01 mayo 2013

Empresas egoístas y miseria laboral

De cómo el Perú se abre de piernas ante los capitales extranjeros y locales, está por demás hacer referencia.
Nuestra nación tal y cómo la conocemos está empeñada en arrastrarse en la mugre y darse un baño de letrinas con tal de brindarles estabilidad a los inversionistas, no importa si éstos le pagan miserias a su trabajadores, no importa si contaminan, no importa si tranzan con estupefacientes o que su giro sea vender estupidez.  La idea es que haga empresa por las buenas o las malas y que salgan en la foto para el feis, que la Marca Perú los promocione y atraer cada vez más inversionistas de esa calaña.
A Jaime Izquierdo quien como comprenderán no se llama así, pero me tomaré la libertad de así nombrarlo para contarles su historia.
Resulta que éste amigo trabajaba de obrero para una importante marca lechera, pese a contar con un título técnico a nombre de la nación se hizo de un horario de valentía. Nueve horas de lunes a sábado. Jaime se las arreglaba para sonreírle a la vida con mil soles mensuales que percibía como sueldo, él era el sostén de una familia plural y cuantiosa. Trabajó más de cuatro años en los que, según me cuenta, se cumplieron objetivos significativos en la empresa, metas alcanzadas, reconocimientos empresariales, en fin. Jugosos crecimientos que al buen Jaime no le chorrearon pero ni por casualidad. Aumento de trabajo, aumento de responsabilidades, aumento de estrés, de cantidad de obreros, de encargos, en fin. Los sueldos obreros permanecían más estancados que retrete con falla.
Un buen día Jaime decidió dejar de ser tan hincha del laburo y descubrió que el personal administrativo sin mancharse las manos y trabajando de lunes a viernes en horarios light, ganaban el cuádruple que cualquier obrero, los jefes de aquellos administrativos ganaban dos veces el cuádruple de cualquier obrero, y por último el gerente, bien creo que bastará decir que con la mitad de ese sueldo gerencial era más que suficiente para duplicar los sueldos a todos los obreros, y éstos eran casi veinte según me comenta el buen Jaime así que saquen su cuenta.
Bien, harto del maltrato, las desconsideraciones y las diferencias salariales astronómicas, decidió junto a un grupo de obreros darle algo de decencia a esa empresa y reclamar. A los pocos días lo pusieron de patitas en la calle.
Alguien le fue con el chisme al jefe de que había un grupo de personajes incómodos, a ese alguien le aumentaron doscientos miserables soles por su ‘lealtad’ y su franela. Jaime, ya expectorado planteó una denuncia por despido arbitrario. Pronto se dio cuenta que para pagar un buen abogado en este país se debe ser narco o explotador y bueno decidió dedicar su tiempo a buscar otro empleo y de vez en cuando darse una vuelta por aquel ex trabajo y echarle una meada en la puerta.
Perú debe de ser el mejor país para hacer negocio a costa del esfuerzo ajeno, digo no, aquí los estudiantes no salen a las calles pues prefieren tomarse fotos en Starbucks, los sindicatos son un cuco anacrónico, la juventud vive sedada por la tv, las luchas sociales son cosas de viejos y la política la mejor forma de blindar tu empresa.
Mientras el Estado invierte millones en su ‘marca’ y se la pega de vedette arribista rencauchándose poto y tetas para que los vecinos de la región nos vean bonito. Las estadísticas registran que para el 2011 se han llevado a cabo 84 huelgas según el portal de MINTRA, estamos hablando de una huelga por cada cuatro días aproximadamente, lo que demuestra que existe un gran malestar en el sector laboral que no está siendo atendido. Conclusión trabajadores maltratados laboralmente por esas empresas a las que la SUNAT las trata como Barbie a Ken.
Alguien preguntará por aquí ¿Y los sindicatos? Si son tan legales como un matrimonio o un divorcio y tan fundamentales para el equilibrio institucional, por qué ninguno de los señores empresarios, o los personajes de la denominada Marca Perú lo promueve. Se imaginan un acto civilizado de alguno de estos tíos diciendo: “En mi empresa existe la sindicalización y cada mes me tomo un tiempo para conversar y dialogar con mis trabajadores” No sería civilizado escuchar y atender los requerimientos de quienes hacen posible el sueño empresarial.
Sí, quizá lo estoy arrojando fuera del wáter, y estoy creyendo que los chanchos volarán algún día.
Total Ollanta Humala fue el que traicionó a las masas que clamaban cambios radicales en la política como lo demostraron los resultados de la primera vuelta de las últimas elecciones. Un tipo que sus capacidades solo le alcanzan para continuar con las políticas de siempre no se le puede pedir demasiado. Lástima, tuvo la oportunidad.

fuente:
http://larepublica.pe/blogs/maldito-soez/2013/04/24/empresas-egoistas-y-miseria-laboral/

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