En las dependencias de Essalud abunda un afiche que dice: “Seguimos mejorando”. Se refiere a la construcción de hospitales nuevos. La experiencia que voy a exponer indica que el sistema de seguridad social requiere de cuidados intensivos. No me refiero al personal médico o paramédico, cuyo profesionalismo y cortesía reconozco. Voy a hablar del maltrato que a los asegurados inflige cierto personal administrativo.
Mi experiencia de ayer puede parecer un cuento de Kafka, y me conduce a pensar: si así tratan a un periodista más o menos conocido, cómo se comportarán con pacientes anónimos.
La historia es ésta. El jueves me llamó una señorita de una supuesta Defensoría del Asegurado. Me dijo que sabían de una cita para examen cardíaco programado para mediados de enero de 2011, y me indicó que el director de Emergencia quería hablar conmigo, a las 8:30 de la mañana del día siguiente. Antes tenía que conversar con un señor Horna, en el mismo edificio.
Acudí a la supuesta cita con el director, en el noveno piso. La secretaria, en tono irritado, me dijo que no constaba tal citación. Me recomendó que bajara al primer piso, donde queda la Defensoría. Bajé al primer piso, pero me indicaron que no había allí tal Defensoría. Lo que existe es una oficina de Atención al Asegurado. En ella, otra señorita malhumorada me dijo que mi nombre no estaba en su registro de atenciones.
-O sea, le dije, que alguien me ha llamado de una oficina que no existe, y hasta me ha dicho que hable con un señor Horna, sin explicarme dónde trabaja éste.
Entonces asomó desde la Ventanilla contigua una cabeza, y escuché una voz:
-El señor Horna soy yo.
Le expliqué mi caso y me respondió: “Seguro lo ha llamado la señorita Briceño de la Defensoría de la avenida Arenales. Conozco su caso, pero no podemos hacer nada. El servicio de cardiología es el más solicitado. La única posibilidad de cambiar la fecha para su examen es que algún enfermo no acuda a la cita”.
-Quedemos en lo mismo, le repliqué. Si hay tanta demanda, ¿por qué no se amplía el equipo radiológico y el número de profesionales en ese sector?
Aclaré también que en ese mismo lugar a mi esposa le hicieron acudir, hace seis u ocho meses, en vano. Los aparatos estaban averiados. Son obsoletos, sin duda.
En suma, me llamaron para indicarme que no podían hacer nada. Eso pudo decírmelo la Defensoría, sin causarme tanta molestia. Esto significa que para averiguar cómo anda el corazón de un asegurado hay que esperar tres meses. A lo mejor para cuando el paciente haya pasado a mejor vida, con los auxilios de nuestra santa religión.
Señor presidente Alan García, no siga mintiendo sobre Essalud. Señor Fernando Barrios, ex presidente de Essalud, la seguridad social no consiste en edificios apuntalados por coimas.
Mi experiencia de ayer puede parecer un cuento de Kafka, y me conduce a pensar: si así tratan a un periodista más o menos conocido, cómo se comportarán con pacientes anónimos.
La historia es ésta. El jueves me llamó una señorita de una supuesta Defensoría del Asegurado. Me dijo que sabían de una cita para examen cardíaco programado para mediados de enero de 2011, y me indicó que el director de Emergencia quería hablar conmigo, a las 8:30 de la mañana del día siguiente. Antes tenía que conversar con un señor Horna, en el mismo edificio.
Acudí a la supuesta cita con el director, en el noveno piso. La secretaria, en tono irritado, me dijo que no constaba tal citación. Me recomendó que bajara al primer piso, donde queda la Defensoría. Bajé al primer piso, pero me indicaron que no había allí tal Defensoría. Lo que existe es una oficina de Atención al Asegurado. En ella, otra señorita malhumorada me dijo que mi nombre no estaba en su registro de atenciones.
-O sea, le dije, que alguien me ha llamado de una oficina que no existe, y hasta me ha dicho que hable con un señor Horna, sin explicarme dónde trabaja éste.
Entonces asomó desde la Ventanilla contigua una cabeza, y escuché una voz:
-El señor Horna soy yo.
Le expliqué mi caso y me respondió: “Seguro lo ha llamado la señorita Briceño de la Defensoría de la avenida Arenales. Conozco su caso, pero no podemos hacer nada. El servicio de cardiología es el más solicitado. La única posibilidad de cambiar la fecha para su examen es que algún enfermo no acuda a la cita”.
-Quedemos en lo mismo, le repliqué. Si hay tanta demanda, ¿por qué no se amplía el equipo radiológico y el número de profesionales en ese sector?
Aclaré también que en ese mismo lugar a mi esposa le hicieron acudir, hace seis u ocho meses, en vano. Los aparatos estaban averiados. Son obsoletos, sin duda.
En suma, me llamaron para indicarme que no podían hacer nada. Eso pudo decírmelo la Defensoría, sin causarme tanta molestia. Esto significa que para averiguar cómo anda el corazón de un asegurado hay que esperar tres meses. A lo mejor para cuando el paciente haya pasado a mejor vida, con los auxilios de nuestra santa religión.
Señor presidente Alan García, no siga mintiendo sobre Essalud. Señor Fernando Barrios, ex presidente de Essalud, la seguridad social no consiste en edificios apuntalados por coimas.
César Lévano
Razón Social
cesar.levano@diariolaprimeraperu.com
Razón Social
cesar.levano@diariolaprimeraperu.com
Publicado: Hoy 13 de noviembre del 2010
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columna-del-director/seguimos-empeorando_74136.html
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