Entrevista a James Petras
En Latinoamérica el Imperio lo quiere todo
Resumen Latinoamericano/ Rebelión
El intelectual norteamericano James Petras participó recientemente del Foro “Civilización y Barbarie”, realizado en Serpa, Portugal. Allí pudimos entrevistarlo y ahondar en sus opiniones sobre la crisis del capitalismo, los límites del progresismo y el futuro de algunas experiencias de centro izquierda en Latinoamérica. Petras, usted ha escrito últimamente sobre las limitaciones del progresismo a la hora de gobernar en América Latina. ¿Cuáles son los aspectos que critica de dichas experiencias?
-Primero, porque los medios de producción, léase fábricas, tierras, bancos, las principales formas de generar la riqueza siguen en manos privadas, y en un gran porcentaje ligados a capitales imperiales. Segundo, en general, no han organizado a la clase trabajadora, obreros, empleados, pequeños agricultores, de una forma que puedan ser protagonistas sobre la gestión de la empresa o de los medios de producción. Y en tercer lugar, estos gobiernos siguen en gran parte colaborando con las empresas multinacionales en el sistema financiero.
Lo que sí han hecho es algunas importantes subvenciones para los sectores más empobrecidos, los desocupados, y en algunos casos han aumentado de forma progresiva los salarios sobre la base de la miseria y pobreza del pasado. En este sentido podríamos decir, sin dudas, que los más pobres han mejorado algo en sus ingresos, o en el acceso a la Salud, pero finalmente las estructuras económicas, los vínculos la “economía imperial”, no han cambiado.
Lo fundamental es que a partir de la diversificación de la economía mundial, más la inserción de Estados Unidos en el proyecto guerrerista y militarista, han abierto un espacio importante para América Latina, a fin de diversificar su comercio, sus asociaciones económicas, tanto con Asia como con otras regiones del mundo. Eso permite un margen de independencia, tanto en la política externa, como en oponerse a las medidas imperialistas más agresivas o intervencionistas. En este sentido, las cosas han mejorado con los gobiernos de centro-izquierda. Sin embargo, hay un factor muy importante, y es que el protagonismo y la autonomía en la acción de las clases populares ha sido limitado de una forma brusca. Este aspecto, genera una gran debilidad, porque mientras tanto el capitalismo sigue creciendo a partir del boom de los comodities, porque si se reparte con cuentagotas abajo, la gran parte se concentra arriba de la pirámide. Esto produce un lento proceso de derechización en varios países, se va más hacia el centro que hacia la izquierda.
-En otras décadas no muy lejanas, la izquierda se planteaba avanzar hacia el socialismo, y ahora, muchos de esos militantes, han podido arribar a ocupar cargos del gobierno, y se produce un hecho muy notorio: ya no se habla del socialismo y se le plantea a las masas que “se está haciendo lo posible” porque no son momentos para lo deseable. ¿Estas definiciones esconden resignación o implican un análisis correcto de la realidad?
-Tenemos que tener en cuenta que cuando asumen el poder los gobiernos de centro-izquierda, el capitalismo era un sistema quebrado. En ese momento, todo era posible, incluso hasta una transformación hacia el socialismo. No nos olvidemos que los bancos estaban fundidos, las empresas cerradas o con sus dueños huyendo de sus responsabilidades, la agricultura estaba en situación de caos, etc. En el comienzo de la década existía una situación económica posible para cambiar las estructuras sociales muy profundamente. Ahora, pasado el tiempo y con la expansión económica, esta ola de transformaciones han sido debilitadas por diversos compromisos. De todas maneras, yo creo que el compromiso de revertir este momento de transformación, han generado un costo. Por ejemplo, en Ecuador, Rafael Correa está pactando con las petroleras y las mineras a cielo abierto. En Argentina, con los Kirchner, se ha mantenido un equilibrio en función de grandes ganancias del sector capitalista, tanto financieros como exportadores.
El excedente que la economía actual está generando, permite nacionalizaciones del sector financiero, del sector agroindustrial, para que la gran masa de trabajadores pueda compartir este boom, y no seguir recibiendo sólo gotas de las grandes ganancias que se están acumulando. La división internacional del trabajo en que las economías de América Latina se están beneficiando, es muy precaria, porque siguen dependiendo en gran parte de las exportaciones primarias: granos, metales, etc.
Y puede pasar, que de un día para el otro el boom chino, pueda desacelerarse. Además, como contrapartida de comprar las materias primas, China está copando los mercados latinoamericanos, creando un gran desequilibrio económico. Esto implica que no se pueda proyectar la división del comercio actual hacia el futuro. Hemos visto en el pasado que los comodities, las materias primas, crecen, pero en determinado momento se produce un decaimiento o cierta lentitud, y los países se quedan colgados. Por eso es muy peligroso contar con la continuación de este proceso porque abre una vulnerabilidad tremenda.
-De todas maneras, se da el caso de procesos progresistas como el que vivía Honduras antes del golpe, donde las reformas encaradas por Manuel Zelaya y su política de alianzas, generaron una pronta reacción de sus enemigos internos y externos. ¿Qué es lo que no tolera el imperialismo de estas experiencias de gobierno que no se autodefinen como revolucionarias?
-El Imperio lo quiere todo. Quiere dominar el comercio, las inversiones, fijar las normas políticas, las relaciones internacionales, y siempre operan con la idea de monopolizar el poder y la economía. Ellos tienen tres políticas en ese sentido: aislar a los más desafiantes, mediatizar, negociar o buscar flancos débiles con los sectores de economías más diversificadas pero capitalistas, y por último, fortalecer a quienes están naturalmente en posiciones subordinadas hacia el Imperio. Eso se puede ver actualmente en las relaciones con México, Perú, Colombia y por supuesto Honduras. En lo que hace a negociación y colaboración, está el caso argentino. Y luego, poner a Chávez como el enemigo principal, y a la vez buscar debilitar Bolivia, Ecuador y Nicaragua.
-¿Y Cuba?
-Cuba es siempre un enemigo estratégico, por el hecho de sostener una Revolución, y mantener una política de independencia en las relaciones internacionales. Sin embargo, el Imperio presiona para ver en que grado pueden empujar a Cuba a abrirse hacia el capitalismo. Veo la obsesión de EEUU con Cuba por el hecho de que no tiene palancas sobre el Estado. El Estado está fuera de su alcance. En cambio, con los gobiernos de centro-izquierda tienen influencias todavía, en el Ejército, en la administración civil, en la Justicia, entre los sectores financieros. No es es un proceso cerrado a la penetración, y por eso el imperialismo trata de fortalecer a sus aliados para avanzar, como es el caso de Mauricio Macri en Argentina, o Santa Cruz en Bolivia, que era un baluarte de la derecha. No les gusta de Evo Morales, su influencia en las bases populares que son capaces de revertir un proceso.
-¿Qué escenario se puede abrir en Argentina, después de la muerte de Néstor Kirchner?
-Es difícil saber en qué grado la derecha podría gestar una revancha, ya que existe y tiene lugar preponderante en la economía y en los agronegocios. Sin embargo, creo que mucho dependerá de la capacidad de Cristina de buscar organizar nuevas estructuras organizativas que respondan más a las aspiraciones populares. Las reivindicaciones de los Kirchner no tienen una base estructural: es cierto que han aumentado salarios, han elevado el seguro social, han hecho concesiones a diferentes sectores, pero la estructura económica sigue fortaleciendo a la derecha. Paradójicamente, con el crecimiento económico se está ayudando a consolidar a los sectores que en algún momento pueden atacar y desestabilizar este proceso. Veo a la clase dominante económica jugando al mal menor. Mientras existía la gran turbulencia y las movilizaciones, apostaron por Duhalde y luego por Kirchner. Cuando Kirchner tenía el poder, trataron de influirlo para ser más moderado. Ahora seguirán este último camino, tratando de que la balanza se incline en algún momento más hacia posiciones de centro derecha. No necesitan un golpe, porque el proceso argentino no es orgánico, hay una serie de feudos dentro de la estructura kirchnerista que no son confiables. Mientras Néstor Kirchner vivía, tenía poder para controlar, expulsar, castigar a estos sectores, pero eso fue muy coyuntural. Ahora todo eso está en juego. Las riendas están flojas, y en esa situación vamos a ver una lucha intestina, para ver quienes serán los más beneficiados de este proceso, si los sectores populares o los que esgrimen planteos centroderechistas. Pero no creo que el proceso pueda ir muy hacia la derecha y menos que se produzca un golpe, ya que hay mucha organización sindical y una historia de resistencia y lucha importante. Vuelvo a insistir, todo dependerá de cómo se pare Cristina frente a este nuevo escenario.
-Primero, porque los medios de producción, léase fábricas, tierras, bancos, las principales formas de generar la riqueza siguen en manos privadas, y en un gran porcentaje ligados a capitales imperiales. Segundo, en general, no han organizado a la clase trabajadora, obreros, empleados, pequeños agricultores, de una forma que puedan ser protagonistas sobre la gestión de la empresa o de los medios de producción. Y en tercer lugar, estos gobiernos siguen en gran parte colaborando con las empresas multinacionales en el sistema financiero.
Lo que sí han hecho es algunas importantes subvenciones para los sectores más empobrecidos, los desocupados, y en algunos casos han aumentado de forma progresiva los salarios sobre la base de la miseria y pobreza del pasado. En este sentido podríamos decir, sin dudas, que los más pobres han mejorado algo en sus ingresos, o en el acceso a la Salud, pero finalmente las estructuras económicas, los vínculos la “economía imperial”, no han cambiado.
Lo fundamental es que a partir de la diversificación de la economía mundial, más la inserción de Estados Unidos en el proyecto guerrerista y militarista, han abierto un espacio importante para América Latina, a fin de diversificar su comercio, sus asociaciones económicas, tanto con Asia como con otras regiones del mundo. Eso permite un margen de independencia, tanto en la política externa, como en oponerse a las medidas imperialistas más agresivas o intervencionistas. En este sentido, las cosas han mejorado con los gobiernos de centro-izquierda. Sin embargo, hay un factor muy importante, y es que el protagonismo y la autonomía en la acción de las clases populares ha sido limitado de una forma brusca. Este aspecto, genera una gran debilidad, porque mientras tanto el capitalismo sigue creciendo a partir del boom de los comodities, porque si se reparte con cuentagotas abajo, la gran parte se concentra arriba de la pirámide. Esto produce un lento proceso de derechización en varios países, se va más hacia el centro que hacia la izquierda.
-En otras décadas no muy lejanas, la izquierda se planteaba avanzar hacia el socialismo, y ahora, muchos de esos militantes, han podido arribar a ocupar cargos del gobierno, y se produce un hecho muy notorio: ya no se habla del socialismo y se le plantea a las masas que “se está haciendo lo posible” porque no son momentos para lo deseable. ¿Estas definiciones esconden resignación o implican un análisis correcto de la realidad?
-Tenemos que tener en cuenta que cuando asumen el poder los gobiernos de centro-izquierda, el capitalismo era un sistema quebrado. En ese momento, todo era posible, incluso hasta una transformación hacia el socialismo. No nos olvidemos que los bancos estaban fundidos, las empresas cerradas o con sus dueños huyendo de sus responsabilidades, la agricultura estaba en situación de caos, etc. En el comienzo de la década existía una situación económica posible para cambiar las estructuras sociales muy profundamente. Ahora, pasado el tiempo y con la expansión económica, esta ola de transformaciones han sido debilitadas por diversos compromisos. De todas maneras, yo creo que el compromiso de revertir este momento de transformación, han generado un costo. Por ejemplo, en Ecuador, Rafael Correa está pactando con las petroleras y las mineras a cielo abierto. En Argentina, con los Kirchner, se ha mantenido un equilibrio en función de grandes ganancias del sector capitalista, tanto financieros como exportadores.
El excedente que la economía actual está generando, permite nacionalizaciones del sector financiero, del sector agroindustrial, para que la gran masa de trabajadores pueda compartir este boom, y no seguir recibiendo sólo gotas de las grandes ganancias que se están acumulando. La división internacional del trabajo en que las economías de América Latina se están beneficiando, es muy precaria, porque siguen dependiendo en gran parte de las exportaciones primarias: granos, metales, etc.
Y puede pasar, que de un día para el otro el boom chino, pueda desacelerarse. Además, como contrapartida de comprar las materias primas, China está copando los mercados latinoamericanos, creando un gran desequilibrio económico. Esto implica que no se pueda proyectar la división del comercio actual hacia el futuro. Hemos visto en el pasado que los comodities, las materias primas, crecen, pero en determinado momento se produce un decaimiento o cierta lentitud, y los países se quedan colgados. Por eso es muy peligroso contar con la continuación de este proceso porque abre una vulnerabilidad tremenda.
-De todas maneras, se da el caso de procesos progresistas como el que vivía Honduras antes del golpe, donde las reformas encaradas por Manuel Zelaya y su política de alianzas, generaron una pronta reacción de sus enemigos internos y externos. ¿Qué es lo que no tolera el imperialismo de estas experiencias de gobierno que no se autodefinen como revolucionarias?
-El Imperio lo quiere todo. Quiere dominar el comercio, las inversiones, fijar las normas políticas, las relaciones internacionales, y siempre operan con la idea de monopolizar el poder y la economía. Ellos tienen tres políticas en ese sentido: aislar a los más desafiantes, mediatizar, negociar o buscar flancos débiles con los sectores de economías más diversificadas pero capitalistas, y por último, fortalecer a quienes están naturalmente en posiciones subordinadas hacia el Imperio. Eso se puede ver actualmente en las relaciones con México, Perú, Colombia y por supuesto Honduras. En lo que hace a negociación y colaboración, está el caso argentino. Y luego, poner a Chávez como el enemigo principal, y a la vez buscar debilitar Bolivia, Ecuador y Nicaragua.
-¿Y Cuba?
-Cuba es siempre un enemigo estratégico, por el hecho de sostener una Revolución, y mantener una política de independencia en las relaciones internacionales. Sin embargo, el Imperio presiona para ver en que grado pueden empujar a Cuba a abrirse hacia el capitalismo. Veo la obsesión de EEUU con Cuba por el hecho de que no tiene palancas sobre el Estado. El Estado está fuera de su alcance. En cambio, con los gobiernos de centro-izquierda tienen influencias todavía, en el Ejército, en la administración civil, en la Justicia, entre los sectores financieros. No es es un proceso cerrado a la penetración, y por eso el imperialismo trata de fortalecer a sus aliados para avanzar, como es el caso de Mauricio Macri en Argentina, o Santa Cruz en Bolivia, que era un baluarte de la derecha. No les gusta de Evo Morales, su influencia en las bases populares que son capaces de revertir un proceso.
-¿Qué escenario se puede abrir en Argentina, después de la muerte de Néstor Kirchner?
-Es difícil saber en qué grado la derecha podría gestar una revancha, ya que existe y tiene lugar preponderante en la economía y en los agronegocios. Sin embargo, creo que mucho dependerá de la capacidad de Cristina de buscar organizar nuevas estructuras organizativas que respondan más a las aspiraciones populares. Las reivindicaciones de los Kirchner no tienen una base estructural: es cierto que han aumentado salarios, han elevado el seguro social, han hecho concesiones a diferentes sectores, pero la estructura económica sigue fortaleciendo a la derecha. Paradójicamente, con el crecimiento económico se está ayudando a consolidar a los sectores que en algún momento pueden atacar y desestabilizar este proceso. Veo a la clase dominante económica jugando al mal menor. Mientras existía la gran turbulencia y las movilizaciones, apostaron por Duhalde y luego por Kirchner. Cuando Kirchner tenía el poder, trataron de influirlo para ser más moderado. Ahora seguirán este último camino, tratando de que la balanza se incline en algún momento más hacia posiciones de centro derecha. No necesitan un golpe, porque el proceso argentino no es orgánico, hay una serie de feudos dentro de la estructura kirchnerista que no son confiables. Mientras Néstor Kirchner vivía, tenía poder para controlar, expulsar, castigar a estos sectores, pero eso fue muy coyuntural. Ahora todo eso está en juego. Las riendas están flojas, y en esa situación vamos a ver una lucha intestina, para ver quienes serán los más beneficiados de este proceso, si los sectores populares o los que esgrimen planteos centroderechistas. Pero no creo que el proceso pueda ir muy hacia la derecha y menos que se produzca un golpe, ya que hay mucha organización sindical y una historia de resistencia y lucha importante. Vuelvo a insistir, todo dependerá de cómo se pare Cristina frente a este nuevo escenario.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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