, es resultado gradual y
articulación de procesos y esfuerzos organizativos de los profesores
nahuas, na savi, me´phaa y mestizos. En 1963 se creó el Centro
Coordinador Indigenista Mixteco Nahua Tlapaneco (CCI), en Tlapa de
Comonfort. Fue un proyecto surgido con el indigenismo y uno de los
principales ejes de acción de este organismo fue la formación de
promotores bilingües para que fungieran como agentes intermediarios
entre las autoridades y la comunidad, así como para la transformación
y/o aculturación de la población indígena. A los jóvenes indígenas se
les adoctrinó y formó siguiendo las líneas de las políticas públicas
indigenistas y se les encomendaron tareas de capacitación,
intermediación y desarrollo educativo y castellanización, entre otras
actividades.
En enero de 1964, dos meses después de
graduarse como Promotores Culturales Bilingües, estos iniciaron la
primera lucha por la falta de pagos y demandas salariales. La primera
acción organizada fue la toma del CCI de Tlapa y obligaron a las
autoridades estatales y nacionales a establecer una mesa de
negociaciones por mejores salarios y condiciones de trabajo. En el mismo
año, 1964, se creó el Servicio Nacional del Magisterio Bilingüe. El
programa fue instaurado en la Montaña con la finalidad de que los
promotores bilingües llevaran a cabo tareas de alfabetización y
educación en las comunidades indígenas. Sin embargo los promotores eran
asignados y comisionados a áreas lingüísticas distintas a su habla. Esto
generó descontento y problemas. Además la falta de infraestructura,
salarios bajos, el sistema de empleo por contratos, el centralismo de
las autoridades en la toma de decisiones, entre otras condiciones
limitaron el impacto del programa en comunidades de alta marginación
social. Las acciones de reivindicación laboral y de tipo político que
impulsaban los maestros mostraban un profundo síntoma: el
cuestionamiento a las políticas indigenistas gubernamentales. Aunque en
un primer momento no lo ven así, en el fondo es una fuerte crítica a
dicho modelo educativo.
Los promotores, de manera paralela a su
quehacer educativo, construyeron vínculos en las comunidades y crearon
presencia política. Vinculaban su labor educativa con los problemas de
las comunidades. Los bajos salarios y las condiciones de pobreza en los
lugares donde realizaban su labor, llevó a los promotores a reflexiones
profundas sobre su quehacer. En la década de 1970 los Promotores
Culturales se incorporaron a la Secretaria de Educación Pública (SEP) en
el sistema educativo bilingüe. Así los se convirtieron en maestros
bilingües, como les empezaron a llamar, y continuaron su labor educativa
al mismo tiempo que se forjaron en la enseñanza y la lucha social
articulándose con sus pueblos de origen. Al mismo tiempo en la Montaña
un sector de mentores se vincularon al Movimiento Revolucionario del
Magisterio (MRM) que promovía Othón Salazar Ramírez, líder magisterial y
militante del Partido Comunista Mexicano. Al MRM se afiliaron algunos
promotores bilingües y profesores “socialistas”. Estos empezaron a tejer
una alianza debido a problemas similares: bajos salarios, falta de
infraestructura educativa en las comunidades, nepotismo de los
supervisores, falta de servicios, charrismo sindical, entre otros.
Los promotores bilingües inician su
lucha en 1972 y sus acciones se prolongan hasta 1975. Las demandas
enarboladas eran: la reubicación de acuerdo a los criterios lingüísticos
respetando el habla de cada promotor y la lengua dominante; oposición a
las decisiones arbitrarias y centralistas de las autoridades; exigían
el nombramiento de autoridades (directores, supervisores,
representantes) de acuerdo con su filiación lingüística; la creación de
escuelas indígenas, albergues comunitarios y supervisiones, entre otros.
Era la lucha por la educación y la gratuidad así como mejores
condiciones laborales en las poblaciones más pobres de la entidad. El
promotor y maestro bilingüe se convirtió en el guía y dirigente de las
luchas y representante de las comunidades. La década de 1970 fue de
aprendizajes en la lucha y de fortalecimiento como sector magisterial.
Incluso la estructura organizativa de las instituciones, supervisores,
directores, jefes de zona y otros, fue una conquista de los maestros de
la Montaña. Es en 1979 cuando cobra mayor intensidad el movimiento
magisterial. Los proyectos educativos del INI, se operaban a través de
la SEP y programas gubernamentales como la Coordinación General del Plan
de Zonas Deprimidas (COPLAMAR). Este plan fue cuestionado por los
maestros por que no logró los objetivos del progreso y desarrollo social
debido a la falta de consenso popular, corrupción y despotismo en que
derivo.
Zona por zona, escuela por escuela
En la Montaña de Guerrero, durante
primera semana de octubre de 1979 las autoridades de la SEP despidieron
injustificadamente a Rogelio Sosa Pulido y otros trabajadores de la
Subdelegación del Programa de Desarrollo Educativo de la Montaña de
Guerrero, con sede en Tlapa. Para las autoridades estos trabajadores
habían participado en las elecciones a favor del PCM de ese año. El
despido provocó manifestaciones y solidaridad de 75 trabajadores de la
Subdelegación. Los trabajadores unieron sus demandas al magisterio
indígena regional y las articularon con demandas laborales,
administrativas y educativas.
El 13 de octubre de 1979, en una reunión
regional de representantes sindicales de alrededor de 40 delegaciones
sindicales monolingües y bilingües se integró la Coordinador Regional
Sindical de la Montaña de Guerrero (CORESIMOG) y Levantaron un pliego
petitorio de 18 puntos que aglutino a los entonces 3,500 maestros de
base y directivos oficiales, que por excepción, eran los únicos
nombrados por la base en Guerrero. Los maestros realizaron paros
escalonados y se movilizaron en oposición a los bajos salarios, la
incomunicación, el olvido del desarrollo profesional porque debido a lo
alejado de sus comunidades no había opción de desarrollo o estudios;
contra la división administrativa entre el sistema federal, bilingüe y
estatal; cuestionaron la indiferencia de los funcionarios sindicales de
la sección XIV del SNTE; la falta de prestaciones, clínicas y tiendas
del Instituto de Seguridad Social al Servicio de los Trabajadores del
Estado (ISSSTE), el autoritarismo, la ausencia de democracia en la toma
de decisiones y el trato utilitarista a favor del partido oficial, el
PRI. Fue un movimiento que hizo cimbrar a la Montaña. Eran los tiempos
del gobernador Rubén Figueroa Figueroa.
La disidencia social que emergía veía
neutralizado su avance por medio de la represión, cambios arbitrarios de
zonas y escuelas, la retención de salarios, la violación a los derechos
de las profesoras y la violencia selectiva y represión. En este último
rubro es conocido el caso del profesor Joaquín Sánchez Pineda, quien fue
asesinado y cuyo cuerpo apareció en el lugar conocido como El Mezquite
en Tlapa, en 1973. La década de 1970 fue el contexto en que se aplicó la
guerra sucia y la represión para el sector disidente y los ciudadanos
en Guerrero.
Los disidentes iniciaron con paros
escalonados hasta llegar al paro indefinido a fines de octubre de 1979 e
instalaron un plantón frente a las oficinas regionales de la SEP en
Tlapa para obligar a las autoridades a negociar. Sin embargo el 6 de
noviembre arribaron 10 carros del ejército y aproximadamente 1000
elementos de la policía judicial, antimotines, policía montada y fuerzas
de seguridad. Los maestros esperaban a los representantes y autoridades
para establecer la mesa de negociaciones pero en la madrugada del 7 de
noviembre, fueron reprimidos y desalojados violentamente del plantón en
las oficinas de la subcoordinación de Servicios educativos en el centro
de la ciudad de Tlapa.
Los policías golpearon, vejaron y
realizaron simulacros de fusilamiento con profesores. Incendiaron las
mochilas, bolsas, utensilios y pertenencias de los maestros en la plaza
central. La aprehensión fue indiscriminada, así como la intimidación y
la violencia ejercida contra todos. Muchos mentores salieron huyendo a
protegerse con rumbos distintos, al panteón Municipal, el río Tlapaneco,
el río Xale, los sembradíos cercanos, las colinas aledañas a la ciudad y
las colonias populares.
La clase política regional, líderes,
caciques y autoridades observaron los hechos desde el Ayuntamiento
Municipal. Entre ellos Celso Villavicencio Leyva, además representantes
del PRI como Herón Varela Salazar, diputado y dirigente estatal del PRI;
el delegado estatal de Educación Raúl Pous; el Subdelegado del Programa
Educativo José Ángel Torres Rodríguez, el presidente Municipal de Tlapa
Vicente Vázquez Casarrubias; el director de Educación del Estado
Timoteo Valle Alcaráz y el secretario General del la sección XIV del
SNTE Mario Moreno Soto, entre otros personajes.
Por la mañana del día 7 de noviembre los
profesores acudieron a las instalaciones de la Preparatoria Nº 11 para
resguardarse de la represión. Estuvieron vigilados por las fuerzas de
seguridad que no osaron entrar a la institución para no violentar la
autonomía universitaria. Hasta ahí llegó el profesor Othón Salazar,
entonces diputado federal por el PCM y quien fungió como mediador entre
los profesores y el gobernador Rubén Figueroa para negociar y apaciguar
la represión. Para calmar los ánimos, indignación y furia de los
maestros, las autoridades cedieron en algunos de sus demandas y
planteamientos. Después el movimiento se empezó a diluir y los mentores
regresaron a sus comunidades.
La represión a los maestros se da en el
contexto del gobierno de Rubén Figueroa Figueroa, conocido por su
violencia en el trato a las organizaciones sociales y al pueblo de
Guerrero. Al mismo tiempo el PCM empezaba a ganar adeptos y municipios
como el de Alcozauca. En ese año se creó La Voz de la Montaña, la
primera radiodifusora bilingüe en México y establecida en Tlapa. En la
entidad estaban frescas las heridas del periodo de la guerra sucia y la
militarización en la Costa Grande y los desaparecidos políticos. La
tónica en el trato a la disidencia social era la violencia. A nivel
nacional el movimiento coincide con la huelga de maestros de Chiapas,
las movilizaciones en Tabasco, la huelga de trabajadores de la región
Lagunera, la articulación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de
la Educación (CNTE) y otras luchas en el país. Los maestros de la
Montaña no estaban ajenos a las luchas de otras partes del país.
La lucha magisterial en la Montaña va
acompañando de procesos organizativos, surgimiento de liderazgos
comunitarios, la articulación con organizaciones sociales y vinculación
con los pueblos de la región. El aprendizaje de los sectores movilizados
es que el poder reside en el pueblo. Y una acción importante es que
tornan su mirada hacia los pueblos originarios y se articulan ya sea
siendo representantes, autoridades y acompañando en sus gestiones a los
pueblos. De manera paralela una parte importante de mentores busca
profesionalizarse. Las lecciones de dos décadas de movilización son
fructíferos. Se crearon alianzas a nivel regional y una estrecha
vinculación con los pueblos. Con el paso de los años algunos de los
profesores mencionados tomaron trayectorias distintas.
Después de la represión el Consejo
Regional Sindical de la Montaña de Guerrero (CORESIMOG), tuvo
continuidad y se integró al Consejo Central de Lucha de Guerrero (CCGL).
Importantes contingentes de profesores se incorporaron a la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el ala
disidente del oficial SNTE. Y son de la Montaña los profesores que se
articulan y fundan la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la
Educación Guerrero (CETEG) en 1989. Durante casi cinco décadas de lucha
las autoridades siguen las mismas prácticas de represión mediante
diversas modalidades: desde la cancelación de plazas para maestros, el
amedrentamiento, la violación a sus derechos laborales, el despotismo de
los supervisores, encarcelamiento, asesinatos y la violencia hacia el
magisterio. A muchos dirigentes sindicales su participación en el
movimiento magisterial les ha valido la represión, desaparición, muerte,
asesinatos, encarcelamientos y/o represión selectiva y masiva.
La fuerza política de los maestros
bilingües y monolingües, pese a las contradicciones internas, los
debates entre corrientes de opinión, los descalabros sufridos y los
problemas internos no minan la lucha. Por el contrario inauguran nuevas
formas de trabajo en la Montaña y se articulan con la gestión
comunitaria regional y las luchas sociales. Existe al interior un
replanteamiento en sus posturas, además de crisis internas, agotamiento
pero continúan adelante. A fines de la década de 1980 y principios de
1990 el magisterio impulsa la creación de la Universidad Pedagógica
Nacional en Tlapa, mediante cooperaciones, compra de terrenos y otros
esfuerzos unitarios les permite hacerse de terrenos y edificios en
coordinación con otros actores sociales de la región. Los asuntos
relacionados con la educación y la falta de respuestas gubernamentales
provoca que los mentores se organicen y funden escuelas ahí donde más se
necesitan. Estos proyectos no son aislados y cuentan con el respaldo de
sus comunidades.
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