El desalojo de la educación
Alguna vez el edificio más alto del país era el del Ministerio de Educación. Su imponente estructura, que sugiere un inmenso libro abierto, habla de un momento en que se asumía la posibilidad del desarrollo endógeno del país sobre la base de un sólido compromiso estatal con la educación, como el que da cuenta de los logros alcanzados por los países emergentes en las tres últimas décadas del siglo pasado (tiempo que dura entre nosotros el abandono de la educación). Truncado el proyecto más ambicioso en esa dirección: el de la Reforma Educativa lanzada por el gobierno de Juan Velasco Alvarado, la educación fue perdiendo importancia en la agenda de los sucesivos gobiernos. Al imponerse con Fujimori el proyecto político privatizador dictado por los intereses transnacionales responsables de la actual crisis global, significativamente el Ministerio de Educación fue desalojado de aquel emblemático edificio y trasladado a instalaciones más modestas, en una zona del distrito de San Borja poco accesible a los usuarios de la educación pública, en lo que antes fuera el local del INIDE (el mítico Instituto Nacional de Investigación Educativa, concebido –ironías del destino- para potenciar la Reforma Educativa de los años 70). Más significativamente aún, en lo que respecta a su grado de compromiso con la política de privatización del país y abandono de las obligaciones sociales del Estado, el año pasado el gobierno de Alan García desalojó otra vez al Ministerio de Educación, dejándolo ahora sin local propio, como ocupante precario de seis locales distintos, entre ellos el desvencijado sótano del Museo de la Nación y espacios por ahora sobrantes de la Biblioteca Nacional.
De esta manera, precisamente cuando la democratización del país exige alguna señal de la voluntad (ciertamente inexistente) de reformar una educación pública de pésima calidad, que ensancha las brechas sociales que separan a poderosos y débiles, el actual gobierno consumó simbólicamente el desalojo de la educación de la agenda política estatal. Ese es el hecho más neto y elocuente que registra el ámbito educativo en el año que hemos concluido: Sin observación alguna de los responsables de ese sector –lo cual los descalifica moralmente para la responsabilidad asumida-, el ente rector de la educación ha sido literalmente desalojado y sometido a la mayor humillación que se recuerde.
Zenón Depaz Toledo
Columnista : diario la primera
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