País del Primer Mundo
RAUL WIENNER : DIARIO LA PRIMERA
Me informa un amigo que siempre me cuenta cosas: ¿sabías, Raúl, que desde el viernes de la semana anterior estuvieron levando niños acróbatas, vendedores de caramelos, limpiadores de parabrisas y otros, y que el lunes ya no quedaba ni uno solo, especialmente en la calles de Miraflores, San Isidro y San Borja?, ¿has visto que el sábado ya volvieron a sus humildes trabajos? Parece que nadie se ha percatado del detalle, en medio de calles recargadas de policías, rejas y otros mecanismos de aislamiento de los visitantes, que se les dijo que era para su seguridad, pero que, en realidad, tenía la esperanza de servir para reforzar el discurso del presidente de que ya no somos el país que éramos antes.
Alan García se ha inventado su cápsula de primer mundo, que no es sólo la del lenguaje; sea ante los empresarios: no queremos que vengan a ayudarnos, sino a ganar dinero; o sea ante los gobernantes: los que no estamos afectados por la crisis alimentaria podemos contribuir elevando nuestra producción agraria en 2%; proponemos un impuesto mundial a los combustibles fósiles para el cambio climático; las economías que estamos creciendo podemos ayudar a erradicar la pobreza del mundo; etc.; sino que intenta tener evidencia física del progreso que en Lima se puede hallar en unos cuantos distritos y en rutas bien delimitadas. El resto que desaparezca, que fue el objeto de los feriados, porque no había forma de guardarnos a todos en los escasos albergues de la capital.
A decir verdad sólo Evo Morales vivió los dos mundos que coexisten en la gran ciudad. Los demás se dejaron llevar como mansitos, aunque es difícil creer que haya habido uno que haya tomado en serio el cóctel de modernidad imparable que les sirvió Alan García. El presidente echó ciertamente a perder la posibilidad de expresar la voz de América Latina frente a los países ricos de Europa que vienen a decirnos cómo debe ser la política y la economía sin lugar a discrepancias, y la de recoger las enormes necesidades insatisfechas del Perú actual. Pero eso debe importarle poco. Lo que debe estar creyendo es que españoles, alemanes, mexicanos, brasileños y otros países que importan, se han llevado la idea que aquí hay un verdadero amigo de las inversiones, “un nuevo Chile”, por si no se habían enterado de la novedad, o si le quedaban dudas sobre el AGP de hace veinte años, que es su obsesión permanente.
¿Qué les pasa brasileños, les dijo ayer a los empresarios de ese país en un foro especial, que sólo están invirtiendo en pequeños proyectos de 200 ó 300 millones de dólares?, dando a entender que aquí eso es sencillo que bien pueden llevárselo de regreso. Vamos a ser el primer puerto del mundo; Talara es una refinería de juguete; mejor súbales los impuestos Lula; miren el mar, la selva; ¿qué les pasa brasileños? Más o menos como han sido sus visitas a Japón, China y algunas otras naciones, a las que ha ido a reclamarles porque no aprovechan la ganga que es el Perú. Y eso que para arengar a los cariocas se hizo el loco sobre la magnitud delirante de inversiones carreteras que están en manos de una sola empresa de ese país y el imperio que se proyecta establecer en Bayóvar con los fosfatos, uranio y otros minerales, con capitales de Brasil. Pero ahí vamos en la misma ruta.
El concepto es que de aquí a unos años se verá si fueron Chávez, Evo, Correa; o García y Uribe, quienes tuvieron la razón o, lo que es lo mismo, si ya no será necesario recoger niños pobres de noche cuando vienen extranjeros influyentes a Lima. Corren las apuestas, me dice mi amigo, que me advierte también que no use ese estilo antipático de Aldo M de inventar en su columna diálogos con sus amigos invisibles de transnacionales y bolsas de valores. Y yo le contesto: ¿acaso eres banquero?
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