Traducido para rebelión por LB |
¿Guerra irracional?
Mientras el bombardeo masivo de la Franja de Gaza prosigue por segunda semana, los observadores pueden maravillarse ante la corta memoria de Israel y lo poco que los dirigentes israelíes han aprendido de la guerra de 2006 contra Hezbollah en el Líbano.
Desconcertados testigos especulan sobre cuál pueda ser la razón de la destrucción masiva que Israel causa en Gaza y de la muerte y sufrimiento que provoca. Ciertamente, no se trata de que las autoridades israelíes simplemente sean sádicas. Pero, ¿qué fin podrían conseguir estos ataques?
Desde una perspectiva militar el ataque tiene poco sentido, ya que incluso los mandos militares israelíes reconocen que es poco probable que con él se ponga fin a los disparos de cohetes contra Israel. Sin embargo, los dirigentes militares israelíes apoyan el ataque, porque de lo contrario serían tachados de poco profesionales y de cobardes. Además, la cúpula castrense israelí sale beneficiada de las operaciones militares masivas aunque no tengan éxito en conseguir objetivos a largo plazo, pues la victoria inmediata ayuda a aumentar el prestigio de los comandantes y les allana el camino para que puedan emprender la carrera política una vez concluida la militar.
Desde un punto de vista político las posibilidades de que el ataque israelí consiga derrocar a Hamas son escasas; incluso si los israelíes consiguieran eliminar mediante la violencia a la dirigencia de Hamas es poco probable que la población palestina de Gaza, así como la de Cisjordania, vuelva a apoyar a Fatah, pero sí que busque un liderazgo más radical comprometido con la lucha contra la ocupación israelí. Sin embargo, los ataques cuentan con el apoyo de la mayoría de la opinión pública judía israelí, que declara abiertamente su lealtad a sus líderes, persuadida de que si los "expertos" apoyan la operación entonces ésta debe de estar justificada. Ahora bien, desde una perspectiva económica, la situación es más complicada e interesante. Los medios de comunicación israelíes se han dedicado a difundir la especie, al día de hoy creída por la mayoría del público judío israelí, de que Israel ha estado enviando ayuda humanitaria a la Franja de Gaza. Utilizando una gran variedad de titulares de prensa tales como "Israel permitirá la entrada a Gaza a más camiones", los medios de comunicación han ayudado a ocultar el hecho de que los camiones los pagan las Naciones Unidas y los donantes internacionales, que Israel no concede ninguna ayuda a Gaza y que lo que en realidad ocurre es que Israel obtiene beneficios de esa ayuda.
Israel obtiene beneficios del cerco de Gaza
La continuada ocupación israelí de la Franja de Gaza no sigue ya el clásico esquema colonial. La mano de obra y los recursos palestinos ya no son explotados por empresas israelíes, lo cual no significa sin embargo que la explotación del pueblo palestino por parte de Israel haya terminado.
Israel encontró una forma de explotar a los palestinos cobrando un peaje a los esfuerzos de ayuda humanitaria con destino a Gaza (también a Cisjordania, pero de momento nos concentraremos solamente en al caso gazatí). La población de Gaza es la población del mundo que más depende de la ayuda humanitaria. Sin posibilidad de exportar e importar materias primas, sin la infraestructura necesaria para el desarrollo de la industria local, la Franja de Gaza es incapaz de generar suficientes ingresos a nivel local para sostener a su población y debe depender de la ayuda. El asedio israelí crea así las condiciones necesarias para el envío de ingentes cantidades de ayuda a Gaza.
Esta ayuda debe pasar a través de puertos y aeropuertos israelíes, donde las tasas de aduana(*) y las tarifas de almacenamiento y transporte acaban engordando las arcas de empresas israelíes. Las limitaciones impuestas por Israel al número de camiones autorizados a entrar en Gaza y los prolongados registros y controles por los que deben pasar las mercancías hacen que los costes de transporte y almacenamiento aumenten exponencialmente.
Gran parte de la ayuda llega en forma de productos (alimentos, piensos, gasolina, gas de cocina, medicamentos, etc) que proceden de empresas israelíes. De ese modo, estas empresas han sido capaces de encontrar un mercado cautivo en Gaza, cobrar por adelantado (puesto que los cheques de bancos de la Franja de Gaza no son aceptados en Israel) y aumentar sus ventas.
Lo que es más importante, esta ayuda se financia con moneda extranjera (principalmente euros), pero los productos proceden de empresas israelíes a las que hay que pagar en moneda israelí. El resultado es que ingentes cantidades de moneda extranjera se convierten en el Banco Central de Israel en shekels israelíes con el fin de financiar la ayuda, y el Banco Central de Israel consigue quedarse con la moneda extranjera.
En efecto, el asedio israelí de Gaza ha transformado la industria de la ayuda en una de las más grandes exportaciones israelíes: empresas que normalmente proporcionarían servicios domésticos se han convertido en fuente de divisas extranjeras, lo que contribuye a fortalecimiento general de la economía israelí y ha permitido eliminar el déficit de la balanza comercial israelí casi en su totalidad.
Los túneles y la guerra
El partido Hamas en Gaza supo poner algunas piedras en el engranaje de la maquinaria israelí de explotación. Cuando derribó la valla de Rafah a principios de 2008 y, posteriormente, al importar mercancías procedentes de Egipto a través de túneles subterráneos a fin de complementar la dieta de los asediados gazatíes, Hamas ha sido capaz de pasar de contrabando mercancías a la Franja de Gaza sin pagar aduanas a Israel. Las mercancías, que son adquiridas a comerciantes egipcios, se han convertido en un canal extraoficial de importación de bienes al espacio aduanero controlado por Israel, un canal por el que a Israel se escapan las divisas (ya que los gazatíes pagan a los comerciantes egipcios utilizando moneda israelí, que luego cambian por moneda extranjera del Banco Central de Israel). De hecho, la fuente de estos shekels utilizados por los palestinos gazatíes para importar productos era en su mayor parte la comunidad internacional. Esto se debe a que los funcionarios de la Autoridad Palestina siguieron recibiendo sus sueldos de la cuenta bancaria de la Autoridad Palestina en Ramallah, un presupuesto financiado en gran medida por la comunidad internacional. Gaza ha estado socavando el sistema israelí de succión de los beneficios procedendes de la ayuda internacional al tranformar el dinero de la ayuda en bienes de consumo libres de impuestos. Dado que Hamas no pagaba aduanas a Israel, la fuga de shekels afectó a la economía israelí más de lo que habría podido pensarse en función del (pequeño) volumen de las importaciones. La amenaza de que esta tendencia se convirtiera en permanente, y tal vez de que pudiera ampliarse a otras áreas de Cisjordania, ha causado una honda preocupación a los altos funcionarios del Banco Central de Israel. Eso podría explicar parcialmente por qué las élites económicas de Israel se han abstenido de criticar el ataque israelí contra Gaza, a pesar del daño económico que causa a la economía israelí.
Eventualmente, sin embargo, el bombardeo de Gaza, e incluso su invasión, podrá restringir el comercio a través de los túneles y reafirmar el control israelí sobre las fronteras económicas, pero no anular la carga económica que la ocupación supone para Israel, y la naturaleza a largo plazo insostenible de la las políticas de Israel.
(*) Israel está oficialmente obligada a transferir a la Autoridad Nacional Palestina las tasas aduaneras con las que grava los productos destinados a los Territorios Ocupados, pero raramente transfiere la totalidad de las sumas.
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