DE IRAK A AYACUCHO
Por: Alexandro Saco
Enclavar en Ayacucho, que apenas viene superando el trauma de la guerra interna, un contingente de soldados estadounidenses es un record olímpico (*). Si se tratará sólo de ayuda al desarrollo, existen cien provincias en el país que necesitan recibir esas obras. Lo que se busca es validar la presencia de tropas de EEUU en la región. Gustavo Gorriti afirma que las fuerzas irregulares denominadas remantes senderistas, justamente en el VRAE es donde mejor organizadas están. El gobierno peruano permite desplegarse al mismo ejército que ha destruido Irak en los alrededores de una zona de guerra. No hay que ser espía para darse cuenta de que la vertiente oriental de los Andes y la Amazonía, finalizando la era del petróleo, son uno de los focos de atención de los intereses de EEUU.
Ayacucho fue la región en donde más de libro nuestra guerra interna. El desprecio por estos peruanos al hacerlos convivir con las tropas de EEUU, echa sal sobre esas heridas inconclusas. Esa ceguera centralista que pasa por encima del resto del Perú, está ligada a la visión altanera que hoy se pretende consolidar. Del Castillo dice que algunos preferirían que tropas de otro país sean las que se instalen en Ayacucho. Lo cierto es que son las tropas de EEUU y no otras las que en este instante siguen diezmando a población indefensa en Irak o Afganistán, produjeron Abu Ghraib y a lo largo de su historia han encontrado en estas avanzadillas la mejor excusa para instalarse por años en regiones de su interés. Conociendo eso, lo que existe desde el gobierno peruano es aceptación de la estrategia de los EEUU para crear una nueva situación regional.
Esta incursión de tropas de EEUU en el Perú ilumina nuevamente la incoherencia con que se analizan las violencias. No hay en este momento ejército más peligroso en el mundo que el mismo que ahora ronda Huamanga. El gobierno peruano se alinea con la política de defensa responsable de la destrucción de Irak y de más de seiscientas mil muertes producidas a julio de 2006 en ese país como afirma The Lancet (**). Esa constatación trasluce la mirada en relación al terrorismo de los que avalan este ingreso pero estigmatizan la protesta social. Si aceptamos que terrorismo es eliminar civiles con objetivos políticos, ¿preguntémonos qué tropas han sido autorizadas a ingresar al país?, y hagamos un seguimiento de Irak en el último lustro. Así, la grita local persecutoria contra quienes disienten del gobierno, se liga a las tretas mundiales para controlar recursos arrinconando poblaciones que se resisten.
Si bien el modelo económico permite que el disfrute de los recursos por las corporaciones se haya naturalizado y que la protesta sea criminalizada, la penetración militar evidencia que eso no basta, que se requiere un control no sólo legal sino territorial de determinadas zonas. Y no es que una cosa sea opuesta a la otra cuando hablamos de inversiones y despliegue militar. Existe una relación, que si bien tiene compartimentos, responde a una perspectiva del mundo creada para que se haga irreversible la penetración avanzada. García sabe eso y gusta ser un tornillo más del choque de civilizaciones, aplicable en Medio Oriente o en Huamanga, porque allá son los fundamentalistas islámicos y acá los fundamentalistas andinos los que obstaculizan el progreso. Lo real es que si bien existen extremos, el extremismo responsable de la disparidad y de la muerte continua de millones de humanos por circunstancias solucionables, es el fundamentalismo de mercado que cuenta con un brazos militares para otorgar seguridad y atraer inversiones.
Las cosas que suceden no son aisladas. La globalización a la que apelan los que hoy ven un mundo mejor que nunca, se expresa también en los movimientos militares sobre todo de las potencias. Si EEUU introduce militares en Ayacucho hay que ser un caracol para creer el cuento de que vienen sólo a levantar aulas y un puesto de salud; vienen a palpar el terreno posible anexo de una futura confrontación regional. El gobierno peruano y otros de la región nos están metiendo en una camisa de once varas: la ficción de la llamada guerra mundial contra el terror, en la que los que van de acá para allá señalando peligros, son los que crean las guerras. Sólo bastará un muerto de las tropas de los EEUU en Ayacucho para que esté consumada la torpeza que el Perú se está permitiendo sumándose a una intensión que lo que busca controlar los recursos naturales cada día más escasos.
Notas:
*El propio gobierno ha aceptado que serán más de 1000 los soldados estadounidenses que ingresen al territorio peruano este año.
**http://www.thelancet.com/webfiles/images/journals/lancet/s0140673606694919.pdf *** Imagen de una protesta contra las tropas de EEUU por los abusos en Abu Grhaib.
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